ellyc Elly Castro

El cuerpo de mi madre yacía sin vida en el suelo. Todos pensaron que la había matado, pero no fui yo. Al otro lado de la habitación, podía ver a la persona que lo hizo, pero denunciarla me condenaría por completo.


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Asesinemos a la Sra. Forth

El cuerpo de mi madre yacía sin vida en el suelo. Todos pensaron que la había matado, pero no fui yo. Al otro lado de la habitación, podía ver a la persona que lo hizo, pero denunciarla me condenaría por completo.

Ahora, respetando los recursos utilizados en los cuentos de misterio para mantener la atención del lector, voy a volver atrás en el tiempo antes de desvelar el nombre del asesino. Pues, después de todo, cada historia de misterio es, a la vez, un juego donde el lector puede actuar como detective.

Creo que lo mejor es empezar presentándome y poniendo en contexto a los personajes.

Soy Quentin y fui uno de los cuatro “hijos” de la Sra. Forth. Pongo hijos entre comillas porque nuestra relación es algo complicada y no poco perturbadora cuando la veo desde la distancia. No nos abrazaba cuando necesitábamos sentirnos queridos, ni nos cantaba para dormir, ni siquiera teníamos su sangre. Cuando lo pienso ahora, después de mucho tiempo sin verla, me doy cuenta que éramos solo una fuente de ingreso para ella. Sin embargo, la Sra. Forth insistía en que la llamáramos “mamá” y yo, como un corderito obediente, lo hacía.

Seguramente en algún lado existe alguna madre peor que la Sra. Forth pero aún no he conocido ninguna. Creo que en el fondo nos amaba, eso sí, después de sus dos grandes deseos: el alcohol y ella misma.

Nuestra madre era muy vanidosa, se cambiaba muchas veces en el día de vestidos y desfilaba por la sala. Hacía que aplaudiéramos y le dijésemos lo bella que era. No solo eso, sino que también teníamos que decirlo con la mayor honestidad posible, que sonase totalmente genuino. Si no era así, vaya cantidad de golpes que nos esperaba.

Para apoyar su vanidad el salón principal estaba lleno de cuadros de ella. En las pinturas siempre lucía más joven, bueno, de hecho, no se parecía en nada. La mujer de los retratos era joven y con una mirada siempre amable. Poco después de que llegué por primera vez pregunté quién era la mujer en el cuadro. Mi madre se enojó tanto conmigo que me dejó a mí y a mis hermanos sin comer.

Había un cuadro en específico, justamente en el centro a pesar de ser más pequeño del resto que me parecía extraordinario. Nunca pude ver a mi madre en él, en ningún rasgo, ni en sus ojos si en su cabello. Sin embargo, sí veía a otra persona, a una amiga. Solía llamarla Katherine por uno de los pocos cuentos que había en la casa sobre una princesa que era amable con todos.

El alcohol era lo que ella llamaba una “bebida mágica” que podía proporcionar felicidad extrema. Yo creía que era mágica porque parecía reproducirse, ya que aunque casi nunca había comida siempre se podía encontrar una botella mágica en los rincones de la casa. En una ocasión mis hermanos la probaron pero la escupieron al momento e intentaron quitarse el sabor de la boca con agua con jabón.

Creo que ha llegado el momento de presentar a mis “hermanos”. Se llaman R, L y D y son mayores que yo. Como ya vieron mamá no era la madre del año pero sus golpes eran casi como caricias en comparación con los golpes de mis hermanos. Mi madre siempre evitaba golpearme muy fuerte pues, al ser tan débil, en una de las primeras ocasiones que lo hizo tuvo que llevarme al hospital, lo que fue, según ella: una gran molestia. Desde entonces, me evitaba y se desquitaba con mis hermanos, algo que fue peor para mí, pues, estos, como haciéndome el culpable, me golpeaban sin medirse cuando ella no miraba.

R era el segundo mayor y el más bajo de estatura entre todos pero, aun así, se las arregló para ser el líder. Tenía esa capacidad de intimidar solo con la presencia, incluso “mamá” se daba cuenta de ello, probablemente por eso, le pegaba más a él que al resto. R no podía golpear a mamá de vuelta así que solo la miraba con la seguridad de que pronto tendría su venganza y entonces, le golpeaba más fuerte.

