Año 2040
La tierra ha quedado totalmente devastada por el ataque alienígena. Los edificios han sido destruidos y la humanidad vive en chabolas a las afueras de las ciudades. La mayoría de las personas son prisioneras en sus propias casas y trabajos, el miedo y la desesperanza adorna sus rostros día tras día. Sólo unos pocos siguen resistiéndose, ocultándose en una ciudad escondida llamada Tortuga, es una fortaleza con forma de este galápago, donde los rebeldes luchan día tras día por sobrevivir, pero las fuerzas alienígenas son mucho más fuertes, y todo el mundo está perdiendo la fe. La mayoría de las personas ya se han resignado.
La vida en la tierra era demasiado diferente a cómo algunos recordaban, el miedo y la desolación recorría las calles, había injusticias todos los días durante el control de prisioneros. Todos los ciudadanos debían asistir al control y presentar su acreditación a los guardianes.
Tras el ataque alienígena que tuvo lugar en el año 2018, la tierra quedó totalmente destruida, algunos héroes murieron en la batalla, y otros fueron congelados en la habitación azul, dentro de la fortaleza Arsenihis, custodiados por una piedra alienígena con poder para invalidar sus poderes y volverlos humanos. Sólo unos pocos son resistentes a los poderes de la piedra. Cualquier humano que se acerque a ella moriría al instante, pues esta piedra está hecha de un metal que emite una radiación mortal. Las personas resistentes a la piedra son asesinadas cruelmente, por eso la mayoría de ellos viven ocultos entre la población suplantando falsas identidades.
Nadie puede entrar en la fortaleza sin ser visto por el gran ojo, el gran ojo es una especie de perro guardián conectado mediante hipnosis con el Arsenihis más antiguo de todos y rey de los alienígenas. Por tanto nadie puede liberar a los héroes.
La vida en la tierra se había vuelto tediosa y rutinaria, los humanos tienen que trabajar para aquella raza superior que los ha invadido, hay muertes y desapariciones todos los días, pero nadie puede reclamar, ni siquiera quejarse, pues entonces ellos los matarían a todos. La humanidad ha de aceptar aquella realidad, y seguir viviendo, sólo la esperanza en los refugiados hace que la ilusión prevalezca. Los refugiados son los únicos que luchan por los derechos de los humanos.
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