mauromartinprimero1 Mauro Martín

Alfonso era un joven con muchas ganas de salir por delante. Y una noche, mientras andaba con su novia, un ladrón se lleva el bolso de ésta y Alfonso se dispone a perseguirlo. En el medio de la persecusión, el joven es alcanzado por un vehículo que iba a toda velocidad y muere. No obstante, su alma no muere. Gracias a un acuerdo, regresa a la tierra, pero convertida en una mujer llamada Ania. Y ahora tiene que elegir entre adaptarse a aquella vida o morir intentándolo, por lo que tendrá que sortear toda clase de obstáculos. Incluido uno con forma de doctor bien titulado llamado Daniel Basurto, del cual nunca había visto y sin embargo, comienza a ser el centro de su atención. Historia larga con episodios por entregas. No te pierdas los capítulos que se publicarán de manera constante en Inkspired. Conoce más de mi repertorio de novelas e historias publicadas en www.harmonycreativa.net También sígueme a través de tus redes sociales y entérate antes que nadie de las últimas novedades que tengo para ti: Instagram: http://www.instagram.com/HarmonyCreativa Mastodon: https://mstdn.social/@harmonycreativa


Dram 13 yaşın altındaki çocuklar için değil. © 2018 Mauro Martín Chicmul Chan. Derechos Reservados.

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Capítulo 0 / Antecedentes (Actualizado)

Acto 1


16 de Marzo de 1986

Era un día soleado, con un cielo totalmente despejado y vientos ligeros de hasta 15 km por hora que se paseaban por toda la ciudad, refrescándola.

Era la una de la tarde de ese día. Y desde el interior de un quirófano de un conocido hospital de la ciudad se estaba dando un acontecimiento importante para una pareja de recién casados: Una mujer se encontraba dando a luz a un niño, los padres de ese niño se mostraban felices porque ese niño haya nacido.

La mamá le puso por nombre a ese niño Alfonso. Dicho nombre se lo puso no precisamente porque hubiera querido llamarlo así, le puso ese nombre porque no tenía idea qué nombre ponerle a su criatura, posiblemente debido a la emoción que sentía. Hasta que vio un calendario que había cerca del buró de noche, que se encontraba junto a su cama.

Era evidente la alegría inmensa dibujada en el rostro de aquella mujer. Tanto como la del padre, quien no podía hacer otra cosa que verlos a ambos y sentirse el hombre más feliz de todo el universo conocido.

Fue a partir de ese momento que, para aquella pareja y recién considerados padres que todo empezaría a ir miel sobre hojuelas.

Unas dos semanas después, los padres celebraron el acontecimiento con bombos y platillos. Invitaron a toda la familia entera, tanto los familiares del él como los de ella. Fue un convivio familiar bastante privado, pero eso sí, muy llamativo, quizás demasiado. Tanto la música como las luces de colores y el decorativo hicieron que el lugar fuera algo más que sólo un simple banquete de celebración.

La alegría, la paz y la armonía empezaron a anidarse en aquella recién formada familia. Todo parecía indicar que nada iba a cambiar o alterar lo que hasta ahora había sido construido a base de grandes esfuerzos y mucho pero mucho amor.

Y así ocurrió en todo este tiempo con aquella pareja de casados. Vivieron felices y contentos… Hasta que algo pasó, algo que hizo que poco a poco aquella felicidad, paz y armonía que reinaba en aquel hogar comenzaran a desaparecer. Una situación que haría que ya nada volviese a ser igual en la vida de aquella familia.



Acto 2


30 de Septiembre de 1986

En medio de un día tranquilo y a la hora de la comida, Aurelio Ibarra, delante de su mujer y familiares, dejaba a saber a todos que la empresa para la cual trabajaba lo había ascendido a un puesto mucho mejor que el que tenía en aquel entonces.

