Hemos aquí los silenciados,
a los que favoreció el «dejar callados».
Muteados, aplastados, sí, así bien simple:
Ignorados.
Hemos aquí fantasmarios que alguien dejó encerrados
en una habitación sin candados.
Somos quienes preguntamos, esperamos, ansiamos
respuestas que no llegaron.
Hemos aquí, hermanos de la angustia,
familiares desamparados de la culpa.
Somos los que nunca supimos que
estábamos condenados.
Somos quienes a los verdugos causamos gracia,
por ser pecadores en falacia,
en desgracia…
Hemos aquí, fantasmarios;
ya no somos más presencia
para esta audiencia.
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