kara-rc Kara R.

Obligada a dejar España y viajar a Japón para vivir con una madre a la que apenas conoce, Ona solo quiere terminar sus estudios y volver a casa, hasta que Mai y Kyo se cruzan en su camino. Tan distintos como el fuego y el hielo, cada uno la atrae de distinta forma pero, en una sociedad tan conservadora y tradicional como la japonesa, Ona tendrá que pelear por lo que quiere, abrir algunos ojos y mostrar que la vida es algo más que hacer lo que la gente espera de ti.


#41 içinde LGBT+ Sadece 18 yaş üstü için.

#romance #racismo #japón #homofobia #chicaxchica #lgtbi #chicaxchico #bisexual #música #amor #prejuicios
78
7.7k GÖRÜNTÜLEME
Devam etmekte - Yeni bölüm Her 30 günde bir
okuma zamanı
AA Paylaş

Capítulo 1. - 1ª Parte


Odio los aviones con toda mi putísima alma.

Bueno, en realidad no son los aviones lo que odio, son los viajes tan largos que te hacen sentir que saludas a la vida mientras pasa delante de ti descojonándose, pero claro, cualquiera odiaría un avión después de pasarse las últimas 18 horas metida dentro.


Caminé por el aeropuerto de Narita con la mochila al hombro, frotándome el culo adormecido y busqué dónde podía ir a por el resto de mi equipaje. En cuanto recogí la funda de la cinta la dejé en el suelo y revisé que todo estaba en su sitio. La antigua guitarra estaba perfecta, parece que el estuche rígido que me recomendó el de la tienda era tan bueno como decía y menos mal, porque me costó una pasta.

Cuando pasé por el último control antes de salir del aeropuerto, una chica perfectamente uniformada sacada de un anuncio revisó que todo estaba en orden mientras miraba mi pasaporte. Me preguntó en inglés por qué había venido a Japón y después intentó pronunciar mi apellido sin mucho éxito. Lo intentó de verdad la pobre, pero solo le salían cosas como Gurao, Gurau o Garao, al final me dio pena y le contesté en japonés para su sorpresa.

— Grau. Ona Grau. Mi madre vive aquí y he venido a vivir con ella —aclaré. Le mostré una media sonrisa y ella me devolvió mi pasaporte mientras me deseaba un feliz día con una ligera reverencia.

Fue mi padre quien me puso ese nombre, decía que era fácil de pronunciar en casi cualquier idioma y lo suficiente corto como para que no pudieran llamarme con diminutivos, aunque mi abuela solía llamarme Onita cuando estaba cabreada. Solo con oírlo ya sabía que la había liado. Ona significa Ola, como las de mar, mi abuelo siempre decía que era un nombre hecho a mi medida porque era incontrolable e impredecible. Vamos, que soy un puñetero desastre con patas.

Al llegar a la salida vi a un hombre vestido de traje y muy serio buscando con la mirada entre la multitud mientras sostenía un cartel donde se podía leer Ona Daiko. Genial, hoy me llevaba a casa el hombre de negro.

No pude evitar cabrearme un poco, no esperaba que mi madre viniera a por mí y ya sabía que en cuanto llegara a este país mi apellido sería el de mi nuevo padrastro, pero eso no lo hacía más fácil. El chófer se ofreció a llevar mi funda, pero negué con la cabeza y la guardé en el maletero del coche yo misma, me acomodé en los asientos de detrás colocándome los cascos de música que llevaba al cuello y dejé que las notas me envolvieran mientras veía las luces de la ciudad pasar. Supe exactamente cuando estábamos llegando porque ya no nos rodeaban altos edificios, sino que casas cada vez más grandes y elitistas formaban el entorno. Estaba claro con qué clase de hombre se había casado mamá.

Mi madre era la jefa de programación de una de las empresas más grandes de robótica de Japón. Le llevó años pelear por ese puesto con sudor y sangre, no es fácil ser mujer en una industria donde todo el mundo piensa que para hacer bien tu trabajo tienes que tener un pene colgando entre las piernas y mucho menos que te pongan al mando de algún equipo. En realidad la respetaba por ello, pero esa clase de éxito tenía un precio, y el precio a pagar es que apenas conocía a mi madre. No voy a negar que le guardaba algo de resentimiento por ello, llamar a tu hija una vez a la semana durante unos minutos no te convertía en la mejor madre del mundo, ni acortaba los más de diez mil kilómetros que había entre nosotras.

Mi padrastro era el dueño de la empresa en la que trabaja mamá, así se conocieron y hace unos meses se casaron. Yo no fui a la boda.

