jordano Jordano

Un joven que estaba viviendo su rutina cotidiana felizmente, sin siquiera pensar en la extraña e inusual experiencia que estaba a punto de experimentar, en el interior de un bello parque.


Триллер 13+. © Jordan R.

#239 #serenidad #dolor #amistad #paz
Короткий рассказ
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La Niña en la Banca

Todos los días un joven llamado Chéster, atravesaba un lindo parque para ir a su casa después del trabajo, era un muchacho de mediana estatura, de tez clara, con el cabello corto y de un color negro como el carbón, poseía unos ojos del mismo tono oscuro; se veía siempre relajado cuando caminaba, siempre tenía ambas manos en los bolsillos de su pantalón, el cual era de color azul marino, que era su favorito junto con su playera café; los días transcurrían normalmente, no había nada que lo distrajera de su rutina diaria, la cual consistía en levantarse temprano para ir a su trabajo y ya que no tenía vehículo alguno, necesitaba madrugar para llegar a tiempo. Luego de la jornada laboral caminaba de regreso a su hogar cortando por el parque, pues lo relajaba el ver a los niños correr y jugar, de vez en cuando se detenía para alimentar a los patos del lago y tras ello volvía a casa, preparándose para el día siguiente, que sería exactamente igual o por lo menos eso es lo que él pensaba. A la mañana siguiente todo seguía con naturalidad, así fue hasta que entró al parque pues algo llamo su atención a medio camino, ya que ahí se encontraba una banca de madera, la cual era para dos personas, pero lo curioso es que en ella se encontraba sentada una pequeña niña, quien parecía de unos seis años, ella al verlo le hizo una señal de saludo con su mano. << ¿De quién será hija esa pequeña? – Pensó Chéster –no veo a sus padres cerca, tal vez fueron a comprarle algo, supongo >>.

La niña lo seguía con la mirada mientras él avanzaba alejándose de ella, pero antes de que Chéster saliera del parque se detuvo, giró para ver a la niña y ella seguía allí, con su manita elevada aún saludándolo. La pequeña tenía la cara muy bella, era de tez clara, vestía un largo y hermoso vestido amarillo, el cual , junto con su cabello castaño, que caía como una brillante cascada hasta su cintura, le brindaba una apariencia de esas clásicas muñecas de porcelana; claramente no era extraño ver niños en el parque, lo que confundió un poco a Chéster fue que los niños estaban siempre en la zona de juegos y sus padres los vigilaban de cerca, pero la pequeña se encontraba algo retirada de todos y también estaba sola; él se volvió a girar, avanzando sin darle más importancia al asunto hasta salir del lugar. Ya estando en casa encendió el televisor para ver las noticias, para Chéster nunca estaba demás saber que era lo que pasaba en la ciudad, puso atención a lo que decía la chica del noticiero, al parecer hubo varios robos junto a la zona en la que vive. –Esa gente sin nada que hacer que robar y asustar a las personas, deberían ponerse a trabajar –dijo en un tono molesto.

