Capítulo 1 — Los esfuerzos de mi vida.
Nuestro primer encuentro no fue el más perfecto, pero aun así, lo extraño.
Todos los días lo recuerdo, y me preguntó: ¿Cómo se verá? ¿Me seguirá queriendo?, todo de él me importa, así como yo alguna vez le importe.
22 de febrero del 2010
19 años de edad.
— ¿Niah segura que no quieres comer? —dijo Lauren preocupada.
— No, estoy bien —mantuve la mirada en mi pequeño ordenador, faltaba poco para terminar mi novela.
Desde pequeña amo cada letra de cada libro, los escritores crean mundos fantásticos e increíbles, me encanta sumergirme en ellos y sentir como si fuera parte de eso.
— ¿Segura? Mamá hizo trocitos de queso —tomó un trocito de queso y pasó frente a mis narices. No pude resistirme a ese olor tan delicioso que mordí la gran parte y le deje a mi querida hermana solo el inicio.
— ¡Oye! —golpeó mi rostro. Eche una carcajada.
— No peleen niñas, aquí hay más —dijo mamá desde la cocina.
Esboce una pequeña risita malvada.
— Ya escuchaste a mamá, tráeme otro —reí. Lauren frunció el ceño y volvió a golpearme.
— ¡Mamá!
— ¡Tranquilas! —papá se acercó y dejó un plato de trocitos de queso a nuestro lado.
— ¡Gracias cariño! —gritó mamá desde lo que se supone que es la cocina.
Papá movió su mano hasta su frente y le mando un pequeño saludo como si fuese militar.
— ¿Cómo vas peludita? —preguntó. Me acomode en la silla, mire la pantalla y solté un gran suspiro.
— Bien —toqué mis mejillas cansada—, ¿crees que este bien?
— Oh mi niña —se acercó a mi rostro y soltó una risita cautivadora—, eres una niña maravillosa, y... —levantó las manos—, seguro está bien, lo he leído y releído mil veces.
— Solo el inicio, papá —reí. Apreté los labios, él se aclaró la garganta y se acomodó en la silla a mi lado—, gracias, por... Los ánimos.
— Oh cariño —sonrió—, seguro será la mejor novela de todas.
Me incline hacia atrás avergonzada.
— Claro que no —volví a reír—, solo... Es una del montón.
— La primera del montón —se puso de pie y revolvió mi cabello con delicadeza.
— Cariño —llamó a mi pequeña hermana—, porque no ayudas a tú hermana, ya sabes, un poco.
Lauren ladeo la cabeza, tocó su barbilla e hizo un gesto divertido.
— Cien por llevarle comida y doscientos por un vaso de agua —la sonrisa de papá se desvaneció y comenzó a toser evitando la situación.
— Creo, que estará bien así —se acercó de nuevo a mi rostro—, tú puedes peludita.
Mi sonrisa se ensancho.
— Yo puedo —me dije.
Mi familia es lo más importante que he tenido en mi corta vida, no lo cambiaría por nada.
Mamá es una mujer de carácter fuerte pero todos en esta casa diminuta saben que por dentro esconde una personalidad agradable. Papá nunca esconde su sonrisa siempre está de acuerdo en ayudar a los demás antes que a él. Y Lauren en mi pequeña hermana, es una traviesa.
Desde la primera vez que leí, mi cuerpo y alma se transportó a un mundo fantástico del que nunca deseé salir, pero mi realidad, es asfixiante
No vivo en una ciudad agradable ni un lugar del cual sentirme orgullosa, este pequeño pueblo tiene de todo desde burlas y humillaciones, hasta traiciones rencorosas. Todos fuera de este pueblo, dicen que el dinero lo compra todo, pero si realmente supieran lo que es trabajar duro para conseguir algo, no dirían ni una palabra.
En este lugar, no hay muchos libros, pero el que me cautivó, fue cien, desde que lo leí lo único que pasó por mi mente fue crear mi propio mundo y sumergirme en él sin parar.
