yuliana-chiple Yuliana Chiple

Me gusta Tomás, es divertido y parece un cachorrito que siempre necesita cariño. Pero tiene obvios problemas de alcohol y esta esa relación extraña que tiene con su novia. No es como si Héctor fuera una mejor opción. Se la pasa metiéndose con todas las chicas que se le cruzan enfrente, es obvio que es un "hijo de papi". Quizá solo debería tomar mis cosas y huir. Sola, a un lugar donde nadie pueda encontrarme. Donde sé que nadie sabrá mi nombre, ni de donde vengo.


Романтика эротический 21+.

#originales #triangulo amoroso #drama #alcoholxsexo
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Terrores nocturnos.

I.

Paulina apresuró el paso de su nieta, Alexis se detenía adorando cada cosa insignificante de la calle donde transitaban.

No culpaba a la pobre chica. Salía tan poco, no tenía amigos y la gente nunca se prestaba a entablar una conversación con ella.


"Ella es algo extraña".

"Tiene un tono de piel muy pálido y esas enormes ojeras...".

"No sera muy bonita, pero al menos es lista".

"Esa niña es igual a un fantasma. Puede durar horas en la misma habitación que nosotros y ni siquiera te das por enterada".


Las duras criticas de la gente a su alrededor hicieron que su abuela tomará la decisión de mudarse.

Nada había sido igual desde la muerte de su hijo y su esposa. Alexis solía sonreír y ser un poco más sociable, pero desde que ambas se quedaron solas, la chica se cerro en si misma. Dejando ver un aura patética y lamentable a los demás.

Su abuela Paulina la conocía lo suficiente como para saber que todos esos comentarios la herían, no tanto como la perdida sufrida claro.

Pensó que si la alejaba de los lugares que le recordaban su soledad, sonreiría como antes. No solo la chica, si no también Paulina buscaba un respiro de la ausencia de su único hijo.

Jamas fue una mujer cariñosa, cosa que le dificultaba la comunicación con su nieta. Alexis hablaba poco, trataba de pasar desapercibida y cuando no quería ver a nadie se iba a refugiar a cualquier cuarto; podía estar incomunicada hasta por una semana entera.

La mujer buscó mejorar el estilo de vida de ambas. Lo que la llevó a pedirle ayuda a su hermana Hilda. Hilda era la menor de 5 hermanos. Corrió con la suerte de enamorarse de un hombre rico y vive una muy buena vida en Puebla.

Estaba tan decidida a cambiar, que hasta compró una casa haya, donde Hilda vivía. Gastó la herencia de Alexis en una casa para ambas. Pero se la dieron en un mal estado por lo que tuvo que invertir cada centavo de esa herencia en las reparaciones y el mobiliario. Mientras su residencia se convertía en un lugar habitable, le pidió asilo a su hermana menor.

Hilda estaba encantada con la idea de tener bajo su techo a ambas mujeres. Siempre había querido conocer a la hija de su difunto sobrino. Y por supuesto tenderle la mano en estas circunstancias tan desafortunadas, a su hermana Paulina.

Tras un largo vuelo de 10 horas, a la joven le gustó poder estar de pie y caminar. Su abuela le dijo que alguien las estaría esperando en la entrada del aeropuerto.

-Ponte alerta si ves un letrero con nuestros nombres. Hilda dijo que mandaría al chófer por nosotros- miraba con entusiasmo el lugar.

Al principio Alexis no le creyó lo del pariente rico a su abuela. Sin embargo, cuando salieron y efectivamente había un hombre con traje, sujetando un cartel con sus nombres, frente a un auto lujoso.

No le quedo de otra que creerle.

El camino transcurrió en silencio, después del caluroso recibimiento del conductor. Paulina y Alexis viajaban sin decir una palabra en los asientos traseros. Su abuela hacía una lista mental de las cosas que había llevado en las maletas, se aseguraba de no haber olvidado nada. Claro que podía llamar a su vecina en caso de haber dejado algo importante.