No pasó mucho para que el cansancio lo venciera, decidió apagar la tele y dormir para estar descansado. Al salir el sol, siguió con su rutina normalmente hasta salir del trabajo, fue entonces que se dirigió al parque como de costumbre y justo como el día anterior se encontró con la niña, ella seguía sentada en la banca, con una sonrisa en la cara y al verlo lo saludo rápidamente; él noto como ella estaba meciendo sus pies, los cuales estaban protegidos por unos lindos zapatos negros, se veía muy tierna pues sus piernas le quedaban colgando por lo pequeña que era; Chéster caminó un poco más cerca de ella y vio que tenía unos preciosos ojos de color marrón, era casi como observar dos pequeñas almendras. En esta ocasión él le respondió saludándola de regreso con la mano pero no le dirigió la palabra ya que claramente no estaba bien que un extraño se acerque a una niña sola, aunque la pequeña era muy simpática, seguía con su enorme sonrisa y no parecía asustada en lo absoluto de Chéster, pero igual que el día anterior, pasó de ella, prosiguiendo si camino, dando por hecho que sus padres estaban cerca y cuidando a la pequeña y dejó de darle importancia al tema, sonrió levemente mientras salía del lugar. Otro día llegó y él se encontraba muy atareado en su trabajo pues se había desvelado viendo un par de películas, lo cual evitó que avanzara con un proyecto que tenía pendiente, esto conllevó a que se quejara más de lo habitual en su oficina. Salió cuando empezaba a oscurecer, siguiendo su camino habitual, sin embargo Chéster nunca había estado de noche por el parque y al estar ahí tuvo varias sensaciones, por un lado se sentía más relajado que de costumbre, lo cual era de esperarse viendo que el lugar se encontraba vacío, solo escuchaba sus pasos y su respiración, inmediatamente se sintió incómodo al sentirse completamente solo. Dirigió su vista al cielo para contemplar las divinas y brillantes estrellas que se alzaban en lo alto, iluminando vehementemente la ciudad. Mientras caminaba se acercaba a la banca de madera, en donde solía estar la niña del vestido amarillo pero claramente, junto con el resto del sitio, la banca se encontraba sola, se detuvo y la observó un momento, le producía un extraño sentimiento, era algo que lo ponía inquieto por lo que continuó su camino; casi al final del trayecto, estando más cerca de la salida, fue cuando le pareció escuchar un extraño ruido detrás suyo, al parecer un susurro, se giro de inmediato pero no logró ver nada, después escuchó un crujido de una rama a sus espaldas, haciendo que se volteara rápidamente aunque tampoco logró distinguir nada, comenzó a agitarse y a respirar de una manera más veloz. -¿Quién está ahí? –gritó Chéster de una manera muy agitada, aunque luego de gritar, recordó lo que vio en las noticias, sobre los robos y saqueos que han estado pasando últimamente en la cuidad.

<< Demonios ¿y si es un ladrón? O peor ¿y si son varios que me quieren asaltar? >> -pensó Chéster al mismo tiempo que movía la cabeza en todas las direcciones. –Pues no me quedaré para averiguarlo –dijo en voz baja.

No perdió el tiempo y salió corriendo del parque y no se detuvo hasta que llegó a su casa, en la cual, una vez estando allí, se encerró con llave, tratándose de relajar y convencerse de que solo fue un animal lo que escuchó en el parque, se acostó para tratar de dormir y de esa manera olvidar su extraña experiencia. Al poco tiempo de acostarse, recordó que descansaba de su trabajo al día siguiente, lo cual de inmediato lo puso muy feliz, olvidando casi por completo su travesía nocturna. En la mañana Chéster preparó unas hojas, un lápiz, y unos colores, puesto que le encantaba dibujar y aprovechaba sus tiempos libres para hacerlo, se tomó un café, guardó sus cosas en una mochila, saliendo de casa muy animosamente; pasaban las horas, era ya casi medio día, cuando ya llevaba varios dibujos de varias partes de la ciudad, pero a su parecer, tenia consigo muchos dibujos de entorno urbano y pensando en más variedad pensó en el lago del parque repleto de patos, era un paisaje muy grato de apreciar y se dispuso a ir al parque para hacer su dibujo; una vez estando en la entrada se dispuso a encontrar un lugar desde el cual pudiera apreciar el lago en todo su esplendor, mientras caminaba, no encontraba ningún sitio que lo complaciera por completo, necesitaba estar justo en el centro. –Aquí hay mucho ruido de los niños y no me dejarán concentrar, en ese espacio da mucho el sol, el único lugar desde el cual se aprecia el lago y no hay tanto ruido es en la banca de madera, espero que ésta vez esté disponible –decía mientras seguía avanzando, pero al llegar pasó lo que se temía, aquella banca no estaba sola y para su sorpresa, quien la ocupaba era la misma niña del vestido amarillo, esto hizo que Chéster se decidiera por fin a acercarse a ella por dos motivos, primero para ver si la pequeña le cedía el lugar, ambos cabían en la banca, pero no le parecía bien que un extraño esté sentado junto a una niña, por lo que prefería estar solo y segundo para que le explicara el motivo por el que siempre estaba sola, la niña al verlo le sonrió y lo saludó como había hecho anteriormente, él se acercó a hasta ella y le dijo – hola mucho gusto, mi nombre es Chéster.