Pero, todos se ríen de mí, por mi extraño gusto de leer.
Nunca les hice caso ni les dirigí la palabra, pero cuando entraron a mi casa y rompieron en pedazos ese libro, solo me hizo querer morir, me llamaron fenómeno.
Era lo único que me mantenía viva, así, que decidí mantenerme fuerte y demostrarles que incluso yo puedo crear mucho más que ellos en un año.
— Cariño, mi amor, come un poco —dijo mamá en un tono increíblemente triste—, te la has pasado tanto tiempo frente a esa computadora y no comes, estas tan —agarró mi mano con delicadeza—, flaca.
— Mama estoy bien, además... Piensa esto como una dieta.
— ¿Dieta? Prefiero que seas una bolita feliz a un hueso deambulante.
— Bolita feliz. —no pude evitar reír.
— ¡Cállate! ¡Cuándo terminaras eso! —gritó. Salté de la silla y por un momento mi emoción cayó.
— Mmm, no lo sé —susurré.
— ¡¿Qué, cómo que no lo sabes?!
— ¿F-falta poco...?
— Me estas preguntando —susurró, parecía que poco a poco perdía la cordura.
— Falta poco —retomé mi postura.
— Hazlo rápido —me miro por encima, hizo a un lado su cabello dejando su hombro descubierto.
— Lo haré —murmure a lo bajo. No me gustaba para nada cuando mamá hablaba de esa manera, parecía que me odiaba. Bueno, después de todo, ella me dijo que alguna vez, fui un error en su vida.
Mi madre se alejó cautelosa.
Tome una gran bocanada de aire, era difícil conseguir inspiración cuando tengo a mi madre cerca.
El pequeño ordenador que observo día con día, no fue fácil conseguirlo, tuve que hacer varios encargos y trabajar todos días después de la escuela.
Es claro que no estudie más de la secundaria, no teníamos dinero, así que cuando podía salía por las noches a la ciudad a buscar libros de aprendizaje y yo misma estudiaba hasta sentirme satisfecha.
Algunas veces, no todo es fácil, conseguirlo tampoco, pero el esfuerzo es lo que vale.
Mire las vagas palabras que inundaban en aquella hoja blanca. «Minerch es estaba enamorado de Anne, pero no podía aceptar que era la asesina de su padre.»
Pensé una y otra vez que podría hacer para salvar a Anne de la muerte, cuando ella no hizo más que observar el cuerpo moribundo de Bleirch.
Entonces recordé aquel diálogo de Minerch, «te amaré incluso si la muerte se interpone entre nosotros» parecía tan cursi.
Golpee mi cabeza al no tener más ideas.
— Peludita —escuché detrás de mí.
Sonreí, era papá.
— Hola papá —dije cansada, el estar cerca de la pantalla a tales horas de la noche hacía que mis ojos dolieran.
— Hola cariño, porque no tomas un poco —me entregó una taza con café—, tal vez te de algo de fuerzas —se sentó a mi lado, en aquella silla de metal.
Volví a sonreír. Mi padre era como un dios para no sentirme triste, y hacerme reír aún que las circunstancias fueran las peores.
— Gracias —dije agradecida.
— No es nada cariño, además pareces cansada, ¿por qué no vas a dormir?
— No puedo papá, necesito acabar, darle un final aceptable a esta historia, para que nadie más me llame fenómeno —susurre lo último.
Él se puso de pie exaltado.
— ¿Qué?
Mis nervios estallaron. Ellos no deberían saber cómo terminó todo, ellos no deberían, pero termine diciéndolo.
— Fenómeno, ellos me llamaron fenómeno.
Sentí que mis ojos llevaban un mar encima, mi corazón cayó al suelo, pero no se rompió, solo se fracturó, una fractura invisible, que solo él más abatido podían notar
Tal vez esta noche, todo el pueblo me escuche llorar.
Sarahi CM
