Querida Jenny,
Te escribo esta carta para hablarte acerca de algo inquietante y horrible que me ocurrió hace unos días en mi casa, un día de lo más normal, aunque algo hizo que, ya entrada la noche, dejara de serlo.
Ese día desperté alrededor de las 7:25 a.m., me levanté con ansias de ir al trabajo, a pesar de que realmente llegaba a tiempo. Tomé una taza de café y unos donuts, y tras eso fui a ducharme. Miré el reloj un par de veces más hasta que me vestí, cogí mi cartera y salí de mi hogar.
En el trabajo todo fue como de costumbre, hice un descanso alrededor de las 14:39 p.m., comí un bocadillo y continué trabajando, así hasta las 17:20 p.m. cuando terminé mi jornada laboral, por ese día, ya que normalmente suelo salir mucho más tarde, y me marché a mi casa.
Una vez allí preparé una merienda para saciar de nuevo mi hambre, fue un bizcocho lo que me decidí a cocinar, tras eso, gocé del mismo como si de mi vida se tratara.
Subí las escaleras para ir a mi despacho y continuar allí con el trabajo que debía terminar, ya que estaba sumida en un nuevo proyecto para mi editorial y estaba ansiosa por terminarlo y darle el toque final.
Estuve trabajando por horas, y aun así no pude conseguir mi objetivo de terminar el proyecto, pero bueno, necesitaba un verdadero descanso, por lo que no me arrepentí de hacer una parada por ese día y hacer algo con lo que pudiera disfrutar, no importaba que fuera por unos minutos, lo necesitaba, aunque no serían demasiados hasta que ocurrió el hecho por el cual te escribo esta carta.
Comencé a buscar en mi portátil, el cual descansaba sobre mi escritorio de metacrilato, y había sido mi principal instrumento a la hora de elaborar mi proyecto, una gran variedad de historias de terror para sentir una sensación de miedo y adrenalina por un tiempo.
Todo marchaba genial, sentía ese aura que te rodea en esas maravillosas ocasiones en las que verdaderamente estás leyendo algo hipnotizante y aterrador, por lo que la oscuridad invadió mi mente y mi alrededor, no podía parar de leer, historia tras historia, era imposible.
Iba ya por la vigésima de ellas, y aun así tenía intención de continuar, algo se escuchó en la planta baja, no muy fuerte, pero supe que había sido un ruido, aunque me convencí de que se trataba de los vecinos haciendo su escandalosa reforma, por lo que hice oídos sordos y continué con mis entretenidas y aterradoras lecturas.
De pronto, a la protagonista de la historia que leía en ese momento la habían secuestrado, algo que me hizo sentir vulnerable, muy pequeño para un mundo tan grande y lleno tanto de maravillas como de peligros, por lo que ahí volví a sentir miedo atroz, hasta que algo dejó ese miedo como un simple susto, ya que no fue comparable al que sentí con la situación que estaba por venir.
Volvió a escucharse un ruido en la planta de abajo, pero esta vez fue demasiado claro y fuerte como para pertenecer al hogar de mis vecinos, por lo que ahí sí me asusté y comencé a dudar acerca de lo que hacer, y tras todas aquellas historias, mi corazón estaba a punto de salirse debido al clímax en el que me hallaba, algo no compatible con esta situación de horror que estaba viviendo y por vivir.
Todo lo que pasaba por mi mente como hipótesis de lo que podría estar esperándome abajo y sus intenciones, me helaban potencialmente la sangre a tal punto que no podía ni moverme, y no estaba seguro de si hacerlo realmente, ya que en caso de que hubiera algo o alguien me tendría más cerca. Aunque si permanecía allí parado no tendría escapatoria. Pero tras todos esos crueles pensamientos que caminaban por mi mente cual fantasmas vagando por un solitario cementerio con el objetivo de escapar de la idea de muerte o solo para asustar a sus visitantes, me di cuenta de que el ruido no se había repetido todavía, y que podría ser yo mismo quien se estaba emparanoiando. Quité por ello las historias de terror de la pantalla de mi ordenador con el objetivo de escapar de la sensación de temor que sufría en ese momento y de consumir un contenido mucho más alegre y cómico.