Paramos delante de una casa enorme y me apresuré a salir antes de que el chófer diera la vuelta para abrirme la puerta. Que soy mayorcita y no le pasa nada a mi mano. El coche se alejó calle abajo mientras yo me quedaba parada delante de la verja, ya era de noche y solo podía ver una ligera luz dentro. La casa tenía un estilo parecido a las construcciones clásicas japonesas, pero con un aspecto mucho más moderno y la rodeaba un alto muro de piedra que no dejaba ver mucho. Aquí todas las casas olían a dinero que asustaba. Crucé el jardín sin prestar mucha atención y entré al pequeño recibidor que daba directamente al salón con la llave que me envió mi madre junto al billete de avión.

—¿Hola? —permanecí unos segundos en silencio, pero nadie me respondió, se me escapó un gran suspiro y caminé por la estancia curioseando. Si nadie me iba a enseñar la casa pues me iba a hacer un auto-tour yo misma.

El salón era bastante grande y amplio, no había muchos muebles y toda la parte que daba al jardín eran ventanales del techo al suelo. Una gran barra separaba la cocina del comedor. ¡Bingo! ¡Me había tocado el gordo de todos los programas de reformas! Cocina-comedor de concepto abierto con isla y mucho almacenaje, erotismo arquitectónico en estado puro.

Subí las escaleras y pude ver tres puertas cerradas y una abierta a lo largo en un pasillo, me la jugué y me asomé a la habitación que estaba abierta. La estancia estaba medio vacía, con algunas cajas por el suelo, un escritorio, una estantería, un espejo de pie y una gran cama contra la pared. Sí, tenía toda la pinta de que esta era mi habitación. Me dejé caer en la cama de espaldas con los brazos abiertos y cerré los ojos por un momento, estaba reventada y me dolía muchísimo el culo de estar sentada tantas horas, necesitaba una ducha.

Empecé a desnudarme mientras caminaba por la habitación y tiraba mi ropa por el suelo, había algunos libros en la estantería pero no eran de mi gusto. Me detuve a los pies de la gran cama y di gracias por tener una, ya pensaba que iba a tener que dormir en futón y me parecía un puto infierno. Había dormido antes en uno, pero después de dormir durante años en una cama mi espalda ya se había acostumbrado a su comodidad y sabía que iba a sufrir si dormía en uno de ellos.

Me quedé parada delante del espejo en bragas y me contemplé con las manos en las caderas o más bien a una versión desaliñada y cansada de alguien que solía ser. Mi pelo que por lo general era ondulado ahora parecía un nido de pájaros gracias al respaldo del avión, tenía los ojos un poco rojos de no dormir bien y eso hacía que el verde de mis iris pareciera más intenso. Por el resto de mi cuerpo era bastante normal, nunca había tenido un hueco entre mis muslos y nunca había pensado que lo necesitara, estaba bastante contenta con mi talla y mis muslos juntos. Justo cuando iba a buscar el baño oí un carraspeo a mi espalda que me sobresaltó y me hizo soltar un grito.

—Vaya, menuda bienvenida... —me di la vuelta rápido mientras ponía un brazo sobre mis pechos—. Por mí no te cortes, ¿eh? No quiero molestarte, solo he venido a por mis pantalones.

A un par de pasos de la puerta había un chico desnudo con una toalla envuelta a la cintura que me miraba fijamente con una sonrisa en los labios. Su pelo negro todavía goteaba agua sobre su cara, y sus ojos rasgados del mismo color me iban recorriendo el cuerpo mientras los míos hacían lo mismo con el suyo. Era alto, estaba a unos metros de mí pero podía adivinar que no solo parecía de mi edad sino que me sacaba una cabeza al menos. Tenía una espalda ancha y aunque no era musculoso sí podía ver definición en su cuerpo. Era guapo, muy guapo y se notaba claramente que era japonés, pero eso no ignoraba el hecho de que había un tío semidesnudo en mi casa mirándome y yo estaba en bragas.

—¿Quién coño eres tú? —dije mientras daba un paso atrás—. ¿Y qué haces en mi habitación?

El tío se acercó despacio con las manos en alto en señal de rendición sonriendo divertido.

—Creo que te has confundido. Esta es mi habitación, la tuya es la que está justo al lado, pero si quieres podemos compartirla, no soy egoísta. Me gusta la puesta en escena que has hecho.

—¿Perdón? ¿Pero quién te has creído que eres? —dije intentando no parecer intimidada mientras cruzaba los brazos por encima de los pechos y me acercaba a él decidida a poner a su sitio a ese idiota. No tuvo tiempo de contestar porque oímos que la puerta de la calle se cerraba y la voz de mi madre sonó por el comedor.

—¡Kyo, ya estoy en casa! ¿Ya ha llegado Ona?

—Sí, mamá —contestó él sin dejar de mirarme. Espera... ¿MAMÁ?— Hola hermanita —y procuró recalcar todas las sílabas de la palabra.


