La calidez de sus manos arrancaron algo más que una sonrisa.

El poder del conjuro se extendía por las venas de Mir, se filtraba cuál infección por su torrente sanguíneo y se enrollaba a su mente, acababa con cualquier vestigio de voluntad ... Y le daba el nombre de amor.

Llevo toda mi vida sin saber cuál es el olor que tiene tu piel.

Traslucida y eterna, así es aquella planta. Que habita muy lejos de mi tacto, que se esconde en un tronco podrido. Aquella que se consume con el paso de las estaciones, está marchita, está tan pálida como la piel rosa de una doncella. Rosa y tenue, así es aquella hiedra, que se marchita en un tiempo límite y que sea aleja sin siquiera haber rozado sus pétalos cerca mi mano. Así es aquella hiedrarosa, ajena y marchita, tan bella y renuente que jamás me mira. Así es ella, hiedrarosa maldita.

El color más hermoso del mundo no poseía matices, era etéreo y ajeno al círculo cromático. El color más hermoso del mundo estaba en el último respiró que salía de su boca una tarde de invierno.

Tres gostas de sangre son suficientes para mí. Tres gotas significativas. Tres gotas de vida y muerte para volver a ver tus ojos abiertos, mi amado Vlad Tepes.

¿Que es el mundo? Sino un lugar para morir.

La costa se agitaba con las olas en su horizonte y la fuerte tempestad hacia que el barco se agitara de manera errática de un lado a otro. Un rayo cayó en mitad del barco, incendiando la borda, pero las manos de Ragok las pagaron en instantes, el dios del océano Geo no tenía una guerra con el fuego, pero si con las profundidades de la mar y no moriría quemado.

¿Quién diría que la tormenta podría matarnos? Nadie, el fin del mundo o el apocalipsis debía ser una desastre de fuego y sangre... En cambio, fue con agua, esos tentáculos. Esa bestia primigenia... Sentía el frió y los tentáculos en mi cuello, pero está muerte estaba llena de calma.

Dime, luna. ¿Que buscas todas las noches? ¿Por qué te asomas todos los días? No puedo observarte, pero puedo sentirte. Siento la oscuridad y el frío de la noche que viene contigo, pero sobretodo siento tu ausencia. ¿Por qué hay noches en que eres una luna menguante? ¿Por qué hay noches en que siento tus lágrimas?

Cuando Rosalía se encontró sin salida, sintió una bala atravesar su pecho, así que usó su último aliento para pasar su poder a su pequeño hijo. No reencarnaria, no importaba, su hijo tendría la magia suficiente para protegerse y quizás vengarla. Sabía que Ashley cuidaría bien de su bebé, estaba atada a la vida de su hijo si el moría ella también, su hijo sería el último brujo nigromante, pero sería uno poderoso.

Rosalia sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida, por eso cuando tuvo la oportunidad salió corriendo del hospital con su niño envuelto en la sábana. Si sus piernas no le fallaban llegaría a tiempo hasta su encuentro. La lluvia no favoreció su carrera contra el tiempo, cuando estuvo frente a ella se lo entrego entre sus manos dándole una última mirada a su hijo. Debía huir, los cazadores casi la habían alcanzado en la anterior cuadra, le dio un beso a Ameniadel y se perdió entre las calles.

Prefiero la sombra, esa que es escasa y ajena. La prefiero a los ojos luminosos de Hecate y de sus hijos, prefiero eso a estar sin ti cuando todos nos miran. Tú madre me ha quitado la vista por amarte, pero yo te sigo amando aún cuando nadie ve, porque mis ojos nublados nunca te han dejado de ver.

¿Que pretendes, Safril? Has matado a la mitad del mundo, arrancado la tierra y marchitado su suelo, hasta dejarla agonizante. Has matado al fénix y desgranado al árbol de la vida. ¿Cual es la razón? No me digas que es por tu amor al petróleo...

Aunque Miguel Bassa dijera ante la corte que su cliente no tenía culpa, era mentira. Yo lo había visto comer, y triturar a su alimento, vi cuando lo había digerido y posteriormente vomitado. Ahora venía a decir que el cerdo asado que compró lo enfermo, por que yo cocino con el mismo aceite de hace tres años. Mentira, yo cada mes saco nueva grasa del cuerpo de un murciélago para hacer mi aceite de cocina.

Tengo tres deseos en la vida, solo tres ni más ni menos. El primero es conseguir un utensilio adecuado, con suficiente filo para desprender la roja carne, un filo que corte el viento. Segundo, una cocina con un bello horno, esa casa de al lado tiene unos acabados geniales, con todos los elementos de losa y una bella vajilla, que solo espera a ser estrenada. Y tercero, una deliciosa presa, alguien con carne suficiente para desprender, y ya lo tengo, mi nuevo y gordo vecino. El manjar perfecto.