Alexis disfrutaba de la brisa fresca de la mañana, mientras veía pasar los edificios y casas. Todo era pequeño y frío en Puebla. Le gustaba.

Lo que más le gustaba era no conocer nada, ni a nadie. Le gustaba las cosas nuevas.


El viaje en auto fue más corto y pronto llegaron a la casa de Hilda. Era una casa grande, lo que Paulina se esperaba. Alexis creyó que era un museo. Le paresia vieja y anticuada.

El recibimiento fue efusivo. La tía se mostró contenta de ver a ambas, abrazó a Paulina y derramo algunas lagrimas de felicidad. Su marido también se encontraba ahí.

Era un hombre de un metro setenta, le faltaba cabello a causa de la edad, y se veía distinguido. Lo que se puede esperar de un hombre rico y ocupado.

Alexis supuso que ambos estaban en sus sesenta o que al menos llegarían a esa edad en unos pocos años. Sí su abuela no le hubiera dicho que era su hermana, hubiera creído que se trataba de una de sus hijas.

La pareja se mostró hospitalaria, hacían preguntas, pero ninguna involucraban a su padre. Y esa mirada que le daban cada que hablaba, le hizo suponer que ya su abuela les había contado. Todos la miraban de la misma forma.

-Te he reservado y decorado una habitación para ti sola, Alexis- Hilda le sujeto ambas manos. La chica las sintió más suaves que las suyas.

-Gracias.

-Espero que te guste. Y que podamos salir mucho y platicar. Tenerte a ti y a Paulina es... ¡Como un soplo de aire fresco, para mi!

Su esposo se rió. Su voz era gruesa y alta.

-Hablas como si estuvieras encerrada en esta casa todo el día. Te recuerdo; sin animo de ofender a las invitadas. Que tienes tres hijos con los que también convives en esta casa.

Hilda hizo un puchero.

-No es lo mismo. Mis hijos tienen... sus propios asuntos y preocupaciones. Es lindo tenerlas aquí.

Apretó con afecto la mano que aun sostenía de su sobrina. Alexis le regalo una mueca que se parecía a una sonrisa.

Paulina se puso nerviosa cuando Hilda comenzó el interrogatorio con su nieta. Ella continuaba dando respuestas monótonas, si podía solo respondía con un "No" o "Sí". Su hermana debía hacerle más preguntas si quería obtener algo más que solo eso.

Logro intervenir, justificando la apatía de su nieta y adjudicándolo al cansancio que sufría por el largo viaje. Se disculpó y pidió que la llevarán a sus respectivas habitaciones.

La casa por fuera era grande y tenía una pinta de ser vieja pero por dentro era otro cosa.

Todo, desde el color de las paredes, las cortinas, las lamparas que oscilaban en el techo, los muebles, cuadros, etc. Mostraban el buen gusto de quien le hubiese decorado, desde el recibidor, hasta las escaleras, el pasillo que daba a la gran sala y otra habitación más pequeña con muebles de colores oro y plata.

Dinero, al entrar a esa casa eras por completo consciente de que ellos lo tenían y a montones. Alexis se sintió en una de esas telenovelas que su abuela se pasaba las tardes viendo.

No es como sí ellos no hubieran tenido los recursos suficientes. Pero eran años luz lejos de la realidad de la hermana de su abuela.

Para estas alturas, el esposo de la tía Hilda, Raúl, se disculpó con las recién llegadas. Tenía una junta importante con inversionistas. Dejándolas con su esposa.

Su tía y abuela estaban enfrascadas en una conversación de sus años de niñez feliz, subieron por las escaleras que estaban cerca del recibidor. La chica se quedo viendo los detalles de la habitación. Incluso los más insignificantes de la madera de la escalera.

Hilda le mostró su habitación. Era de colores pasteles y muy sobria. Se parecía mucho a la que ella tenía en su antigua casa. Le pareció que de verdad Hilda quería que se sintieran a gusto en ese lugar.

