jasume Jasume Knight

El asombroso y mágico circo Soleil es el lugar en el que los sueños pueden volverse realidad. Es en ese lugar donde Alice, una doncella de 15 años, conoce al humorístico Pierrot, aquel que esconde sus sentimientos bajo una mascara. Ambos forjaran una relación muy cercana a través de la cual podrán expresar aquellos sentimientos que siempre habían escondido en su interior. Tristeza, soledad y amor.


Романтика Романтическое ожидание 13+.

#drama #258 #378
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El Pierrot y la Princesa


─ ¿Cuál es tu nombre? ─dijo él con curiosidad al contener sus lágrimas.

─A-Alice. ─respondió con timidez.

─Es un placer conocerte. Mi nombre es...

Al despertar mi almohada observe llena de lágrimas al recordar su dulce voz y su tierna sonrisa. De nuevo había tenido ese sueño en el que lo veía a él. Ese chico cuyo nombre no logro recordar. Es extraño como después de tanto tiempo aún recuerdo aquel día, esa resplandeciente sonrisa en su rostro y aquella promesa que hicimos los dos, pero aún no puedo recordar su nombre.

─Me pregunto si él aún recordara nuestra promesa.

¡Toc, toc! Se escuchó a alguien tocar a la puerta de la habitación.

─ ¿Alice estás despierta? Tenemos que hablar.

─Estaré lista en unos minutos. ─conteste.

En ese momento pensé que no era necesario preocuparse mucho por el recurrente sueño, ya que tenía otras preocupaciones que atender. Después de todo hoy es mi décimo quinto cumpleaños y mi padre me había prometido pasar el día conmigo. Primero iremos de compras, luego visitaremos el nuevo circo al atardecer y concluiremos con una fiesta a medianoche. El plan estaba hecho. No podía esperar más.

Al salir de mi habitación mi padre me esperaba con una extraña seriedad en su rostro que me hizo preguntarme si había sucedido algo.

─Hija...Hay una situación en la empresa que debo resolver.

─ ¿Entonces regresaras más tarde? ─pregunte.

─Temo que no podré acompañarte por hoy, pero le diré a Bryan que te acompañe a hacer las compras y al circo. En la noche regresaré y te presentare a unas cuantas personas. Si tienes suerte conseguirás alguna buena propuesta de matrimonio.

Otra vez. No hay un solo día en el que mi padre no esté ocupado o no me hable de casarme. Comprendo que su compañía es muy importante para él y quiere que me case con un hombre capaz de heredar su empresa, pero yo debería ser aún más importante que eso. Por lo menos en este día.

─Lo entiendo. ─respondí con tristeza. ─Debes hacer lo que debes hacer. ─dije fingiendo una sonrisa.

─Buena niña. Espero pases un buen día.

Al decir eso me dio un beso en la frente y se despidió. Estaba molesta porque rompió su promesa conmigo. Creí que por lo menos esta vez cumpliría lo que prometió, pero ni siquiera por un momento es capaz de olvidarse del trabajo.

Con indignación salí con Bryan, un señor de edad que habíamos contratado como nuestro chofer y mayordomo. Al llegar al centro comercial empecé a elegir mi vestido para esta noche. No podía elegir entre tantos vestidos, y Bryan no contribuía a ayudarme a escoger.

El tiempo pasó con rapidez y aunque aún seguía enfadada con mi padre, la emoción de asistir al circo redujo ese sentimiento de enojo.

─Señorita. Se le ve un poco más feliz ahora que vamos al circo. ¿En verdad le gusta ese lugar? ─pregunto Bryan.

La verdad no sabía por qué el circo me atraía tanto. Vagamente recuerdo una vez cuando era pequeña que mi madre me llevó a uno y quedé fascinada. Desde entonces siempre he querido volver a un circo, pero debido a la enfermedad de mi madre y el trabajo de mi padre, nunca tuve la oportunidad de asistir desde entonces.

─Si. Me gusta mucho. ─respondí a Bryan. ─Hace mucho que no venía a uno y me siento un poco emocionada y nerviosa a la vez.

