hogikoi yoongay

La única salvación de YoonGi fue ingresar a la Mafia. Porque con ello pudo subsistir, salir del fondo y aspirar a quizás no algo tan grande como una vida normal, pero sí a vivir. Aunque la mafia tenía cosas malas y cosas buenas, fuertes y gentiles. La mafia era HoSeok, líder del otro distrito y el maricón que lo tenía loco y odiaba tanto. Haría cualquier cosa por arruinarlo, cualquier cosa... ....................................................... ↬ one-shot ↬ sope/hopega/yoonseok/hopegi (hob top!, yoongs btm!) ↬ mafia au!/ dirty talk /little abuse.


Hayran Kurgu Sadece 18 yaş üstü için.

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Kısa Hikaye
13
949 GÖRÜNTÜLEME
Tamamlandı
okuma zamanı
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ÚNICO

| advertencias: mucho dirty talk. se menciona una violación, no se busca romantizar nada de la situación.|

Min YoonGi escondió el cheque al interior de su chaqueta de cuero negra, en uno de los tantos bolsillos que tenía para mantenerlo seguro.

El muchacho de ojos afligidos delante suyo ya no tenía reacción, sus lágrimas seguía corriendo por sus mejillas por sobre las secas mezclándose con la sangre que tenía bajando por su sien humedeciendo su pelo graso que se le apegaba a la frente, la camiseta suelta y rota empapada de sangre ajena y propia, con el cuerpo recogido, adolorido, y sus manos amarradas en su espalda además de sus pantalones orinados, sentado con las piernas flectadas en la alfombra llena de la sangre de su compañero.


Song, el chico que trabajaba con YoonGi a su lado, le ofrece un cigarrillo que acepta sin remordimientos, al mismo tiempo que limpia su arma y mano con el borde de su camiseta larga, manchándola de burdeo.


—Con esto quizás aprenderás que al abuelo se le paga. Aún nos debes la mitad, TaeHo. Recuérdalo o terminarás igual que él —expulsó el humo del cigarrillo por la nariz y una vez semi limpia su arma la guardó en su cinturón, recién pudo sacarse el tabaco entre los labios y eliminó el humo de sus pulmones—. Nos vamos, chicas. Limpien el desastre para llevárselo al viejo.



Salió del departamento, mirando a ambos lados y escuchando de fondo los llantos adoloridos de los bebés del edificio, por lo menos unos dos o tres al mismo tiempo y con el ceño arrugado bajó por las asquerosas escaleras llenas de basura, escombro y barro hasta la salida, apoyándose en la pared que daba a la calle a terminar su cigarro.


Si se lo preguntabas a cualquier persona, te diría que la mafia no existía hace años. Casi no se nombraban a los yakuzas, ni menos a los bosozoku, pero YoonGi podría mostrarte cicatrices que revelaban todo lo contrario a las malas lenguas. Él había nacido en ese ambiente como muchos otros, de una mamá prostituta que ni siquiera sabe su nombre, tan así que en su vida pudo haberse acostado con ella y nunca lo sabría, además un padre aún más ausente, había sido abandonado hace mucho y comprado hace tanto también. El abuelo lo había comprado, el jefe de jefes, pero no la mente maestra que poseía las drogas y armas, a él jamás le conocería.


Aunque así como YoonGi era una prueba fehaciente de que esa vida existía, había infinitos casos más, pero no eran los comunes. La mayoría se unía porque era trabajo “fácil” con gran remuneración, era simplemente obedecer y vender a quien más puedas con un gran precio. Min los envidiaba a veces, podían elegir, cosa que él nunca pudo.


Aun así, el viejo le había dicho incontables veces que él había nacido para ello. Sus habilidades eran buenas, tenía un estómago fuerte y el gatillo firme en esos dedos gruesos para ahorcar sin mucho ruido, buenos huesos para romper a otros y lo más importante, ojos firmes que te hacían implorar piedad como si fuera el mismo Dios en tu juicio final.

Lo mejor, era que no tenía debilidades; la mayoría tenía familia en alguna parte, una mamá enferma o hijas a quien querías proteger, él no tenía nada ni quería algo, se la pasaba de cuerpo en cuerpo y sin sentir nada por nada ni nadie.


Aunque había una pequeña excepción que venía montado en su maldita motocicleta que producía sonidos bestiales a grandes decibeles carente de atención. Era nada más y nada menos que Jung HoSeok, el puto marica yankie de la banda enemiga a traje negro completo con chaquetas de charol, pantalones de jeans negro y botas a la canilla.


El muy hijo de perra debería estar buscando a la misma presa y sabía exactamente lo que venía a decirle. Min se había metido nuevamente en su territorio, en la boca del lobo a matar a quizás a uno de sus clientes, pero era una lástima que YoonGi le odiara tanto que le importaba una mierda.


Cuando Jung se bajó de la moto llegaron de inmediato sus perras con el mismo y ridículo traje para apoyarlo y apenas todos se juntaron en la acera comenzaron a reírse, HoSeok sonriendo levantando solo una esquina de su boca, una sonrisa de medio lado con la que YoonGi fingió una arcada.


—Joder, ya llegó el olor a mierda u-gh… —fingió vomitar nuevamente, tapándose la nariz con la manga de su chaqueta con un nuevo cigarro en mano.

—Agradece que no te estoy rompiendo la puta nariz a golpes, YoonGi. ¿Qué cojones haces aquí?

—Vagaba, tu territorio es bueno para negociar. Tus clientes parecen putas desesperadas cuando me bajo el pantalón y muestro un buen paquete.



