—¡Corre! —Soltó sin preámbulos, casi sin aliento.
Jhon no lo pensó ni un segundo y comenzó a correr con todo lo que podía. Realmente sigue sin encontrarle sentido a todo aquello.
Lo citaron para una entrevista de trabajo a las tres de la tarde. Al llegar, creyó que se había equivocado de dirección ya que era... un edificio abandonado. Comprobó nuevamente el periódico y en efecto, era el lugar correcto.
Dudó unos instantes, le daba muy mala espina ese lugar pero ahora mismo, con su situación económica y una hija de dos años a la que cuidar, todo era de provecho. Si su ex mujer no hubiese sido lo suficientemente descarada y egoísta, al límite de demostrar odio hacia su propia hija. La niña escuchó cómo su madre se quejaba de lo tanto que hablaba, y desde ese día su Katie no emitió un sonido más. Pensando, quizás, que así su mamá volvería.
Ahora, lo último que recuerda es haber entrado a aquel edificio y solo ver escombros por todo el lugar. Digno de un cuento de terror.
Se encuentra sentado, atado de manos y pies mientras una voz, un poco lejana, le habla al oído.
–Comienza el juego, Jhon.
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