Alexis dio por hecho que su habitación estaría junto a la de su abuela. Pero su tía le dio una sorpresa al llevarla escaleras abajo. Esta vez la llevó por el pasillo que daba a la sala de estar.

El largo pasillo era algo estrecho y oscuro, solo iluminado por un foco que tenía la luz muy tenue. Lo llamativo de ese pasillo era que las paredes estaba decoradas con cruces. Muchas, demasiadas cruces, todas diferentes. Grandes, pequeñas, algo torcidas o con dedicatorias, colores oscuros o brillantes. Alexis se sintió incomoda.

Nunca fue una cristiana devota.

Pasaron sin detenerse por la sala y la pequeña habitación a su lado. Se encontraron en otro pasillo que las llevo a más habitaciones.

Por fin llegaron al cuarto de Alexis.

-Le llame mucho a mi hermana. Quería tener todo listo para ambas y por eso me tome la libertad de investigar cosas sobre ti y poder hacer esto- abrió la puerta.

Si hubiese tenido una habitación de ensueño. Lo que su tía le había hecho seria el ejemplo perfecto.

Las paredes pintadas de sus colores favoritos, los muebles perfectos y adecuados, vacíos para que ella los llenará con material de lectura. Un escritorio grande y de color blanco marfil, por que sabía que a Alexis le gustaba pasar horas en su computadora portátil.

Un peinador pequeño con algunos cosméticos, un ropero adornado con luces y varias lamparas de papel china redondas, de colores claros. Idénticos a una enredadera que iban desde la cabecera de la cama, hasta el pequeño y sencillo ropero. Figurillas pequeñas le dieron la bienvenida desde distintos lugares de la habitación. Dos mesas de noche y un baño para ella sola.

Lo único que no le gustó fue la cama. Era muy grande y ocupaba mucho espacio. Le pareció cómoda y suave, lo que la irritó el doble. Odiaba todo lo que involucraba recostarse y dormir.

-Es perfecta- le sonrió a su tía- No tenía que hacer todo esto, pero le agradezco el gesto.

Hilda la abrazo fuertemente.

-Quiero que te sientas contenta y bienvenida en esta casa. No importa si se quedan dos días o para siempre- se rió- Que de hecho para siempre no suena tan mal.

Alexis le regreso el abrazo. Después de darle indicaciones de donde podía encontrar cada cosa y de prometer le que mañana la llevaría a donde ella deseara, se quedo sola con su nuevo cuarto.

Es aquí donde Alexis tuvo que lidiar con la parte más difícil. No quedarse dormida.

El vuelo sin duda la había cansado, el haber comido hasta saciarse le produjo somnolencia. Se pellizco las mejillas y puso manos a la obra.

Se mantuvo entretenida, sacando sus prendas una por una. Acomodo sus libros, revistas, discos y demás por columnas, haciendo lo mismo con su ropa. Pantalones, vestidos, calcetines, ropa interior, blusas, camisas, etc.

Acomodó la ropa en cada cajón, todo acomodado por orden de importancia. El librero era perfecto, todo le cupo sin tener que dejar un solo articulo en su maleta. Se termino de adueñar del escritorio, trayendo sus propias figurillas y cuadros. Encendió la luces de su cabecera y ya cansada. Tomo un baño.

Por poco y se queda dormida en la bañera. El cansancio la estaba por vencer, le dolía la espalda y el trasero de tanto estar sentada y encorvada.

El baño la refresco bastante, pero el entrar de nuevo a su cuarto y ver la cama le puso nerviosa. Tomo un libro y se sentó en ella.

Le llevó unos 15 minutos quedarse por completo dormida.


Agua. Todo lo que veía a su alrededor es agua. Estaba en un océano, lejos de la superficie. Todo se veía azul y negro. Le costaba respirar cada bocada que daba era un trago de agua salada, manoteaba y pateaba pero ella no sabía nadar. Los pulmones comenzaban a doler le, dejo de buscar aire, era inútil con cada brazada que daba más se hundía. El cuerpo le pesaba y sus fuerzas se iban. Se estaba ahogando.