HoSeok volvió a sonreír de esa forma, si YoonGi no lo conociera diría que el comentario le hizo reír a sus adentros, pero en un parpadeo Jung se acercó y le acorraló contra la asquerosa pared llena de musgo, pudo sentir las dos pistolas bajo la tela de su chaqueta, mala noticia fue el notar sus dos manos escondidas en ambos bolsillos.


—Deberías mostrarlo, ya que tanto presumes de él y súplicas que lo vea

—Ya desearías puto marica.



Había una especie de rumor de que Jung era gay, un rumor de esos que son completamente reales, pero nada es comprobado dentro de la mafia. Se decía que no se acostaba con mujeres y no temía en violar a los chicos que no saldan sus deudas, además que, según YoonGi no era posible que Seok diera menos asco.


—Este marica te volará los putos sesos en la avenida si no te callas la puta boca.

—HoSeok —intervino Song—. Un gusto verte, hace tanto que no nos veíamos.

—Ya, Song —replicó YoonGi

—El abuelo lo necesita vivo, Hob. Sabes que si lo haces te compras el boleto premier al puto infierno.

—Ja, si es un puto mimado. De seguro le lame las bolas al abuelo y me llama marica. —Jung avanzó hacia atrás, sin sacar las manos de sus bolsillos por lo que nadie bajó sus defensas, el muchacho era peligroso enojado—. ¿Qué hacían aquí?

—Le cobramos a TaeHo. Nos debía poco y se estaba escapando, al parecer quería escapar con su amante aunque lo pillamos en plena, matamos al muchacho.

—¿A JinHyuk? No, mierda lo necesitaba vivo. Joder, ¿por qué se meten donde no los llaman, cojones?


HoSeok se llevó el labio inferior a la boca, pasando su lengua roja sobre él antes de morderlo y apretar la carne tierna hasta volverla blanca, sus cejas azabaches frunciéndose en una expresión caliente. YoonGi amaba hacerlo enojar.


—¿Cuánto te debía? —preguntó Song.

—Un favor. Ahora estoy acabado. Me pagarán esta puta intervención, se los juro.



HoSeok se dio la vuelta y se subió a su motocicleta, ella rugió partiendo a gran velocidad seguida de cinco más además de otras dos, el maldito iba con todo y Yoongi le había cagado el plan. Una sonrisa de oreja a oreja se formó en sus labios, pero fue interrumpida por la mirada juzgadora de Song, frunciendo sus cejas.


—¿Fue por Jung que quisiste cobrar este caso?

—Para nada, lo elegí al azar.

—Nos debía una mierda, YoonGi. Y le mataste al amante, a quién HoSeok venía a buscar. ¿Lo estás provocando?

—Ya te contesté, mierda. Hago lo que se me dé la puta gana y si no, también se me da la puta gana. Si tienes algún problema habla con el abuelo.

—Oh, créeme que lo haré. Fuiste lejos esta vez, Min. No sé si el viejo te las salve todas.



Y así fue. Al parecer la última salvada que Yoongi nunca se esperó que lo fuera. El abuelo en su silla de cuero era temeroso, lograba su objetivo con la novena sinfonía de Beethoven a sus espaldas, parecía una toma de la naranja mecánica y generaba repelús.


—Oh, bebé ¿Qué has hecho?

—Solo cobré, ¿No es eso lo que siempre me has pedido?

—Que te emocionen los casos cercanos a Gwangju o relacionados con el territorio de las salamandras no es solo cobrar. Creo haberte dicho que quería presión a ese chico, Joon de Ilsan pero no volviste a escucharme.

—Viejo, sabes que nunca he seguido tus ordenes al pie de la letra.

—Eso será mejor que cambie porque tengo a los hijos de puta de los salamandras amenazando a mis hombres de ese distrito por tu berrinche así que dime, bebé. ¿Debo de coserte la boca para que no insultes a Jung o debo ofrecerte de carnada a los salamandras para que hagan lo que quieran contigo?


No había duda que el viejo sin duda le cosería la boca, era capaz, él mismo le había enseñado a YoonGi como hacerlo y eso indudablemente le produjo escalofríos. Se sintió como un niño castigado en estricto rigor, lo que le hizo odiar más a Jung.


—Ninguna, me haré cargo de mis responsabilidades.

—La última, Yoon. Es la última.



El susodicho aceptó, se inclinó en una reverencia y se retiró del amplio salón que con los acordes marcaba sus pasos y el peso de su alma al caminar por ese extenso salón que le cerró las puertas. Estaba malditamente jodido y Jung se las pagaría palabra por palabra.




El viejo lo había sacado de los casos, ahora vagaba hasta que el maldito anciano le perdonara su mal juicio frente y lo volviera a hacer partícipe, lo peor era que Song tampoco lo quería cerca por ello y le estaba fundiendo más la mente que normalmente. La rabia se notaba en su dependencia a los cigarros Marlboro y en la punta de sus dedos llenas de sangre seca y con varios pedazos menos, casi sin uña.

No había podido dormir, tampoco era tan distinto a lo común, sin pastillas no podía. Su mente estaba tan podrida que esos malditos recuerdos se repetían en la noche estando vulnerable y solo, la única solución era drogarse hasta que ya no recordara su nombre que podía cerrar los ojos por tres horas.


