edwin-j-correa-m1654638907 Edwin J Correa M

Esta historia cuenta la vida de un hombre de 50 años que por cosas de la vida y sus decisiones perdió a las personas que más quería. Pero se dejó convencer por un amigo a viajar a Santa Marta para encontrar la clave que cambiaría por completo el rumbo de su pasado, presente y futuro.


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#retroceder #reflexión #superación #MagiaAncestral #tiempo #familia #family #fantasy
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okuma zamanı
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Arrepentimientos

Todos en algún momento de nuestra vida hemos pensado: “Si hubiera sabido que esto iba a pasar, no lo habría hecho” o “si pudiera devolver el tiempo, todo sería diferente”, pero todos somos conscientes de que es imposible volver a ese momento.

En mi caso, he tenido muchas cosas de las que me arrepiento, y bueno, al igual que todos, creía que no se podía devolver el tiempo, pero este mundo es misterioso, y las cosas no son siempre lo que uno supone.


Capitulo 1.

“Haré las cosas como quiero, así nunca me voy a arrepentir” era una frase que siempre me decía de niño, pero después de muchos años me di cuenta de que debí haber pensado mejor mis decisiones. Ahora tengo muchas cosas de las que me arrepiento, como la vez que me enamoré tanto que me distancié de mi familia, o cuando por mi inmadurez me retiré de la universidad y no aproveché las oportunidades que mi abuelo me ofrecía para mi futuro.

Me divorcié después de dos décadas de matrimonio, mi exesposa es la mejor persona que he conocido, pero yo no estuve a la altura de lo que ella se merece. Ha soportado todas las estupideces que he cometido, pero como toda persona, ella llegó a su límite. Preguntarás ¿Si todavía la amo? Y la respuesta es sí. Me gustaría retroceder el tiempo para no volver a hacerla sufrir; también tengo una hija, a la cual no he visto en mucho tiempo, la última vez que la vi tenía 15 años, es la hija de mi anterior relación. No fui el mejor padre en su infancia, ya que ella vivía con su madre y yo solo la veía una vez al año debido a la distancia entre ciudades, su madre se fue del país con ella y nunca pude volver a contactar a mi niña; lo último que supe fue que se había mudado a otro país y que no quería saber de mí.

Gracias a estas penurias que hoy pesan en mi corazón más que cualquier otra, decidí irme de viaje y tal vez no regresar…

Nunca he sido de las personas que les gusta viajar, pero un amigo me convenció de ir a Santa Marta, estando allá no encontraba que hacer; fui a varios bares para recordar los tiempos en los que fui bartender. pero al parecer tomé demasiado, ya que sin darme cuenta terminé despertando en el monte.

Estuve buscando rastros de civilización por horas y en vano fue mi esfuerzo. Después de pasar muchas horas en aquella selva desconocida, encontré al primer ser humano, por su aspecto y vestimenta me di cuenta que pertenecía a una de las tribus indígenas que habitan en la sierra, me acerqué con cautela, pero de forma amistosa. Aquel hombrecito de tez morena y pelo lacio, me miró con sus pequeños ojos rasgados y en una lengua que he de suponer, es la que su tribu habla, me gritó; inmediatamente se dio cuenta que no hablaba la misma lengua, así que me pregunto en español “ve, ¿tú qué haces por aquí?”, lo cual para mí, es una pregunta estúpida, mi aspecto era lo suficientemente desaliñado y sucio, como para notar que estaba perdido, pero como obviamente no le podía decir eso al que podría ser mi camino para salir de allí, le conteste lo obvio, “estoy perdido compadre, ni sé cómo llegué aquí”, viéndome con cara de análisis, me dice: “te puedo decir como salir de aquí, pero ya será pa’ mañana, po’que ya va a se’ de noche, quédate a dormi’ con nosotros hoy, ya mañana te muestro el camino”, sin más remedió para mi situación, asumí temeroso quedarme en esta selva hasta mañana.

Dos horas han pasado desde que comenzamos a caminar y el hombre delante de mí, no ha pronunciado palabra alguna, solo mastica una planta y escupe a un lado del pequeño camino moldeado por las hojas y ramas aplastadas. La visibilidad es poca, pero la luna ha ayudado con la luz que en ella se refleja, después de unos minutos hemos llegado a una pequeña aldea; las personas me veían de manera expectante, revisándome de arriba a abajo mientras susurraban entre ellos. El hombre al notar mi cansancio me dijo que lo siguiera a su casa, la cual mire con asombro, ya que era la primera vez que miraba una casa con paredes de barro y su cónico techo de paja; al entrar me recibió la que creo es su esposa con un recipiente con agua y riendo dijo: “para ser un hombre viejo, has aguanta’o bastante el camino, eso dice Nebbi”, “bastante cansado si estoy, pero no tengo ganas de quedarme solo en el monte” respondí a la mujer. Por su anterior comentario entendí que ese “Nebbi” es el nombre de mi salvador. un nombre interesante si me preguntan.