Despertó en ese momento.

Seguía oscuro, pero las pequeñas luces como estrellas sobre su cabeza le confirmaron que ya no seguía bajo el agua. Dio un bocado grande, aspirando todo el aire que le permitieron sus pulmones. Seguía viva. Solo había sido otra pesadilla.

Su cama era un desastre, todo su cuerpo estaba enredado entre las sabanas, el sudor seco la hacía sentir pegajosa y supuso que esta vez no había gritado.

Hizo a un lado las sabanas y salió de la cama.

Todas las noches, desde hace 5 años, sufría de terrores nocturnos*. Siempre era una pesadilla diferente, con frecuencia se despertaba gritando y llorando. Solo esta noche (una de las pocas) no había sucedido. Sí había llorado pero al menos no gritado. Hubiera sido muy vergonzoso para ella.

Su abuela ya se había acostumbrado y sabía que ella odiaba cuando alguien iba a su habitación a causa de los gritos. Se sentía incomoda y molesta cada que despertaba de una pesadilla y lo último que quería era dar explicaciones. Por eso detestaba dormir.

Y trataba de pasar el menor tiempo posible dormida o en una cama.

Después de limpiarse, fue a su mochila y saco su ordenador. Se sintió decepcionada al no encontrar una red de internet. Lo necesitaba para poder mantenerse despierta.

Vio el reloj. Las 3:45 am.

Su habitación no tenía televisión, decidió salir y explorar. Le pareció muy ventajoso dormir en la planta baja, trato de recordar el camino recorrido esta tarde, le era un poco más difícil por la oscuridad. Solo iba alumbrándose con la lampara de su celular.

En cuanto vio las enormes puertas corredizas supo que había llegado a la sala, las abrió intentando hacer el menor ruido posible.

La siguiente hora consistió en Alexis peleando con los controles remotos para encender la televisión de paga. Al parecer eran dos controles remotos distintos, si picaba el botón de uno se iba a los canales abiertos y no se veía más que estática.

Cuando hubo manejado la situación, buscó el canal MTV, le gustan las series y los reality shows que pasaban en ese canal.

Le cambio a unos canales más de música y se quedo viendo entre ellos. Aún no sabía donde estaba la cocina así que no podría comer un bocadillo. Pasaría la noche viendo MTV y jugando en su celular "Angry birds".

Iba a cruzar el nivel 30, cuando un golpe proveniente de la oscuridad llamó su atención, seguido del golpe unos pasos y por último un juramento.

La silueta de un hombre se dirigía a donde ella se encontraba.

-Mierda- se sostuvo del picaporte de la puerta corrediza- El piso no deja de moverse.

Camino tres pasos y por poco se cae sobre una lampara. Alexis se levanto al instante y lo sostuvo. Apestaba a licor y se veía en muy mal estado.

Lo ayudó a llegar al sofá. El joven se arrastraba prácticamente; estaba tan ebrio que ya ni podía caminar bien.

-No hagas ruido. No... deben saber...- arrastraba las palabras.

-¿Qué esta ebrio? o ¿qué acaba de llegar?- lo recostó sobre el sofá, poniendo su cabeza sobre uno de los cojines.

-Ambas- eructó.

Por lo que vio, llevaba un traje. Bueno antes, ahora su camisa blanca estaba arrugada y manchada. El saco no se veía por ninguna parte y tres botones de la parte superior de la camisa estaban sueltos. Su cabello era un desastre y traía una barba algo descuidada. Parecía un desempleado.

Trato de recostarlo de lado, por si vomitaba. Le quito los zapatos y los calcetines para mayor comodidad. Buscó en la habitación un pequeño vote. Para su suerte en una de las esquinas había un vote de basura pequeño, equivalente a un balde. Lo puso cerca.

