Que la guerra es último recurso,
de injusto destino en nuestra tierra.
¿Quién lo diría? En los comicios
de ese alegre día. Donde los vicios,
aún no existían entre nobles patricios,
que olvidarían aquellos auspicios.
Un lamento agoniza el firmamento.
La ceniza gris es mecida por el viento.
Una voz quebradiza narra este cuento.
Todo comenzó un miserable día,
de la desgracia que todos compartían,
y la pobre gente se compadecía.
Riqueza con cada palabra prometían.
Adiós a la pobreza por su boca decían.
Solo buscaban un nuevo voto cada día.
Pero el poder a todos engatusa,
provocando una caída en desgracia.
Donde la mentira es la eterna causa.
Que convierte democracia en falacia.
Asumiendo el jefe la dedocracia,
rompiendo con toda burocracia.
Provocando una gran ineficacia.
Que la guerra es último recurso,
de injusto destino en nuestra tierra.
La esperanza se ha perdido.
Nada queda de buen provecho.
La guerra se ha establecido.
El rico está satisfecho.
Se perdió la total confianza,
y con ella posible esperanza
de una honorable gobernanza.
Solo queda la triste eterna espera,
para que acabe esta destrucción,
y no haya más muertes en esta guerra.
La ciudad está en total desolación.
No queda ninguna alegre ostentación,
en trincheras nos dejaron sin ración.
Toca llorar las miserables penas.
Los pocos que sanos, quedamos vivos,
tras esta cruenta y asquerosa guerra.
Y así yo os cuento los tristes motivos,
por los que todos acabamos destruidos.
Luchando unos y otros sin objetivos,
por culpa de unos idiotas consentidos.
Que la guerra es último recurso,
de injusto destino en nuestra tierra.
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