-Hola Chéster, que nombre más bonito tienes, mi nombre es Fior –respondió la pequeña.

-Así que Fior ¿dónde están tus padres?

-Creo que están trabajando o tal vez estén de compras, no lo recuerdo bien, no los veo mucho, ¿por qué preguntas Chéster? ¿Eres amigo de ellos?

-Pues n-no la verdad es que no tengo el placer de conocerlos.

-¿Y quieres ser mi amigo Chéster?

-Am pues, claro, porque no, je, aunque te quería pedir un favor, Fior, quisiera sentarme en ésta banca para poder dibujar el lago.

-Pues hazlo –respondió Fior con una sonrisa.

-La cosa es que no está bien que un extraño como yo, se siente al lado de una niña como tú.

-Pero no eres un extraño Chéster, eres mi amigo y los amigos se sientan juntos.

-Eso es verdad, pero, aun así no quisiera tener problemas con tus padres por algún mal entendido y pues yo preferiría estar solo.

-Jamás pensé en algo como eso – Fior se puso la mano en la cabeza y miró al cielo.

-¿Entonces? –preguntó Chéster algo confundido.

-Oh, cierto, quieres sentarte en mi lugar –la niña soltó una leve risita. –Pues yo llegué aquí primero amigo Chéster, así que es mi lugar, pero me puedo quitar si me ayudas con algo.

-¿Quieres algún bocadillo o quieres que te preste mis colores para que dibujes?

-No amigo Chéster, quiero que me ayudes a escribir una carta a mis papás, es que, bueno, no sé escribir muy bien y aún si supiera, no tengo con qué hacerlo. –Él se sintió un poco triste por ella pero también le dio ternura, se sentó a su lado, sacó una hoja y su lápiz de la mochila, preparándose para escribir.

-Claro que si amiga Fior –respondió gentilmente.

-¿Enserio? Gracias amigo Chéster –la pequeña sonrió de oreja a oreja y en sus ojos se reflejaba una felicidad inmensa y tras ello comenzó a dictar; mientras Chéster escribía, se sentía feliz de poder ayudar a su nueva amiga, lo que ella le dictaba era muy dulce, se notaba que amaba a sus padres pero lo ponía muy triste el ver que todo el tiempo se encontraba sola, pensando en el motivo que pudieran tener sus padres para tenerla tan olvidada y aún con todo eso la niña siempre estaba feliz, lo cual volvía a alegrarlo, -que lindas palabras, estoy seguro que tus padres quedarán conmovidos, me gustaría ver su reacción al leerla –comentó Chéster mientras doblaba la carta.

-Yo también quisiera ver eso –respondió Fior, -pero no me quiero mover de aquí ¿me ayudarías también a entregarla amigo Chéster?

-¿Eh? ¿Yo? Pero no tengo idea de donde están tus padres o donde viven –respondió Chéster confundido.

-Eso es fácil amigo Chéster –exclamó la pequeña volviendo a sonreír, -yo vivo a tres cuadras a la izquierda de la entrada del parque, es una casa muy bonita de color naranja y en la puerta hay una lámpara pequeña, es fácil llegar.

-Vaya, pues no lo sé ¿qué tal si tus padres no están como dijiste?

-Oh tranquilo amigo Chéster, ellos están ahí.

-¿Cómo estas tan segura? hace un momento decías no saber su paradero.

-Pues no lo sé, pero supongo que están en casa, je. –Él la miró indeciso por un momento, pero al final accedió. –Muy bien Fior, lo haré pero ¿no quieres venir conmigo? no es bueno que estés sola tanto tiempo y tan lejos de tus padres, no es seguro.

-No te preocupes por mi amigo Chéster, yo estaré bien, además cuando les des mi carta yo me iré y tendrás toda la banca para ti solito, por eso aprovecharé cada instante que me queda aquí, así que tranquilo yo cuidaré tu lugar, je –Fior dirigió su mirada al lago moviendo la cabeza de un lado al otro, tarareando una bonita canción mientras seguía con su característica sonrisa.

