Hilar. Unir los hilos uno a uno, con la habilidad de quien lleva toda su vida repitiendo lo mismo una y otra vez, y la paciencia del que no espera otra cosa que una obra más de las tantas que realizó. Sin otro propósito. Sin otra función. Solo en su labor, pero sin ser consciente de ello.
Mover las hebras, conectarlas entre sí formando patrones idénticos e hipnóticos. Nunca se había preguntado por qué hacía aquello. Era lo que estaba acostumbrada a hacer. Ni siquiera pensaba mientras se movía, como un autómata, hasta acabar la red. Una vez terminada… ¿Qué más podía hacer?
Volar. Batir las alas una y otra vez, con la habilidad de quien lleva repitiendo lo mismo mucho tiempo, y la impaciencia del que espera llegar al objetivo. Sin otro camino. Sin otra visión. Acompañado por la muerte, pero sin ser consciente de ello.
Avanzar, caer en picado hacia una criatura inmersa en su propio mundo. No necesitaba pensar por qué hacía aquello. Era lo que debía hacer. Ni siquiera dudaba mientras caía sobre la araña, como un depredador, hasta agarrarla. Una vez cazada… ¿Quién terminaría la red?
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