Aprovechó el “tiempo libre” para casualmente asistir a una farmacia, caminando por los pasillos para retirar cosas que no necesitaba, pero robaba igual, como perfumes que nunca ocuparía o toallas húmedas para el rostro. Lo único que pagó fueron esas estúpidas pastillas de menta fuerte que le hacía sentir vivo contra el intenso frío, la espera valió la maldita pena porque ahí venía JungKook, la mano derecha de HoSeok con la maldita cola entre las patas a verle.


—Con esto saldo el favor, Yoongi.

—Por supuesto, nadie sabrá que te ponen los viejos. ¿Cómo habías llamado a SeokJin? ¿Papi?

—Basta, aprende a cerrar la boca y acompáñame.


Se metieron por uno de los tantos callejones estrechos con poca luz y muchas ratas, se sentía el maldito olor a humedad y residuos podridos de comida vieja, a la vuelta había un restaurante con pésima salubridad que se notaba a leguas, nadie sabía cómo seguía vivo.


En eso JungKook le pasa un papel, una servilleta para ser más específico con una dirección cerca de las afueras de Seúl. El menor veía de un lado a otro en busca de ojos espías, a Yoon le sorprendía que la relación secreta entre él y SeokJin lo valiera tanto.


—No me mientes verdad, Kookie.

—No es necesario. HoSeok me cortará las bolas, pero no podrás hacerle nada.

—¿Eso crees, terroncito?

—Así será. Estás yendo a su casa, a su maldito territorio. Te despedazará igual que un ratoncito.

—Nah’. Lo conozco un poquito, sé cuándo ir.

—Nunca hablamos, YoonGi. Y realmente deseo verte de nuevo con las dos piernas.



JungKook nuevamente cruzó la calle colocándose su casco y manejó rápidamente hacia el norte, desapareciendo en menos de un minuto. Apenas no se sentía el ruido del motor Min volvió a ver la dirección con una sonrisa. Tenía en sus manos la privacidad de HoSeok y le ponía la piel de gallina, le encontraría algo tan pero tan privado que le lamería las botas llenas de mierda.


Por semanas estuvo estudiando el comportamiento de Jung. Esa sin duda era su casa, lo cual a Yoongi no le terminaba por encajar que una persona con tantos lujos, semejante al abuelo viviera en un cuchitril. Era un departamento con apenas cinco pisos, terrazas amplias llenas de plantas y enredaderas que compartían todos sus vecinos lo que le daba privacidad a lo menos, nadie pensaría que un mafioso con bodegas llenas de coca y heroína viviera ahí, y en cierto aspecto, a YoonGi le gustó.


El marica era inteligente y debía acreditárselo, tenía poca seguridad y muchas familias medianas vivían ahí, lo que era difícil de localizar por tanta gente que entraba y salía, sumado a que era latoso asesinarle en su propia casa porque los vecinos los acusarían a la policía antes de disparar, eran demasiados problemas que podrían evitarse fácilmente. El bastardo era un genio y a Min se le encendió la sangre.


Ahora, con un ramen caliente entre las manos se tomaba la sopa y posteriormente se comía los fideos ya fríos y bien sazonados, llovía como nunca y eran ya las cuatro de la mañana según el reloj de la tienda 24h que estaba a tres cuadras de distancia al apartamento de Jung. Hoy le cortaría el cuello, con paciencia y con el plan dibujado en la libreta de su chaqueta empapada.


No le temblaban los dedos, pero si su ansiedad se marcaba con el latir de su corazón y el maldito deseo de fumar. Lo estaba haciendo demasiado y se había gastado todo el dinero en la mini tienda quedándose solamente con ramen y una marca slim de segunda, eran asquerosos y sabían a menta con lápiz labial barato, tanto como la cajetilla aunque el anhelo era desesperante, tanto que apenas llega a la puerta bajo techo enciende uno que aniquila en tres inhaladas y vota al piso sin pisarlo.


Entra en completo silencio para no despertar a nadie, ni siquiera hay guardia a esta hora, pero las cámaras están fijas en su chaqueta larga negra empapada, el rostro lo tiene cubierto con una gorra para pasar desapercibido y en las escaleras avanza a saltos hasta el último piso, al final del pasillo de la derecha, tres puertas y ahí está.


Remueve sus bolsillos hasta encontrar la llave de repuesto que venía envuelta en la servilleta de JungKook y la inserta, cruza mentalmente los dedos para que abra y suena el seguro. Su ansiedad crece a pasos agigantados, tanto que espera unos segundos para pasar al interior, Jung no está en casa por lo que había investigado y se nota por lo fría que estaba en su interior.


El cuerpo le tiembla por el frío y cierra la puerta suavemente con la espalda, da un respiro profundo y empieza su cacería. El apartamento es pequeño, tiene una mini cocina con lo indispensable, limpia y ordenada, casi escaso en el mundo del narcotráfico, donde te acostumbras a la mierda y HoSeok era una simple y extraña excepción. Su sala de estar tiene apenas un sofá de dos piezas frente a una televisión con infinidad de juegos que tenían más pinta de ser de JungKook que de él, que se dedica a revisar uno por uno buscando alguna pista.


Es sorprendente la poca cantidad de polvo que encuentra y realmente se pregunta cuándo tiene maldito tiempo para limpiar. Su ira incrementándose a cada paso por no encontrar ni una sola pista, aunque sabe que le queda el dormitorio al final del estrecho pasillo. La primera puerta que abre es la del baño donde lo único que encuentra de interesante son antidepresivos y pastillas para dormir de la misma marca que utiliza él por lo que le roba unas cuantas antes de dejarlas en su sitio.


Le queda solo la puerta entreabierta que abre sigilosamente y da un salto cuando ve el cuerpo de HoSeok recostado en la cama con las sábanas en el piso y su amplio cuerpo bronceado en ropa interior.