Antes de entrar, en las afueras del circo se encontraba un joven payaso. Digo joven porque me parecía atlético y delgado. Su físico no parecía ser el de alguien mayor, aunque difícilmente podía comprobarlo ya que no lograba verle al rostro pues tenía una máscara blanca con una sonrisa y nariz roja pintada, además de un sombrero negro y un bonito listón como corbata. Era muy divertido verle y los demás alrededor pensaban lo mismo. No era muy hablador, pero sus malabares eran impresionantes, así como divertida su forma de caminar y dejarse caer.

Al verme sonreír él se acercó a mi apuntando con sus dedos hacia su sonrisa pintada. Luego dio un giro y me tendió la mano. Cuando estaba por tomar su mano de repente aparecieron rosas de sus mangas y me ofreció una.

─Gracias. ─dije felizmente.

Estaba impresionada por sus habilidades y a la vez muy intrigada por ver su rostro oculto detrás de esa máscara. En ese momento un despreciable sujeto lanzó una piedra golpeando la cabeza del payaso, haciéndole caer y así botando su máscara.

─Hey inútil. Cuidado con esos enormes zapatos. Te puedes tropezar. ─dijo el sujeto mientras reía.

─Termina el acto, no eres divertido. Deberías estar atado fenómeno. ─dice el otro.

Al escuchar sus burlas y ofensas me gire hacia ellos con enfado y les grite fuertemente. Estaba frustrada por su actitud inmadura.

─Dejen de ser tan inmaduros tontos.

─ ¿Qué dices...niña?

─Espera, esa es… Estoy seguro, ella es la hija del empresario Smith, el hombre más rico de esta ciudad. Será mejor no meternos con ella.

Al percatarse de quién era yo, ambos sujetos se alejaron rápidamente. No estaba para nada feliz por su comportamiento pues no solo habían lastimado al divertido payaso, sino que incluso habían escapado sin disculparse con él, pero no era momento para preocuparme por ellos.

─ ¿Estas bien? ─dije al acércame al payaso.

En ese instante me percaté que su máscara se había caído y pude ver su rostro por un corto momento. Era un joven chico que podría tener mi edad aproximadamente o quizá un poco mayor. Sus intensos ojos grises eran brillantes, pero tristes como si fueran dos gotas de agua. Su expresión era fría, sin sentimiento alguno.

Al levantarse y ponerse la máscara de nuevo me miró a los ojos. Acercó su mano a mi oreja y de repente sacó un listón rojo que luego ató a su propio cabello tratando de ocultar la herida en su cabeza. Al verle de esa manera, con coraje le pregunté.

─ ¿Por qué ocultas tu tristeza tras esa máscara?

Respondiendo a mi pregunta él dio un giro y luego apuntó con sus dedos hacia su roja sonrisa pintada.

─Para hacerte reír. ─dijo él.

Al decir eso un sentimiento de tristeza se abalanzó sobre mí. Cuando escuche esas palabras dentro de mi corazón surgieron unas inmensas ganas de llorar. Mis ojos se tornan llorosos y mi voz más aguda. El triste payaso sacó un pañuelo de su bolsillo, seco mis lágrimas y frente a mis ojos lo convirtió en una blanca y bella flor.

─Esta flor se llama Crisantemo. Simboliza felicidad.

Estaba sorprendida. No solo por su habilidad de hacer aparecer flores sino porque pensé que él era fuerte. No le importaba sufrir si podía hacer a otros sonreír. Esa parte de él atrajo mi atención y con una sonrisa entre lágrimas le dije.

─Gracias de nuevo por la flor.

Saltando y girando una y otra vez sobre el lugar, empezó a hacerme reír con facilidad. Era alguien asombroso que retenía su propio dolor para hacer reír a las personas a su alrededor. De cierta forma, me recordó a mi madre.

─Está bien jugar el rol del payaso si puedo hacerte reír. ─dijo. ─Es mi trabajo tropezar y caer. Si es para hacerte sonreír, está bien. No me duele.