Sin embargo, su nuevo puesto implicaba viajar a los Estados Unidos para poder ejercerlo. Su esposa se sintió contenta con la noticia del ascenso de su esposo pero no con el hecho de que él tenga que irse muy lejos por un largo tiempo, lo que no era para menos. En ese caso, para Mirsa Pereira hubiera sido mejor que su marido siguiera trabajando en la misma ciudad, aunque estuviese con el mismo puesto y salario. Pero al final, terminó por aceptarlo.


7 de Octubre de 1986

Aurelio se despidió de ella y de su pequeño hijo Alfonso, para luego irse en su coche con dirección hacia el aeropuerto. Indudablemente, a Aurelio se le subieron los nervios hasta la punta de sus dedos, puesto que no sólo era la primera vez que viajaría en avión, sino también era la primera vez que trabajaría fuera del país, muy lejos de aquella ciudad que lo vio nacer, lejos de su familia. No sabía lo que le depararía en aquella nueva aventura a la que se estaría embarcando, una oportunidad que no recibía cualquiera.

Sólo sería cuestión de unas cuantas horas para que Aurelio finalmente cruce el otro lado de la frontera, hacia su nueva aventura laboral.


Un año después…

Pasaron los días, las semanas y los meses. En todo ese tiempo, y como cada semana, Aurelio enviaba cartas a su mujer junto con una generosa cantidad de dinero. A la vez que Mirsa enviaba como respuesta sus deseos de que volviera pronto, esto además de las típicas expresiones de amor que una esposa enamorada suele enviarle a su hombre enamorado. Lo anterior pasaba tan seguido que, al final de cuentas, se convirtió para aquella pareja de casados en algo plácidamente rutinario, por lo que, era de esperarse que uno recibiese la respuesta del otro.

Se podría decir que hasta aquí, todo marchaba bien. Tan bien que hasta aquí podríamos terminar esta historia con un “Y vivieron felices para siempre, mandándose cartas de amor y buenos deseos y fin”.

No obstante, lo que parecía ser una bonita historia de amor, no era precisamente lo que aparentaba ser.


5 de diciembre de 1987

Mirsa revisó el correo de la casa y entre tantas cartas vio una que llamó su atención.

Llegó a pensar que era de su esposo, pero en realidad la procedencia de aquel sobre parecía ser de otra persona. Alguien que no quería ser reconocido ni tampoco ubicado, pues el sobre recibido tenía la dirección de su casa, pero no contenía ningún dato sobre el remitente ni siquiera el lugar de donde provenía. Tan sólo contenía de portada la dirección de destino y una gran frase escrito en grande que decía claramente: “URGE LEER”. Algo extraño.

Mirsa no entendía el por qué ni tampoco el quién había enviado la misiva, pero ello no impidió que tuviera que abrir el sobre y leer su contenido.

Lo que decía aquella carta no podía ser una verdad absoluta para ella. Básicamente, el escrito decía que su esposo la había estado engañando con otra persona durante todo ese tiempo en que él había estado fuera del país. Si bien el contenido de aquella misiva no parecía ser demasiado abrumador, era muy directo con el mensaje, por lo cual, en cierta forma, afectó a la pobre de Mirsa.

¿Quién habrá sido la persona que le envió semejante y extraña misiva? ¿Por qué se lo habrá enviado y con qué fin? ¿Y además, cómo supo de la dirección de Mirsa? ¿Será acaso algún conocido de la familia? Y lo peor aún, ¿será cierto todo lo que decía aquel escrito?

Pese a lo directamente impactante que había sido del contenido de aquella carta, Mirsa decidió hacer caso omiso de lo que decía aquella carta y continuar con su día como nada hubiera pasado. Pero el problema es que, durante el resto del día, no había dejado de pensar en aquel claro y duro mensaje. Llegó a pensar, la sola idea de que su esposo la estuviese engañando con otra mujer… ¿Acaso ello sería posible? Porque, de ser así…

La incertidumbre comenzaba a invadirle no solo a su corazón sino también al resto de su cuerpo. No era para menos. Amaba tanto a su esposo, y estaba convencida de que su esposo la amaba también. Tanto que se lo decía en cada carta que le llegaba de parte de él. Le costaba trabajo concebir la sola idea de que él le estuviese poniendo el cuerno con alguien más. Y él estando lejos de su hogar, trabajando en Estados Unidos, en la tierra del sueño americano. Simplemente era difícil de creer.

