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Primer encuentro parte 1

   Estrellas.

La primera cosa de la que tengo conciencia son las estrellas.

No oigo ni siento nada, solo existen los puntos de luz como alfileres clavados en el infinito espacio encima de mi.

No recuerdo como llegue aqui.

De hecho no recuerdo cosa alguna. Mi mente vaga confusa, sin punto alguno de referencia que me permita definirme a mi mismo. No percibo nada a mi alrededor. Nada llama mi atención, mi existencia se reduce a lo que percibo en este instante; el mar de estrellas ante mi, y mi propia conciencia que parece extenderse más allá de mi cuerpo. Pienso en esto por largo rato, tratando de percibir lo que me rodea y lentamente me doy cuenta de un hecho que se que debería sorprenderme pero sin embargo no lo hace.

No tengo cuerpo alguno.

La revelación no es tal. Este soy yo en mi estado mas puro. Una conciencia sin restricciones ni ataduras. Libre por completo de las limitaciones de una envoltura de materia que no necesita ojos para ver. Las estrellas ante mi las percibo con todo mi ser, no a través de impulsos nerviosos ni incompletas descripciones. Percibo cada punto de luz con una claridad incomparable. No como un remoto lugar fuera de mi alcance o las luces lejanas de un escenario, sino como una extensión de mi mismo. Estoy seguro de poder llegar hasta la última de ellas si así lo deseo. Un irresistible llamado desde el fondo de ese cielo infinito me atrae, con promesas de visiones maravillosas y velocidades imposibles. Lentamente siento que empiezo a alejarme de este sitio al que he llegado y empiezo a proyectarme hacia el océano de brillantes luces sobre mi.

-Quédate conmigo.

Me detengo de repente. Esta voz… no. No una voz, un pensamiento ajeno a mi me devuelve y enfoca mi conciencia nuevamente. No estoy seguro de donde viene, pero un vago sentimiento de familiaridad empieza a insinuarse en mi, junto con la clara sensación de que debo permanecer allí por algún motivo.

Mi decisión de esperar, de dejar de lado el llamado de aquel mar de estrellas me trae una extraña calma, de algún modo sé que estoy haciendo lo correcto y lentamente empiezo a retraer mi conciencia, poniéndome límites; se que los voy a necesitar más adelante. Primero trato de cerrar los ojos, algo que debería ser fácil, pero que encuentro casi imposible. La clara imagen de las estrellas en lo alto se mantiene fija en mi conciencia y no puedo hacer nada para negar su existencia.

Después de lo que me parece una eternidad caigo en cuenta de mi error. Las estrellas siguen presentes porque yo estoy ahí. No son una imagen, no hay nada que separe mi existencia de la de ellas. Si quiero cerrar mis ojos ante lo que tengo adelante primero tengo que crear unos ojos que poder cerrar. Acabo de pensar en esto y me sumerjo en la oscuridad.

El resto es más fácil. Luego de la oscuridad llamo al sonido, y el susurro del viento en mis oídos me trae un suave principio de recuerdos apenas olvidados. Sigue el tacto. Mientras mi conciencia se hace cada vez más pequeña empiezo a sentir lo que me rodea, y me imagino acostado sobre una superficie suave de hierba que se mueve al viento. El conocimiento de la hierba me trae su olor, y aún más fragmentos de recuerdos, que se amontonan pidiendo mi atención. Pongo los recuerdos a un lado, mientras termino de encerrarme en este cuerpo creado para esperar, porque ahora que estoy aquí dentro tengo la certeza de que que debo hablar con alguien, que mi aparición aquí no es motivo del azar. Hay palabras que deben ser dichas.

Lentamente abro los ojos.

Las estrellas siguen allí en lo alto, pero ahora algo ha cambiado. No puedo definir que es, pero seguramente es el resultado de mis actos. De lo que estoy seguro es que ya no estoy allá, y de que no puedo alcanzarlas, no importa cuanto trate. Lentamente levanto una mano y la extiendo hacia el cielo. La miro como si nunca la hubiera visto antes, y me doy cuenta de que así es. Esta mano, ¿es mía? la muevo y la siento, así que debe ser mía. Levanto mi otro brazo y lo observo por unos momentos, maravillándome de lo irreal de la situación. De repente una imagen se me viene a la mente por un segundo. Veo con claridad un tatuaje por un instante antes que la visión se desvanezca. Luego más imágenes en rápida sucesión, un rostro en un espejo, fotografías, una ciudad a lo lejos. Vuelvo a cerrar los ojos tratando de controlar las visiones.

Una idea repentina cruza por mi mente. Acabo de entrar en este cuerpo para esperar por algo o alguien en este sitio, pero tengo otro cuerpo esperando por mi en otro lugar y otro tiempo, y los recuerdos de ese cuerpo luchan por entrar en este. Confusas imágenes bailan en mi cabeza mientras trato de poner en orden mis pensamientos. Es como nacer de nuevo con todos los recuerdos de mi vida pasada agolpándose frente a una puerta demasiado estrecha para dejarlos pasar. Por un momento temo perderme en la ola de memorias, todas las experiencias de una vida, importantes y triviales pasan ante mi sin darme tiempo de pensar en ellas o de sentirlas siquiera,como si estuviere presenciando la vida de alguien más. Pero se sin duda alguna que esos recuerdos me pertenecen. Este soy yo, o por lo menos lo fui alguna vez.