Pero lo que ocurrió después rompió todos mis esquemas, y también mi mente. Todo se quedó a oscuras, porque habían saltado los plomos. A estas alturas podrás pensar que mi miedo no era normal, aunque la situación sí lo fuera, pero verás, vivo solo, cada segundo el ambiente se tornaba más perturbador, ya que, tras irse la luz, se escuchó otro ruido, pero esta vez no era un ruido seco, sino que eran pasos rápidos en dirección a la cocina.
Mi intención fue llamar a la policía, pero olvidé coger mi teléfono cuando subí a mi despacho, por lo que no podía avisar a nadie, estaba perdido. Cogí una linterna que mi madre me regaló cuando hice mi primer viaje a Noruega, ya que hicimos expediciones nocturnas al bosque y mi madre conocía mi plan, por lo que pensó que sería algo útil para mí, y dios, en aquel momento di gracias por aquel obsequio.
La encendí y sorpresivamente estaba un poco más tranquilo, aunque manteniendo esa sensación de horror que presidía mi cuerpo desde el inicio de aquella inolvidable situación. Enfoqué con la linterna a la puerta de mi despacho como objetivo al que llegar, para así calmar la ansiedad del momento, tras eso, continué por el pasillo, aunque buscando de habitación en habitación para encontrar al intruso, y golpearle con la gran linterna para reducirle, pudiendo así llamar a la policía.
No encontré nada tras mi exhaustiva y aterradora búsqueda a través de todas las estancias y baños de la planta de arriba, por lo que eso alivió un poco mi ser, aunque con la incertidumbre de lo que me esperaba en la planta de abajo no podía parar de hiperventilar.
Fue entonces cuando me decidí a bajar las escaleras, poco a poco y con mucho cuidado para no caerme ni para hacer ruido que llamara la atención del intruso, hasta que llegué a la planta baja, donde nada más bajar podía encontrarme otro baño, donde revisé y no había nadie.
Pasando por el vestíbulo principal de mi casa, me encontraba con un gran espejo y un poco más adelante una habitación, en la cual tampoco había nadie, luego pasé por el salón, no habiendo rastro tampoco de nadie.
Por lo tanto, solo quedaba la cocina y la galería que se hallaba en ella, allí también busqué no encontrando a nadie de nuevo, eso me tranquilizó, todo era parte de mi imaginación perturbada por las historias de terror que acababa de leer, fui entonces a levantar los plomos con el objetivo de que volviera la luz, y para mi horrible sorpresa junto a los fusibles podía leer una frase que rezaba “¿Ahora vuelves a temer la oscuridad?”, casi sufrí un infarto.
De pronto, antes de que pudiera reaccionar o encender las luces, sentí como un cuchillo de cocina se me clavaba en la espalda, sacándomelo casi acto seguido, me giré y vi un hombre con una máscara con el rostro que representa la tragedia en el teatro.
Volvió a clavarme el cuchillo en el cuello, luego me levantó y me lanzó contra el gran espejo, el cual me cayó encima, entonces me apuñaló de nuevo, muriendo en el acto.
Lo sé, si estoy muerto qué hago escribiendo esto. Soy su asesino, acabo de narrarte como lo maté, lo preparé demasiado, sé dónde vives, eres su hermana, ahora llama a la policía o serás la siguiente, este es su gran final, no creo que tengas ganas de ser mi próxima carta.
Atentamente, el Intruso.
Okuduğunuz için teşekkürler!
Ziyaretçilerimize Reklamlar göstererek Inkspired’ı ücretsiz tutabiliriz. Lütfen AdBlocker’ı beyaz listeye ekleyerek veya devre dışı bırakarak bizi destekleyin.
Bunu yaptıktan sonra, Inkspired’i normal şekilde kullanmaya devam etmek için lütfen web sitesini yeniden yükleyin..