<<Sé que tu estas mintiendo y eso me hace sentir triste.>> ─pensé, más no lo pude decir.

Una mentira piadosa que puedo perdonar más lágrimas secas que no brotan de su corazón y hacen arder el mío. Este extraño sentir tan nostálgico de repente me hizo pensar en aquel chico de mis recuerdos, sin embargo, su comportamiento era un poco diferente al que recordaba. Las personas pueden cambiar con el tiempo y aunque nosotros mismos no nos percatemos de esos cambios, los demás son capaces de notarlo.

─¡¡Alex!! ¿Qué estás haciendo? Ven a prepararte que ya vamos a comenzar. ─gritó un hombre a lo lejos detrás de una gran carpa.

─Debo irme ahora. Disfruta del espectáculo. ─dijo él.

─Nos vemos luego. ─le dije.

<<Así que se llama Alex>> ─pensé intrigada. En verdad quería hablar más con él, conocerle y saber cuáles son sus pensamientos sobre la vida y las personas. Pero no había tiempo. El espectáculo estaba por empezar y los artistas ya debían prepararse para ello mientras los espectadores nos dirigíamos a nuestros asientos a la espera de la función.

─ ¿Pasa algo señorita? ─pregunto Bryan al verme pensativa.

─No es nada. ¿Ya tienes las entradas?

Me dirigí a mi asiento junto con Bryan y la función estaba por comenzar. Cada acto fue maravilloso y divertido. Desde los bailarines hasta domadores, había mucha gente habilidosa. Inclusive la música tan espectacular me otorgo una sensación de nostalgia de la última vez que vine al circo con mi madre y creo recordar que había alguien más con nosotros. Un chico aproximadamente de mi edad.

<<Me pregunto si ese habrá sido el mismo chico de la promesa.>>

El tiempo pasó con rapidez y sin percatarme ya habíamos llegado al último acto. Las luces se apagaron por un momento mientras el presentador comunicaba la transición al último acto. Luego las luces se encendieron de nuevo apuntando hacia un increíble payaso a grandes alturas.

─Ahora con ustedes el gran Pierrot. ─anunció el presentador.

Por fin había llegado su turno. Alex estaba presente y debía cruzar por una cuerda a diez metros del suelo en un monociclo. A primera vista pensé que eso era imposible y muy peligroso, pero él me demostró, nos demostró a todos los presentes que lo imposible no existe para él. Estaba tan asombrada que al terminar el acto lo busque para hablar con él.

─Fue sorprendente tu acto. Me quedé con la boca abierta y sin poder creer lo que vi. ─le dije.

─No es para tanto. Si practicas mucho puedes lograrlo. Es cuestión de equilibrio. ─respondió

<<Aunque dijera eso, para mí su actuación había sido impresionante. Aun si yo practicará durante años, no podría lograrlo. >>

Cuando vi el listón rojo en su cabello, recordé la pequeña herida que escondió. Me preocupaba que aún le doliese así que trate de acercar mi mano a su cabeza mientras le pregunte.

─ ¿Te duele? ─pregunté con tristeza tratando de tocar su herida.

En ese momento él tomó mi mano con rapidez y sobre ella posó un pequeño collar plateado con forma de corazón. Es extraño como el repentinamente hizo eso, pero era innegable que ambos sentíamos una inusual conexión especial. Quizá seamos muy parecidos, me sentí un poco nerviosa pero cómoda a su lado. Sentí como si él al igual que yo estuviese en búsqueda de algo o alguien que le empujara hacia un cambio para dirigirse a un mejor rumbo en su vida. Puede que Alex haya pensado que yo podría ser esa persona, y yo convenientemente también tuve el mismo pensamiento.

─Un regalo para ti. ─dijo él apartando su mirada por los nervios.

Era simple pero muy bonito. Un inesperado regalo que emocionó mi corazón. Con delicadeza sostuve el collar llevándolo hasta mi pecho para abrazarlo. Se veía un poco viejo, pero bien cuidado. Aunque suene extraño, pude percibir muchos sentimientos provenientes del collar como si de un amuleto importante se tratase.