-Tranquilo, abre los ojos y mira a tu alrededor.

De nuevo un pensamiento ajeno a mi, ahora mucho más cercano a una voz real, me saca de mi confusión. Decido hacer lo que me pide y abro los ojos nuevamente mientras que me incorporo y veo por primera vez el lugar donde me encuentro.

Estoy de pie sobre una colina cubierta de hierba. En lo alto las estrellas brillan en un cielo claro como el cristal. Frente a mí, un camino conduce hasta una extensa pradera y más allá, a través de una imposible distancia, hasta el borde de un tranquilo y lejano mar. Siguiendo la línea de la costa, una enorme ciudad refleja sus luces en la oscuridad de las aguas, un tenue resplandor azulado en el horizonte perfila las líneas de los edificios y marca el límite entre el cielo y el océano en la lejanía.

Nuevamente algunos recuerdos se me hacen presentes, recuerdos de lugares conocidos. Otras extensiones de hierba y otras ciudades vistas a lo lejos se superponen por unos instantes frente a lo que tengo enfrente, pero me doy cuenta de inmediato que nada de lo que pueda recordar se aproxima a las maravillas que están ante mis ojos. La hierba ondulante a mis pies es de un verde como jamás vi, cada hoja reflejando la pálida luz como si fuera un cristal, el viento generando olas de destellos que corren colina abajo y a través de la pradera hasta perderse de vista. La gran ciudad esta tan lejos que se me hace increíble poder verla con tanta claridad, y el propio horizonte de este mundo parece estar a una infinita distancia, tanta como la más lejana estrella. El cielo no solo es de un negro perfecto, sino que está salpicado aquí y allá con las más sutiles fibras de luz, de un violeta tan intenso que mis ojos apenas pueden captarlo. Es como si este mundo estuviera en el centro de una nebulosa o atrapado en el interior de una gigantesca gema.

La belleza de este lugar es abrumadora.

Mis recién creados sentidos no bastan para abarcarlo todo, es claro que este lugar no esta hecho para los seres de carne y hueso, ni siquiera carne y hueso imaginados como los míos. Me quedo ahí de pie, mirando ese paisaje sobrenatural durante un tiempo que no puedo medir. El propio tiempo, o por lo menos mi percepción del tiempo, parecen distintos aquí. La curiosidad sobre mi propio olvidado nombre ni el como llegue aqui se desvanecen de mi mente con rapidez. Una sensación de pertenencia y tranquilidad me invade por completo, junto con la inequívoca emoción de haber vuelto al hogar después de un largo tiempo ausente.

El viento sopla nuevamente, levantando las minúsculas partículas de luz de la hierba cristalina, llevandolas ondulantes hacia arriba en veloces remolinos que se pierden en la oscuridad.

-Te gusta?

Por primera vez oigo un sonido aparte del constante viento y el susurro del pasto. Una joven voz a mi lado evita que me pierda completamente en este maravilloso paisaje. Miro al lugar de donde proviene y veo que una pequeña forma apenas discernible del luminoso entorno esta de pie a mi lado. Las partículas de luz de la hierba revolotean a su alrededor como pequeñas luciérnagas.

-Si -contesto, tratando sin éxito de enfocar la imagen de la pequeña silueta. -Me gusta mucho.

La figura da unos pasos y se coloca frente a mi. Poco a poco parece ir perfilándose más, adquiriendo más detalle, sin dejar por eso de aparecer un tanto inmaterial, como si se tratara del recuerdo de un sueño. Una vaga sensación de familiaridad me invade mientras trato de poner un rostro a esa voz, pero la oleada de recuerdos de hace un rato no me sirve de nada ahora. A pesar de la extraña cercanía que siento, estoy seguro de jamás haber escuchado esa voz con anterioridad.

-Me alegro que te agrade -dice extendiendo los brazos hacia el paisaje de ensueño-. Se que te gusta mucho el cielo nocturno.

-¿Tu hiciste esto?

Su rostro todavía borroso se acerca al mío con interés, ahora puedo ver unos grandes ojos de un color que aún no puedo definir. Asiente rápidamente sin decir palabra.

Ahora que no estoy atrapado por el encanto de este mundo de sueños, la curiosidad vuelve. Pero no enfocada en mi, sino en la grácil criatura que me mira con atención. Me doy cuenta que tengo muchas preguntas que hacerle. Tantas que solo atino a quedarme mirándola sin decir nada. Cosa que parece divertirle bastante, ya que se aleja un poco con una aguda risita apenas contenida.

-¿Tienes mucho rato aquí? -lanzo la primera cosa que se cruza por mi mente.

-Desde que llegaste -dice sonriendo-. Te estaba esperando.

3 марта 2015 г. 21:31 0 Отчет Добавить Подписаться
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