Acababa de escribir el número cuando un fluido lo recorrió y lo tornó rojo. Nos miramos incrédulos, había pensado cada dígito pero en algo habíamos fallado una vez más. Pude advertir temor y preocupación en tu expresión.
La mesa se quebró y de ella brotaron diminutos insectos. Una niebla fría y blanquecina invadió nuestro pequeño departamento. Sacando ese número rojo, todo lo demás se veía en tonos de grises.
Me paralicé. Tu mano en mi brazo y tu tono de voz enérgico me trajeron de vuelta. Para entonces ya estabas desplegando un sudoku sobre nuestra cama. Me acerqué y observé como lo resolvías presurosa. Me costaba seguir tu linea de pensamiento...
Me distraés - dijiste cuando quise señalar algo...
Ya era tarde...el número se volvió rojo e infinitas puertas se dibujaron en nuestras paredes, pero todas parecían selladas.
Quisimos llegar a la computadora para imprimir un nuevo sudoku. Las olas golpeaban detrás de las puertas, parte del agua se filtraba y el servicio de energía eléctrica ya había colapsado. Solo nos iluminaba el resplandor de la niebla que flotaba alrededor nuestro.
Sentimos la desesperación apoderándose de nosotros. Presagiando el fin, buscamos una manta en la que refugiarnos, pero solamente encontramos esa vieja revista de bolsillo. Sus hojas parecían sucias, pero se encontraba inmaculada.
Recordamos esa primera escapada juntos...ese viaje de cuatro días a la costa atlántica. Nuestra primera aproximación a una convivencia. Ese día que bajo la lluvia nos acercamos a la vieja, fría y húmeda estación de omnibus para comprar agua y café. Vi ahí esa revista de sudokus y la llevé. Los números eran pequeños y los casilleros aún más para mi método de resolución.
Ya no sentíamos frío. Nos sentamos a resolverlo mientras las aguas cedían y la niebla se disipaba. Ningún número alteró su color. Pude sentir calor en nuestros corazones. En tu expresión podía descubrir armonía.
Sólo podía ser por una razón.
Volver a los lugares que nos hacen felices. Viajar a esos momentos e imágenes que nos encuentran con nosotros mismos. Saber que a veces sin querer podemos traer miedos muy profundos de otros tiempos, pero tener en cuenta que siempre los puntos en común son más grandes y tener la sabiduría para valorar eso que hay entre nosotros. Ser conscientes que como en el sudoku, puede que tengamos formas distintas de resolver las cosas, pero no perder de vista que ambos buscamos lo mismo.
♥ Sólo por eso podía ser ♥
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