─Es un bello collar. ─dije con alegría. ─Gracias.

Por unos segundos hubo un silencio entre los dos mientras la brillante luz de luna iluminaba su blanca máscara. Como si estuviese hipnotizada, le veía fijamente mientras pensaba en ese rostro que ocultaba detrás de esa mascara, así como los posibles sentimientos que se guardaba dentro. Era un misterio que atraía a mi corazón.

─ ¿Por qué no te quitas la máscara? ─pregunté con interés. ─Acaso es para ocultar tu tristeza. ─dije pensando en lo que había pasado fuera del circo anteriormente.

Cuando dije eso, el solo dio una vuelta y tropezó hasta caer en un barril. Quizá lo hizo a propósito para evadir mi pregunta. Pensé por un momento, pero al verle, sólo sentí ganas de querer ayudarle. Era un poco torpe y despistado, sin embargo, había una oculta calidez que emanaba de él. Como si esperara que al hacer reír a los demás, lograse hacerse feliz a sí mismo. Por eso siempre se esforzaba por atraer las risas de los demás.

─ ¿Estas bien? ─pregunté al tenderle mi mano. ─Cielos. Debes tener más cuidado.

─Otra vez. Me has ayudado de nuevo. En verdad eres increíble. ─dijo él.

─ ¿En serio? Yo pienso que tú eres más increíble. Quisiera poder hacer todos esos malabares y saltos que haces. ─dije aún asombrada por su anterior acto.

─Puedo enseñarte si quieres.

─ ¿De verdad lo dices? Me gustaría mucho que me enseñaras. ─exclame con una gran sonrisa.

Su relación se volvía más cercana y el ambiente más cómodo a cada segundo. Lastimosamente el ambiente cambio cuando en las cercanías se escuchó una voz que llamaba a Alice una y otra vez con impaciencia. El tiempo había pasado más rápido de lo que creían y el momento de separarse había llegado, sin embargo, este no era un adiós, sino un nos vemos pues muy pronto estarían por verse de nuevo.

─¡¡Señorita!! ─gritaba Bryan en busca de Alice.

─Parece que ya debo irme. ─dije con apuro. ─Fue un placer hablar contigo. Muchas gracias de nuevo por el regalo. Lo atesoraré.

Estaba por marchar, pero antes de irme decidí invitar a Alex a mi fiesta pues quería continuar hablando con él. Nos acabábamos de conocer, pero sentía como si fuésemos amigos desde hace tiempo. Encontraba una extraña conformidad a su alrededor. Como si me permitiera ser yo misma cuando estoy a su lado.

─Alex, ¿verdad? Dime, ¿tienes algo que hacer más noche? Si te apetece puedes venir a mi fiesta de cumpleaños. Ten, toma una invitación. Mi nombre es Alice, no lo olvides. Ah y no es necesario ningún regalo. Estoy feliz solo con el que me diste. Espero verte a medianoche.

Le comentaba mientras le entregaba mi invitación esperanzada en verle de nuevo. Al hacerlo inmediatamente corrí hacia Bryan quien gritaba mi nombre y me buscaba por todo el lugar. Era vergonzoso y un poco molesto que gritara mi nombre por todo el lugar, así que me dirigí con rapidez hacia el para no preocuparle más.

─Señorita ¿Dónde estaba? Estuve buscándola. ─exclamó con preocupación.

─Disculpa. Estaba saludando a los miembros del circo. ─respondí.

Mientras nos dirigimos hacia el vehículo, me voltee para con mi mano despedirme de Alex. Ese momento que pase fue casi mágico para mí. La fantasía del circo, los animales y personas, así como el poder conocer a alguien nuevo e interesante. Eso me hizo feliz, sobretodo el pensar que quizá nos habíamos vuelto amigos fue lo que más me cautivo.

Al llegar a casa, rápidamente me prepare. Me puse el vestido que había elegido, unos altos tacones, y un poco de maquillaje. Para combinar con el conjunto decidí usar el collar que Alex me regaló, y el crisantemo lo coloqué en una diadema encima de mi cabello, además de los aretes que solía usar mi madre.