El corazón le late rápido por la sorpresa y acomoda su arma en el cinturón antes de pasar adentro, tiene un vaso con agua en su velador así que asume que las pastillas hicieron su efecto, calza que está destapado con un frío abrasador y que no le haya pillado y obligado a tragarse su propia pistola hasta que le llegara a la garganta.


Está a dos pasos del closet de Jung donde podría encontrar toda la información que quería reclutar en un inicio, pero un susurro tentador de su traidor inconsciente le tiende una idea mejor y mil veces más perversa.


HoSeok, Jung HoSeok está tendido sobre su cama, inconsciente y semidesnudo, con unas pocas fotos en su celular mostrando lo puta que podría ser sería perfecto.


Era un juego viejo y sucio, ruin que Yoon nunca lo creía necesario, quizás en esa posición de control absoluto es cuando te entran las ganas de ejercer tu dominio, tu parte más putrefacta del alma porque Min no piensa en HoSeok como una persona, sino un objeto sin valor en el que puede desahogar su odio.


Se saca la chaqueta empapada primero, dejándola en el piso y empieza a acercarse al cuerpo casi inerte que descansa tranquilo, sus mechones negros descansan sobre la almohada con un grato olor varonil entre loción, jabón y lavanda. YoonGi le acomoda el pelo para verle el rostro pacífico y apuesto que poseía, HoSeok era guapo y eso lo reconocía cualquiera. Su barba de días le podía dar una imagen de desarreglado, pero aumentaba mucho más las ganas que tenía de follar con él.


Min se queda unos minutos viéndole dormir y cuando le empiezan a pesar los ojos maldice mentalmente por haber tomado una dosis, por lo que se levanta para acomodar rápidamente el cuerpo del menor en la cama boca arriba.


La semi erección que tiene YoonGi en los pantalones es debido a la adrenalina y la culpa a ella siempre a pesar de que su estómago se aprieta cada vez que fija la vista por el pecho de HoSeok, sus vellos son delgados por eso no se ven a simple vista, pero con la mirada fija y entrecerrada se distinguen, los acaricia con la punta de los dedos y suspira. La piel es tersa y suave incluso en el sector de su ombligo hasta su pelvis bien marcada, sus dedos avanzan hasta el elástico y traga duro.


El no era gay, claro que no, sin embargo, ahí estaba lamiéndose los labios con los dedos tensos por dar el siguiente paso, le empezaba a sudar la espalda entre el frío y el calor con su erección aprisionada entre sus pantalones.


De todas formas, se acomoda sobre él, con ambos brazos a cada lado de su rostro y se frota duro contra la piel de su estómago plano. Jadea sobre los labios cerrados de HoSeok, rozándose de vez en cuando y tentado a besarle la boca, pero no conseguirá nada y un deseo en el fondo de su mente crece hasta nublarle con un espasmo. “Quiero que HoSeok despierte”.


Se imagina a ambos follando, besándose con hambre y viéndose con odio como todas esas veces a lo lejos y de cerca, tocándose, marcando los límites de sus cuerpos con la lengua, los labios, lo que sea. Y con una vez no tendría suficiente y lo sabía. Su obsesión por Jung era gigante, no lo admitía por celos y porque no quería ser rechazado, no quería sentirse una escoria a pesar que lo era.


Por lo tanto, esto era lo más cerca que iba a estar de este cuerpo, la gota de elixir más valiosa y única derramada suavemente en su boca y deslizándose por su lengua hasta su tráquea.


Alcanza el rostro de HoSeok con una de sus manos, acariciando su perfil con su poroso y áspero pulgar, contorneando su nariz y labios mientras le besa la mejilla contraria, moviendo sus caderas en un ritmo irregular y desesperado, está por llegar al final del túnel, a punto de liberarse y sentirse el ser más repugnante y asqueroso como lo es realmente, no con el frío en su nuca que le lleva un espasmo hasta la pelvis y se detiene secamente. La cabeza le da mil vueltas y sus ojos se abren salvajemente, encontrándose con los de HoSeok, justo antes de tener la punta de su propia arma a un costado de su garganta.


El silencio sepulcral se mantiene por lo que parecen horas, su cuerpo tiembla por primera vez en mucho tiempo y su erección ha desaparecido cuál magia, esos ojos negros le observaban fijamente, tan fríos que le dan ganas de arrodillarse y suplicar perdón como su víctima de hace unos días y llorar, llorar hasta secarse.


—Deja de tiritar ya, te mueves un puto pelo y te vuelo la cabeza de un tiro.

—Ho-...

—Sh… ¿Crees tener el derecho de hablar, YoonGi? Cada segundo que pasa me doy cuenta lo inútil que eres —el nombrado observa con pena, le duele y no sabe por qué está tan vulnerable —. ¿En serio creíste que he estado profundamente dormido todo este tiempo? ¿Qué no sabía de tu inesperada visita? ¿Qué me has estado espiando por un mes y medio?



HoSeok levanta su pistola y la arrastra por el rostro de Min, acariciando su piel blanca con la boca de fuego, abultando su carne. El mayor está aterrado como nunca lo había visto y aquello le prende, la sed de venganza contagia su alma.


—Jamás me imaginé que un pervertido como tú haría algo así. Imagine robos, que me revisaras toda la puta casa o incluso que vinieras a matarme, pero el que intentaras violarme. Caíste bajo, Marica —YoonGi cierra sus ojos fuertemente por el insulto, pegando directamente en su corazón, era igual de enfermo que todos.