Adoro mi minifalda color turquesa, me la coloco en ocasiones especiales. Sirve para llamar la atención, hay pocas faldas tan azules a estas horas. Supongo que la ropa corta en la década de los 60s es algo extraño. Aunque me encanta, sirve para cazar presas, y vaya que me da hambre... Mira quién lee esto es una linda bolsa de sangre.

Montada en una rama del árbol de Chetumal estaba aquella desdichada mujer, fumaba un tabaco cubano y una ráfaga de viento me dejó oler su perfume barato, una imitación del Channel, como si con eso pudiera engañar a alguien. Todo el mundo sabía que Rosa estaba podrida por dentro, no lo digo yo, lo dice la lápida que marca su muerte el 15 de mayo de 1978. Además los gusanos que desprende de su piel solo lo confirman. Creo que quiere dejar una fragancia inolvidable... pero solo huele a muerte.

Sólo faltaban dos minutos para salir, Roger miro con fastidio las cámaras, aquel laboratorio le daba respulsion y atracción, ver cómo manipulaban y mutaban a los animales día a día era digno de apreciar. Vio como aquel pez poco a poco dejaba de moverse, cuando por fin quedó inmóvil, una pequeña chispa surgió fuera de sus branquias, y se hicieron más grandes hasta que pasaron a la pantalla y fundieron los ojos de Roger. Sus cuencas vacías estaban llenas de electricidad.

Él no es mi mitad, es mi corazón completo y latiendo.

¿Sabes por qué me gusta rayar mis libros? Porque como sabrán que los amaste si no dejaste tu huella en ellos.

Sigue doliendote, es una herida abierta y te quema, cómo el fulgor de las llamas dentro una herrería.

Todas tus acciones era manías. En tu sueño diario solías hacer ademanes alrededor de tu simetría, eras un sueño de margaritas. Eras un promesa que permitía crear en mi muchos caprichos. Mi capricho favorito era observarte observarte en tu sueño, así de tranquilo. Así de sereno, eras un dulce sueño hecho realidad, así entre pétalos de margaritas y entre tus contantes manías.

Mis patas se aferran a la tierra, mis alas están ya cortadas por una navaja suiza. Mi pico este desgarrado, siento la sangre que desciende por ellos, el sabor metálico que tiene esa sustancia roja me inunda el paladar, estoy muriendo desangrada; pero antes incrustare mi pico en la yugular del cazador.

Por una pequeña rendija en medio de la nada, sonó el rugido y la sangre broto en la oscuridad. La bestia clavó sus garras en el corazón del mundo, y entonces la humanidad enmudeció.

Ella podía venir y llorar cada día en el bosque que estaba en las afueras de su casa. Ella podía ir y venir a su antojo a la orilla del viejo árbol que estaba en el centro del bosque. Ella podía derramar lágrimas entre el crujir del tronco y las hojas secas, las cuales justamente caían a su lado. Ella podría a ver dicho que era su lugar seguro, si tan solo las ramas no estuvieran enredándose en su garganta.

Un águila perdida se asomó en mi ventana. Esperando que mi mano fuera su guía, esperó todas las horas de mi jornada. Y sigue estando posada a tres metros de mi cama, en aquella ventana. Nunca pude acercar mi mano al águila, nunca puede anunciarle el camino hacia el retorno. Mi espíritu partió y el águila sigue asomado en mi ventana, con una lágrima descendiendo desde su pico y pulverizando mi habitación.

Incluso sino no está herida su corazón puede fallarle mucho y de varias maneras. Después de ahí puede sufrir en su andar; por causa de sus nervios y el deseo, su vida puede fallarle a causa de sus sueños.

Comprendo que es tu vuelo una forma inconmensurable de tus deseos, en donde revoloteo entre ser un ave caída o ser las fantasías de un cielo, ya destruido por la ausencia de plumas blancas. Y es entonces cuando evidenció que nada es el cielo sin tu vuelo.

En concordancia con el vuelo, proceso en mi mirada el aleteo de tus alas y evidencio la sincronía de tus alas. Evidencio la circunferencia en que vuelan tus alas, promuevo en mi dialecto un sinónimo para tus ansias de emprender el vuelo. Porque comprendo que tus ansias y tus ganas son la forma de mostrar tu ascenso, surcar los cielos son tu planicie y habitas como portador de los cielos; y el viento es solo un soplo de tu aleteo.

Y estaré al final del mar contemplando la pérdida de la humanidad como la espuma al final de la orilla.

El fénix fue derribado por el cañón del holandés errante, al caer incendio el mar enteró.