Mi hermana tocó la puerta.
—Pasa. - dije.
—Eric, baja mamma quiere hablar con nosotros. - la pelirroja dijo eso me miró y luego al ordenador. - Ciao, Enzo. - saludó a mí mejor amigo, él estaba practicando unas partituras con la guitarra eléctrica, a los dos nos apasionaba ese instrumento.
—Ya voy Anna. - ella salió de la habitación. - bueno, después te llamo, tengo que bajar.
—Arrivederci. - colgó.
Cerré el ordenador, y me dispuse a bajar mientras pensaba lo que podía ser.
No tenía ni idea de lo que podría ser ni de qué iba a cambiar todo completamente.
—Ya estoy, ¿qué pasa? - pregunté sentándome en el sofá. Mis padres se miraron, algo no iba bien.
—Mamma - insistió mi hermana.
—Nos mudamos. - soltó papá.
—¿Qué? - dijimos Anna y yo perplejos.
—Si, nos ha salido una oferta de trabajo que no podemos rechazar, y la empresa también nos paga el viaje. - continuó mamá.
— Yo me quedo. - no pensé lo que decía, pero era obvio que no me iban a dejar.
—Yo también. - concuerdo Ann.
—Vosotros tenéis que venir. No os vamos a dejar aquí solos. - dijo mamá.
—Sei molto giovane. - apoyó papá.
—Papá, ya sé que somos jóvenes pero Italia es nuestro lugar.
—¿Y cuándo nos vamos? - preguntó la pelirroja.
—Ann, nos vamos dentro de dos semanas. - contestó mi madre.
—¿Y el baile? ¿Y el colegio? - hizo una pausa para no llorar. - ¿Y mis amigos? ¿Qué va a pasar?
— No te preocupes por eso tesoro, todo va a estar bien. Y verás como vas a encontrar nuevos amigos, y un nuevo estudio de baile. - intentó tranquilizarla papá, pero no sirvió para mucho.
—No papá, no. - no pudo evitarlo y se le escaparon algunas lágrimas. - ¿Y la competición de baile? Siempre igual. Nos movemos para lo que queréis y cuando queréis. - se levantó del sofá y salió corriendo escaleras arriba.
Yo no abrí la boca en ningún momento, pero mamá me miró.
—Yo no me quiero ir. - opine. - ¿Qué pasará con Niccole?
—Lo entenderá cariño, si de verdad te quiere lo hará. Ahora ve con tu hermana. - dijo y salió del sofá, solos papá y yo en el salón.
—Habla con Anne.
—Si, calma papà. - dije en italiano y subí a la habitación de ella. - Anne, apri la porta.
—No. - respondió.
—Voy a entrar. - no terminé de decir eso cuando ya estaba en su habitación, era bonita, las paredes blancas que hacían contraste con sus sábanas moradas, varias fotos y pósters en la pared, algún que otro libro en las estanterías juntos a sus medallas y trofeos de baile. Ella tenía su melena pelirroja en un moño, tumbada en la cama, con shorts y una camiseta mía, cuando las coge no sé sabe.
—Vete. - espetó aún sin mirarme. Al ver que no me movía dijo: - te he dicho que te vayas, ¿Qué parte no entiendes, Eric?
—Venga Anna, no seas así. - dije y ella se limitó a mirarme, tenía los ojos llenos de lágrimas y la cara un poco roja. Me senté a su lado, me parte verla así, para mi ella es lo más importante de mi vida, siempre lo ha sido, y lo será.
—Eric no lo entiendes, aquí lo tengo todo y ahora lo voy a perder. - habló sollozando.
—Verás como todo va a salir bien. - intenté sonar lo más convincente posible.
—Ese viaje nos va a cambiar por completo y no estoy segura de que me gusté esa idea por completo.
—Va a ser lo mejor.
En efecto, irnos a España ha sido lo mejor que hemos podido hacer.
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¡ Holis! Espero que os guste.
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N.R💜
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