Ahora el cañón viaja por sus mofletes hasta la comisura de sus labios, trazando sus límites hasta su mentón donde la acomoda, estando a pocos milímetros de distancia entre su rostro y el ajeno. Jung le observa fascinado, está tan cerca que bien podía contarle las pestañas si sus ojos no fueran lo suficientemente atrayentes para llevarse toda su atención, quizá era la pastilla que le hacía ser más honesto o vulnerable a sus encantos.


—Estás tan drogado… Debemos de apurarnos entonces. ¿No lo crees?



En un segundo, Yoon está sobre el amoldado colchón, con la espalda apoyada y su mente dando vueltas por el sueño que aguanta su inconsciente. Cree imaginarse que HoSeok ahora está sobre suyo, viéndole con su típica sonrisa sínica que le calentaba enormemente, cerrando poco a poco los ojos.


—YoonGi, debes despertar.

—HoSeok…

—No me obligues a hacerlo a la fuerza.

—No lo hagas —en sus ojos entrecerrados por el sueño se veía el arrepentimiento, la súplica.

—¿Y dejar que lo hagas tú? No, tesoro.

En el rostro del mayor se forma una mueca, con el ceño arrugado y sus ojos se cierran por una fracción de segundo antes de que HoSeok le agarre del mentón bruscamente y del susto le obligue a abrir los ojos.

—No te atrevas a cerrar los ojos, bonito. quiero que veas cada detalle.



HoSeok hace pasar sus manos desde el cuello de YoonGi y avanza hacia abajo, pasando por el centro de su amplio pecho como había hecho él anteriormente hasta su estómago donde se estremece con un pequeño espasmo, le da cosquillas y en los ojos de Jung ve la diversión por aquello.


—Mírate en la situación en la que estás y aún así tu cuerpo se encarga de disfrutarlo.



A Min se le encienden las mejillas de la vergüenza por las cosquillas y el color rojo avanza hasta sus orejas cuando escucha aquel comentario tan sucio. Estaba demasiado vulnerable y ya no encontraba a quién o qué culpar de su situación. Jung tenía razón, estaba disfrutando parcialmente de ser tocado por esos dedos y ser vigilado por aquellos ojos negros y profundos que le temblaba el corazón, pero también existía ese miedo inmenso de ver al líder de las salamandras con la pistola helada y cargada en una de sus manos.


HoSeok no pierde mucho tiempo en las caricias y en unos segundos toma entre sus puños la tela de la camiseta ajena y tira, tira tan fuerte que la rompe por completo y con sus pupilas negras dilatadas observa el abdomen plano de Min, su pecho sube y baja de a poco poniéndose colorado al haber roto la prenda. Las clavículas se le marcan mucho, sus pezones son oscuros y pequeños, pero menos que los propios bastante apetitosos al igual que su abdomen completamente plano, sin abdominales y ni una pizca de ejercicio. Maldición, YoonGi era exactamente su tipo, pero eso nunca se lo diría.


Sus manos van hacia el cinturón, que en tres chasquidos ya lo ha quitado y sus dedos hábiles desabotonan con éxito el pantalón, sube su vista y Min está lamiéndose los labios, ambas manos temblorosas ancladas a cada lado de su cuerpo con los puños aferrados a la sábana, está muerto de miedo y el buen corazón de Jung se ablanda y es que esos ojos se veían como un niño inocente que no le haría daño a nadie.

Abandonaría todo, le dejaría irse e incluso le prestaría una camiseta ya que rompió la que traía puesta, pero no puede ignorar la notoria erección que tocan sus dedos largos, humedeciendo la ropa interior ajena de sopetón acompañado de un gélido gemido desesperado y ansiado.


YoonGi tiene las cejas tan juntas y fruncidas que le llega a dar dolor de cabeza pero no puede cerrar los ojos, es un chico obediente como buen mafioso además de que le encanta ver la sonrisa que le regala HoSeok cada vez que sus dedos acarician su glande.


—Oh, mi Dios.

—No es tu Dios, soy yo quién te hace sentir esto.



Bruscamente HoSeok le suelta, harto de estar tocando el pene del mayor sobre la ropa y coloca sus dos manos a los costados de las caderas ajenas elevando su vista aguda como ninguna otra.


—Levanta las caderas, chico.



YoonGi obedece, cegado por completo como si el miedo se hubiera desvanecido semejante a una anestesia. HoSeok tira la prenda fuera de la cama y ahora ambos están en igualdad de condiciones, solo cubiertos por la ropa interior. Los ojos esperanzados de Yoon le observan creyentes a que esas manos huesudas le acariciarían nuevamente su miembro, pero no podía estar más equivocado. El menor le tomó de un hombro y le dio la vuelta, ahora recostado sobre su abdomen y el pánico nuevamente le vuelve a la sangre.


—No creas que te acariciaré la polla hasta que te corras, bobo. Tu viniste hasta acá por otras cosas.



Hob a pesar de toda la comprensión ya le está empezando a hartar la sensibilidad del menor. YoonGi de espalda es más atractivo que por delante, es igual a un inocente cordero deseoso de corromper, perdido del camino de Dios. Aunque esos tiritones que da su cuerpo como si fuera una virgen recién casada le hace sentir repugnante.


—Vamos Yoon, eres un chico inteligente. Sabes lo que tienes que hacer.



El mayor responde de una manera nerviosa, levantándose parcialmente para apoyarse con los codos y rodillas. Es tan lento que HoSeok no lo soporta, le obliga a arquear la espalda hacia adentro y le separa un poco las piernas, marcando su abultado culo a su disposición.


