Seokjin
¡Plapf!
Yoongi suelta el tocino y tira su mano de vuelta, un gruñido sale de su boca como si el golpe le hubiera hecho daño. Levanto mis cejas mirándolo a sabiendas. El hombre tiene dos metros y probablemente cien kilos más que yo. Para no mencionar que es un shifter.
—Hoseok no tomó el suyo aún— le hago una mueca.
Yoongi solo gruñe y vuelve a comer su bife con huevos y todo lo demás que dejó en su propio plato. Levanto la cafetera y pongo el café.
Vivir con tres shifters alfas puede ser una lucha cuando se trata de comida. Parece como si nunca comieron antes, como si yo los estuviera matando de hambre y no tuvieran la seguridad de que tendrán tres comidas completas al día, pero desde que cocino para ellos los últimos siete años, sé que eso es un montón de tonterías. Yo los mantengo bien alimentados.
Tres es mucho más fácil de manejar en lugar de los siete que acostumbrábamos ser, pero a lo largo de los años, uno por uno, los hermanos comenzaron a encontrar a sus compañeros.
Nuestra pequeña familia va empequeñeciendo a cada año que pasa. Eso es todo lo que el grupo de hermanos parece querer, buscar al único y verdadero compañero. Cada vez que alguno encontró su compañero fue agridulce, sabiendo que encontró lo que buscaba pero a la vez iba a dejarnos.
Nosotros siempre íbamos a la siguiente ciudad. Nunca quedandonos en el mismo lugar por mucho tiempo. Me gustaba estar en movimiento al comienzo. Parecía que mi pasado no podría alcanzarme. Si me mantuviera en movimiento, nunca sería encontrado.
Desde el año pasado hemos sido solo Yoongi, Hoseok, Ggukook y yo. Los tres no encontraron a sus compañeros. Cansados de estar en la ruta y saltando de ciudad en ciudad, todos decidimos que era hora de establecernos en algún lugar. Estábamos en Gray Ridge, Colorado, hace más de un mes ahora, y estuve presa dentro de esta cabaña.
Elegimos Gray Ridge porque supimos que era una manada más abierta. No tan apegada a las reglas. Algunas solo aceptaban a ciertos shifters y tenían una lista kilométrica de qué hacer y qué no. Pero aquí no eran así. O eso fue lo que mis hermanos dijeron. Todo el mundo solo tiene que ser parte de la comunidad. Todos trabajan juntos aquí. Me gusta cómo suena eso. Parece amigable, incluso hogareño.
— ¿Crees que puedo, simplemente, salir un poco? Voy a tener mucho cuidado— me muerdo los labios y le hago a Yoongi mi mejor cara triste. Es algo que vengo haciendo hace años cuando intento conseguir algo. Cuando era pequeño, eran dulces o helados. Cuando crecí, podía ser una noche de cine en familia o ellos llevándome a pescar.
—Aaahh, Jin, no hagas eso— Yoongi suelta el tenedor y puedo ver que se siente culpable y eso me hace sentir culpable.
Sé que están simplemente intentando mantenerme a salvo. Es todo lo que hacen desde el día que se volvieron mi familia. Todo lo que quiero es cuidar de ellos y hacerlos felices. Es todo lo que sé hacer. Pero soy un secreto para toda la vida. Nadie sabe siquiera que existo. Irónicamente, fue algo que les pedí cuando me encontraron en la nieve, solo, hace siete años. Les pedí no llevarme de vuelta. Imploré para que me escondieran de mi padre.
Ellos lo hicieron. Ahora soy como un hermano pequeño. Al comienzo eran reacios en recibirme y esconderme como pedí. No es que los culpe. Tenía once años y me encontraron corriendo por el bosque a medianoche solo. Pero pronto su protección se elevó a un nivel totalmente nuevo. Era uno de ellos. Les pertenecía. Ellos eran mi mundo. Todo lo que tenía. La mejor familia que podría tener. Fue un milagro el que los trajo a mi vida. Ellos me salvaron y estaría agradecido por siempre.
—Lo siento. Es solo que estoy enloqueciendo aquí, es todo— Hoseok toma su plato mientras tropieza en la sala y se sienta al lado de Yoongi. Su cabello rubio está en cinco direcciones diferentes. Llevé unos buenos seis meses para ser capaz de distinguirlos, ellos son gemelos idénticos, pero ahora puedo decir quien es quien con una simple mirada. —Estaba esperando que, como vamos a quedarnos aquí por un tiempo, tal vez pudiera dejar de esconderme. Yo, ehhh...— hago una pausa, sintiéndome un poco culpable por mi próxima confesión. —Cumplí dieciocho años la semana pasada.
— ¡¿Qué?!— gruñe Ggukook desde la puerta de la cocina haciéndome saltar. Incluso después de todos estos años, todavía no me acostumbré con la forma en que estos grandes tontos pueden moverse tan silenciosamente.
—No es una gran cosa— intento tranquilizarlos viendo sus miradas furiosas. —No quería armar tanto revuelo. Ustedes han trabajado como locos y no quería ser una molestia, solo eso. Está todo bien.
—No lo está, Jin. Deberíamos haberlo celebrado. Tú llegaste a la madurez— dice Hoseok mirándome con ojos tristes. Él siempre es el más dulce.
—No soy shifter, por eso no creí que realmente importara.
—Importa— Ggukook hace todo el camino hacia mí y me envuelve en un abrazo besando el tope de mi cabeza.
