carlos-trinidad1588955939 Carlos Trinidad

Detrás de su mejor descanso hubo dolor y valentía... Esta vez, paradójicamente el insomnio trajo consigo paz.


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#insomnio #aceptacion #soledad
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Sobre el tejado

El reloj marcaba las dos con treinta de la madrugada y yo no podía hacer las pases con Hipnos o Morfeo o quien sea, ni mucho menos con mis pensamientos.

Harto de la situación, harto de mí y además cansado de moverme de un lado a otro en mi maldito colchón, decidí que lo mejor era meterme una jodida bala en la cabeza, más puntualmente entre los ojos, de esa manera, si sobrevivía, quizá logre expandir mi visión hacia nuevas fronteras.

Tristemente no tengo un arma... Ni el valor.

No sé quien es más valiente: Un suicida o un sobreviviente, ¿Quién toma la mejor decisión? Aquel que se levanta cada mañana con diez porciento de fe y aún así lo intenta o quien deja de perder el tiempo sabiendo que nada va a cambiar.

Me conformé con salir y subir al tejado con una taza de leche fría, bebiéndola en medio de una leve corriente de aire también frio... Mis decisiones no siempre son las más inteligentes, tal vez por eso estoy donde estoy. La culpa es mía y no del mundo. Ahí arriba, a esa hora todo se ve tan tranquilo y el hormigueo que recorre el cuerpo desde los pies hasta la cabeza es tan satisfactorio que ya no quieres bajar, que no importa el frio, ni la oscuridad, ni las luces de las casas alrededor, ni el aullido a la nada de los perros... Nada. Solo eres tú contra tu mente y quien gane puede ser quien tenga el privilegio de tomar la decisión de tirar al otro por el borde del tejado, pero no creo, la reconciliación y la tranquilidad son los principales efectos secundarios.

Me senté en el borde del tejado, miré toda la neblina que había hasta donde alcanzaba la vista, e inhale una y otra vez hasta no poder más, sentí como mis pulmones se llenaban de aire, un aire que ya no parecía tan frio, si no más bien fresco, ligero. Esperaba no enfermarme. Al exhalar, lo hice a un ritmo constante, y sentí como mi caja torácica se contraía lentamente para volver a su sitio, mis músculos al igual que mis pensamientos se relajaban al mismo tiempo.

Creí que era libre para descansar al fin.

Parecía que podía bajar.

De la nada, un cosquilleo comenzó a nacer al centro de mi pecho, y se fue expandiendo hasta abrazarme completamente en un escalofrió nada normal para mí, al principio creí que el frio me había afectado pero después la sensación se volvió un poco más inquietante, ya que la garganta comenzó a dolerme y tragar saliva era difícil. Comencé a preocuparme, quería morir de una balazo, no de hipotermia o algo así.

Caí en cuenta de que pasaba, hace demasiado tiempo no me sentía así, o bueno, sí, pero siempre me tome las riendas y me contuve, aunque a decir verdad ahora se me estaba saliendo de control... Ya sabía que era y estaba desconcertado, asustado, esta vez me sentía indefenso. No sabía porque, pero me comenzó a invadir una tristeza tan horrible que quise llorar. Jamás un nudo en la garganta me había dolido y ahogado tanto. Durante toda mi vida evité este sentimiento y esta sensación a toda costa aunque en ocasiones me dejé dominar, pero fue hace años.

Sin que yo les invocara, a mi mente comenzaron a llegar recuerdos de cosas buenas y malas que hice o presencié durante mi vida. Selectivamente elegí buenos recuerdos y reí como un loco sobre el tejado, tomé algunas piedras que estaban cerca mío y como un niño me puse arrojarlas a la calle e intentar llegar cada vez más lejos, a pegarle a los postes de luz, a despertar a los perros de la calle, canté, recordé chistes, me dije estupideces, silbé y gran cantidad de bobadas y por un momento volví a reír a sentirme sin ninguna preocupación, a ver un poco de color.

Creí que era libre para descansar al fin, estaba más seguro que antes...

Aún me sentía un poco confundido, porque el nudo en mi garganta no se iba, por un momento creí que me había tragado un mosquito o un pelo o algo así, pero no. ¿Qué deseaba de mí ese maldito nudo? Di un gran suspiro y me aventuré a pensar más concretamente en mis errores y desgracias que la vida tiene para todos nosotros, y pensé en que había algunas situaciones que aún tenían solución la cual dependía de mí y otras que definitivamente se me salían de las manos; Al igual que la alegría de unos instantes atrás, deje fluir esto, me lo permití solamente por mero capricho, por querer conocer a donde me llevaría y saber que tipo de respuesta obtendría al famoso: "¿Qué pasa si..?". Durante un instante dudé y pensé en bajar a mi habitación y forzarme a dormir como cada noche, pero no, el nudo en mí garganta apretaba más y la taza de leche que tenía se había terminado (Una desgracia tras otra), pero no había marcha atrás. Continué mirando pasar al rio de memorias hasta que ya no pude más. Me puse de pie y entendí que es lo que quería ese nudo de mí. Quería ser libre, pero yo no se lo permitía, yo era el dueño de sus cadenas. Tanto tiempo atrapado le daba un sabor sumamente amargo, estaba pudriéndose, y quizás yo también. Cerré los ojos...

Mis manos, mis pies y mis labios temblaban pero no a causa del frio. Sentí que algo cálido bajaba por mi mejilla. "Era ahora o nunca" -Me dije- Apreté los puños y espere que el acto final comenzara. Dejé fluir poco a poco lo que tenía contenido pero aún así trataba de contenerme a mí... Más lágrimas salían de mis ojos y a pesar de que eran muy pocas yo no las quería tocar ni ver caer al suelo. Como pude, tragué saliva y decidí abrir un poco la boca. Eso desencadeno todo, le abrí las puertas a mi dolor. Comencé a expulsar aire en medio de contracciones que pasaron de sollozos a llanto y al final desembocó en un lamento acompañado de movimientos violentos de mi pecho y mis pulmones en busca de aire, las lágrimas salieron de tal manera que no pude más y tuve que abrir los ojos. Un clímax que jamás espere. Algo me venció y no soporte más mi peso, por lo que tuve que ponerme de rodillas y apoyarme con las manos también sobre el tejado. Miré mis lágrimas caer al suelo y sobre mis manos. Mi llanto era violento y más que evidente, los quejidos a medio contener que emitía y los movimientos de mi cuerpo me delataban ante los ojos de quien mirara a metros de distancia. No esperaba deshacerme de tal manera. Parecía un niño. No sabía cómo parar.

Pedí perdón al viento, a la noche por manchar su paz, a todo y a todos, pero el perdón más grande me lo di sobre todo a mí...

Sinceramente no recuerdo cuánto duró aquello, pero el dolor en mi garganta desapareció, el temblor se fue, la tristeza se despidió aunque estoy seguro que no por mucho tiempo... nunca lo hace.

Yo bajé a mi habitación, me metí debajo de las cobijas y... Yo volví a dormir... Volví a descansar...






01 Kasım 2020 00:34 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

Carlos Trinidad Me rendí ante la belleza del vacío...

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