—¿Qué sucede, Yoongs? ¿Tienes miedo de que te rompa el culo?



HoSeok toma la pistola y arrastra el cañón por toda la espalda desnuda del mayor hasta sus piernas, el punto más jodidamente atractivo, tenía muslos atrayentes piel nívea y gruesos, un paraíso para chupar lamer y dejar marcas. Yoon era un pasivo increíble y el mundo se lo estaba perdiendo.


—¿Crees que soy tan malo? Mírame —YoonGi gira su rostro, mejillas calientes y ojos como espejos que demostraban el pánico a lo siguiente.



HoSeok no demora en bajarle la ropa interior, dejando la prenda a la mitad de esos muslos carnosos, mostrándole sus pelotas rosadas y el orificio del mismo color. Sus ojos están fijos en aquel punto, tanto que Min está muerto de la vergüenza y aumenta más aún cuando siente las manos de HoSeok manosear sus glúteos, abriéndole más aún.

—Rosada y virgen. Así que no eres una puta, YoonGi. Me halaga el ser tu primera vez.

—HoSeok, por favor.



Esa súplica podría dar infinitos significados, como “HoSeok por favor, sigue” o “hazme el favor que tú seas el primero” pero el real significado que le daba YoonGi era “deja de humillarme, estoy caliente y estoy nervioso”, lastima que Jung lo interpretó mal, un “por favor, detente y déjame en paz”.


Le ardió la sangre y enfureció. Tomó a YoonGi de ambos hombros y tiró hacia atrás, obligándole a apoyar su peso sobre las rodillas y sobre su pecho. El arma en su mano derecha con la punta de fuego a un costado de su estrecha y delgada cintura, con el rostro ajeno a centímetros, viéndose fijamente.


—¿Por qué has venido entonces? Estoy haciendo lo que planeabas hacer conmigo y yo no tenía muchas opciones de elegir. De hecho, te voy a dar tu última chance, Min YoonGi. Lo aceptas consciente y vas a sentir como tu interior va a suplicar mi polla o te drogo hasta que ni sepas tu nombre para que no recuerdes nada.



La segunda opción era tentadora, sutil y hasta casi piadosa comparado a lo que él realmente podía hacer. YoonGi la hubiera tomado sin pensarlo dos veces si fuera cualquier otro hombre, pero su extraña y retorcida mente no permitía que Jung HoSeok lo follara sin recordar con lujo detalle cada sensación.


—¿Y bien?

—No la quiero.

—Respuesta correcta —contestó HoSeok con una sonrisa.



Jung descargó el arma, tirándola en algún lugar de la amplia cama. YoonGi arrugó el ceño apenas las manos de HoSeok se apoyaron en los ambos costados de su cadera y sus labios le besaban la nuca. Sus ojos estaban fijos en el arma cerca de las almohadas que no le costaría alcanzar de un salto, aunque pensar en disparar cuando esas suaves manos le acariciaban el estómago era imposible.


Jung acariciaba bajo su ombligo, cerca de su miembro erecto que goteaba presemen hace ya un tiempo pero que el muy hijo de perra ignora y avanza directamente a sus pelotas, apretándolas suavemente y que hace a YoonGi gritar suave y golpeado.


—Eres un chico bastante sensible, Yoongs —le murmura el menor mientras mordisquea su oreja.



El muchacho está cegado de tanto estímulo nuevo, nuca una puta le había acariciado así las pelotas ni tocado de esa forma. HoSeok era distinto, duro y agresivo pero también suave y pausado, era un puto balancín de perfeccionismo.


—Voy a correrme

—Está bien, lo harás muchas veces.



Los lindos dedos de Jung avanza a su glande y toman todo su líquido transparente en sus yemas para lubricarse y bajar aún más hasta su centro donde Min no tarda en sentir el incómodo primer dedo.


—No, ugh. Ho-...



YoonGi se remueve incómodo hacia adelante, intentando alejarse de HoSeok para quitar ese dedo pero la mano izquierda anclada a su estómago le tira hacia atrás apegando su espalda con el pecho caliente y de color canela, sintiendo con sus glúteos la dura polla de Hoseok bajo la ropa interior.


—HoSeo-... —jadea siendo interrumpido por los labios delgados de Jung que le besan la boca.



YoonGi suspira cuando finalmente siente esos labios alrededor de los suyos, saben bien y le comen con hambre, robándole el aire que logra capturar. HoSeok le chupa igual a un vampiro, robándole más y más suspiros cuando ingresa su lengua y le lame el paladar, besa de maravilla casi como un placebo al dolor en su agujero cuando dos dedos son los que recibe.


Jung torpemente encuentra el punto que hace a Yoons derretirse, gimiendo al interior de la boca sonando ahogado y rompiéndole el labio al moreno por accidente.


—Uff… Reaccionas lindo.



A Min parecía que sus pupilas se habían vuelto corazones cuando escuchó los halagos de HoSeok. Era de esos hombres que le harías caso en cada orden, no únicamente por la misma autoridad que poseía o porque esos brazos fuertes pudieran romperte las costillas, podías obedecer tan sólo para que te acariciara la cabeza y con recibir un “buen chico” te darías por pagado. Y es que la bendita cara de satisfacción de Jung era un cielo, sus cejas fruncidas eran realmente atractivas, tan llamativas que YoonGi eleva una de sus manos y con el pulgar acaricia en el centro, pasando a su mejilla para que se acerque y le vuelva a besar.


