Park Jimin era un hijo ejemplar, siempre actuando correctamente, obedeciendo las órdenes que le eran manifestadas por sus padres al pie de la letra, aunque de igual forma era alguien sumamente mimado, obteniendo así los beneficios de ser el hijo menor de la familia Park. Sin embargo, al estar próximo a cumplir 18 años, una idea que había estado rondando en su mente desde hacía ya algún tiempo, estaba a punto de ser expresada, trayendo consigo un enorme cambio en su vida.
—… Jimin, deja de jugar con la comida y come — su madre demandó.
— Lo siento… — dijo tragándose los nervios, acomodó los cubiertos de nuevo a sus costados y entonces agregó — aunque la verdad es que tengo algo que decirles.
— ¿Qué pasa, Minie? — preguntó esta vez su padre poniéndole especial atención.
— Ahm, verán, papá, mamá, este es mi último año en la escuela y como estoy próximo a cumplir dieciocho años, me gustaría poder elegir a que universidad asistir y pedirles un gran favor.
— Pero, Minie ¿acaso no quieres asistir a mi alma mater? — preguntó curioso su padre.
— No te ofendas, papá, pero la universidad Ck solo tiene carreras políticas y la verdad es que estaba pensando en asistir a la universidad del Sur, en la Costa Este, en donde tienen un excelente curso en artes.
— Jimin, eso es imposible, sabes perfectamente que eso está justo del otro lado del país, además, tu padre necesita que tanto tú como yo, estemos con él.
— Pero, mamá, estoy a nada de ser considerado un adulto, y me gustaría por una vez en la vida ser una persona más normal. Asistir a la universidad conduciendo mi propio auto y lo más importante, sin guardaespaldas que estén acechando a todas las personas que se me acercan, solo porque soy el hijo del rey — confesó de forma cancina.
— Park Jimin, eres el hijo del rey, es obvio que necesitas ser protegido, especialmente después del atentado del año pasado, lo recuerdas, ¿verdad? — su madre le respondió.
— Pero es que…
— ¡Suficiente jovencito! — expresó su padre, cortándole con ello, cualquier posible respuesta.
Jimin se levantó con brusquedad de la mesa y salió corriendo a la segunda planta, lugar en donde se encontraba su habitación, o al menos eso fue lo que les hizo creer a sus padres, porque en realidad salió por una de las ventanas de su cuarto, ayudándose de la corteza de un enorme árbol de ficus, que daba justo hacia la ventana. Entonces, corrió hacia una de las alas de la mansión, internándose en su lugar favorito, un jardín oculto por un laberinto, creado especialmente para él cuando era un niño.
Sí, Park Jimin era un hijo ejemplar, sin embargo, él nunca había tenido una vida normal realmente. Siendo el segundo príncipe heredero, debía cumplir con ciertos protocolos, mismos que le indicaban desde que vestir, hasta que decir en presencia de otros políticos y demás personas del gremio de la realeza. Nunca había tenido un amigo sincero, o al menos alguien que le hablara con sinceridad, sin la presión de tener que hablarle de mala forma y ser merecedor de un castigo por ello. Su educación había sido estrictamente preparada dentro de los confines de la mansión del rey, con maestros particulares, al menos hasta que entró a la preparatoria, cuando fue enviado al instituto real, compartiendo así clases con otros herederos reales e hijos de políticos importantes. No obstante, aunque amaba a sus padres y comprendía a la perfección lo que significaba ser el hijo del rey, también deseaba con todas sus fuerzas tener la oportunidad de vivir una vida más normal, al menos por un corto tiempo.
— Sabía que estarías aquí — dijo una voz profunda asustándolo.
— ¡Papá!
— Ven, sentémonos por acá.
Jimin se levantó del suelo en donde estaba acostado mirando el cielo nocturno, colocándose a la par de su padre, caminaron juntos hasta una banca en la parte posterior de un pequeño quiosco, en donde tomaron asiento.
— ¿Sabías que tu madre tuvo problemas para embarazarse después del nacimiento de tu hermano? — preguntó, así que ante el asentamiento de su hijo continuó — Tu llegada fue de mucha dicha para ambos, procuramos por eso darte todo lo que necesitaras, y no me refiero a cosas materiales, sino a aquellos activos sentimentales que suelen ser mucho más importantes… Incluso tu hermano se llegó a sentir celoso, porque te consentíamos demasiado.
— Pero Bong es el heredero directo. Él tomará tu lugar algún día.
