El momento de entregar su preciado cuerpo a los monstruos no supone un gran problema para Min YoonGi, pues es algo que está acostumbrado a hacer desde que notó la mirada perversa con la que su padre, el monstruo UNO, comenzó a mirar a Min JungKook. Fue por el tiempo en Min YoonGi contaba con catorce/quince años, su hermano contaba tan sólo con trece, cuando el monstruo UNO le ofreció un trato: si se entregaba a él, dejaría a JungKook continuar con su extrema inocencia. Si no lo hacía, ambos sufrirían.
YoonGi siquiera lo pensó, se entregó al monstruo UNO esa misma noche, con el monstruo DOS, su madre, viendo la escena con una sonrisa burlona, casi diabólica, en los labios. A ninguno le importó el dolor que él sintió o que su cuerpo fuese frágil para los golpes tan, tan fuertes que le dieron cuando una parte de sí quiso negarse. Aquellos dos monstruos siguieron como si fuese un momento insignificante, siguieron así por noches enteras, tantas que YoonGi ya ni siquiera se resistía.
Era lo que debía hacer para proteger a JungKookie y estaba más que bien con eso. Mientras Kook estuviese bien, su dolor valdría la pena.
Así es como pensaba Min YoonGi tan sólo a los quince años de edad, y así es como sigue pensando a los diecisiete.
Entregar su cuerpo a los monstruos no supone un gran problema para él.
Recibir golpes cuando lloriquea por el dolor no supone un gran problema.
Colocarse boca abajo, con las manos a sus lados, las piernas muy abiertas y la cabeza enterrada en el colchón, tan indefenso y expuesto a su padre, no es un gran problema para Min YoonGi.
Porque JungKook está bien, a salvo. Y si Kookie está bien, entonces lo vale.
Por eso está donde está ahora.
YoonGi jadea, gimoteando de dolor mientras entierra lo más que puede la cabeza en el mugroso colchón bajo su cuerpo y sus manos buscan a tientas algo a lo que aferrarse. Le duele todo el cuerpo, le duele el alma, el corazón, pero si aprieta la almohada, si piensa en otra cosa y aísla su mente de lo que está ocurriendo, puede soportarlo. Así que se queda quieto, esperando que el monstruo UNO termine, y cuando por fin lo hace, YoonGi recoge sus prendas esparcidas en el suelo para abandonar el cuarto lo más rápido que puede.
La dignidad la ha perdido hace mucho tiempo, por lo que siquiera se molesta en cubrir su cuerpo cuando pasa por delante del monstruo DOS, quien bebe alcohol barato mientras ríe burlón. El monstruo murmura algo sobre lo que ha sucedido en el cuarto del monstruo UNO, seguramente un insulto, un «Me das asco, puta» o algo así, pero YoonGi prefiere no escucharlo. Su objetivo, de momento, es llegar al baño sin caerse y sin llamar la atención. Sí, eso.
Llegar al baño se siente como si fuese su salvación, pero sabe que no lo es. El monstruo UNO podría aparecer allí y decirle que no está satisfecho, que van a tener que repetirlo o de lo contrario irá a buscar al inocente JungKook, así que YoonGi se mantiene alerta a todo lo que sucede a su alrededor mientras intenta no sollozar muy alto. Quiere eliminar de su piel el toque brusco y los asquerosos besos de su padre, así que coge una esponja y se refriega la piel con eso hasta que está roja, pero ni así puede dejar de sentir asco de sí mismo. El monstruo UNO está tatuado en su piel para recordarle las noches en las que él se entrega sin problema sólo para proteger a JungKookie.
—Por favor, no. Por favor, no. Por favor, no —ruega mientras escucha los pasos del monstruo UNO cerca de la puerta.
Para su suerte, su padre se aleja hacia la habitación nuevamente, por lo que suspira más tranquilo y decide salir de la ducha aceptando que su cuerpo permanecerá sucio por siempre. Coge su ropa y se la coloca nuevamente, no esperando siquiera dos segundos para ir corriendo hacia su cuarto. Le coloca seguro a la puerta y apoya la espalda sobre la puerta, suspirando aliviado.
Los monstruos no pueden dañarlo si está en su habitación. Es el trato que impusieron hace años.