-Muy bien amiga Fior, no tardaré, cuídate. –Chéster se levantó de la banca, guardó sus cosas y se dirigió en dirección a la casa de Fior, al estar un poco lejos de ella la niña le gritó

-¡Amigo Chéster! –a lo cual éste volteó a verla, la niña se puso de pie sobre la banca, puso sus manos alrededor de la boca y gritó. -¡Gracias!

Chéster sonrió, levantó la mano en señal de saludo y siguió avanzando hasta salir del parque e ir en dirección a la casa de Fior. Cuando llegó era tal y como ella la había descrito, por ende supo que la niña no mintió y gustoso caminó hacia la puerta, puso su mano en forma de puño para tocar, aunque antes de hacerlo creyó escuchar a una mujer llorando, dudó un momento si debía de tocar la puerta pero al final se decidió a hacerlo, después de tocar una mujer abrió un poco la puerta, era una mujer de pelo negro y ojos marrón, vistiendo un vestido largo y negro, Chéster logró distinguir como ella tenía los ojos hinchados y llenos de lágrimas y llevaba consigo un pañuelo blanco en las manos para secárselas.

-¿Sí? ¿Qué quiere?

-Disculpe señora, ¿es usted la madre de Fior?

-¿Quién es usted y por qué quiere saber eso? – preguntó la mujer entre sollozos.

-Mi nombre es Chéster y soy amigo de su hija, me la encontré en el parque, se ve que es alguien muy alegre y simpática pero estoy aquí porque ella me pidió que les escribiera una carta y que viniera hasta acá para entregárselas, ella no quiso venir pero no se preocupe ella se encuentra bien.

-La mujer quedó petrificada ante tal comentario, dejó caer el pañuelo que tenía entre las manos, dio un par de pasos hacia atrás dejando que la puerta se abriera por completo antes de que Chéster se diera cuenta de algo, la mujer cayó de rodillas y las lágrimas que se había secado volvieron a brotarle a chorros.

-¿Señora ¿se encuentra bien? Por favor dígame que es lo que le pasa.

-¿A-acabas de decir que viste a mí, a mi hija?

-La preocupación y duda invadieron a Chéster, pues no tenía idea de lo que estaba pasando.

-Eso es imposible joven –dijo ella con una voz entre cortada y siguió, -¿quiere saber por qué? –Agarró fuertemente a Chéster del brazo, se acercó a su oído y le susurro –porque mi hija está muerta.

Al escuchar esa revelación, sintió como un escalofrío recorrió todo su cuerpo y una sensación de terror lo invadió, no supo que decir y del impacto se desplomó de sentón hacia atrás.

-¿Q-que fue lo que dijo? ¿Que Fior está, que, que ella está...

La madre de Fior soltó en llanto, un llanto tan desgarrador que estremecería a cualquiera; imágenes de la pequeña pasaban por la cabeza de Chéster, cuando ella le sonreía y lo saludaba y sobretodo en la simpática charla que acababa de tener con ella.

-¿Pero cómo? ¿p-por qué? ¿c-cuando fue que…?

Chéster no dejaba de temblar y sus ojos se llenaron de lágrimas que lentamente recorrían sus mejillas

-¿Qué está pasando ahí? –gritó una voz masculina desde el interior de la casa, se escuchó como alguien salía de una habitación y se dirigía hasta donde estaban los dos, era un hombre alto de pelo castaño y un par de ojos negros como un par de canicas muy brillosas e igualmente que la dama, también vestía de negro, al ver a su pareja en esa situación se acercó para ver que le pasaba. – ¿Libi estas bien? ¿Qué te pasa amor?

-Éste, éste joven dice haber visto a Fior.

-¿Qué? ¿Quién eres tú y por qué dices eso?

-S-señor, por favor, déjenme explicarles, yo t-tengo una carta de Fior para us-ustedes, la acabo de ver en el parque, se los juro, es una niña dulce y ella llevaba puesto un vestido amarillo, fue ella quien me pidió de favor que les trajera ésta carta de su parte.