— Solo era un adolescente caprichoso, después, con el paso del tiempo dejó de importarle. Además, eran otros tiempos, ¿recuerdas aquella vez en la que muy confiado entraste a mi despacho, diciendo que te gustaba un chico? ¡Un chico! Tu madre casi se infarta cuando se enteró, sin embargo, no dejamos de amarte por ello, eres nuestro hijo y siempre lo serás sin importar a quien decidas amar.
— Yo siempre voy a estar agradecido por eso, papá… — respondió Jimin con las mejillas rojas de la vergüenza — Sé lo importante que es tomar a una esposa en este ámbito, pero el que yo sea gay, lo hace algo difícil.
— Bueno, aún eres joven, Minie y tal vez en un futuro podrías cambiar de opinión. Así que si un día traes una chica no me molestaría, sin embargo, deseo lo mejor para ti… — su padre lo abrazó y tras el paso de algunos minutos agregó — Hablé con tu madre y ambos acordamos en dejarte asistir a aquella universidad.
— ¡¿De verdad?! — dijo Jimin con alegría.
— No nos complace el tenerte lejos en otra ciudad, pero sí, vamos a dejarte asistir a la universidad que tú quieres. Ahora bien, lo de los guardaespaldas eso es otro asunto… Hijo, no puedo dejarte partir sin protección, jamás me perdonaría si algo llegara a pasarte, así que lo que vengo a proponerte es que, en vez de tener una escolta con 20 hombres, asistas a la universidad con al menos diez de ellos.
— ¿Qué tal tres? — quiso negociar.
— Jimin.
— ¿Al menos ocho? — propuso.
— Bien, ocho guardaespaldas serán…
**********
A días de cumplir su cumpleaños número dieciocho, Jimin tuvo una pequeña fiesta de despedida aunada a su graduación de la escuela media superior; durante la misma como regalo, su padre le dejó elegir a las personas que se encargarían de su protección, no obstante, no fue ninguna sorpresa que quienes serían sus acompañantes en su nueva vida como universitario, serían los mismos guardaespaldas que lo había estado acompañando a todas partes durante los últimos cinco años, y a quienes Jimin llamaba simplemente como guardias o agentes. Después de todo les tenía gran aprecio a todos ellos.
—… Voy a extrañarte demasiado, mi amor.
— Y yo a ti mami — respondió Jimin abrazando con fuerza a su madre.
— Cielos, voy a extrañar demasiado que me llames así…
El siguiente en despedirse fue su padre, quien, a pesar de mantenerse sereno, también se sentía algo triste de saber que, durante un tiempo, no podría volver a ver a su pequeño hijo desplazarse por la mansión, llevando a su paso una estela de alegría con aquellas sonrisas y semblante tierno, que podían incluso detener el tiempo.
— Te quiero mucho.
— Y yo a ti hijo…
**********
Previo a la llegada de Jimin, como era usual, todo el personal responsable de su seguridad se había encargado de hacer las investigaciones previas, con respecto a sus compañeros de clases y nuevo acompañante de habitación, así como de los directivos y maestros que serían los encargados de instruirlo académicamente hablando. Por eso no fue de extrañar que, en cuanto arribo a terrenos universitario, todo el campus entero ya sabía de su llegada, incluso uno que otro fotógrafo de la prensa amarillista tomó algunas imágenes para sus páginas de sociales.
— Su majestad.
— Bien, ya estás aquí, esto era lo que querías, así que Park Jimin, sé valiente… — se dijo a sí mismo una vez que el auto fue detenido frente a su nuevo dormitorio, observó levemente los alrededores tras el cristal y entonces, le habló a uno de los guardaespaldas — Adelante, Choi.
La caravana de bienvenida era algo que Jimin siempre había odiado en la burocracia, sin embargo, él bien sabía lo que tenía que hacer, así que puso su mejor sonrisa y saludó a todos los presentes que amablemente había estado esperándolo. Para cuando finalmente estuvo dentro de los corredores de su dormitorio, los nervios que lo habían estado consumiendo, acrecentaron levemente, la razón, Jimin esperaba con ansias llevarse bien con su nuevo compañero de cuarto, rogando que esté lo tratara como un estudiante más normal, y no como alguien especial solo por ser de la realeza. Sin embargo, de todos los recibimientos que esperó tener, ninguno fue el adecuado, porque una vez que ingresó al lugar — después de que fuera revisado por un guardia —, se llevó la sorpresa de que se encontraba completamente vacío.