─Te ves preciosa mi niña. ─dijo Marta, la cocinera de la familia y organizadora del evento. ─Cuanto me entristece que tu madre no pueda ver cómo te has convertido en toda una dama. ─dice con nostalgia al recordarla.

Unos dos años habrán pasado desde que falleció debido a su terrible enfermedad. Aunque ella no esté presente conmigo hoy, aún tengo muchos recuerdos sobre ella. Por eso no me siento tan triste, sin embargo, en ocasiones la sensación de soledad abruma mi corazón y extraño sus palabras, sus caricias y sus besos.

─Estoy segura que ella está velando por nosotros desde el cielo como una estrella resplandeciente en el firmamento. ─dije con confianza.

─Pero qué romántica mi princesita. ─exclamó Marta.

Las horas pasaban hasta que la luna se posicionó en el centro del oscuro cielo iluminando todo por debajo mientras el reloj marcaba las doce de medianoche. El momento de comenzar la fiesta llego, así como los invitados quienes esperaban con impaciencia en el primer piso de la mansión.

─Es hora. Bienvenidos sean todos los invitados presentes a la fiesta del décimo quinto cumpleaños de la señorita Alice. ─anunciaba Bryan.

Nerviosa y emocionada a la vez, me presente ante los invitados luciendo mi largo y elegante vestido rosa fluorescente, mis plateados tacones y mi brillante diadema.

Entre los presentes buscaba con desesperación a Alex, mi invitado y único amigo, pero no lograba encontrarle. De hecho, por un segundo me detuve a pensar ¿cómo podré reconocerle si solo vi su cara por un corto momento? No es como si haya podido memorizar su rostro completo solo con verle unos pocos segundos. Pero luego, me di cuenta que la mayoría de invitados eran personas de mayor edad, por lo que encontrar a un joven de mi edad sería más sencillo.

─Hola. Tiempo sin verte. Casi no pude reconocerte por lo linda que te ves.

Entre todos los halagos y felicitaciones, una voz sobresale del resto. Al voltear a verle pude observar a un chico un poco mayor que yo, alto y de ojos oscuros con una expresión un tanto seria, pero llena de confianza.

<< ¿Será él? >> ─pensé. Era difícil recordar el cómo lucía sin la máscara, aunque su voz se escuchaba más grave, sin embargo, siendo el único hombre cercano a mi edad llegue a la conclusión que tenía que ser Alex.

─ ¿Quieres bailar? ─dijo él.

Con placer acepte danzar con él. En ese instante me percate que él era muy bueno bailando. Sus pasos se mueven con armonía al sonido de la canción y sus manos dirigen las mías con facilidad. Asombrada pensé en lo increíble que debía ser el circo sí el ya a esa edad podía bailar tan bien. Al terminar la pieza de baile mi padre se acercó hacia nosotros.

─ ¿Hija qué te parece la fiesta? ─dijo bastante contento. ─Veo que te estás divirtiendo y por lo visto ya conociste a León Cortés.

─Gusto en verle señor Smith. ─dice León.

<< ¿León?!! >> ─pensé con una confusa mirada.

Por lo visto mi padre y ese joven se conocían desde antes. León parecía ser su nombre, pero el nombre de la persona que esperaba no era ese. En ese momento me di cuenta que estaba equivocada y ese chico no era quien yo creía

─ ¿Me recuerdas Alice? ─pregunto.

Mientras le veía con más detenimiento, a mi mente llegaron recuerdos de la primera vez que mi madre me llevó al circo. León, ese mismo nombre era el de aquel niño que hace tiempo conocí. Ese chico de mirada baja y sombría que parecía tenerle rencor al mundo.

─Dudo que le recuerdes Alice. ─dijo su padre. ─Han pasado varios años desde que se conocieron y en aquel entonces eras solo una niña pequeña, sin embargo, me alegra ver que León aún se acuerda de ti. ¿No es espléndido este joven? Perfecto para ser tu prometido. ─afirmó con confianza.

─ ¿Mi prometido? ─exclame con exasperación.