El duro y dominante líder de las salamandras se derrite de a poco, abrazando con una sola extremidad al cuerpo más pequeño para besarle en una posición más cómoda, acariciando su abdomen en una posición firme para que sus dedos varien en movimiento al interior del cuerpo de YoonGi.


La carne es jodidamente caliente, sus paredes que con el primer dedo se irritaron de inmediato, intentando expulsarle a como diera lugar y en respuesta adentró dos, obligando al esfínter a aceptar su misericordia que posteriormente vendría algo peor, pero infinitamente más placentero.


Finalmente el tejido se amolda, se relaja y está preparado, aunque parece casi de película que HoSeok lo haya ignorado. Sus dedos se retiran lento y suave, dándole la vuelta a YoonGi sobre la cama para que finalmente se acueste, el pobre muchacho está sudoroso e ido, tanto que le regala una sonrisa a HoSeok que le acelera el corazón.


—Vamos, Hob. Estoy listo —le reta el rubio, casi haciendo que el menor despierte del revoltijo de mariposas en su estómago.

—¿Ah sí? Dolerá.

—¿Más aún?



El rostro de YoonGi forma un puchero, afligido y temeroso que conquista al contrario, creando una red infectada y tóxica entre ambos, tan peligrosa y adictiva que ninguno detiene. Se están gustando, tanto que llega a ser enfermo.


Lo demuestra el trato que el moreno le da al mayor de besarle la frente sudada para que las arrugas se vayan y con ello la aflicción, a lo que de inmediato YoonGi suspira completamente embelesado.


Ambas miradas bajan a sus propias piernas, Jung se separa para quitarle por completo la ropa interior a YoonGi y la suya, escucha un jadeo que le ensancha el pecho al evidenciar como esos ojos de cordero inocente brillan de deseo y pánico por su polla. Ahora están desnudos sobre su cama, Min con sus piernas blancas apoyadas a cada lado que de a poco abre con ayuda de las manos fuertes y seguras de HoSeok hasta que pueda posicionarse en el medio.


Jung entra despacio, podía ser un hijo de puta insensato y que no titubeaba en asesinar, pero era dulce con los vivos, en especial con este chico que se desgarra con cada centímetro que avanza. A YoonGi le duele, le arde pero llega hasta ser placentera esa maldita molestia tanto que jadea y de inmediato pide que siga.


—¿Duele?

—¡¿No?!

—Joder, no grites. Mierda, estás estrecho.



El menor frunce las cejas nuevamente, debió haberle preparado más aún, quizás esperar a que se hubiera corrido un par de veces para tenerle más relajado. Sus pensamientos analizan más y más la situación, tanto que empieza a masticarse los labios, sacando la piel seca a tirones y eso a los ojos de YoonGi es jodidamente atractivo.


—Se siente bien.

—Estás mintiendo

—En serio, es-... ¡ugh! rápido —las mejillas coloradas de Yoon le hacen ver adorable, si no le conociera, no pensaría que en esas mejillas sangre ajena de un oscuro asesinato se habría secado, o esas lindas manos que agarraban sus almohadas habían transportado cadáveres por calles y calles, e incluso esas palabras dulces eran engañosas—. Soñé con esto… Muchas veces.



A HoSeok se le detiene el corazón por un par de segundos, sus ojos se amplían y buscan la vista ajena que mira hacia abajo completamente avergonzada de sus palabras, Dios, ¿no le estaba mintiendo?


Esa inseguridad le carcome los huesos de a poco y la incertidumbre escoce en el estómago, pero es tan agradable a la vez. YoonGi al parecer gusta de él y no sabe cómo sentirse.


—¿Has soñado con esto? ¿Lo que estamos haciendo ahora?

—¡Ah-mm! ¡Sí! Dios… HoSeok, más.

—¿Qué soñabas?

—No… preguntes cuand-... responder ¡Ahí! ¡Oh Dios!



El punto, el glorioso punto dulce es encontrado, explorado y abusado porque ninguno se frena a dejarlo en paz. Min adquiere la confianza suficientemente como para gritar el nombre que le hacía pellizcar sus propios pezones de la ansiedad por pronunciarlo, en susurros, gritos y llantos hasta que se corre por primera vez.


Aún no es suficiente. Separa más las piernas y es capaz de abrazar la cintura de HoSeok con ellas para que no se vaya, las estocadas profundas golpean su interior a zancadas que le estiran por completo, masajeando sus entrañas tan deliciosamente que no se detiene en el cansancio, podía desmayarse y dejarle su cuerpo inconsciente a Jung para que lo use hasta la última gota de vida.


Luego de unos segundos siente algo caliente tocarle y el olor se mezcla con la lefa propia dejando una aura a sexo impresionante, parecida a la de los prostíbulos pero no era agradable como esta. HoSeok se ha corrido en su interior y se le ve avergonzado por ello, aunque ese rojo en sus orejas no se ha ido desde su empalagosa confesión.


A pesar de eso, ambos se entienden como una cadena que apenas Hob acomoda las piernas propias, Yoon curva la espalda y apoya todo su peso con solo su brazo izquierdo, quedando cerca, muy cerca.


Las estocadas empiezan de nuevo, mucho más fácil y más placentero al poder deslizarse entre esa carne, golpeando en distintos ángulos que hace a las piernas más pálidas temblar y encojer los dedos de los pies.


—¡Ah! Hob-... mi voz ¡Mm-...! suena como la de una chica.

—Estás gritando como una, Gigi. ¿Es por mi polla que encaja con tu agujero?