Ninguno de los dos dijo nada más durante unos instantes. Solo nos quedamos ambos de pie, a apenas un metro de distancia, con los ojos clavados en el otro, rodeados de una tensión tan fuerte que me costaba respirar.

— Nadie me dijo que existías —repliqué.

—Esperaba conocerte en la boda, pero no estabas ahí.

—No pude ir.

—¿Por qué?

—Tenía otros asuntos.

—¿Más importantes que la boda de tu madre?

—Eso a ti no te importa.

—Es simple curiosidad.

—Apártate.

—¿Por qué?

—Porque estoy desnuda —y tú también, pensé mientras tragaba saliva.

—¿Y qué pasa?

—Y si subiera mi madre y nos viera así.

—Supongo que se alegraría de ver que nos llevamos tan bien y tan rápido.

Vale, tenía claro que esta pequeña batalla verbal no iba a llegar a ninguna parte. Se estaba riendo de mí, en mis propias narices y no iba a quedarme para ser el payaso de nadie. Me di la vuelta y recogí toda la ropa que había por el suelo, me encaminé a la puerta y justo cuando estaba a punto de cruzarla lo oí volver a hablar.

—Creo que eso no es tuyo —dijo señalando algo en el montón de ropa que llevaba en los brazos. Pude ver que unos boxers asomaban ligeramente entre mi ropa, los saqué con la mano y se los enseñé antes de lanzarlos por la ventana abierta que tenía a mi lado. Sonreí y me metí en la puerta continua donde debía de estar mi habitación.

Después de encontrar el baño y ducharme, volví a la que ahora sí era mi habitación y mientras me secaba el pelo con una toalla observé el cuarto. La verdad es que era idéntico al otro. Mientras terminaba de ponerme unos shorts de tela y una camiseta de tirantes mi madre apareció por la puerta y corrió hacia mí con los brazos abiertos.

—¡Cariño! ¡Cuánto me alegro de verte! Llevo toda la semana nerviosa sabiendo que hoy venías a casa —dijo sonriendo y abrazándome más fuerte de lo que esperaba.

—Hola mamá, yo también me alegro de verte —alcancé a decir a duras penas luchando por respirar—. Me haces daño...

—Deja que te vea —pidió mientras me agarraba la cara entre las manos y me observaba con impaciencia—. ¡Mírate! Veinte años ya, estás hecha toda una belleza.

Lo único que pude hacer fue sonreír antes de que me arrastrase escaleras abajo. En cuanto llegamos vi al tal Kyo recostado hacia delante con los codos sobre la barra mientras me sonreía con un refresco en la mano.

—Veo que ya os habéis conocido, pero cariño, quiero presentarte a Kyo. Es el hijo de Hideo, por lo tanto, ¡Es tu hermanastro! —dijo emocionada.

—Genial —contesté con una sonrisa forzada en la que creo que estaba enseñando demasiados dientes.

—Hola otra vez hermanita, ¿Encontraste bien tu habitación? —dijo antes de darle un trago a su bebida y sonreír con esa jodida sonrisa burlona que ya odiaba.

26 Kasım 2020 15:50 3 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
10
Sonraki bölümü okuyun Capítulo 1. - 2ª Parte

Yorum yap

İleti!
Francisco Rivera Francisco Rivera
Al margen de correcciones advertidas, uno disfruta la lectura de esa historia: ágil. situada entre contrastes; manejo de humor ácido y diálogos ocurrentes. Buen estilo y entretenida. Promete lectores, a condición de resolver lo expresado en términos de construcción de diálogos; por lo demás, se asegura diversión y sorpresas.
January 20, 2021, 00:14
¡Buenas tardes! Mi nombre es Isabella, embajadora y verificadora de Inkspired. Pasé a revisar tu historia y he notado que usas la raya del diálogo (—) pero, la separas de las palabras y pones un punto al final de la misma. Te dejo un ejemplo para que puedas corregir: —¿Hola? —permanecí unos segundos en silencio (...). También para que puedas corregir sin problema, te dejo este link que te va a ayudar mucho. https://getinkspired.com/es/story/67240/chapter/131-la-raya-de-dialogo-la-clave-del-exito-para-la-novela-274073/ Hasta el momento tu historia quedará "En Revisión" hasta que sea corregida, luego de hacerlo, responde este comentario así pueda volver a revisarla y verificarla. Recuerda que una historia verificada tiene más posibilidades de atraer lectores. ¡Feliz jueves!
November 26, 2020, 16:07

  • Kara R. Kara R.
    Ok, creo que ya lo he corregido todo. :) November 26, 2020, 16:45
~

Okumaktan zevk alıyor musun?

Hey! Hala var 11 bu hikayede kalan bölümler.
Okumaya devam etmek için lütfen kaydolun veya giriş yapın. Bedava!