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BESOS EN LOS ALMENDROS

Con la mente puesta en la próxima semana, esa mañana había despertado con una sonrisa dibujada en sus labios. Estaba nerviosa, pero nada había interrumpido sus noches de sueños y eso la ayudaba a tener energía para enfrentarse al resto del día sin agotarse a la primera.


Tras un desayuno rápido, una buena ducha y recoger todo lo que necesitaría en la oficina, dejó atrás su hogar para permitirse una pequeña visita rápida al jardín que ambos plantaron antes de navidad. Algunos bulbos, los más rápidos de crecimiento, ya asomaban a través de la última capa de tierra. Observó el cartel en el que había anotado hacía semanas la última vez que les regaló a aquellas futuras flores algunas vitaminas junto a su riego, y al ver que ya les tocaba, buscó una regadera dónde echó algunas de aquellas bolitas blancas antes de llenarla de agua. En silencio, regó aquella porción de tierra del vivero cómo si fuese el más especial de todos, sabiendo que para ambos, así era.


Cinco minutos después, se encontraba caminando por el tramo del vivero que la llevaría hasta las oficinas. Vivir en los mismos terrenos en los que también trabajaba, le permitía tomarse un tiempo para visitar aquellos espacios de las plantaciones que tenían especial importancia para ella. Siendo la plantación de árboles uno de ellos. Allí, había desde naranjos, manzanos y cerezos, hasta almendros, plataneras, algunas palmeras, chopos, pinos, abetos. Era un espacio hermoso, sobretodo ahora que los almendros empezaban a florecer.


La primavera estaba a la vuelta de la esquina y los árboles lo sabían bien. A pesar de que había días que refrescaba, los rayos de sol emanaba una calidez que podía disfrutarse sin miedo a atrapar un resfriado.


Los almendros llenaban los jardines de su lluvia de pétalos blancos o rosados y ella había pasado tardes, en su adolescencia, tumbada sobre la hierba bajo sus ramas pensando en sueños que se hicieron reales años después. Sueños que ahora mismo formaban parte de su vida y sobretodo, de su corazón. Era increíble pensar que la felicidad estaba ligada a la fortaleza necesaria para enfrentarse a la verdad y no olvidar las emociones del corazón. Sus sueños se habían hecho reales porque nunca dejó de lado lo que sentía, a pesar de lo complicado que llegó a ser todo. Ahora, estaba completamente feliz porque había aprendido a superar sin abandonar un solo sueño, ni siquiera los que en un principio parecían imposibles de cumplir.


Parada bajo el almendro más antiguo del vivero, percibió la luz de los rayos de sol colándose entre las ramas. Las flores blancas brillaban con una luz dorada provocando su sonrisa. Cuando era pequeña, creía con inocencia que ese brillo era causado por las hadas. Ahora, sabía que era la magia producida por la naturaleza. Esa magia era la misma que nos ayudaba a sentir emociones en el corazón.


Cerró los ojos para conectar con su corazón, descubriendo en él el amor. Estaba enamorada, perdidamente enamorada. Ellos agitaban su corazón con una velocidad que la dejaba sin aire, provocando temblor en sus piernas y sacudidas en su mente, que se llenaba de fantasías. Sólo ella sabía las cosas que soñaba, pero ambos, por obra de magia, eran capaces de cumplir cada uno de sus sueños sin saberlo.


—Señorita Delacroix, ¿perdiendo el tiempo bajo los árboles?—Cuando la voz de Samuel interrumpió sus pensamientos, sus ojos se abrieron con rapidez. La sorpresa fue tal que cuando giró en su dirección, lo miró creyendo estar en medio de un sueño—¿Por qué me miras así?. ¿Te sorprendí?.


—¿Qué haces aquí?—Preguntó regalándole una sonrisa que más tarde disimuló apretando sus labios.


—¿No es obvio?—Samuel que ya se encontraba a menos de medio metro de ella, susurró esa pregunta provocando en ella un suspiro que se escapó de sus labios sin remedio—Necesitaba verte, estar contigo, a solas. ¿Será que hoy puedas librarte un poco del trabajo?.


Con los ojos puestos en los labios de él que la atraían cómo las abejas a la miel, negó moviendo su cabeza.


—Quiero decir, puedo… pero sólo por hoy. Debo dejar todo preparado antes de la semana que viene—Susurró llevando sus manos al abrigo de él.


—¿Por qué?.


Levantó la mirada para observar el reflejo de su pelo pelirrojo en sus ojos negros. Se mordió el labio inferior soportando sus impulsos y entonces, sonrió.


—Estaré toda la semana fuera. Jan y yo haremos un pequeño viaje—Confesó la verdad—No nos hemos tomado un momento para hacerlo a causa de su trabajo, y ahora que está de baja, debo aprovechar.


Él chasqueó su lengua mostrando un pequeño desagrado que a ella, le provocó una sonrisa aún mayor. Era una tontería pero, ver en ambos reflejados esos celos, por leves que fueran, le gustaba y le hacía sentirse necesaria, única y deseada.


—Pero, hoy soy tuya. Cuando vuelva, te compensaré. Lo prometo…


—Espero que no rompas tu promesa—Con una mano de Samuel en su cintura y la otra sujetando su mentón con suavidad, se dejó llevar cómo si su cuerpo no tuviera vida propia—Porque si la rompes, tendrás que pagarme los intereses.


—¿Qué?.


Antes de recibir alguna respuesta, los labios de él le robaron un beso del que quiso librarse por unos segundos sólo por la estupidez de querer saber más. Sin embargo, cedió y lo hizo rodeando el cuello de él con los brazos, tomándose todo el tiempo del mundo para escuchar a su corazón gritar y sentir sus rodillas temblar de amor por él.


El tiempo les había robado mucho, pero ahora, con atrevimiento y sin límites el destino les estaba dando la oportunidad de amarse de nuevo, y eso era un sueño, uno hecho realidad, cómo el de besar sus labios bajo los almendros.

04 Haziran 2021 23:18 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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