YoonGi bufa, levantando sus cabellos rubios mal teñidos pegados a su frente y HoSeok amablemente le peina hacia atrás, viéndose a los ojos de cerca y juntando sus labios para probarse el sabor salado de sus pieles sudorosas mientras se sincronizan, moviendo las caderas más y más rápido hasta que se muerden los labios salvajemente separándose con un hilo de saliva, gruñendo y jadeando el nombre ajeno en liberación acompañada de éxtasis.


Cuándo terminan Min se abraza a la espalda de Jung y con las manos heladas toca la piel canela bronceada y caliente, buscando inconsciente los mimos que nunca había tenido pero son extrañamente bien recibidos por el chico de rizos.


—¿Dejarás que me vaya después?



YoonGi niega con la cabeza con las cuerdas vocales rotas y agripadas, celando más su cuerpo cuando aprieta más la piernas e intenta encajar las uñas en su piel, un mal intento para sus uñas tan cortas.


—¿Qué estamos haciendo, YoonGi?

—Lo que nunca me atreví a hacer y ahora hago —responde con la voz ronca al mismo tiempo que dobla su espalda y besa el mentón color canela.

—El viejo me matará si se entera. Eres su tesoro.

—Entonces que se joda el viejo —murmura a ronroneos cerca de la oreja ajena mientras que con su nariz contornea el perfil marcado.

—¿Te estás escuchando?

—La tienes grande, Hobi. Me quedo contigo.

—Maldición, YoonGi. Piens-...



Los labios humedecidos de Gigi le besan la comisura derecha, y su lengua rojiza le lame el lunar de su labio superior seguido de una mordida inofensiva mientras acaricia su espalda ancha y cálida, la conversación termina en besos con hambre y ambos acaban acostados uno al lado de otro en la amplia cama, desnudos pero abrazados.


A la mañana siguiente YoonGi no está. Sus cosas se han esfumado y le deja a HoSeok un sabor agrio en la boca, como si se lo hubiera imaginado, pero su ropa interior está en el piso y aún quedan los hilos de la camiseta rota de Min sobre la alfombra.

Jung trata toda la mañana de ignorarlo, hace su rutina de siempre pero lo agrio no se le va de la boca incluso después de almorzar con JungKook en uno de los tantos locales de carne.


Es bien por la noche que ese sabor aumenta cuando en las carreras de motos de su pandilla ve esa cabellera rubia desde lejos, se le aprieta el pecho y empuña sus manos, pero no se descontrola, solo fluye con sus emociones reprimidas.


—Jefe, YoonGi lo está buscando.

—Que se pudra, estoy ocupado.



A pesar de su respuesta, observa a YoonGi de lo lejos, es casi una burla que se haya cambiado el pantalón por un jean de mezclilla claro roto en ambas rodillas y haya venido sin ninguna chaqueta, pero traía puesta la camiseta que le había robado anoche, negra estampada con un disco de Radiohead, era evidente que aquella prenda le pertenecía a HoSeok y todo el mundo lo sabía.


—Dice que es urgente, Señor —Hob más que enojado camina a pasos firmes hacia el enano, mirando con esa vista despectiva y fría hacia abajo, mostrando su posición.

—¿Qué haces aquí vestido así?

—Es tuya cariño, no es de mi gusto

—¿Por qué la traes puesta?

—Porque es tuya —HoSeok casi se ríe en su cara pero se contuvo al ver los mofletes del rubio sonrojados—. Hablé con el viejo, me echó —Jung se peina las hebras negras hacia atrás, impactado por lo dicho, por supuesto que lo habían echado si fue vestido así, el viejo no permitiría que a su más grande tesoro lo “ensuciaran” menos otra banda.

—¿Qué haces aquí?

—A unirme a tu lado

—¿Bromeas? El viejo te está buscando, si se entera de esto iniciará una guerra y-...

—Pero lo harás por mí. Me hubieras mandado a la mierda si no —YoonGi le sonríe de esa forma tan bonita que hace a HoSeok frustrarse más aún, porque demonios que era cierto.

—Si te unes, YoonGi. Recogerás mi cadáver o peor, yo el tuyo. No quiero eso, no puedo.

—Se defenderme, se defenderte y tú ya me has cuidado la espalda millones de veces, Jung no finjas, estaría muerto si no fuera por ti. ¿Qué cambia en la historia?

—Tengo debilidades ahora.

—Las tendrás estando yo a tu lado o del otro bando, ahora dame esa puta chaqueta que me estoy congelando.



Jung arquea una ceja mientras sonríe, pasando su brazo por detrás de la manga para sacarse la chaqueta de cuero, dándole la vuelta y mostrándosela a YoonGi. Ambos sabían qué significaba que le pasara la chaqueta de las salamandras a un extraño, era su pareja dentro del bando, intocable y parte de la familia. Min se la coloca sobre los hombros y penosamente arremanga los bordes para que pudieran salir sus manos a lo que todos se carcajean y HoSeok les calla unos segundos después, pasa su brazo por los hombros ajenos y entran a la pista. La mafia podía tener cosas lindas a veces.

23 Ocak 2021 03:55 2 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

yoongay -hola, soy chops🦑 . . . . . . . . . . . . . . [ bangtan and shinee stan] y este es lugar dónde hago fanfics gays de gays para gays 🐀🐀 #sopenca,, aunque no se note (ajáh).

Yorum yap

İleti!
Insane_ Hearth Insane_ Hearth
Ame esta historia
April 12, 2021, 18:37

  • yoongay yoongay
    gracias por leerla 😭😭 April 12, 2021, 20:23
~