walter_bunn Walter Bunn

Novela corta que narra la historia de dos afligidos corazones que se unen para hacer frente a la tragedia bajo las sombras de la prolífera Inglaterra victoriana.


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Dulce tristeza

EL BESO DEL FENIX

“La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor”.

(Séneca)

Capítulo 1

Dulce tristeza

Las tardes de primavera en Londres, aunque impredecibles, suelen ser agradables, o al menos solían serlo, en éstos últimos tiempos el humo de las grandes fábricas, el gran éxodo de campesinos, y numerosos asentamientos de inmigrantes han hecho de West Brompton un lugar un tanto inquieto. El fatigado y tímido sol enciende las incontables gotas de llovizna como si fueran perlas aferradas a los carruajes de importantes comerciantes que navegan en ellos por una bulliciosa muchedumbre de obreros que regresan a sus tibios hogares después de diez horas de inmundo trabajo.

De pronto el gentío se agitó como el trigo con el viento, algunas voces se alzaron y nuevamente los silbatos de los “peelers” perturbaron los azafranados y nubosos humores, otra victima del pillaje, alzando sus brazos y lanzando sus mudos gritos hacia las columnas de confusos transeúntes, los pequeños y sigilosos carteristas ya habían logrado escabullirse confundiéndose entre los asambleístas de la Trade Unions aglutinados en la plaza principal.

Los pálidos tintes rojizos que reflejaban las ventanas indicaban que habían pasado ya las cinco y el tumulto comenzaba a diluirse fatigosamente. Desde las entrañas de aquella desordenada muchedumbre iba desprendiéndose la figura de un elegante y llamativo joven, caminaba solitario, a paso firme, en su mano derecha cargaba un colorido ramo de rozagantes prímulas y violetas, la izquierda se suspendía libre, presta a tomar la solapa de su oscuro sombrero y expresar así, sobrias reverencias a quienes lo saludaban, advirtiendo en él, un rostro familiar, su nombre es Charles Turner, un dedicado estudiante de medicina, hijo de Russell Turner, un prestigioso médico londinense caído en desgracia luego de que su esposa Emily contrajera tuberculosis y muriera en sus brazos la mañana del 21 de Abril de 1859, hace exactamente un año.

Charles se dirige apresuradamente hacia el cementerio de Brompton, ese día se cumplía el primer aniversario de la muerte de su madre y necesitaba entrar y pasar al menos unos minutos junto a sus restos antes que el sereno cierre sus puertas.

El joven había pasado todo el día intentando reanimar a su padre, tarea imposible fue despegar de su mano la botella de whisky y rescatarlo de aquel pegajoso sofá de cuero verdoso que brillaba como un trono de cera frente al fuego de los leños.

Atravesó al fin la oscura sombra que tendía sobre el pavimentado suelo aquel gigantesco y arqueado pórtico, los árboles que custodiaban la calle principal, eclipsaban el camino hacia el panteón central, medrosas y dispersas figuras se oscurecían mientras caminaban lentamente hacia la salida al compás de solemnes murmullos y chasquidos de tacos, un ritmo que iba desvaneciéndose a medida que Charles continuaba con su marcha. La agonía del atardecer parecía iluminar aún con más intensidad las lápidas de mármol claro, algunas de ellas, allí apartadas formaban una pequeña muralla alrededor de un diminuto y puntilloso cerco de bronce que custodiaba una vistosa cruz, en ella un texto delicadamente esculpido sobre el pulido granito oscuro de su centro rezaba.


“Emily Gleeson Turner”

1820-1859

“Has venido a este mundo con un corazón y has regresado al cielo con tres.

Te amaremos y recordaremos todos los días de nuestras vidas”

Tu eterno devoto Russell y tu amado hijo Charles.


Había logrado llegar, tenía frente a sí el lugar donde descansaba el cuerpo de su querida madre. La brisa comenzó a intensificarse agitando las ramas de los árboles que parecían imitar a una fuerte lluvia.

El cuerpo del joven comenzó a temblar, con un torpe movimiento se inclinó para recostar sobre la tumba de su madre el colorido ramo de flores, que al igual que las ramas de los árboles se agitaba salvaje, hizo un intento por reincorporarse pero allí quedó, sus ojos de cristal café se partieron en pedazos precipitándose por sus angulosas mejillas hasta esfumarse en vapores llevados por la intensa brisa.

Después de unos minutos de desoladora quietud, recogió los pedazos de su alma, y trabajosamente se levantó, escudriñó sutilmente sus alrededores para asegurarse de estar a solas con su madre, para comprobar que nadie fuese a oír las palabras que se disponía a dirigir hacia ella, suspiró profundamente, ya no quedaba nadie, solo él , las inquietas flores esparciendo su perfume sobre el frío granito y a lo lejos las pequeñas luces de algunas farolas que ya comenzaban a titilar, volteó nuevamente hacia la cruz de granito gris, sacó del bolsillo superior de su chaqueta un pañuelo de seda color marfil y secó suavemente sus lágrimas, volvió a tomar aire, y en ese preciso momento un escandaloso sonido de fuertes campanas invitaba a los visitantes a retirarse del lugar. Las campanas continuaban con su fastidioso compás asfixiando las palabras que salían de entre los labios del acongojado Charles.

El sonido vagabundo del último campanazo se iba debilitando, revelando junto a el otro un tanto perturbador, esto atrajo la atención del joven Charles quien volteó su cabeza en ambas direcciones y desencantado volvió a fijar su atención en la cruz del sepulcro gris, acomodó presuroso su chaqueta, sacudió el polvillo de la falda de sus pantalones, ajustó su sombrero y volvió a dirigirse hacia su fallecida madre.

_Te amo madre y te extraño, te extraño todos los días, y por favor perdona a papá por no haber venido hoy, estoy haciendo lo posible para que se recupere, pero me cuesta, no hace otra cosa mas que beber y dormir, ya ni siquiera se baña, sólo te pido un poco de ayuda.

Las campanas daban su último aviso, el joven se apresuró a colocar un beso en sus dedos que rápidamente lo acomodó sobre el frío granito de la cruz, volvió a ajustar su sombrero y se dispuso a tomar el camino hacia la salida.

El silencio luego de los campanazos reveló nuevamente un extraño sonido, Charles nuevamente perturbado detuvo un momento sus pasos para descartar cualquier malentendido, el bramido de los árboles, las hojas sueltas raspándose contra el rígido pavimento, no parecían sonar igual, se convenció de que pudo haber sido cualquier cosa azotada por el viento y dio dos pasos más hasta que aquel extraño sonido volvió a perturbarlo y esta vez se oyó más fuerte, se asemejaba al llanto de un gato, por un instante creyó que lo era hasta que el viento calló por completo y unos ahogados sollozos suplicaban por ayuda, hubo una pequeña pausa y los llantos se reanudaron, ahora era evidente, había alguien cerca de Charles que a través de lastimeros sollozos estaba rogando por ayuda.

Fin del capítulo 1

28 августа 2021 г. 19:32 0 Отчет Добавить Подписаться
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