— Pero sus cosas están aquí — dijo admirando las pertenencias del otro chico.
Con la poca privacidad que le podía otorgar el tener un sencillo cuarto custodiado por los agentes de seguridad, Jimin comenzó a ordenar las cosas que había llevado dentro del espacio que su compañero no se había molestado en etiquetar con la leyenda, “propiedad de Kim Taehyung”. De esa manera pasó gran parte del día, hasta que sintiendo algo de hambre decidió salir para explorar mejor el lugar.
— Su majestad.
— Young, me conoces desde que yo tenía 13, ¿podrías decirme Jimin, al menos?
— Su majestad, bien sabe que no puedo hacer eso.
— Bien, solo no lo digas muy alto, ¿quieres? Ya es bastante fastidioso tener una escolta de ocho personas siguiéndome a todas partes, como para que encima lo digas en voz alta cual si llevaras un cartel neón.
Por estar discutiendo sobre el espacio vital, Jimin no tuvo tiempo de evitar que su nuevo compañero de cuarto, fuera tacleado por otro guardia, dejándolo en el piso quejándose de dolor de espalda.
— ¡Cho, no! Cielos, ¿estás bien? — dijo nada más acercarse al lesionado.
— Estoy bien, pero no gracias a ti, eso es seguro.
— Lo lamento mucho, ven, te ayudo…
De regreso a su habitación Jimin se encargó de mandar a buscar una compresa fría para el golpe de Taehyung, quien, a pesar de estar molesto al principio, su semblante cambio al ver lo preocupado que Jimin se encontraba.
—… ¿Mejor? — Jimin cuestionó.
— Viviré.
— De nuevo lo siento, ellos deberían saber que eras tú.
— ¿Por qué?
— Investigan a todos con los que me puedo relacionar.
— Pero que horror… — dijo el chico, tratando de recordar si alguna vez se había metido en algo ilegal — Soy Taehyung, pero eso ya lo sabes ¿no?
— Jimin.
— Su majestad, Park Jimin.
— No, solo Jimin ¿quieres?
— Me gusta, solo Jimin…
***********
Durante su primera semana de clases Jimin descubrió que a pesar de lo extraño que podía llegar a ser Taehyung a veces, era un buen chico, así que solo fue cuestión de un par de horas para que se volvieran prácticamente inseparables, llegándolo a considerar su primer amigo real. Por supuesto que el que a Taehyung le importara poco o más bien nada el que fuera de la realeza, fue lo mejor que le pudo pasar a Jimin, porque le encantaba escuchar sus historias, llenas de una normalidad que a él le hubiera encantado experimentar. Y aunque los ojos de casi toda universidad estaban puestos en ellos, por ser los únicos que eran seguidos por ocho corpulentos guardaespaldas, a Taehyung no le incomodaba para nada.
— ¡Jiminie! ¡Jiminie! ¡Jiminie!
— ¿Qué ocurre, Tae?
— ¿A que no sabes lo que escuché?
— Ah, no sé.
— Habrá una fiesta mañana, la primera fiesta de la fraternidad Kapa.
— ¿Y eso me interesa por qué?
— ¿Cómo que por qué? Jimin, los Kapas son como la realeza de las fraternidades, además, por lo que escuché hacen las mejores fiestas del campus, y tú y yo tenemos que estar ahí.
Aunque la idea de asistir a una fiesta como tal no era tan del agrado de Jimin, el ver la emoción reflejada en los ojos de Taehyung, lo hizo convencerse, sin embargo, había un enorme problema y eso incluía a sus ocho guardias, así como el jefe de piso, quien usualmente era alguien de último año.
— Bien, suponiendo que logró convencer a mis 8G de que estamos dormidos como todos los días, dime genio ¿Cómo le vamos a hacer con el jefe de piso? A quien te recuerdo no conocemos todavía, ¿podría ser cualquiera?
— No te preocupes por eso, yo me encargo de averiguar al menos su nombre…
Escapar de los agentes no fue precisamente la tarea más sencilla, pero lograron su objetivo, al salir por las escaleras de servicio del cuarto de un chico de nombre Jungkook, dándoles como ventaja al menos una hora.
— No puedo creerlo, realmente soy libre — festejó Jimin al estar sobre la calle principal de su dormitorio.
— Lo eres amigo, ahora es tiempo de cambiarnos y ponernos sexys.