No obstante, había otra cosa que Mirsa no sabía en ese momento. Y es que, como si la especulación del engaño no hubiera sido suficiente, Aurelio estaría llegando finalmente a México. De aquella noticia se enteraría después, gracias a la misiva que le llegaría de su esposo justo al día siguiente.

En dicha carta anunciaba de su regreso al país, dándole la buena nueva de que la empresa para la cual trabajaba le estaría otorgando un par de semanas de vacaciones, situación que le llenaba de alegría, a tal punto se le olvidó por completo lo que leyó justo ayer.

Cuando llegó a la casa, su mujer no sólo lo recibió con los brazos abiertos, sino también a punta de besos y caricias. No quería soltarlo por nada del mundo. Quería estar con él, platicar con él, quería pensar en que él había regresado para estar finalmente con ella y no volver a irse nunca jamás.

Y así, Mirsa se olvidó por completo de aquella carta que recibió hace unos días.


Acto 3


6 de diciembre de 1987

Al día siguiente después de su regreso temporal, Aurelio llegó a la casa listo para acompañar a su esposa y a su pequeño hijo Alfonso en la mesa. Solo que esta vez se trajo a alguien más.

Un compañero y amigo del trabajo lo presentó y doña Mirsa no tuvo problema para recibirlo. E incluso lo invitaron a comer junto a ellos.

Aquel sujeto parecía ser agradable a la vista, incluso hasta simpatizó muy fuerte con el pequeño Alfonso. Y así fue como pasaron la tarde aquella familia con aquel amigo de Aurelio.

Como conversación no se habló más que de trabajo y las experiencias vividas en la tierra del dólar. Mirsa no había hecho otra cosa que escuchar a su esposo, puesto que ella no parecía entender nada de lo que él y su amigo estaban hablando. Pero era claro que, pese a ello, deseaba estar con su esposo. Extrañaba tanto su presencia, su aroma, su forma de hablar. E incluso hasta extrañaba verlo cerca del pequeño Alfonso.

Sin embargo, con el amigo de éste no podría decirse lo mismo. A pesar de que éste se había mostrado muy amable con aquella familia, para Mirsa fue como si no sintiera siquiera la más mínima confianza. Incluso para ella el solo verlo le causaba muy mala espina y no se explicaba por qué. No lo conocía de ningún lado, por lo que no tenía motivos para sentir semejante sensación de repulsión total. Pero es que para ella, aquel amigo extraño de su esposo simplemente no le simpatizaba para nada y deseaba que no se quedara mucho tiempo en su casa.

Y no era para menos. Lo que ella ignoraba era que aquel amiguito representaba algo más que solo eso en la vida de su esposo.


9 de diciembre de 1987

Los días fueron pasando, y fue justo ese día en que Mirsa había salido con el pequeño Alfonso al supermercado. Y es que casualmente pasaba por uno de los aislados pasillos del lugar cuando vio a lo lejos a dos personas muy juntadas, dándose de besos y caricias. Y conforme se fue acercando más notó que no eran una pareja ordinaria, eran dos hombres besándose. Lo aquello le pareció rotundamente asqueroso y repulsivo. A pesar de ello, no dejó de verlos, puesto que entre esas dos personas había algo que le resultaba familiar. Mirsa sintió que el corazón le daba un vuelco cuando vio que aquellas dos personas hombres que se besaban allí mismo, en ese aislado pasillo del supermercado, eran nada menos que su esposo Aurelio y aquel “amiguito” con el que había llegado y hasta había sido invitado a comer con ellos aquel día.

Impactada por lo que había visto, la chica entró en acción, discutiendo acaloradamente con su esposo, ese de quien estaba tan ciegamente enamorada, que nunca había podido imaginar que éste la estuviese engañando con otra persona, que por cierto no era otra mujer, sino un hombre. Ni más ni menos. Era una situación que a Mirsa le era muy difícil de digerir.

