minharin06 Min HaRin

Uno de los principios de la mafia italiana es "nunca traicionar a tu esposa". Si eres capaz de traicionar a quien confía en cerrar los ojos y dormir a tu lado, no eres digno de la confianza de nadie. Valente Montagna era considerado un auténtico magnate de la mafia, el rey, aquel a quien ni siquiera la policía se atrevía a enfrentar. Solo había alguien por encima de él, su esposa Concetta. —Rompiste la única regla no escrita...


Романтика Молодой взрослый романс 18+.

#mafia #+18 #
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La primera vez que nos vimos

Concetta divisó a su objetivo desde el escenario del club, desde el que se veía a toda la multitud de hombres y mujeres que pagaban cada noche por verla moverse sobre aquellas tablas.

You’re such a whore…

Caminó hacia la barra, quitándose la bata que la dejaba a penas en una pieza de lencería diminuta, lo justo para cubrirla y darle libertad de movimientos. Se dejaba llevar por la música, que sacaba lo más sensual de ella, mientras terminaba de sacarse la ropa. Cuando la canción terminó, echó un último vistazo hacia la mirada feroz que la espiaba desde el fondo de la sala, aquellos ojos profundos le erizaron hasta el último vello del cuerpo.

Salió del camerino acicalada con un elegante vestido ceñido a su cuerpo y se acercó a la barra del local, recibiendo una bandeja con una botella de licor y algunos vasos. Caminó por la zona reservada, aproximándose a la mesa que le correspondía, su mesa. Con un sensual movimiento de caderas, se agachó para depositar la botella en la pequeña mesa de centro frente al apuesto joven. Podía sentir la penetrante mirada escrutarle cada costura del vestido, desde su cuello hasta sus muslos expuestos. Pero ella fingió, fingió no darse cuenta y salió con la bandeja en alto de camino al mostrador.

Desde el primer momento en que la vio, Valente supo que era ella, tenía que ser ella. Aquellos ojos marrones que le hipnotizaron serían capaces de dejar fuera de juego a cualquiera que se atreviera a observarlos, aunque solo fuera por un instante.

—Simplemente perfecta…—murmuró mordiendo su labio mientras la veía marcharse.

Para cuando los espectáculos terminaron en el local, ya solo quedaba la clientela que dejaba su fortuna en las apuestas de póker o con alguna de las chicas que ejercía de prostituta para sacarse algún dinero extra. Concetta había terminado su turno como bailarina y camarera, pero permaneció en el local, dispuesta a ejercer con tal de llevarse a Montagna a la cama. Caminó hacia el tablón que anunciaba las chicas disponibles aquella noche y se anotó, con una bonita y coqueta caligrafía, entre los primeros puestos.

Valente no se sorprendió cuando encontró a la muchacha inscribiéndose, pero sí lo hizo cuando la observó caminar hacia la mesa de póker. Concetta era una experta y aficionada al juego de azar. Recién recibía su paga por bailar en el lugar, así que era el momento perfecto para apostar.

Se sentó justo en frente a Valente, apoyándose sobre la mesa mientras recibía las cartas, haciendo que el escote de la blusa que portaba se pronunciara más. Esa sería una gran jugada maestra.

Concetta examinó las cinco cartas que poseía en su mano y echó una ojeada a sus contrincantes, posando especialmente sus ojos en el arrugado ceño de Montagna. Parecía que el magnate no había recibido una buena mano. Poco a poco, cada uno de los hombres sentados a la mesa fueron cantando sus cartas. Ya solo quedaban Valente y ella por cantar, entre ellos estaba el ganador.

—Escalera de color—habló Montagna dejando los naipes sobre la mesa.

—Escalera real, magnate—sonrió orgullosa arrastrando hacia su puesto todo el dinero recaudado, lista para guardarlo todo en su cartera—. Ha sido una buena partida, caballeros—se giró hacia la entrada del cuarto en el que ejercía—, pero alguien tiene que trabajar.

—Nos vemos otro día—sonrió coqueta al cliente que acababa de despedirse.

Caminó hacia la caja fuerte del cuarto, donde se guardaba el dinero que iban recaudando a lo largo de la noche.

—Espero no interrumpir—Valente se apoyó contra el marco de la puerta.

—Un cliente nunca interrumpe—se giró hacia la puerta, con esa sonrisa provocadora—. ¿Para qué soy buena, caballero?

Valente la acorraló contra la pared más cercana, rodeando su cintura posesivo, y acercó sus labios. Con su otra mano acomodó uno de los cabellos rebeldes de ella.

—Para un trabajo.

Era el momento perfecto. Concetta terminó de unir sus labios con los del hombre, aferrándose al cuello de su camisa para mantener el equilibrio. Él la levantó y la colocó en su cadera, llevándola en brazos hasta la cama. La chica podía sentir la dureza de Valente cerca de su entrepierna, lo que la puso aún más excitada. El magnate era de esos hombres a los que una no podía dejar escapar, ni siquiera para sacarles el dinero a cambio de un polvo de una noche.

Valente la dejó sobre la cama rudamente, haciendo que ella rebotara contra el colchón mientras sus labios volvían a ser atacados, haciendo que se le escapara un suspiro entrecortado. Pasó a su cuello, por sus clavículas, hasta alcanzar aquello que la bata de seda cubría de su cuerpo.

La excitación bajó desde aquellas partes donde el hombre tocaba directamente hacia su centro de placer, haciendo que su ropa interior se humedeciera. Comenzaba a olvidarse de su misión principal por culpa del deleite que le producían las caricias de él en su centro.

—Valente…—gimió viéndole a los ojos.

El hombre tiró de ella para dejarla sobre su regazo mientras se acostaba. Concetta aprovechó ese momento para despejar su cabeza y actuar. Se extendió en el pecho de Valente, dejando besos por su cuello hasta detrás de su oreja. Estiró su mano hasta alcanzar el cuchillo que se escondía bajo las almohadas mientras se balanceaba sobre el erecto miembro del varón, haciéndolo jadear.

—¿Unas… Últimas palabras?—murmuró en su oído y colocó el cuchillo sobre el cuello de Valente, quien soltó una carcajada fuerte.

—¿Esto es lo mejor que tienes?

Concetta se sintió desconcertada, pero no dejó de presionar la daga. La puerta cayó de un golpe al suelo y un grupo de guardaespaldas entró al cuarto empujándola fuera de la cama. Valente se levantó, conteniendo una carcajada, mientras volvía a colocarse la camisa que había desaparecido en algún momento.

—Ha sido un buen intento, preciosa—Valente la tomó del mentón—. Pero aún necesitas más entrenamiento—y la inspeccionó por un instante—. Sería muy interesante ver tu potencial.

Concetta no sabía a qué se refería. El golpe que se había llevado contra el suelo la había dejado desorientada y ahora lo del entrenamiento… ¿Qué quería decir?

—Bienvenida al clan Montagna, primor.

14 августа 2022 г. 18:49 0 Отчет Добавить Подписаться
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