Había olvidado por completo la idea de mi padre respecto a encontrar pareja. Y ahora teniendo a León frente a mí, no podía simplemente rechazarle frente a todos, pero, tampoco quería comprometerme con alguien que apenas conocía.

Estaba tratando de contener mi enojo, más sin palabras que decir no encontraba la manera de zafarme de esta situación, hasta que de un momento a otro el ambiente cambio. Se escucharon risas por doquier, la multitud de invitados comenzó a fijar su atención sobre el acto del divertido Pierrot.

─ ¿Quien invitó a ese payaso? ─dijo mi padre con enfado.

─Fui yo. ─replique. ─Él es mi invitado.

De un lado a otro el divertido Pierrot se desplazaba sobre su monociclo mientras hacía malabares. Se notaba como su entusiasmo llegaba a los demás, pero al golpearse en la cabeza con uno de sus bolos cayó al piso. Cuando uno de los invitados trato de ayudarle a levantarse, desde las mangas del Pierrot una explosión de confeti rocío sobre todos.

─No me importa si es tu invitado, debes decirle que se vaya. ─dijo mi padre.

─Tranquilo señor Smith. ─dice León al intervenir. ─Todos parecen estar divirtiéndose con el alrededor. Podemos dejarle estar un poco más. ─propuso dirigiendo su mirada hacia mí.

Para mi sorpresa mi padre aceptó la propuesta de León. Eso me alegro, sin embargo, me molestó un poco el pensar que incluso si yo le hubiera suplicado, él probablemente no hubiera permitido que Alex se quedara. Aun así, no iba a permitir que ese pensamiento me amargara la noche.

─Alice. Por esta vez lo permitiré, pero la próxima vez por lo menos consulta conmigo con anterioridad. ─comento mi padre un poco más calmado sobre el asunto.

─En-entendido. ─respondí.

Luego de ello, corrí para acercarme a Alex. Al verle en el suelo, le tendí mi mano para ayudarle. En serio es un hombre muy extraño e impredecible, bastante fuera de lo común podría decir, pero esa es una de las cosas que me atrajo de él en primer lugar.

─Bienvenido. Gracias por venir a mi fiesta. ─le dije con una sonrisa entre mis mejillas.

En silencio él tomó mi mano y se levantó. Su vestimenta captó rápidamente mi atención, pues al verle de cerca logre notar su largo y extravagante manto azul oscuro como si de un mago se tratase. Combinando con el atuendo un bonito moño rojo mal atado resaltaba.

─ ¿Qué es eso que llevas puesto? ─pregunte.

─Lo siento, no tenía nada más. ¿Se ve raro? ─dijo entre nervios.

Estirando mis manos hacia su cuello empecé a arreglar su moño con delicadeza. Era un traje bastante llamativo. Me preguntaba de donde lo había sacado. Al borde de la manga observe un pequeño grabado que decía Adam. Me hizo pensar que quizá pertenecía a algún otro miembro del circo quien le había prestado el traje para esta ocasión.

─No te preocupes que se te ve muy bien. ¿De dónde sacaste este traje por cierto?

─Era de mi padre. ─respondió.

Al decir eso, pude sentir la nostalgia y tristeza en sus palabras. Él es como yo. Pensé por un momento. Desconocía el peso de sus palabras y de su pasado, pero, aunque no quería tocar viejas heridas, la verdad es que estaba bastante intrigada.

─Ven conmigo. ─dije al tomarle de la mano y arrastrarle fuera del salón lleno de gente. ─Vayamos a un sitio más tranquilo a hablar.

Sin decir nada el solo me siguió tranquilamente. Salimos por la puerta trasera hacia el jardín, fuera de todo el ruido de la fiesta. Por alguna razón me sentí más tranquila. Pese a que es mi fiesta, me sentía asfixiada ahí dentro por la cantidad de personas desconocidas, amigos y trabajadores de mi padre quienes más que ser aliados, eran interesados que buscaban como aprovecharse de él y su fortuna.

─ ¿Te encuentras bien? ─pregunto Alex.