-¿Dices que usaba un vestido amarillo? –los ojos del padre se empezaron a ver cristalinos, tanto que Chéster podía ver su reflejo en ellos, pero lo que notó fue que la expresión seria del hombre se transformó en una totalmente triste y destrozada, como si todas las otras emociones hubieran abandonado su cuerpo y solo la tristeza reinara en su interior.

-¡Maldición! –gritó el padre mientras golpeaba la puerta con su puño, él dio una bocanada de aire para tratar de controlarse, dirigió su mirada a su esposa, quien seguía en el piso de rodillas, su puso en cuclillas cerca de ella y le acarició dulcemente su mejilla, apartando el cabello que tapaba el triste rostro de su amada. –Libi, ven, por favor levántate, vamos a la sala. –La levantó gentilmente y fueron hasta un sofá en donde la sentó, -y usted joven puede entrar también, si es verdad lo que dice, quiero escucharlo. –Chester se levantó tembloroso y secó sus lágrimas con sus ojos y ambos fueron a la sala de estar en donde los padres de Fior decidieron contarle lo que había sucedido. Ellos le explicaron cómo su casa había sido la víctima de uno de los muchos robos que ha habido últimamente en la ciudad, todo sucedió por parte de la tarde, la casa se encontraba sola dado a que ambos padres trabajaban hasta muy tarde y por ende tenían que dejar a su pequeña sola en casa, al no tener cerca ningún familiar para que cuidara de ella ni encontrar una niñera confiable, dejarla sola les parecía lo mejor. Días antes del terrible suceso, habían aprovechado su descanso laboral para ir a pasar la tarde en el parque, pasearon, jugaron y se divirtieron y al final los tres se sentaron en una banca de madera, que se encontraba justo en el centro del lugar y otorgaba una vista muy bella, a lo que Fior les comentó que su día había sido increíble que quería repetirlo y que se sentía muy feliz estando sentada junto sus padres en ese precioso lugar. Ellos querían repetir su placentera estadía en el parque llevando por segunda ocasión a su hija, así que planearon pedir permiso en su trabajo para salir temprano y de esa manera sorprender a su pequeña con la noticia, le llamaron al teléfono de su casa y le avisaron que se pusiera su ropa favorita, la niña feliz por la noticia se puso su vestido favorito, uno de color amarillo muy llamativo y con una sonrisa enorme se sentó en el sillón de la sala para esperar a sus padres. Tristemente ninguno se imagino lo que estaba a punto de pasar; Chéster los miraba muy asustado y muchos escenarios sobre lo que pasó después inundaron su mente, Libi no soportaba más hablar de eso, se paró y se fue a la cocina, ahí agarró otro pañuelo para posteriormente sentarse junto a la mesa, lejos de Chéster y Fil.

Fil la siguió con la mirada, agacho la cabeza por un momento y siguió contando la historia, resulta que tres personas estaban rondando la zona, tal parece que lo hacían para encontrar un lugar que se preste para usurparlo, siendo la casa de ellos la elegida por esas escorias de la sociedad; mientras Fior se encontraba sola escuchó como alguien comenzó a forcejear la puerta de la entrada, al principio creyó que eran sus padres, pero de inmediato se dio cuenta de que no era así, pues ellos tienen sus llaves y siempre le avisan que llegaron antes de abrir la puerta gritando su nombre, por lo que la manera violenta en que golpeaban la puerta la asustó mucho, corrió detrás del sillón para esconderse, los ladrones, al no tener éxito con la puerta decidieron romper la ventana para entrar de una vez. El sonido de los vidrios quebrándose hizo que la pequeña se pusiera las manos en la cabeza y se agachara, quedando boca abajo sobre el suelo; las tres personas empezaron a romper las cosas de la casa y a guardar el bolsas cosas que consideraban valiosas para ellos, Fior levantó la cabeza un poco y vio a los extraños profanando su casa y ella no sabía qué hacer, nunca había estado en esa situación o en algo similar, aterrada e indefensa la pequeña pensó en ir por ayuda con un vecino o alguien que estuviera cerca, pero no quería ser vista, por lo que al ver que los tres estaban distraídos, corrió hacia la puerta pero antes de llegar resbaló por los vidrios que se encontraban en el piso, esto hizo que los asaltantes pusieran su atención en ella, Fior los vio por un segundo y se levantó al instante y llegó a la puerta, la abrió y justo cuando dio un paso fuera del lugar, uno de los hombres la tomó del brazo y la regresó al interior y … Fil dejó de hablar.

