¿Desde cuándo sonreír comenzó a ser así de doloroso? ¿Desde cuando escuchar las risas de los demás ocasionaba que él quisiera llorar? ¿Desde cuándo se había vuelto alguien tan frágil, incapaz de seguir adelante? Él quiere hablar, pero teme no ser escuchado. Él quiere quejarse, pero teme que sea culpado. Él quiere desahogar todo su dolor, pero teme causar lástima y ocasionar problemas. Es por ello que él prefiere mantenerse en silencio y soportarlo a su manera.

A veces, las personas que conoces están contigo sólo un instante para ayudarte a ser mejor y crecer. Después se irán como llegaron, dejándote un gran aprendizaje. Lo sabía muy bien, pero yo quería que tú fueras de las que se aferran y nunca desaparecen.

Se removió nerviosamente al escucharla hablar. Nunca habría esperado una sugerencia como esa. —Entonces, ¿qué dices? Bajó la mirada y observó por un buen rato sus garras. Negó con la cabeza y resopló. —No puedo hacerlo —sentenció por fin—. Soy un monstruo, el pueblo me odia... Soy horrible. —¡Eso no es verdad! —protestó la joven encapuchada—. Eres la criatura más hermosa que he conocido. Tan brillante como las estrellas... El monstruo sonrío un poco. Ella era la única luz que necesitaba.

Han pasado tantos años. Ya no soy joven, estoy repleto de arrugas, perdí el atractivo que cualquier veinteañero busca para acercarse, charlar, y enamorarse. Sin embargo, aquí estás, junto a mí, ambos tomados de la mano, mirando desde nuestra ventana al mundo seguir su curso. Antes creía que al besarte y tocarte demostraría cuánto te amo, que de esa forma comprobaría que también he ganado tu corazón. Pero ahora, con sólo cruzar una mirada, comprendo que esto es real. Y lo seguirá siendo.

La ceremonia culmina con el beso entre ambos. Ahora son marido y mujer, una unión tan perfecta en donde dos almas se unen para acompañarse el resto de sus vidas. Todavía recuerdo que al estar junto a mí, su rostro feliz lloraba con amargura mientras tomaba mi mano con firmeza, negándose a dejarme ir. En ese momento no sabía cuán feliz sería en el futuro, ni que esas lágrimas amargas tendrían cura con otra persona... Pero yo lo sabía. Ella me lo había mostrado ya. Y sólo así pude soltar su mano.

No sé si estoy amándome u odiándome, si quiero seguir o no. Estoy estancada. No puedo ver la luz real. Quiero alejarme de todos, pero no quiero hacerlo. No quiero ganar, pero es doloroso perder. No quiero llorar, pero es doloroso sonreír. No quiero morir, pero es doloroso vivir.

Cada vez que comienzo a ser yo mismo, me duele el corazón. El egoísmo en mi interior puede atormentarme. La envidia inunda mi mente. Miles de pensamientos negativos se acumulan incesantemente. Ni siquiera esa sonrisa fingida logra que mi corazón se calme, pues mi interior logra derribarme. No quiero ser así. Estoy cansado. Soy mucho mejor que esto. Ojalá algún día pueda creer todas esas mentiras.

Estoy cansado. Cansado de cada discusión en donde siempre obtienes lo que quieres. En donde, de alguna manera, haces que yo sea el torpe, el que tiene la culpa. Cansado de tus palabras hirientes, de tu sonrisa burlona cuando me has derrotado. Cansado de que siempre encuentras la manera de hacerme ver mal frente a nuestra familia. Cansado de que, aunque hagas todo lo anterior, yo no pueda estar lejos de ti y siga necesitándote.

Cuando finalmente lo había comprendido, era demasiado tarde. Tu sonrisa radiante ya no me deslumbraba. Tus ojos soñadores que siempre me miraron, dejaron de hacerlo. Tu mano extendida que anhelaba que yo la alcanzara, se cansó de esperarme. Ahora, ese desbordante amor se había dirigido a otra sonrisa, otra mano y otros ojos mucho más cálidos que los míos.

Cubrí mis oídos lo más fuerte que pude. No quería escucharla más. Odiaba cada palabra que me decía. "Pero sabes que tengo razón", continuó y dio una risa seca. Tal parecía que empatizaba con el dolor que sentía, pero yo sabía que todo era un truco para que sucumbiera. "Los humanos son así. No puedes defender algo en lo que crees y los demás no. Inmediatamente te hacen a un lado y te señalan", continuó. Ahora parecía que me hablaba al oído. "Por eso, es mejor desaparecer..."