El que Taehyung fuera tan hiperactivo, les sirvió para conseguir que otro chico de un grado mayor les prestara su cuarto para que pudieran cambiarse, de esa manera la vestimenta de Jimin dejó de ser el pijama enterizo de dragón, por un par de pantalones de cuero negro y una camisa blanca.
—… Gracias, Nam — expresó Taehyung una vez que ambos estuvieron listos.
— ¿Cuál gracias? Dijiste que me presentarías a tu primo, Seokjin.
— Y lo voy a hacer, solo tienes que ser paciente.
— Los veo más tarde entonces, ¿de acuerdo?
— Por supuesto…
El llegar a la ubicación de los Kapa no fue difícil, ya que gran parte de la población estudiantil se dirigía al mismo lugar. Entre vasos de licor, música fuerte resonando por los parlantes y una gran aglutinación de gente, fue como Jimin disfrutó de ver el ambiente normal de chicos universitarios de su edad.
—… Voy por otro vaso, ahora vuelvo — gritó Taehyung para hacerse notar después de pasada una hora.
Al dejar solo a Jimin este no supo cómo actuar, especialmente porque a pesar de haber asistido a un montón de fiestas, ninguna se comparaba a aquella, así que comenzó a divagar por el lugar saludando a uno que otro rostro conocido de sus clases, pero sin detenerse a hablar con nadie en particular. Sin embargo, por estar pendiente de la cocina — lugar por el que había desaparecido Tae — terminó tirándole la bebida a un chico de mirada adormecida.
— ¡Oye! Cuidado, idiota — gritó, mostrándole con ello lo ebrio que se encontraba.
— Lo siento — logró decir Jimin, justo antes de que estuvieran a punto de golpearlo, cosa que no pasó gracias a la intervención de otro tipo.
— Si lo golpeas te meterás en problemas, así que largo — mencionó el recién llegado con una mirada aterradora.
Jimin soltó el aire que ni siquiera sabía sus pulmones estaban reteniendo, y le agradeció al chico que lo salvó.
— Gracias.
— Tranquilo, los idiotas se vuelven más idiotas con alcohol encima. Ven, salgamos un momento.
Caminaron hasta el jardín trasero, en donde había mucho menos personas y tomaron asiento en el borde de unas escaleras de madera.
— No tienes por qué acompañarme — Jimin comentó.
— Tú eres quien lo está haciendo conmigo, pero si quieres regresar al infierno de allá adentro, adelante.
— ¿No sabes quién soy, cierto?
— Por supuesto que lo sé, Jimin, no vivo bajo una roca, pero supuse que estabas algo harto de que te traten con pleitesía ¿o me equivoco?
— Tienes toda la razón… — confesó ruborizándose por las conjeturas a la que su cerebro había llegado — lo lamento.
— No te disculpes, supongo que, en tu vida, es normal que todos te atiendan por lo que representas, pero jamás ven lo que eres.
— ¿Y qué soy según tú?
— Un chico que se escabulle de sus guardaespaldas para asistir a una fiesta de fraternidad.
— Si, bueno, supongo que lo soy…
Después de continuar una pequeña conversación de lo más normal, Jimin tuvo que regresar por Taehyung en cuanto notó un par de llamadas del mismo.
— ¡¿Park Jimin, en dónde diablos te habías metido?! No ves que soy muy joven como para ir a la cárcel.
— Deja de dramatizar, Tae, solo salí un momento a tomar aire fresco…
Después de aquello permanecieron cerca de dos horas más, hasta que Jimin tuvo que decirle a Taehyung que era mejor irse temprano antes de que en verdad los dos terminaran en manos de sus guardias.
—… ¡Hey! ¿Ya te vas? — cuestionó Jimin a su salvador al verlo caminando uno pasos adelante que él y Tae.
— Si, realmente no me agradan tanto este tipo de fiestas.
— ¿De verdad? — preguntó Taehyung esta vez.
— Bueno, a decir verdad, soy el jefe de piso Min Yoongi, pero descuiden, por esta ocasión están exentos. Sin embargo, espero no volver a escuchar tus berridos sobre el pasillo, Kim Taehyung…
Los tres llegaron hasta los dormitorios y aunque Taehyung y Jimin tuvieron que hacerlo por la escalera de servicio, eso no evitó que la alegría del más bajo se expresara en su rostro.
—… Suelta la sopa, ¿te gustó nuestro jefe de piso?
— Cállate, Taehyung…
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