-Y ¿qué pasó después? –preguntó Chéster en voz baja, aunque él sabía perfectamente el desenlace. A Fil le costaba trabajo seguir narrando la historia pero se decidió a terminarla. Cuando el tipo atrapó a Fior ella comenzó a gritar, pidiendo ayuda muy desesperadamente y en su intento por callarla uno de ellos tomó un cojín de un sofá de la sala y se lo puso en la cara, en un intento desesperado para que dejara de gritar, solo que presiono muy fuerte ya que la niña estaba luchando para que la liberara, pataleaba y rasguñaba a su agresor y así estuvieron unos segundos hasta que la pequeña comenzaba a perder fuerzas poco a poco, llegando al punto en que dejó de luchar. Mientras todo ese espantoso acto sucedía, los padres inconscientes de lo que su querida hija estaba viviendo, se dirigían muy felices a su casa para llevar a su pequeña al parque, sin embargo cuando estaban a pocos metros de llegar a su vivienda observaron cómo tres personas salían presurosos de ella, llevando consigo varias bolsas repletas de objetos desconocidos, rápidamente se sintieron preocupados pues no comprendían lo que estaban viendo y asustados corrieron hasta su casa mientras se imaginaban lo peor, cuando llegaron a la entrada, vieron la puerta abierta y la ventana que estaba quebrada, sin pensarlo ambos padres comenzaron a gritar el nombre de su hija, entraron nerviosos y con la esperanza de que Fior estuviera bien, pero el escenario que encontraron era simplemente indescriptible, todo en el interior estaba hecho pedazos, buscaban en todas las direcciones a la pequeña y fue justo cuando bajaron la mirada en dirección al piso que la vieron, su hija se encontraba recostada en la sala al lado de un sillón, se acercaron viendo como ella tenía un cojín en la cara, se lo quitaron rápidamente y Fil la cargó en sus brazos, diciéndole que eran ellos, que habían llegado para estar con ella, que lo mirara y sonriera como hacía cada vez que llegaban de trabajar, Libi comenzó a llorar incontrolablemente, puesto que en un lapso de pocos segundos, ambos sabían que su hija estaba muerta, pero Fil insistía en que le respondiera, en que por favor abriera los ojos y lo abrazara, pues no se podía imaginar un mundo en el que su amada hija los hubiera dejado, él cayó de rodillas con su pequeña en brazos, Libi se acercó, y ambos la abrazaron.

Chéster estaba en shock tras escuchar la historia, se preguntaba ¿cómo era posible que algo tan horrible le pasara a una niña tan dulce como Fior? Y no comprendía cómo es que él pudo verla e interactuar con ella, aunque se sintió muy agradecido por poder conocerla. Le cuestionó a Fil acerca de cómo se enteraron de los detalles del crimen a lo que este le respondió que no muy lejos de su hogar habían logrado detener a los asaltantes mientras intentaban robar otro asentamiento y al estar en custodia revelaron todo lo que pasó, Fil se levantó del sofá y se dirigió a la cocina junto con Libi para abrazarla.

-No sabes cómo me odio por no haber estado aquí para ella, por no haber podido protegerla, cuando ella murió, algo en mi murió también, - exclamó Libi, mientras se secaba las lágrimas con su pañuelo.

-Lo sé querida, yo, me siento de la misma manera. – Chéster se repuso un poco y les recordó el motivo por el cual él había ido, aún tenía en su poder la carta de su hija, y se las dio para que la leyeran como ella quería.

-Libi, Fil, esto es lo que Fior me pidió que les diera, ella misma me dictó todo lo que está escrito en ella.

