teala120 Diana Ros

Un cuento en el que simpatizas con todos los personajes, tanto la niña que causa el bullying como la que sufre de una manera muy sencilla. También se puede reflejar la tristeza o los problemas que hay en el hogar de nuestra protagonista.


Kısa Hikaye 13 yaşın altındaki çocuklar için değil.

#acoso #infancia #bulling #ternura
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El comienzo.

De nuevo, me había levantado de la cama muy angustiada, con miedo. Por las noches solía escuchar gritos y quejas de mis padres discutiendo, constantemente de diversos temas. Lo más repetitivo de las discusiones eran, que mi madre no se sentía lo suficientemente atractiva para mí padre. Hubo un tiempo, en el que me acostumbre a las peleas repetitivas, que consideré, que en una relación es lógico que haya discusiones fuertes constantemente.

Cómo cada mañana, después de levantarme me vestí con mucha demora, ya que deseaba llegar a la escuela lo antes posibles y no ver a mi madre tirada en el sofá, bebiendo con su botella más común mientras solloza tranquilamente. Bajé la litera pegando un gran brinco, llegué a la cocina y vi unas bolsas de mi padre tiradas en el suelo, las recogí y me preparé un poco de leche que quedaba y me marché de la cocina. Al salir de ella, vi que mi madre se levantaba con cierta lentitud en dirección mía. Me escabullí rápidamente, pude mirarme en el espejo unos segundos, me vinieron muchos recuerdos de golpe al mirar mi imagen en el espejo. Tenía el cabello castaño, una tez muy blanquecina, mostraba un cuerpo muy desmenuzado, pues no me alimentaba muy bien, los recursos que teníamos en esa época resultaron muy escasos. No sabía mucho de mi padre, solo lo veía por las noches y muy poco, ya que sólo regresaba para pedirle dinero a mi madre. Mi madre evitaba que me reencontrarse con él en las noches, temía que me fuese hacer algo, ella solo quiere sufrir por puro placer. Sabía un poco de su corta infancia, resultaba una mujer muy molesta, solo sabía eso de ella nunca se me presentó la oportunidad para conversar de su pasado.

En mi infancia de primaria, no fue muy agradable, fui objeto de burla de todas las niñas, no me atrevía a rechistar, pues el miedo que amainaba dentro de mí era mayor. Principalmente hubo dos de los temas que más me dolieron fueron, la mucha relación que tenían con sus madres cada una de ellas y la falta de dinero me hizo, repetir ropa durante una semana, la poca ducha y sobre todo pocos materiales para trabajar.

Y lo poco que tenía me lo rompían, la comida no me suponía muchos problemas, nadie veía lo que comía o lo que no comía. Durante ese periodo, deseaba con toda mi alma quitarme de ese colegio, rehacer mi vida, incluso

llegué a pensar una vida diferente con el que poder contarle a la gente. La entrada al centro me resultó interesante, estaban todos los alumnos de primer año

muy inquietos, otros que disimulaban su nerviosismo. Entré al pasillo donde estaban todos los papeles de todos los cursos y con las clases divididas. Me asomé a mi aula, parecía muy calmado, pensé muy positivamente para no temer a nada durante este nuevo año. Había un grupo de chicas situadas al fondo del aula, y había otra, que estaba completamente sola mirando al vacío. Intenté integrarme en el grupo, presentándome muy animada, aquel momento me sentí feliz. Me miraron con una dulce sonrisa, conseguí uno de mis propósitos más difíciles.

Era la hora del almuerzo, me senté con ellas, e intenté explicarles de manera más engañosa el porque no comía, en cuanto les conté que para ser más atractiva había que estar delgada se quedaron asombradas. Estando sentada en los bancos de allí, vi de nuevo a la chica de antes sola, en las escaleras. Les propuse acercarnos a ella, para conocerla y saber el motivo por el que estaba sola. De tal confianza que sentí, que al dirigirme a la chica solitaria, mi forma de andar cambió por completa, parecía completamente otra chica.

Al hablarle sentí como si tuviese un clan, como si fuese muy poderosa, le hable con confianza y despreocupación. Ella, claramente estaba asombrada, recogió sus

materiales y se fue, le puse el nombre de “ la chica solitaria”. A cada paso que doy necesito tenerla controlada, no quisiera que algún adulto fuese informado de lo sucedido. Decidí vigilar, había encontrado un tema para dar conversación, y ese juguete no quisiese que desapareciese.