Comí lo que me dieron y me senté afuera de la casa a pensar “¿Qué es lo que estoy haciendo aquí?, ¿Por qué le hice caso al idiota ese? Debí quedarme en mi casa” mientras reflexionaba y maldecía a mi amigo por mi actual situación, se acercó Nebbi con un par de vasos de metal, lo cual me pareció extraño; supuse que no utilizaban ese tipo de implementos en la sierra. Nebbi me vio la cara de sorpresa y dijo en tono burlón: “¿Qué, creíste que te iba a traer un vaso de totumo?, me reí un poco y le respondí: “No, no he creído nada”. El hombre se quedó mirando mi rostro ya maltratado por los años y la selva, me dijo de repente: “se nota el cansancio en tu mirada” a lo cual le respondí que era obvio gracias a mi improvisada e inesperada aventura. “No me refiero a eso, tu alma se nota cansada” me quedé en silencio un momento y respondí “Sí, tienes razón, mi alma está cansada”, le comenté al hombre mis penas “Si pudiera volver a atrás, tomaría otras decisiones”. Nos quedamos en silencio un momento. Nebbi me tocó el hombro y me dijo: “hay una historia que transmitimos desde tiempos antiguos, dice que nuestro ancestro fue a una cueva que está cerca de aquí, y allí le habló a Aluna, para que nos salvara de los hombres que vinieron en barcos y que trajeron destrucción a nuestra tierra, y Aluna le dijo que subiera a la sierra que allí estaríamos a salvo. Y así fue que nos salvamos de la extinción”. “Interesante historia” respondí, “si le pides ayuda a Aluna, tal vez te dé una respuesta” me contestó Nebbi mientras se levantaba para ir a dormir.

Me despertó una gota de agua que cayó desde el techo de la casa, me levanté, me puse los zapatos y salí afuera. La esposa de Nebbi me dijo donde podía recoger agua para lavar mi rostro y me puse en camino. Al llegar encontré a mi guía comiendo una fruta, había bastante niebla en aquel lugar, miré mi reloj y me di cuenta de que apenas eran las 5:00 de la mañana. Luego de lavarme le pregunté a Nebbi si me mostraba la cueva que me comento la noche anterior, “¿Vas a pedirle ayuda a Aluna?” me preguntó él, “lo pensé antes de dormir, no pierdo nada por intentarlo” el hombrecito sonrió y me dijo “Vamos, Aluna te ayudará, ella es la gran madre y todos somos sus hijos”.

Después de una hora de caminar por caminos no tan marcados como el del día anterior, llegamos a nuestro destino, una cueva con más de 8 metros de altura, algo bastante impresionante para un citadino como yo. Caminamos algo más de 10 metros y nos topamos con el fondo de la cueva que a pesar de mi expectativa de lugar sucio y lleno de barro, me sorprendió que había decoraciones en oro guindando en las paredes, y una pintura al fondo que parecían los elementos de la tierra, ríos que desembocan en mares, árboles, montañas, algo bastante interesante, pero no le di muchas vueltas. Miré a Nebbi y le pregunté: “¿Y ahora qué hago?” él sacó unas hierbas de su bolso, hizo una fogata y las echó al fuego, me miró y me dijo: “siéntate, cierra los ojos, y respira profundo, mientras respiras, piensa en lo que quieres pedirle a Aluna, eso es todo”. Aunque me encontraba incrédulo, hice lo que Nebbi me dijo.

Sentí como se inundaba de humo la cueva, el olor de las plantas quemadas impregnaba todo el aire, comencé a reflexionar sobre todas las cosas que me hubiese gustado hacer o cambiar en el camino de mi vida. En algún momento empecé a recordar cómo pasé necesidades económicas, y que si mi abuelo hubiera hecho inversiones o si yo hubiera podido invertir nunca hubiese tenido que pasar por dichos problemas. No sé en qué momento perdí el conocimiento, pero recuerdo que antes de perderlo una voz de mujer, que nunca había escuchado, me dijo: “tranquilo, yo te ayudo, hijo mío” sentí una paz inmensa, y me quedé dormido.

12 Haziran 2022 14:10 1 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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İleti!
Edwin J Correa M Edwin J Correa M
Hola a para tod@s!! espero que disfrutaran de este capítulo, el domingo a primera hora subiré el capítulo 2, así que espérenlo :D
June 14, 2022, 12:39
~