—Quiero decir, solo piénsenlo. Mi padre ya no puede venir y llevarme o hacerme cualquier cosa así. Tengo dieciocho y ya.
—Yo le partiría su maldito cuello— gruñe Ggukook haciéndome sonreír contra su pecho. —Pero tú dijiste que tu padre se llevó todo tipo de gente— agrega Ggukook, apretándome más como si alguien fuera a entrar a la fuerza y llevarme.
Él tiene razón. A mi padre le gustaba atrapar shifters. Encerrarlos y después hacer sabe Dios qué. Esto me carcome aún. Cuando los hermanos Min descubrieron de donde vine, el edificio del que huí estaba vacío. Dijeron que el lugar estaba completamente vacío. Tal vez no hubiera razón para estar tan asustado, tal vez si lo hubiese contado antes, ellos podrían haber salvado a alguno. Aparto ese pensamiento doloroso.
—Lo sé, pero ya pasaron siete años y no puedo esconderme por siempre. Si hago eso, muy bien podría haberme quedado en la jaula en la que él me colocó.
Ggukook suelta una respiración profunda y enseguida me suelta. Camina hasta la mesa y toma un pedazo de tocino metiéndolo en la boca.
—El problema es, que todavía tengo que hablarle al alfa sobre ti. Es algo así como ir contra las reglas permitir que seres humanos no apareados a shifters sepan sobre nosotros.
—No es como si yo me iría de la lengua y contaría a todo el mundo— le recuerdo. Conocí shifters durante la mayor parte de mi vida. Ggukook pasa las manos por su cabello, algo que siempre hace cuando está pensando. —Piénsalo, es lo único que te pido. No tienes que hacer nada hoy. Además puedes dejar pasar un tiempo. No puedes estar haciendo eso en tu primer mes aquí— me vuelvo hacia la heladera y retiro los tres almuerzos empaquetados y las botellas térmicas llenas de café, entregándolas a cada uno.
—Haz un pastel. Voy a traer unas velas. Lo celebraremos— dice Hoseok dándome un abrazo.
—Ok.
—De chocolate— agrega Hoseok. Yo sonrío.
—Es mi pastel. ¿No debería ser yo quien escoja?
—Está bien— él me guiña.
Aún así pienso hacer de chocolate. Sé que es su favorito y no consigo resistirme. Es difícil no consentirlos. Aún más considerando que ellos son prácticamente mi mundo. Cada uno de ellos se despide antes de ir a la puerta. Ggukook hace una pausa.
—Quédate dentro, Jin— me lanza una mirada dura. Es el mayor de todos y usa esa misma mirada con todos los hermanos.
Yo solo sonrío y asiento. Voy hasta la ventana de la cocina para verlos entrar al camión cuando la nieve comienza a caer. Si la tempestad empeora tal vez van a estar en casa más temprano. No estoy acostumbrado a este nuevo horario o a estar sola tanto tiempo. Desde que llegamos a Gray Ridge, ellos están trabajando, construyendo casas con un tipo llamado Jk. Eso es todo lo que sé.
A veces trabajan doce horas por día. Me quedo solo. Me acostumbré a cuidar de la gente. Eso me deja mucho tiempo para anhelar lo que mis hermanos encontraron. Compañeros. Pero creo que para mí sería un marido. Una familia propia para cuidar. Me aparto de la ventana y limpio la cocina. Me toma apenas cinco minutos. Entonces me quedo allí mirando alrededor de la cabaña que ahora es nuestra casa. Cuando llegamos por primera vez, estaba emocionado.
Siempre nos mudábamos tanto que estaba animada por tener un lugar nuestro. No sabía que eso significaba que sería dejado solo tanto tiempo. Realmente no hay nada que hacer. Solo puedo limpiar la casa algunas veces incluso teniendo cuatro habitaciones y tres baños. Giro nuevamente hacia la ventana y miro afuera. La nieve está cayendo más fuerte. Una vez escuché a Ggukook decir que la nieve puede esconder su olor volviéndolo más difícil de rastrear o atrapar a alguien.
Sé que la mayoría de la ciudad de Gray Ridge es shifter, pero también sé que tenemos una cabaña con una buena cantidad de terreno. No estoy segura de donde comienza y donde termina. Tal vez pueda salir un poco. Nadie lo sabría.
Necesito hacer eso ahora. La nieve cubrirá mis pisadas y nadie va saber que salí. Solo veinte minutos me digo a mí mismo. La excitación me tiene corriendo hacia mi cuarto. Encuentro mi capa con capucha azul oscuro y me pongo mis ropas. Subo mi capucha sobre mi cabello negro y enseguida las botas. Agarro unos guantes del armario y salgo a la baranda respirando el aire de invierno. Normalmente solemos quedarnos un poco más al sur, lejos del frío.
No vi nieve desde... que huí. El deseo me golpea nuevamente. Esta vez, no estoy huyendo de algo, solo quiero correr. Salto hacia afuera de la baranda y corro en dirección al bosque tan rápido como puedo como ya vi a mis hermanos hacer muchas noches. Solo que yo no me transformo. Esquivando las rocas y evitando las ramas bajas de los árboles, corro hasta que mis piernas comienzan a quemar y el aire frío llena mis pulmones. Finalmente salgo de los árboles y llego a un pequeño lago congelado.
Cayendo de rodillas, miro al cielo, intentando recuperar el aliento cuando los copos de nieve caen alrededor. Cierro los ojos y me relajo en la nieve, respirando el aire del invierno y pensando sobre cuán diferente fue correr esta vez. Tan diferente de antes.
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