R es mi hermano biológico, sin embargo, no le gustaba que lo dijese. Tampoco era como si tuviésemos un fuerte vínculo fraternal. Fuimos los primeros en llegar a este… “orfanato”, “hogar”, ni siquiera sé cómo llamarlo. Él era capaz de recordar a nuestra anterior madre, algo que yo no puedo por mucho que lo intente. Por eso, siempre se resignaba a usar el calificativo de “madre” con la mujer que vivíamos y me miraba con odio cada vez que yo lo hacía. No sé por qué hacía eso conmigo cuando los demás también la llamaban mamá.

D era muy torpe pero era el mayor y su altura, descomunal para su edad, producía miedo. R usualmente lo enviaba a él para seguir golpeándome cuando se cansaba de hacerlo. D incluso era más inteligente que el resto pues sabía escribir algunas palabras mientras que el resto vagamente podíamos garabatear nuestros nombres.

L era el típico matón sin cerebro. Siempre se estaba burlando de mi modo de hablar. Sin embargo, es el que más lloraba cuando ¨mamᨠnos encerraba en el sótano. Fue el último en llegar.

Antes de la llegada de L teníamos otro hermano: C. C era en esos momentos el mayor y el único que evitaba que la dinastía de R tomara su lugar. Era el más amable conmigo. No, no éramos amigos pero sí sentía hacia mí una lástima que me parecía lo más cercano a amor.

Madre siempre decía:

—Tengo unos deseos de que vengan a buscarlos.

No estoy seguro exactamente de adonde nos llevarían. Tal vez sería mucho mejor que permanecer en ese hogar destrozado pero éramos muy jóvenes y temíamos a lo desconocido.

Cuando un hombre de traje vino a recoger a C. Las amenazas de madre sobre desaparecer si nos portábamos mal cobraron forma. Desde entonces tuvimos un miedo constante de ser llevados. Incluso R lo sentía aunque pretendía ser fuerte y se refugiaba mediante burlas dirigidas hacia mí entre los ecos del resto:

—Te llevarán a ti. Tú serás el próximo. Después de todo ni siquiera puedes hablar. ¿Qué harás para decir que no quieres irte?

—No, no, no … meee lle, me lle, me llevvven. —No estoy muy seguro de cómo expresar mi tartamudez mediante la escritura. Discúlpenme si lo hago incorrectamente.

Les encantaba hacer mofa de mi tartamudez.

Yo siempre fui el pequeño, el débil de los cuatro. Tartamudeaba al hablar y era demasiado delgado y lento para hacer las cosas. No era de extrañar que eso me hiciera un blanco fácil para los demás.

De este modo, mi vida transcurrió solamente con Katherine como mi amiga. Katherine siempre me escuchaba y esperaba a que terminara de hablar sin importarle cuanto me demoraba para concluir una frase. Pero, sin duda, nuestros momentos favoritos era cuando nos pasábamos en silencio horas y horas, solo mirándonos.

Una vez madre, en medio de su incursión por la felicidad provocada por la bebida mágica, me encontró en medio de uno de mis diálogos silenciosos con Katherine.

—Es hermosa, ¿verdad? —En sus ojos se asomaban gotas de sal. —Ya yo casi ni me reconozco.

Me extrañó que en algún momento madre se pareciese a Katherine.

Después de un tiempo llegó otro “miembro de la familia” más. O era unos cuatro años menor que yo.

Era una chica.

Con su llegada aumentó el pánico entre nosotros cuatro. Pensábamos que nos iban a llevar, que uno de nosotros sería el siguiente. Fue entonces cuando surgió el plan.

—Asesinemos a la Sra. Forth.

—¿Qué? ¿Qué? Aaa.. asesinar aa mma…mamá. —Ya me extrañaba que R y el resto me hubiesen invitado a una de sus reuniones.

—No la llames mamá estúpido. ¿Crees que le importas?

