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HECHA DE DOLOR

Había una vez una niña que no podía llorar y por eso no sabía olvidar. Al nacer su ángel no recordó darle su correspondiente dotación de lágrimas, para sanar los golpes de la vida.

Si no hay lágrimas el dolor se queda dentro, porque estas son el agua con que se limpia el alma.

A ella eso nunca le importó, en varias ocasiones se creyó superior a los demás, se creyó más fuerte.

Bien podía vivir así, no era como si le faltaran los ojos, una pierna o un brazo, tenía algunos pequeños dolores acumulados, pero esto no le molestaba tanto como para preocuparse. Eran solo como pequeñas espinitas que a veces le punzaban.

Pero un día creció y se enamoró, ahí conoció el peor dolor,

el del amor no correspondido, el más triste de todos, porque no encuentra respuesta en otro ser, porque sus quejas solo son contestadas por la soledad y el silencio.

Desde que nace ya está condenado a morir en el olvido. Es como una semilla que empieza a germinar en el corazón, pero hay que arrancarla cuanto antes, porque puede terminar ahogándonos.

Ella nunca encontró el amor que anhelaba y se fue llenando con el dolor de tantos amores no correspondidos.

Quiso olvidar, pero no pudo, todo se le quedó estancado en el alma, se fueron llenando sus sistemas, sus órganos, sus células y cada espacio intercelular hasta que el dolor se convirtió en una parte de ella. Desde la primera hasta la última desilusión de amor permanecían siempre presentes

en la memoria de sus sentidos y el recuerdo era tan infinito como su soledad.

Quería ser feliz, al igual que los demás y buscó la felicidad en muchos lugares, en otros amores que no la hacían sentir, en el alegre ruido de las fiestas y en la pacifica quietud del silencio, pero no hallaba en todo esto la paz que necesitaba.

Eran los tiempos de la segunda venida de Jesús, cuando este atraves del Espíritu Santo, hacía nuevamente sanidades y liberaciones, como en las épocas bíblicas.

Todos tenían su oportunidad de conocerlo y ser salvados. Ella también tuvo la suya. El señor al igual que a muchos otros le dijo: Entrégame tus cargas y serás libre.

Cuando Dios creó al hombre dejó en alguna parte de este, un sitio sin ocupar, que nada ni nadie más que él puede habitarlo.

Y ese es el vacío por él que sufre y se lamenta toda la humanidad y tratan de llenarlo con tantas cosas sin lograrlo.

Él quiso entrar a ese lugar que le pertenecía, y que ella había usado como depósito de amargura.

Pero ella sintió que su carga de dolor era lo único que tenía y si lo entregaba, se quedaría vacía.

No entendió que el alma es como un cántaro que debe primero vaciarse para que Dios lo llene, siguió aferrada a su dolor para siempre, se quedó detenida sin poder avanzar.

No podía vivir en el presente.

No soportaba mirar hacia el pasado.

Solo buscaba ansiosamente, una frontera dimensional sin tiempo, donde quedarse inmóvil, para ya no sentir.

Así continuó, hasta que Dios se compadeció de ella y le dio el regalo de las lágrimas.

Entonces pudo llorar, y lloró sin parar, hasta desintegrarse, hasta diluirse, porque en su llanto fueron saliendo no solo los malos recuerdos y el sufrimiento acumulado por tantos años, sino también los trozos de su alma, y no solo su alma, sino que toda ella fue diluyéndose hasta convertirse en una pequeña posa de lágrimas, porque estaba hecha de dolor y ya no podía separarse de él.

13 Nisan 2020 02:42 3 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

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İleti!
Camila Castro Camila Castro
!Que lindo! Tan triste como bello. 💜
April 15, 2020, 03:16
Lidia Arauz Lidia Arauz
Gracias por leer, que bueno encontrarte aqui.
April 14, 2020, 02:32
MIRAVEN Escritoraatiempoparcial MIRAVEN Escritoraatiempoparcial
Que tierno, es doloroso pero dulce, una curiosa mezcla =)
April 13, 2020, 21:30
~