mavi-govoy Mavi Govoy

Esta historia está basa en un hecho real acontecido una mañana tenprano en el portal de mi casa y realmente uno de los finales de esta historia se corresponde con el villano que arrasó lo que arrasó en mi portal. Pero no diré nada más, no os quiero destripar la trama. * * * La imagen de portada está tomada de https://pixabay.com/es/photos/quemado-libro-ceniza-papel-urdu-7054784/


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#misterio #crimen #interactive #crimeninteractivo
10 / 10 BÖLÜMLER İnteraktif Hikaye
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Mi primer caso, ¡por fin!


Hace unos meses aprobé las oposiciones de subinspector de policía. Ya no soy uno más de la pasma, un patrullero que desgasta las suelas de las botas en un recorrido sin fin por las calles, ahora soy un señor subinspector de policía que todas las mañanas se enfunda en varios abrigos, se monta en su bicicleta nueva y pedalea con brío hasta el cuartelillo.

En los resultados de la oposición quedé lo bastante bien posicionado para poder elegir destino. Por supuesto, pedí la única vacante publicada para la capital de mi provincia. Y me la dieron. Mi familia y yo vivimos en un pueblito de montaña a siete kilómetros de la capital. Durante la semana es el lugar más tranquilo del planeta Tierra, pero los fines de semana la población se triplica o, quizá, se quintuplica con la gente que viene a comprar genuino pan de pueblo, a ver vacas vivas de verdad, a beber agua de manantial o a buscar setas. Y en verano el llenazo es aún mayor y no solo en fin de semana.

El alcalde, con muy buena vista, encargó la rehabilitación de los viejos establos semiderruidos, el molino abandonado, la torre del reloj y las desmontadas oficinas de la estación del tren que dejó de circular hace medio siglo. Ahora son casas rurales en alquiler. Es un negocio redondo, siempre hay lista de espera para ocuparlas, en especial el molino, porque su propietario difundió el bulo de que está embrujado y, lejos de espantar a los turistas, eso atrae todavía a más.

El caso, como iba diciendo, es que en invierno me enfundo en tantas capas de ropa de abrigo como puedo, me ato una bufanda sobre el cuello y las orejas, me encasqueto un gorro forrado y bajo a toda velocidad con mi sufrida bicicleta al cuartelillo donde estoy destinado.

El día de mi llegada quedó registrado en letras grandes en los anales del cuerpo. Ese día caía aguanieve y soplaba un helador viento racheado. Penetré en el cuartelillo tieso de frío, con andares de zombi y un lastimoso castañeteo de dientes. Y me recibió un grito y un revuelo de papeles, apenas entreví al oficial de recepción que se escondía a toda prisa bajo su escritorio, un ave blanca revoloteaba en círculos y graznaba peticiones de socorro.

—¡Ssosscorro, ssosscoroooo! ¡Os-so, os-so! —gritaba el loro. Y de vez en cuando, sin dejar de batir las alas, dejaba caer un pegote de guano pastoso y pestilente.

—¡Un oso! Trae la escopeta con dardos tranquilizantes, Sansón —gritó también el oficial escondido bajo la mesa.

Lo dijo con voz entrecortada, pero le entendí mucho mejor que al loro diarreico, lo que me permitió descifrar la situación. Así que me apresuré a desprenderme de las gafas de esquí, del gorro forrado y de la bufanda. Y me hubiese liberado también de algunas de las variadas capas de abrigo que -ahí he de darles la razón- me hacían parecer un oso grande y peligroso, pero en ese momento hizo acto de presencia el tal Sansón armado con un rifle de aspecto mortífero, y el oficial de recepción, envalentonado por la presencia de su compañero, asomó su arma reglamentaria por encima de la mesa, así que dejé la cremallera y me apresuré a levantar las manos.

—Me rindo. No disparéis.

Ellos no dispararon, pero el puñetero pajarraco dejó caer encima de mí una de sus plastas pringosas. Me acertó en el nacimiento del pelo y la mierda se escurrió por mi frente y entrecejo hasta alcanzar la nariz.

¿Qué cara pone uno cuando un bicharraco vengativo le acierta con una caca? Pues no sé los demás, yo puse cara de asco y desconcierto a partes iguales. Lo puedo asegurar, porque tuve la mala suerte de que tras Sansón hubiera aparecido la comisaria Esperanza Espelta, la jefa, que, armada con su móvil de antepenúltima generación -el presupuesto no está para fiestas-, inmortalizó mi expresión. Y no contentos con eso publicaron las fotos en el boletín interno de la policía de la provincia. Soy famoso en todos los cuartelillos de la comarca.

Después de mi triunfal llegada y entrada me pusieron a ordenar el archivo. Sansón, que es inspector y el segundo al mando, asegura que no se trata de una venganza, que la tradición dicta que el novato se curta primero en el archivo antes de hacer trabajo de campo, pero es tedioso y fatigoso y además Blanqui, la cacatúa, me vigila y me regaña si tardo más de cinco minutos en la máquina de café.

Pero hoy Sansón ha ido a buscarme al caótico archivo -calculo que necesitaré un par de años para ordenarlo entero-, me ha palmeado el hombro y me ha dicho que la comisaria me espera en su despacho para encargarme mi primer caso.

¡Por fin! Me planteaba muy en serio si tendría éxito intentar seducirla con flores o con bombones para que me dejase salir del archivo, pero no va a hacer falta, los suspiros lastimeros y los ojos llorosos cuando subo a tomar café han dado su fruto. ¡Soy un genio!



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14 Ocak 2023 00:00 2 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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İleti!
Marco Campos Marco Campos
Es un buen trabajo.
February 12, 2023, 21:20

~

Okumaktan zevk alıyor musun?

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