Como cada tarde a unos segundos del atardecer y con él la penumbra de la noche, se encontraba Cesar escribiendo en su oficina al fondo de su habitación, donde se encuentra un gran ventanal a espaldas del escritorio que según él lo ayuda a inspirarse, sentado en su enorme silla de piel en color negro, sobre su escritorio fino de mármol se encontraba su computadora portátil en la cual concentraba toda su mirada, una cajetilla de cigarrillos Marlboro rojo a la derecha y una botella de vino a la izquierda, el cenicero lleno de colillas, sudoroso y ya un poco desesperado, estaba apunto de terminar su novela, estaba en los últimos párrafos, frustrado y embriagado pensando como daría fin a su historia.
Se dejo llevar por la embriaguez y toco por fin las teclas de su computadora empezó línea por línea como si de un trance se tratara, su foco de la imaginación se encendió y sabia como darle aquel giro final que tanto esperaba, la llevo hasta un carro negro donde una mujer ya estaba harta, cansada y fastidiada de vivir con un ebrio que solo piensa en mujeres, comer y beber, ya se había llevado a sus dos hijos a casa de su madre y aun así no entendía que daño les hacía.
Tantos años felices pasamos y pensar que cuando empezaste con tu proyecto te olvidaste de nosotros (del rostro de la mujer caían lagrimas de odio y tristeza) siempre fue buen esposo y nunca pensé que daría un giro a su vida de tal magnitud, no pensé que me engañaría un millón de veces y se volvería un alcohólico, sabía que este final impactaría la lector, bebió unos cuantos sorbos más de vino y continuo en su frenética tarea de darle punto y final a la historia.
Pensativa en su vehículo se encontraba la mujer, ya sabía lo que acontecería por ello mismo se despidió cariñosamente de sus hijos antes de salir a comprar la leche que descansaba en el asiento del copiloto y que posiblemente nunca llegaría a la nevera de sus hijos, la mujer respiro profundo y de su bolso saco un arma, descendió del vehículo y se encamino a una casa de ladrillo, el perro no ladro ni levanto siquiera una oreja para saber que estaba pasando.
Rodeo la casa por fuera en dirección a la parte trasera, retiro el seguro de la puerta he ingreso a su patio, las manos le sudaban no sabia si seria correcto pero estaba cansada y humillada de tantas infidelidades y que no se hiciera cargo de sus hijos diciendo según el que los ama, que cuando terminara su proyecto todos seriamos felices, las manos le temblaban y sudaban que apenas podía sostener la Ruger Mark III calibre 22 que brillaba a la luz de la luna, caminaba y miraba en todas direcciones, el camino lo conocía muy bien pero no estaba mal un poco de precaución, miro la luz de la habitación encendida sabia que el momento era ahora o nunca, poner un punto final a todo esto.
La mujer levanto con las dos manos la Ruger cal. 22 en dirección a la ventana, respiro profundo, en su cabeza se reproducían todos los buenos recuerdos: cuando se conocieron, cuando la cortejaba, cuando nació su primer hijo y después la pequeña, dejo de apretar sus ojos para observar a su víctima, su mirada ya no era de tristeza se podían observar lagrimas pero eran de odio y de rencor una sonrisa empezaba a dibujarse en su rostro, del otro lado de la ventanilla un sujeto se encontraba escribiendo en su computadora, sentado en su sillón de piel, sobre su escritorio una botella y unos cigarrillos, pensando en el final de su novela.
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