Terminó el primer día de clase, y había conseguido amigos con total sencillez, e incluso encontré una enemiga, esto sería la vida de una auténtica chica de un instituto. Al llegar a mi casa, estaba vacía, mi madre se había vuelto a ir tras mi padre. Fui en busca de un espejo. Me quedé mirándome durante un largo rato, tenía que ser guapa para que los hombres me aceptasen, y no cometiera el mismo error de mi madre, ser tan vieja y gorda. Si ningún hombre me aceptaba por mi hermosura, había acabado por completo con mi vida, alguien me tenía que mantener. Hasta que llegué a la conclusión, de que tenía que aparentar atractiva desde ya. Salí como loca del cuarto de baño, en busca de dinero, que tendría escondido mi madre para que mi padre no se lo gastase en alcohol y más cosas que mi madre no quiere reconocer por pura pena. Encontré dentro del bolsillo de un pantalón el dinero y marché a comprarme ropa y maquillaje. Tuve que gastar unas monedas para el autobús e ir al centro donde está todo lo lujoso. El trayecto resultó bastante rápido, nunca antes me había subido en un autobús. De tanto que veía a los jóvenes subirse, me entraba ilusión de hacerlo y ahora estaba allí disfrutando.

Llegué al centro, comencé a entrar en las tiendas muy alocada, la sensación de probarlas era como me lo esperaba, más tarde fui a una tienda a comprar maquillaje. Me probé todo tipo de maquillajes, y finalmente terminé mi recorrido.

Atardeció, tenía que estar en mi casa lo antes posible. Llegué, mi madre estaba en la entrada con la típica bata que suele llevar ella, una rosada y recogida de la basura. Me quedé paraliza, no creí que llegase antes, su rostro no mostraba tristeza, si no enfado. El mundo se paró, mi mejilla ardía, mi cuerpo se tambaleaba con poca cosa, recibí lo esperado. Tal enfado que sentía que no me aguante las ganas de rechistar. Mis palabras sonaron mil cuchillos atravesando, lo pude notar en sus ojos de dolor. En sus ojos oscuros brotaron lágrimas sin cesar, continuamente, de tal dolor que sentía ella, más tarde lo sentí yo.


Llegué al instituto, con una imagen devastadora. Mis amigas me miraron a lo lejos, no me preguntaron nada. Me quedé sola en la clase, no quería hablar con nadie, pero me di cuenta que las amigas que me había hecho no eran en sí, las que pensaba. Estuve sola en el recreo, nadie me acompaño, cuando más lo necesitaba, ni ellas me preguntaron. En la salida estuve sola, me miraban pero no les importaba a nadie. Llegué, estaba mi padre en el sofá viendo un programa poco interesante . No me miró, ella no me habló. Me dio pan con jamón york y un vaso de agua, no quise comer. Acostada en la cama estaba yo, mientras miraba por la ventana. De nuevo se escuchaba desde abajo los griteríos de los dos, no llore. El llanto era una forma de demostrar debilidad.


La clase comenzó, nadie se acercaba, solo me miraban desde lo lejos, incluso Nayla me miraba desde la esquina. Me giré con furia, ella no era la más indicada para mirarme. Odiaba a Nayla con todo mi corazón.

En el recreo otra vez sola, nadie me quiso acompañar ni me preguntaron, lo único que sentía era puro odio. Estuve persiguiendo a Nayla, hasta arrinconarla en una esquina que encontré en el patio. Le cogí la mochila con toda mi fuerza, destrocé sus materiales, patee su mochila tantas veces como podía. Mientras tanto comencé a llorar inconscientemente. Me vinieron todos los sucesos de golpe y le dije “ estúpida solitaria, que hacías mirándome en la clase, tu no eres nadie para mirarme con pena. Asquerosa, cerda, vete con tu asquerosa familia a los infiernos, aquí no tienes nada que hacer”. Comenzaron a venir estudiantes de los alrededores a ver lo que sucedía. se formó un corro en el que yo estaba en medio, destrozando sus materiales mientras le gritaba todas las palabras más horrendas que se me ocurrían. Me di cuenta de lo que estaba haciendo. La gente hacían un corro diciendo que le

pegase con todas mis fuerzas.

Me senté en el suelo, esperando que se fuesen todos, y se fueron cansados de que no

hiciese nada a ella. Levanté la mirada y pude ver que Nayla lloraba, mientras la veía

llorar, sentí que era yo la que sufría, me sentí reflejada.

Un rato después, dejó de llorar y todos los estudiantes se marcharon, me acerqué a ella

con toda mi ternura y le abracé. Solamente le abracé, para que se calmase.

Después de haberla echo eso, no volví a cruzarme, ni a pensar en ella. Esta historia es mi

infancia, en ese trance pude darme cuanta de muchas cosas: las que te siguen por interés

no son tus verdaderas amigas y pagué mi dolor con Nayla como lo hicieron conmigo.

02 Mart 2021 21:47 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

Diana Ros Me encanta hacer muchas cosas en mí tiempo libre entre ellas leer, escribir, hacer deporte, escuchar música. Me encantaría aprender a escribir correctamente y que a la gente le guste mis historias.

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