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El chico de otro planeta

Día común y corriente, sí, de esas jornadas en donde uno hace todo lo necesario para sumar un día más , asistir al trabajo, llegar a casa, notar que no hay nada en el refrigerador, descubrir que la cocina aún me espera con los platos sucios de la cena , grrr, y más grrrr. Enciendo la tele y veo el mismo programa de todo los días, una comedia desabrida, del otro lado del muro oigo a mi vecina como tantas otras veces escuchando ópera, Dios ¿a quién se le ocurre? En fin... Vuelan zapatos y venga pijama de vagabundo a mí, ¡eso es! Tomo mi chelo, sí lo sé, no soy una gran chelista, este es mi pasatiempo de esos que surgen un día de verano o al inicio de un 31 de diciembre junto a mi madre escribiendo los propósitos para un nuevo año.

Deslizo el arco para comenzar, el sonido aún es desafinado a pesar de que llevo meses practicando, una y otra y…grrr, el sonido no es de los mejor, pero ¡vaya! Me siento inspirada esta tarde, y creo que hoy será una de las veces donde mejor me sale, lo presiento…lo presento.

Tomo mi móvil y enciendo la grabadora, si todo salía bien esa era mi prueba para enseñarle a mi profesor que siempre me tildaba de remolona.

¡Eso es Ana, pero mira cómo suena! ¡Vamos, vamos, este va a ser uno de tus mejores ensayos!

¡para ya de tocar esa mierda!

¿eh?

¡Esperen! ¿Y eso? Deslice el arco sobre la cuerdas produciendo un sonido espantoso, me quedé perpleja, y anonadada: ¿de dónde carajo había salido esa voz? Trague rápidamente para cazar mi móvil, detuve la grabación. Eso no podía ser, vivía sola, y el sonido de la voz se oyó demasiado nítido.

Pase mi dedo sobre la pantalla de mi móvil para oír mi grabación y…ahí estaba de nuevo…

¡Para ya de tocar esa mierda!

—¡qué! ¡oh, Dios! ¡un fantasma!—tire el chelo casi librándome de él como si se tratase de una maldición, di varios pasos hacia atrás espantada—¡debo dejar de ver historias de ultratumbas por las noches! ¡Me estoy volviendo loca!

No, no puede ser, los fantasmas no existen, ¿entonces por qué oí esa voz en medio de la grabación? Gruñí con fastidio quitando la chifladura que estaba invadiendo mis pensamientos.

Volví a tomar mi móvil, ¡al carajo con eso! Elimine el audio, estaba fantaseando por demás, ¡vamos Ana!, eres un humano racional esas cosas no existen.

—¡tonta, pero qué haces! —me dije a mi misma. aún temblorosa tome el chelo y el arco que yacían muertos en el suelo tan petrificados como yo.

Comencé a tocar nuevamente, bien: ¡Eso es Ana, deja de ser una loca paranoica!

—¡eres sorda o qué! ¡Para ya!

Esa voz masculina ¡otra vez! ¡No puede ser! Pegué un salto digno de las olimpiadas, librándome del chelo una vez más.

—¡oh Dios! ¿Cómo comenzaba la oración que recitaba mi abuela? ¡Cómo!—me golpee en la cabeza—¡funciona cerebro, funciona!

No soy un maldito fantasma—oí decir esta vez, el tono de su voz era un poco más calmo.

—¡Jesús, Buda, Alá, ángeles! ¡Auxilio!—chille aterrada mirando fijamente la pared por el cual creía que salía esa voz, como si hubiese entrenado para ello ya tenía mi pantufla en una de mis manos lista para ser lanzada como un proyectil—.¡no te atrevas a aparecer porque estoy…¡ estoy armada!—atine a decir ajustando mi mano a la pantufla.

—¿Enserio?—aquello se oyó muy irónico de su parte— ¿qué piensas hacer? ¿Darle a la pared un pantuflazo?

¿Cómo lo supo? ¿cómooooo?

—¡ahhh!—grité aterrada. Lancé la pantufla como un misil contra la pared. Lo hice con tal impulso que me di un resbalón del cual mi trasero recordará por varios días.

—¿estás bien?—oí decir una vez más

—Eso creo,—deslicé aguantando el dolor—¡estúpido fantasma!—chille.

tienes que ser muy idiota como para desear golpear una pared con una pantufla—me dijo burlón, aquello me había irritado por demás.

—Con que te crees muy listo ¿eh? Cretino fantasma—corrí hacia mi chelo, casé el arco y comencé a tocar de esa manera horrible que incluso lograba crisparme a mí también.

que no soy un fantasma…

—qué tal te va con esto eh…—Muajajjaja, me creía muy maléfica haciendo esa estupidez, pues, sí.

pero, qué idiota,—se bufó haciéndome hervir la sangre—no sirves para tocar el chelo, definitivamente—y aquello me hacía cabrear aún más iba a romper el arco sobre las cuerdas, apreté mis dientes tragando mi furia—creo que estás loc…—el sonido tapó su voz.