Hubo un momento de silencio. No me sentía convencido. No odiaba a mamá, tampoco odiaba a R ni al resto, aunque la verdad es que tampoco conocía otro tipo de vida diferente a este.

—Tienes que hacerlo —interrumpió la voz del jefe.

—¿Yo? ¿Poor, por qué yo? ¿Cómo?

—Eres el más cercano a ella —dijo R. Sus palabras eran un reproche.

—¿Cco…cómo lo, lo haré?

—Aquí hay veneno para ratas. Solo tienes que echarlo en su botella y listo.

—Yo, yo lo haré —dije después de unos segundos.

—Más te vale no fallar —amenazó L

Lector, ¿estás listo? Ya nos estamos acercando al momento del asesinato. Haz tu apuesta: R, L, D, tal vez incluso hay algún personaje que se llame A oculto.

El día que mamá murió fui a ver a Katherine. Hacía varios días que no estábamos solos pues a la señora Forth le gustaba beber mirando sus retratos. Le pregunté qué opinaba del plan de R y sus ojos se pusieron tristes a través de la pintura. Le dije que lo sentía pero si no lo hacía mis hermanos me harían la vida aún más imposible. Al final me fui y la dejé llorando.

La botella mágica estaba arriba de la mesa. Solo tengo que poner el veneno dentro de ella, me decía. Cada vez me acercaba más a la botella pero cada vez caminaba más lentamente. Me puse a recordar las cosas buenas que había hecho madre por mí. Como me dejaba hablar con Katherine, como me daba sus sobras cuando no le gustaba la comida. Miré a Katherine, que parecía ignorarme, probablemente desilusionada de mi actitud.

No podía hacerlo. Aparté el pomo de veneno de la botella con tal brusquedad que se cayó al piso. No se rompió solamente rodó hasta la mano de Katherine.

Katherine como siguiendo el juego, tomó el frasco y lo vació en la botella de mamá. Yo solo me quedé mirando. Podía jurar que me pedía disculpas por haber sido tan dura conmigo.

—¿Qué haces aquí? Lárgate. ¡Deja de molestar! —dijo mamá que acababa de entrar a la habitación.

Me fui corriendo de la habitación y sin ver a mi mamá por última vez.

Al otro día todos bajamos a la sala.

—Lo hiciste. —La voz de R resonó en mis oídos y me despertó de mi ensimismamiento ante la escena que presenciaba.

El cuerpo de mi madre yacía sin vida en el suelo. Todos pensaron que la había matado, pero no fui yo. Al otro lado de la habitación, podía ver a la persona que lo hizo, pero denunciarla me condenaría por completo. R me golpearía nuevamente. Los otros hermanos me verían con decepción. Miré a Katherine, a la culpable apoyada en la pared de la habitación pero ya no se parecía a Katherine, a esa persona amable y mi única amiga. Ahora era un reflejo de la señora Forth.

—Somos libres —gritó L

D se unió a las palabras de júbilo e incluso R sonrió breve pero honestamente. Podría jurar que me dirigió una mirada de agradecimiento.

El hecho de que creyeran que yo asesiné a la Sra. Forth me hacía una especie de héroe.

Unos días después llegó la policía. Nos sacaron de ahí y dijeron que mamá había muerto de intoxicación alcohólica.

Cuando salimos del hogar de la Sra. Forth ya no nos volvimos a ver. Fuimos a hogares diferentes. Ahora tengo a otra persona a quién llamar “mamá” y esta vez uso las comillas por un motivo puramente de énfasis.

12 Ekim 2020 05:24 3 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

Elly Castro Amo leer historias tanto que decidí intentar ser parte de ese mundo. Como no podía convertirme en personaje aquí estoy en un intento de escritora en mis tiempos libres. https://www.wattpad.com/user/ScheherezadeI

Yorum yap

İleti!
Giles Le Coste Giles Le Coste
Hola La historia es fantástica. Me gusta mucho como escribes. Te he seguido, ¿me harias el favor de seguirme de vuelta? Si estas interesado te invito a leer mis historias publicadas.
April 09, 2021, 10:59
~