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Leslie Paredes Ortega


Cuando Mel DeVille recibe una carta requiriendo su presencia en palacio cree que será para una de las habituales reuniones del consejo. Lo que no sospecha es que esta reunión va a enviarla en un viaje en el que pondrá a prueba sus límites y posiblemente encuentre el amor, algo para lo que ella no está lista todavía. Podrá Mel salvar al reino que juró proteger? Será lo suficientemente valiente, inteligente y acertada? Logrará defender su corazón del apuesto principe Sebastian? Descúbrelo en Mel. La historia de una heroina.


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Una carta inesperada.

Mel no era presumida, si destacaba, no era porque procuraba hacerlo si no porque a los veinticuatro años, era la consejera principal del consejo de magia de Feeburg. Era una mujer que aunque decidida, sabia cuando dejarse llevar por la corriente, la pequeña carta se había deslizado bajo su puerta mientras todavía estaba en la cama, se levantó, estiró los brazos, le dió la bienvenida a un nuevo día, y salió de la habitación llevando un camisón que apenas la cubría. Iba camino a la cocina de su pequeña casa, con la idea de prepararse unas deliciosas tostadas cuando al pasar por la sala, reparó en el sobre, se agachó para tomarlo en las manos, y de inmediato reconoció el sello real, una carta de palacio pensó, que pasará, se duchó y preparó para otro día de trabajo en el Ministerium Of Magic Education y mientras desayunaba, volvió a tomar el sobre entre manos, lo abrió, y al hacerlo, descubrió la cuidada caligrafía del secretario del rey:

"Señorita Mary Ellen DeVille, ha sido convocada a una reunión en palacio con el consejo de magia, esta reunión tendrá lugar en el salón de conferencias hoy, lunes a las 15:00 horas."

Al leer la pequeña nota, pensó que tendría que posponer sus planes de una plácida tarde de jardinería para otro momento, bueno, otro día será, se dijo.Cuando llego al M.M.E. saludo alegremente al príncipe Pitte, quien era el director del centro.

-Buen día, guapetón-Buen día, guapa, que opinas si nos perdemos un rato?-En otro momento será, ahora tengo que ir a mi clase, de lo contrario mi jefe puede despedirme.-Descuida, tu jefe es un hombre de lo más razonable.

Entre risas, Mel deposito un suave beso en la mejilla del príncipe, esta era una vieja broma entre ellos, luego de saludar al príncipe, Mel se dirigió a su salón de clase, y su rostro se iluminó con una sonrisa cuando uno de sus pequeños alumnos abrió y cerro las manos para que acto seguido una rosa apareciera entre ellas.

-Para usted señorita Mel.- Dijo el pequeño Dylan con un alegre seseo y una sonrisa que dejaba ver un pequeño agujero antes ocupado por el diente que se le acababa de caer.-Gracias pequeño soldado, bien niños, ya vamos a empezar la clase...

Y así, entre las constantes preguntas, y risas de los niños, Mel dió su clase del día, y acompañó a uno de los pequeños hasta su casa, al llegar a su hogar, le quedaban dos horas para llegar al palacio, las cuales empleó en comer algo, y en cambiarse el sencillo jersey y el par de jeans que se habia puesto en la mañana, por unos finos pantalones de tela, y una hermosa camisa de seda, al salir al porche, miro con añoranza el pequeño esbozo de jardín que tenia a los lados, y se repitió así misma: Otro día será, otro día.

-Cuando se montó en el pequeño carrito rojo, inmediatamente encendió la radio, y al hacerlo comenzaron a sonar los primeros acordes de su canción favorita, mientras conducía, se encontró con varias personas a quienes conocía. Para Mel que la llamaran por su nombre al verla no era monótono, era placentero, saber que cada mañana al ir a dar clases, se encontraría con las bromas del pequeño Dylan, o con la gran sonrisa de Elaisha, para Mel, eso era la gran vida. Giró hacia la avenida de las hortensias y al final de la calle, pudo divisar el gran castillo de piedra que se alzaba sobre el pueblo y sus jardines que se extendían hasta la costa de la isla de Feeburg, el lugar donde vivía. Que estará pasando, para que se reunieran fuera del margen que se había previsto? bueno, ya lo descubriría. Cuando estacionó frente a la puerta principal, un mayordomo salió con su impecable traje negro de camisa blanca almidonada.

-Buenas tardes, señorita, déjeme estacionar su auto, por favor.-Con mucho gusto.- Le contesto Mel, brindándole una sonrisa.-Una vez dentro del palacio, se encaminó hacia la sala de conferencias, mientras iba caminando, iba observando las pinturas que decoraban las paredes del antiguo edificio, justo ante la puerta, una pintura le llamo la atención, iba a acercarse a ella, cuando sonó la campana indicando que la reunión, estaba por comenzar.

04 Ekim 2020 17:28 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Sonraki bölümü okuyun Miradas furtivas.

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