Nunca lo esperé. El día que te conocí había sido de lo más oscuro. El golpe sólo fue una herida pequeña a comparación de la furia que sentía hacia ese bastardo que no quiso escucharme. Nunca he sido del tipo que se metería con la novia de alguien más. Intenté olvidar esa furia caminando descuidadamente por los pasillos, hasta que te vi... Fui hechizado por tu rostro y melena ondulada cubiertos de pintura amarilla. Me dijiste que intentabas crear arte. En realidad, tú eras el arte.

«Él espera pacientemente a que termine de relatar lo terrible que ha sido mi día. Aunque no sollozo, mi voz está rota. La culpabilidad está quemándome. —Bueno, eso no es genial —me dice, un poco apagado—. Sé que hay algo más. Dilo, no tengas miedo. Me quedo callada un momento. Odio que me conozca tan bien. —Oye, ¿puedo enamorarme de alguien más?» Amor letra por letra, Agia Li. Disponible en mi perfil :D

Las palabras son mágicas. Pueden convertirse en una dulce sinfonía a oídos de un corazón débil. Pueden reparar lo roto, sanar las heridas, llenar el alma. Sin embargo, cuando una de esas notas se corrompe, aquella dulce composición se vuelve dañina, envenena, destroza. Deja sin vida hasta al corazón más fuerte. Depende de nosotros cómo suena esa canción. Obra maestra o destrucción. Esa es nuestra elección.

Es gracioso como apenas te das cuenta. "¿Qué te pasó? ¿Por qué cambiaste tanto?" Me repugna escucharlas. Dejé de ser el alma libre y feliz que alguna vez fui. Sí,cambié. Me he convertido en todo lo que eres, todo lo que nuestra madre más adora. Ahora tengo tu seriedad y calma, me interesa la política, me preocupan los enfermos. Odio a aquellos que gritan y "abusan" de su libertad. ¿Todavía preguntas por qué? Bueno, quiero que ella también me ame.

Estaba tan cansada de tu desprecio que intenté arreglarlo, pero no quisiste. Sólo gritaste y gritaste excusas que yo nunca entendí... Y aquí estamos de nuevo. Tal como es tu costumbre, no hablas conmigo, ignoras cada palabra que yo puedo decir. Ni siquiera quieres verme. Siempre has sido así. La diferencia ahora es que yo cubrí tu rostro con mi almohada, clavé mi desprecio en tu pecho y ya no respiras. Buenas noches, cielo.

Recuerdo la primera vez que te vi. Tu belleza era tan inmensa que, de repente, el gris de mi mundo se llenó de colores. Al estar a tu lado, mi noche finalmente obtuvo sus estrellas. Fue el cielo más perfecto que pude haber visto jamás. Sin embargo, esas constelaciones se rompieron y cayeron a mi alrededor como una lluvia ácida que quemó mi piel y derritió mi corazón. Pensé que sería otra pequeña discusión... pero tuviste que soltar aquellas crueles palabras. —Ya no te amo.

Quiero gritar, llorar, dejar ir este sentimiento amargo con el viento. Simplemente escribir esto es aterrador y doloroso al mismo tiempo. Quiero huir, todo mi cuerpo me lo grita, pero hay algo invisible que me detiene, me abraza e intenta reconfortarme. "Deberías soltarme", pienso, aunque me aferro con fuerza a ese ser invisible. "No. Aún tienes cura". Sonrío con amargura. Esas palabras las he escuchado tantas veces que ahora sé quién es. Eso es algo que yo diría.

Uno de mis recuerdos más preciados es el de aquel atardecer juntos. Fue uno de los mejores momentos ininterrumpidos que compartí junto a ti. Fue la primera vez que sentí tus labios sobre los míos, haciéndome creer que no existía nada más a nuestro alrededor. La puesta de sol de aquel día es una de las más hermosas que he visto en la vida.

Ha pasado un año desde que te perdí. A decir verdad, la vida sin ti continuó como si estuviera predispuesta. Ya nada es emocionante o destacable. Este primer año sin ti ha sido difícil, doloroso. Estoy hundiéndome.