20 minutos
Ya eran las once y aquella cena de Nochebuena estaba a punto de comenzar. Tom, un hombre de cuarenta años, se hallaba en la cocina preparando los últimos platos. Esa noche había cocinado solomillo con patatas rellenas. Anteriormente había preparado unos platos con jamón, queso y canapés como entradilla a dicha comida. En la mesa estaba aquella familia que tanto le había costado formar. Sus dos hijas, de 8 y 9 años, se hallaban vestidas las dos con un elegante vestido blanco que hacían juego con unos zapatos azules. Su esposa, Marga, se encontraba en el extremo de la mesa vestida con una rebeca negra y unos pantalones marrones, en su cuello portaba el collar de perlas que le había regalado por su aniversario.
- Ya mismo está la comida, faltan cinco minutos. Espero que no empecéis sin mi- Dijo Tom con un tono de voz alegre.
Tom siempre había sido un hombre recto y con pocos sueños. Cuando era niño su máxima aspiración era encontrar a una mujer que le quisiese y formar una familia convencional con ella. Cuando conoció a Marga en una fiesta lo tuvo claro, supo que aquella iba a ser la mujer de sus sueños. De actitud tranquila y buena Tom logró conseguir aquel sueño que tanto había buscado. Cuando le hicieron fijo en la empresa le pidió matrimonio a Marga. Al cabo de dos años ya tuvieron a su primera hija y cuando nació ésta se pusieron manos a la obra para engendrar una segunda descendencia.
Tom llevó los platos y comenzó a servirlos. Cuando ya estuvo todo listo se sentó al otro extremo de la mesa y se sirvió una copa de vino.
- En estas fechas tan bonitas sólo me queda repetir el mismo discurso que he venido haciendo todos los años - Dijo levántandose, a la vez que tocaba con la cuchara la copa de cristal para que todos le escucharan. - Me gustaría agradecer a Dios por la gran familia que tengo, ya que me ha obsequiado con la mejor de las mujeres y con las mejores de las hijas. Tan sólo espero que el proximo año sea tan fructífero como lo ha sido éste.
A medida que Tom comía de su plato y los segundos pasaban su rostro fue cambiando. En donde antes había alegría ahora se mostraba un poco de ansiedad y preocupación. Su respiración fue aumentando y esto hizo que el trozo de carne que tenía en el tenedor se cayese. Las manos comenzaron a temblarle un poco. Dirigió su mirada hacia Susie, su hija de 8 años.
- Este curso has sacado muy buenas notas. Estoy muy orgulloso de ti. Tu profesora me ha dicho que si sigues estudiando y esforzándote como hasta ahora no tendrás ningún problema para superar la secundaria, cuando llegues.
Sus manos estaban mas temblorosas, era como si hubiese algo en el ambiente que le perturbase o le preocupase en exceso. Ahora, dirigió su mirada hacia Marie, su segunda hija.
- Tus notas no han sido tan excelentes, pero tu profesora de música dice que tienes mucho talento. Quien sabe, si sigues por ese camino puede que te conviertas en una excelente pianista, porque...¿eso era lo que tocabas no? el piano...
Volvió su vista hacia su plato y esta vez no pudo evitar que una lágrima suya se resbalase por su mejilla hasta quedar en el interior de éste.
Tom siempre había sido un hombre muy racional. Todo lo que no perteneciese a este mundo o no tuviese lógica era algo que no aceptaba.El único ser al que podía tolerar aún sabiendo, en el interior de su corazón, que no existía, era a Dios. Del mismo modo que era una persona muy lógica también era una persona muy ordenada. Cierto día, cuando era pequeño, su madre cambió varios juguetes de sitio dentro de su cuarto y eso hizo que el pequeño Tom entrase en una crisis violenta. Tom, al ser ordenado, no podía soportar que cambiasen la rutina a la que estaba acostumbrado, no podía soportar que destruyesen lo que tanto le había costado construir.
Tras beber con dificultad un sorbo de vino miró con ojos casi desencajados a su esposa. A pesar de que su rostro ahora era el de un hombre a punto de perder la razón intentó que sus palabras fuesen las mas amigables posibles.
- Y tu, amada mía, se que hemos tenido problemas este año, pero...seguro que solucionaremos todos nuestros males. Un matrimonio es como un juguete, cuando se estropea no hay que tirarlo, tan solo hay que arreglarlo..
Cuando pronunció esas palabras se quedó callado durante varios segundos.
Como se ha dicho antes, Tom no podía soportar la idea de que las cosas no funcionasen de forma normal. Tampoco podía soportar que todo su mundo se desmoronase. Su madre, al ver que sufría aquella crisis violenta tan sólo por colocar sus juguetes en otro sitio, decidió que lo que había pasado era un simple "berrinche de niño" Pasados muchos años después de los acontecimientos ocurridos en aquella fatídica noche del 24 de Diciembre, dicha madre volvería a recordar dicho episodio, preguntándose si no fue una equivocación dejar pasar tal actitud y preguntándose también si todo hubiese sido diferente si lo hubiese visto algún especialista.
Tom se dirigió de nuevo hacia su mujer. Esta vez tenía un tic raro en los ojos y las manos y boca le temblaban de manera excesiva. Sin levantarse de su sitio comenzó a hablar de nuevo, esta vez con un tono angustioso. A la vez que hablaba sus lágrimas se derramaban sin descanso.
- Fue tu culpa ¡TU MALDITA CULPA! ¿Por qué lo hiciste? siempre fui un marido ejemplar, siempre te cumplí y siempre te dí amor. ¿Por qué tuviste que engañarme con ese tipo? ¿Por qué querías dejarme? ¿Por qué querías llevarte a los niños?
Tom dio un trago de vino y respiró profundamente.
- Si, decías que las podría ver cuando quisiese, pero yo se la verdad. La verdad es que tu querías destruirme con lo que mas quiero. No dejarías que viese a las niñas ¡Él iba a ser su nuevo padre! ¡Eso es lo que tu querías! Yo...
Se levantó y se acercó a su mujer con la botella de vino. Le sirvió una copa y acto seguido se volvió a sentar en su sitio.
- Lo siento mucho, de verdad. No sé que me ha pasado...Hoy es Nochebuena y lo pasaremos en familia, como todos los años. Porque esta es una fecha que hay que celebrar con tus seres queridos. El año que viene...nos irá mejor, lo prometo.
Cuenta atrás finalizada
De repente se oyó un fuerte portazo en la casa. Un grupo de siete policías entraron armados. Cuando el oficial entró al salón para arrestar a Tom lo que vio lo dejó helado. Aquella escena eran tétrica y macabra que lo persiguió durante muchos años. Seis meses antes se había denunciado la desaparición de Marga y las dos niñas, la policía tenía sospechas pero las pistas no habían llegado hasta aquel día.
- ¿Que demonios estás haciendo? - Dijo el oficial totalmente estupefacto ante aquella escena tan repulsiva.
- ¿Usted que cree? Celebro la Nochebuena junto con mi familia, como todos los años-
Tom se hallaba en compañía de los cuerpos ya putefractos de su esposa y sus dos hijas.
Спасибо за чтение!
Мы можем поддерживать Inkspired бесплатно, показывая рекламу нашим посетителям.. Пожалуйста, поддержите нас, добавив в белый список или отключив AdBlocker.
После этого перезагрузите веб-сайт, чтобы продолжить использовать Inkspired в обычном режиме.