Ahí vas viento, a por ella. Aprovéchalo, tú que puedes. Tócala, acaríciala, bésala, siente su piel tersa de rosa. Que la naturaleza bajo su nombre ha proclamado que me sea imposible hacerlo yo ¿La puedes ver? Yo la puedo ver, solo eso puedo hacer. Mírala, es graciosa y linda, grandiosa y, por ende, loable, es como las musas griegas de las que hablaba mi padre. Mi vida es verla desde la lejanía, aparentando ser del paisaje, porque de acercarme no sería viajero o desconocido, sería amenaza. Verla es mi más grande placer, aunque mi más grande castigo a la vez, como grande mi nombre, cual grande la pena que vivo en carne.
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