Era una mujer joven, muy hermosa aunque desgastada porque la vida la había golpeado... De madrugada se levantaba, tipo cuatro de la mañana y se preparaba para irse a trabajar.
De repente, comenzó a ver que ese reflejo en el espejo la juzgaba y miró horrorizada que le salian unas oscuras ojeras en el rostro.
Decidió jugarse todo: buscó un corrector de ojeras y comenzó a taparlas, luego le sumó un poco de polvo y vio que era hermosa de nuevo, agarró el lápiz y las sombras para darle color a sus ojos.
Le gustó el resultado, se sentía poderosa, entonces pinto sus mejillas e iluminó sus labios con un rosado claro.
Cuando vio su imagen ya no sentía que el espejo era su enemigo si no su aliado y muy contenta y rejuvenecida como un águila se fue a su jornada laboral
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