─Estoy bien. ─dije apartando mi mirada.

Inmediatamente Alex se percató que mentía pues dijo algo que en mi mente permaneció un buen rato. Sus palabras eran simples, pero trataban de darme a entender que yo al igual que los demás escondía mi verdadero ser aparentando ser alguien más frente a otros.

─Yo soy el que usa mascara y sin embargo pareces ser tu quien esconde su rostro.

─ ¿Qué quieres decir? ─pregunte mientras pensaba en sus palabras.

Cuando le pregunté el significado de sus palabras, el volteo su mirada hacia la inmensa luna que brillaba en soledad en ese cielo nocturno. Detrás de esa solitaria luna se esconde un inmenso sol que espera pacientemente su momento de brillar y que, aunque no podamos ver, está presente al igual que aquellos sentimientos que escondemos dentro de nosotros, pero que no decimos.

─La luna es muy grande esta noche, y además hace mucho frío aquí afuera. ─dije con escalofríos.

Sin percatarme por lo distraída que estaba, Alex me sorprendió pues empezó a hacer figuras con globos. Sin quitarse su máscara por completo, comenzó a soplar con fuerza y a dar forma a los globos. No sabía si reír o pellizcarme para saber si estaba despierta pues su acto impredecible me hizo creer que estaba soñando.

─ ¿De dónde sacas todas esas cosas? ¿Acaso tienes bolsillos mágicos?

Sin decir nada, el solo dio un giro y con sus dedos índice apuntó hacia su pintada sonrisa. Luego estiró su mano hacia mí para ofrecerme un globo con forma de flor que acababa de hacer. Al tomarlo, él empezó rápidamente a hacer otro. Esta vez el globo tenía forma de oso.

<<En verdad es impredecible.>> ─pensé mientras soltaba una pequeña risa.

─ ¡Feliz Cumpleaños! ─exclamó Alex al entregarme el globo. ─Espero disfrutes tus regalos. ─dijo con los brazos abiertos expulsando el poco confeti que sobraba de sus mangas.

─Gracias. ─dije sonrojada por la timidez. ─No tenías que darme nada más. Te dije que estaba feliz con este bello collar que me diste.

En ese momento me sentí un poco apenada por la manera en que Alex me felicitó y lleno mis manos con más regalos, pero mi rostro se puso en verdad colorado cuando el, para mi sorpresa, me ofreció su cálido manto para deshacerme del frío en mi cuerpo y me brindó amables palabras.

─Te quedan bien. Me alegra que tanto el collar como el crisantemo realcen tu belleza.

Cuando escuche esas palabras mi corazón se aceleró y mi frente empezó a arder. Desconocía ese extraño sentimiento. Por un segundo pensé que me estaba enfermando por la serenidad de la noche, sin embargo, al ver como Alex se tapaba su máscara con sus manos, solté una risa y con ello mi cuerpo se tranquilizó.

No podía ver a través de su máscara, aun así, como si de un libro abierto se tratase pude adivinar que Alex estaba apenado por las palabras que había dicho antes y su forma de ocultarlo me hacía gracia pues a pesar que llevaba una máscara, él se tapaba el rostro con sus manos en señal de vergüenza.

─Dime. ¿Por qué no te quitas la máscara? ─pregunté de repente. ─Quisiera ver tu verdadero rostro. Enséñame quién está detrás de esa máscara. No te preocupes, no tienes que fingir una sonrisa.

Al decir eso, Alex comenzó a acomodarse el moño de su camisa, que misteriosamente filtró agua desde el interior.

Asombrada me puse a aplaudir como si de un truco de magia se tratara. En serio, hacía honor a su profesión pues siempre cargaba consigo artefactos interesantes que utilizaba para hacer sus divertidos actos.

Luego de unos segundos recapacite. Él lo estaba haciendo de nuevo. Tratando de evadir mi pregunta solo conseguía que me preguntase a mí misma con curiosidad el motivo de ello.

─Espera. No trates de mentir para evadir mi pregunta. ─dije con enfado.