Toque un poco más hasta sentir que mis dedos se rasgaban bajo las cuerdas, solo ahí me detuve.

al fin…—suspiró aliviado apareciendo una vez más.

Corrí hacia el muro planté mis manos sobre la pared, esa misma por la que siempre había oído ruidos lo que me importaba tres carajos.

—no eres un fantasma—admití de la forma más tonta e idiota con mi cara pegada a la pared, me separé un poco entornando mis ojos sobre la amarillenta pintura.

vaya, en un momento acepto que pensé que tantos programas de reality que ves todos los días logró por fulminarte las neuronas.

Aquello había sido un golpe bajo, su tono de voz desbordaba arrogancia, cerré mis puños pegándolos sobre el muro, ese tipo era de lo peor.

—Todos los santos días, oigo una maldita opera distinta, dile a la anciana con la que vives que pare de hacer eso también porque juro que es molesto y podría decirte mucho más—amenacé

—¿Más?—se burló—tengo a una loca pegada a una pared diciéndome sin ningún tapujo que fue dotada de un mal gusto que ¡madre mía!, yo que tu preferiría quedarme en silencio—resolvió el muy cretino.

—¡Cómo sabes que estoy frente a la pared!

Sí, lo sé, lance la pregunta más idiota del mundo, créanme él me lo hizo saber confirmándolo con una risista ridícula.

Tu voz se oye más nítida cuando te acercas más a la pared, además, me alegra que no uses tu otra pantufla para desear ¿golpearme? Vaya tonta…—resopló.

Puse los ojos en blanco envuelta en fastidio.

—No lancé mi pantufla—mentí, sí eso es, mentí descaradamente.

aparte de idiota, ¿crees que soy estúpido? Esa era tu pantufla—aseveró malhumorado—, que por cierto, las detesto, cada vez que caminas rechinan de una manera que me trilla los nervios.

Me separe de la pared como si esta me hubiese empujado hacia atrás, con la boca abierta y la cara pasmada. Todo aquello clamaba por mi artillería pesada, no podía esconderme en mi trinchera debía salir y luchar contra esa voz que lograba crisparme de sobremanera, ¿pero quién se había creído el tipo ese?

—Vamos, deja de hacerte el correcto, yo oigo cada vez que miras porno, ¿acaso no tienes vergüenza? Tu abuela debería cortarte el servicio de televisión, eres un adicto—lance con el pecho agitado como un volcán.

Se oyó un silencio, ¡eso es Ana! Diste en el blanco! ¡Así se hace!

te estas equivocando…—su voz se oyó más clara, entonces me percaté de que se hacía acercado a la pared, di un par de tímidos pasos hacia la voz

—Eso dicen todos—dije socarronamente pavoneándome con mi triunfo.

—No soy un masturbador serial. No tengo abuela, y por cierto no vivo con ninguna mujer.

Lancé una risita ególatra sí señor, de esas que me salían tan bien.

—sí claro…como no…

No tengo televisión—el tono de su voz se tornó seria.

¿No tiene televisor? ¿Qué ser humano sobre esta tierra no tiene televisor?

—te entiendo yo también mentiría si fuese tú, incluso aseguraría que estas rojo como tomate soy tu vecina después de todo es normal…—resolví desfachatadamente.

no es una mentira no tengo televisor, y no tengo porqué mentir, lo que has oído a lo largo de estos días es tan real como cuando te escucho tocar el chelo, no me pidas que te diga quiénes son porque sinceramente: no recuerdo el nombre de ninguna de ellas.

¡oh! Eso quería decir que…

—¡Pervertido!—arrugue mi nariz

—¿Pervertido?—repitió indignado—de no ser por esta ordinaria pared ya te habría arrancado la lengua.

—Pues hace unos segundos te saqué la lengua y adivina qué más—estiré mi dedo elevándolo en un perfecto fuck you.

estas realmente loca ¿te has dado cuenta que le estás haciendo eso a una pared?—lanzo burlón

Yo tenía la lengua al aire y mi fuck you apuntando como un rayo hacia la pared, bajé lentamente la mano metiendo mi lengua una vez más dentro de mi boca, ese canalla ¡tenía razón!

—Imbécil

Ahí vas de nuevo insultando la pared,—lance de lleno mi otra pantufla como si con ella desease matar su voz que se movía por la muro como si se tratase de una cucaracha.—¿esa fue tu otra pantufla?—rio de manera arrogante, parecía gozar con todo eso.

—¡Quién carajo eres!

tu vecino.

19 июля 2021 г. 15:40 0 Отчет Добавить Подписаться
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