Por supuesto, dicha discusión atrajo la atención de las demás personas que se encontraban cerca del lugar de los hechos. Pero ello no parecía importarles ni a Mirsa ni a Aurelio, aunque para aquel amigo sí, ya que decidió irse de allí, como temeroso al qué dirán.

Aurelio entendió la actitud menospreciada de su esposa. Mas aquello poco le importó, pues amaba tanto a su nueva pareja, que sin pensarlo dos veces, se había ido a buscarlo y luego irse con él nuevamente a Estados Unidos. Ni siquiera se sintió profundamente remordido por lo que había hecho. Aquel error tan grave que ni confesando el mismo Dios se lo perdonaría. Abandonar una familia por seguir un deseo inerte de estar con otra persona. Simplemente, no lo valía.

Mirsa se fue de allí sin más, olvidándose de las cosas que había comprado para el niño. Y sin más que hacer ni qué decir, la joven mujer comenzó a sacar las cosas de su esposo, y todo lo que tuviera con él, a la calle; mientras que a su vez lloraba amargamente. Necesitaba hacerlo y con muchas ganas. A partir de ese día, para ella, su esposo, así como su amor por él, ya estaban prácticamente muertos, y el llanto sería sólo un alivio breve para su alma desconsolada y su corazón destrozado por el engaño.

Después de esta experiencia, no habría nadie ni nada que pudiera revivir aquel amor que murió justo ese día en que tuvo que ser testigo de tan escandalosa escena de amor entre dos hombres, misma que tuvo que darse dentro de los interiores aislados de aquel maldito supermercado.

Tan hermosa, tan angustiada, tan enojada con la vida, así se sentía la pobre mujer. Fue tanto así, que tuvo que aprender del trago amargo por el que tuvo que pasar. Y a partir de esa experiencia se dijo a sí misma, que viviría y cuidaría de su hijo, más que a su propia vida. Jamás lo dejaría ni permitiría que los demás le hiciesen daño. Y que, el día en que llegase a enamorarse de alguien, que sea con una chica de bien, alguien merecedora de él. Nada de relaciones homosexuales.

Y fue así que, a raíz de tan horrible acontecimiento, la felicidad, la paz y la armonía de aquella joven, hermosa y feliz pareja se había ido prácticamente por el caño. La historia de amor escrita por Mirsa y Aurelio, dos personas que se amaban mucho y que pretendían estar juntos hasta la muerte, finalmente se había acabado, con un final triste y aterrador que marcaría por completo la vida de aquella mujer, pero a la vez fortaleciéndola para hacerle frente a los golpes de la vida, por amor ahora del pequeño Alfonso.


Tres semanas después…

Era víspera de Año Nuevo de 1987. Y fue allí cuando Mirsa se había acordado de lo que había pasado hace pocas semanas. Hace poco todo era miel sobre hojuelas en su vida matrimonial. Hoy ya sólo es el tazón lleno de recuerdos que ahora tendrá que tirar a la basura para no sentir más dolor ni clamor.

Mirsa se propuso ser fuerte, justo en medio de una situación que ahora mismo lo amerita. Sin Aurelio a su lado, parecería que se sentiría la mujer más infeliz del mundo. Y lo estaba pero no por ello se quedaría de brazos cruzados. Por lo que agarró al toro por los cuernos y decidió hacerle frente a la vida y cuidar de su pequeño retoño, así pues también de no hablar nunca de su padre. Tal vez hasta le inventaría más tarde que éste había muerto de algo, tal vez de un accidente. Lo que sea con tal de que Alfonso nunca se entere de la canallada que cometió su padre hace poco.

Así pues, lejos de celebrar el año nuevo sola con su hijo, optó por ir en casa de una pariente suya y pasar el año nuevo allí. Después de todo, era una época de celebración, paz y armonía y habría que olvidarse de las feas vivencias.


CONTINUARÁ...

21 Eylül 2018 17:38 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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