-Yo, no, no puedo leerla, sería como escucharla hablar, como si estuviera aquí, pero no es así, yo, necesito otro pañuelo.

-Tranquila Libi, está bien, escucha joven, al parecer no tengo motivos para no creerte, pero aún así, no me siento con fuerzas para leer esa carta, no después de haber recordado lo que le pasó a mi hija, podrías hacerlo por nosotros, en verdad te lo agradeceríamos mucho, solo quiero saber que dice.

Chéster asintió con la cabeza y sacó la carta para leerla, y lo que decía era lo siguiente:

“Hola mami, hola papi, solo quiero decirles que no se preocupen por mí, yo estoy muy bien aquí, hay muchos árboles y animales junto a mí, en verdad son muy bonitos. Sé que estarán en casa, tal vez se sientan tristes porque estamos lejos, pero quiero que recuerden que yo los quiero mucho, perdón por las veces que los hice enojar, eso no volverá a pasar, ahora me siento muy feliz aquí y tranquilos, yo se que los veré después, así que por favor no estén tristes, mami y papi, los amo”. Una lágrima cayó en la carta, la cual provenía de Chéster, quien no se pudo contener, al comprender el significado de la carta, al entender que esa carta era una despedida. Libi y Fil se secaron las lágrimas, se abrazaron y honrando lo que les dijo su pequeña, ambos se miraron mutuamente y sonrieron.

-Gracias, en verdad, gracias por esto Chéster – dijo Libi, mientras lo abrazaba.

-En verdad, jamás terminaré de agradecerte por esto, aprecio lo que has hecho por nosotros o mejor dicho, por ella –comentó Fil cuando lo abrazaba de igual manera. Chéster les dejó la carta, se despidió de ellos y salió de su casa, estaba lleno de emociones por todo lo sucedido, así que fue a su casa para descansar, atravesó el parque como de costumbre, se dirigió a la banca y ésta estaba sola, una tristeza enorme recorrió su cuerpo y recordando su charla con Fior, se percató de que ella había cumplido con su palabra, al dejar la banca para que él pudiera dibujar solo, como él quería, una lágrima viajó por la mejilla hasta llegar a su barbilla y luego esa lágrima cayó al suelo, se sentó en la banca, sacó una hoja y un lápiz para empezar a dibujar. Al día siguiente, Chéster fue a la casa de Fior, pero al parecer sus padres no se encontraban allí, viendo esto, Chéster deslizó una hoja por debajo de la puerta y se fue en dirección a su trabajo; ese mismo día, en la tarde Libi y Fil llegaron a casa luego del trabajo, al abrir la puerta, se encontraron con una hoja en el piso, Fil se inclinó para recogerla, al levantarla vieron que se trataba de un dibujo, uno muy hermoso de Fior, ella se encontraba sentada en la banca de madera del parque, con su hermoso vestido amarillo, con ese precioso cabello café y con sus bellos ojos almendrados, con una enorme sonrisa y con su manita levantada haciendo una señal de saludo; los padres colocaron el dibujo junto a una foto de ella, lo miraron por un momento, se abrazaron y sonrieron levemente, sintiéndose un poco mejor al saber que su amada hija está feliz en el lugar en que se encuentra y sabiendo que en algún momento se volverán a encontrar. Al salir de su trabajo, Chéster hizo lo de siempre, ir a su casa atravesando el parque, él avanzaba tranquilamente con sus manos en los bolsillos, veía a los niños jugar en la zona de juegos y a sus padres viéndolos de cerca, caminó y vio el lago que estaba repleto de patos que nadaban tranquilamente en el agua. Cuando estuvo en el centro del parque, giró al lugar en donde se encontraba la banca de madera y pudo notar, que en ambos lados de la misma habían crecido unos hermosos girasoles que la adornaban, él se acercó a la banca, la observó y se sentó en ella, miro hacia el cielo y recordó cómo su amiga Fior se puso de pie en la banca y después le gritó “gracias”, Chéster puso una enorme sonrisa y respondió. –De nada.

4 февраля 2020 г. 22:29 0 Отчет Добавить Подписаться
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