El bar personal del señor Raúl se hallaba en el pequeño cuarto con los muebles color oro. Supuso que no era un lugar al que los invitados debían pasar sin autorización. Por el escritorio y los arreglos supo que se trataba del despacho del señor. Pero las circunstancias eran de fuerza mayor. Buscó entre las botellas hasta encontrar una que fuera de agua. Tomo dos y regresó a la sala.

Si se metía en problemas por esto, ya se preocuparía cuando amaneciera.

El joven se quejaba y movía de un lado a otro, por poco se cae de bruces al suelo si ella no lo sujeta a tiempo. Quito el cojín y lo hizo levantarse.

-¿Como se siente?- le aparto el cabello del rostro.

-No sé.

-Necesita vomitar. Si lo hace se sentirá mejor.

Negó apartándose de ella, Alexis no lo dejó huir. Forcejearon un momento, el chico paro de moverse y la miro a los ojos.

-Voy a vomitar- fue todo lo que dijo.

Alexis le alcanzó el vote de basura. Él se lo arrebato y descargó todo.

Un sonido de gorgoteo y un olor horrible impregnó la habitación. Tomo el control y apago el televisor. Abrió una de las botellas y la dejo sobre la mesa de centro, trato de ayudarlo con su cabello.

Por los sonidos que hacía el hombre debía estar sufriendo. Gemía tras cada arcada que daba, pobre seguro se sentía horrible.

La sinfonía desagradable terminó, hizo a un lado el vote y se dejo caer de espaldas en el sofá, Alexis le tendió la botella de agua.

-Esto tal vez ayude un poco. Seria mejor si tuviera unas pastillas para el dolor de cabeza pero aún no conozco bien el lugar.

El joven la tomo y se bebió toda el agua. No le quito la vista de encima.

-¿Ya se siente un poco mejor?

Asintió.

-Solo que la boca me sabe a mierda.

-Lo siento, es todo lo que te pude conseguir. ¿Quieres recostarte?

-No, mi habitación esta muy lejos. Temo que vomite de nuevo en el camino o que me desmaye.

Alexis le sonrió amigable.

-Entonces puedes quedarte aquí.

-¿Y tú?

-Me quedaré. Si vuelves a vomitar vas a necesitarme.

El joven no hizo otra cosa que mirarla con atención y recelo. No entendía nada de lo que sucedía.

-Vamos, recuéstate- lo alentó a que dejará descansar la cabeza sobre sus piernas.

Los muslos de Alexis le parecieron cálidos y cómodos, sonrió mientras cerraba los parpados con pesadez.

-De verdad me pase esta vez.

-¿Qué?

-Que debo estar muy ebrio para soñar esto. ¿Cuanto tiempo te quedarás?

Alexis le acaricio el cabello de forma distraída, mientras volvía a encender el televisor.

-Hasta que amanezca supongo.

-Eres el mejor sueño que he tenido- restregó el rostro contra la suave piel- jamas había tenido uno tan realista. Quizá me encuentre de verdad tirado en el suelo de mi cuarto o en la calle.

-Deberías descansar, mañana te dolerá mucho la cabeza y te sentirás peor.

Ya no le respondió. Dio por hecho de que se había quedado dormido, balbuceo unas cosas entre sueños pero no hizo nada más. Durmió plácidamente sobre su regazo, hasta que Alexis tuvo que volver a su habitación al ver que el reloj marcaba que pronto serían las 6 de la mañana y el sol comenzaba a iluminar la estancia.

Al irse, trato de no despertarlo. Tomo las botellas de agua y el vote lleno de vomito.

Logró encontrar el patio trasero, desecho el contenido en el lugar más alejado del jardín y tiro el pequeño balde de plástico, ya no servía para nada. Regreso de puntillas a la casa y después a su habitación.

Vaya noche.



Terrores Nocturnos: es un trastorno del sueño que se parece a una pesadilla, con la salvedad de que es mucho más espectacular.  

14 июля 2017 г. 23:04 0 Отчет Добавить Подписаться
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