─Yo no he dicho ni una mentira. ─respondió.

Era cierto que no había mentido, más la verdad tampoco había dicho. Con tristeza en mi mirada, aparte la vista sin saber qué decir. Temía que él no confiase en mí, aunque era obvio que lo no lo hiciera puesto que nos acabábamos de conocer hace relativamente nada. Armándome de valor me anime a preguntar.

─Tu… ¿Acaso no confías en mí? ─dije con temor a su respuesta.

─No es eso. Yo…Esta máscara es parte de mí y no puedo quitármela aún. Ya he olvidado mi verdadero rostro, así que uso este para hacer reír a los demás.

Por alguna razón escucharle decir eso hizo a mi pecho arder. Siempre que lo veo, todos a su alrededor lo ven como un simple payaso. Todos se burlan de él, y eso llena de tristeza y dolor a mi corazón. Mientras pensaba eso, no notaba que mis lágrimas comenzaban a salir sin control.

─Es-espera. ¿Por qué lloras? ─pregunto el sin saber qué hacer.

No podía detenerme. Aunque trataba de evitarlo, mis lágrimas salían sin control. Sin encontrar otra solución, Alex retiró lentamente su máscara y yo al ver su rostro, recordé a aquel chico de mis sueños y la promesa de ese lejano día.

Su expresión era diferente a la de mis recuerdos pues su resplandeciente sonrisa era de lo poco que recordaba y de lo que Alex carecía. Me extraño como su fría expresión me había hecho pensar en aquel chico y como al verle mis lágrimas cesaron.

─En verdad eres una niña llorona. ─dijo mientras me acariciaba encima de la cabeza con una diminuta sonrisa.

Cuando escuche esas palabras, a mi mente llego el recuerdo de ese momento junto a los sentimientos guardados y la promesa de ese entonces.

─En verdad eres un niño llorón. Así no podrás hacer reír a los demás. ─solía decirle a aquel chico del pasado. ─Prométeme que no volverás a llorar. Promete que te harás fuerte para hacer a los demás felices y yo a cambio te prometo que cuando te vuelva a ver me casare contigo.

Recuerdo con claridad mis palabras, pero ha pasado tanto tiempo que olvide su nombre y su rostro. Aunque tratase de recordar, el hecho que Alex estuviese acariciando mi cabeza aceleraba mi corazón y confundía mi mente.

─Gracias Alice. ─susurro. ─Por derramar las lágrimas que yo no puedo derramar.

Estaba sorprendida por su agradecimiento. Pese a ello, pensé que lo mejor era disculparme pues me estaba comportando de forma muy inusual.

─No, yo...lo siento por comportarme como una niña. Te estoy causando problemas.

─Está bien llorar. Aunque las lágrimas de tristeza sean amargas, son más amargas aquellas que no logran salir del corazón y se clavan como espinas guardadas en el mismo. Mi madre solía decirlo cuando yo era un niño. Pero desde que mis padres murieron mis lágrimas se secaron así que te agradezco que llores por mí.

Dicho eso, él se puso la máscara nuevamente, dio un giro sobre su pie y con sus dedos índice apuntó hacia su sonrisa pintada.

─Sonríe. ─dijo.

Entre lágrimas le mostré una sonrisa mientras en mi mente pensaba en lo fuerte que era él.

<<Haz cumplido tu promesa. Te has vuelto fuerte.>> ─pensé sin ninguna evidencia que mostrara que él era el chico de aquella promesa.

La noche pasaba con rapidez y Alex se preparaba para regresar pues tenía que dar otro acto temprano. Bajo las estrellas nos despedimos por ahora en espera de un nuevo amanecer en el que nos podamos encontrar otra vez.

...tsk...Se escuchó un débil sonido al rechistar.

Sin percatarnos de ello, escondido en las cercanías del jardín, la sombra de un hombre con disimulo escuchaba nuestra conversación mientras maliciosamente planeaba la manera de alejarnos.

7 сентября 2018 г. 20:16 2 Отчет Добавить Подписаться
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JA Jeffrey Altamirano
Que buena historia!

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