YoonGi se toma unos segundos para recomponerse pues no quiere que su hermano menor le note roto, así que se hace una bolita contra la puerta mientras espera a que las imágenes de lo ocurrido se vayan finalmente de su mente y se entierren en aquel espacio donde viven todos los recuerdos de lo que sucede hace años en la habitación del monstruo. YoonGi se concentra en su respiración mientras observa todo a su alrededor: el cuarto es pequeño, tanto que sólo cabe allí un putrefacto colchón en el que JungKook y él nunca duermen y un armario que parece va a caerse a pedazos. El techo del cuarto está resquebrajado, la pintura de las paredes se está saliendo y lentamente el moho parece adueñarse del lugar.
Todo allí es horrible, excepto por el pequeño pelinegro que se esconde en lo más profundo del armario.
—¿Hyung? ¿Eres tú? —Le pregunta la voz entrecortada de JungKook.
—Sí, bebé. Soy yo —murmura con los ojos llenos de lágrimas mientras gatea hacia el armario, adentrándose en él tan rápido como nota los grandes ojos del menor observarlo con curiosidad y preocupación —. Perdí la pelea.
JungKook se ve decepcionado, pero su expresión decaída pronto cambia por una sonrisa comprensiva.
—Mañana le ganarás, Hyungie. No tengo dudas. Eres el mejor le anima.
YoonGi se traga un sollozo mientras asiente lentamente, inclinándose hacia adelante para que JungKook le acaricie las mejillas y le haga sentir otra cosa además del asco que lo sigue todos los días.
Se siente agradecido con la inocencia de JungKook, pues Min YoonGi jamás podría decirle que las 'peleas' con su padre son en realidad abusos que él aceptó sólo por cuidarlo, por cuidar su preciada salud mental y su puro corazón. Prefiere seguir diciendo que pelea todas las noches con su padre para que por fin los deje a ambos irse de la casa.
Prefiere que su alma esté podrida.
—No llores, Hyungie —ruega el menor mientras le limpia las lágrimas.
—Te decepcioné —YoonGi se esconde en el pecho de su hermano para que no le vea a los ojos. Teme que Kook se entere que está llorando porque ya no puede soportar el trato que hizo con los monstruos.
—Claro que no —JungKook hace un pucherito también. Le duele que su Hyung piense eso. — Hyungie jamás me decepcionó. Él es tan valiente.
YoonGi solloza, abrazándose al menor mientras tira de él para recostarlo en su pecho. Allí, en el fondo del armario, ambos comparten una cama hecha de muchas mantas y peluches de Kookie que YoonGi compra, cuando puede ir fuera de casa, para él. Los monstruos no saben que los tiene, así que ambos protegen ese armario con su vida. El espacio es reducido, alcanza sólo para uno de ellos, pero encuentran rápido una posición cómoda y se quedan así por largos minutos en los que YoonGi no hace otra cosa más que sollozar y JungKook le consuela con besitos en las mejillas.
—Tranquilo, Hyungie. Estoy aquí —JungKook le da un besito en los labios para tranquilizarlo.
El mayor le abraza con fuerza.
—En un mes nos iremos de aquí, bebé —le promete — . Para mi cumpleaños nos iremos lejos, muy lejos de aquí, y empezaremos de cero juntos.
JungKook asiente, comprendiendo. Se siente emocionado por dejar esa casa llena de monstruos que siempre están dañando a su Hyungie.
—Está bien, Hyungie —JungKook se acurruca en el pecho del mayor para poder dormir, pero frunce el ceño al notar las marcas en el cuello ajeno.
'No he curado a Hyungie', recuerda.
—Hyungie, tengo que curarte antes de ir a dormir —le recuerda en voz baja.
YoonGi suspira profundamente. Su cuerpo está sucio, muy sucio, pero a ojos de JungKook siempre logra sentir que aún sigue siendo puro, así que se quita lentamente la ropa hasta quedar desnudo por completo y Kook ahoga un sollozo cuando ve que el monstruo UNO ha golpeado a YoonGi hasta en sus partes íntimas.
—Oh, Hyungie —JungKook jadea, no pudiendo imaginar cuánto le duelen a su Hyungie todas esas heridas.
—Deberías verlo a él, bebé —YoonGi alardea con la voz totalmente rota.
JungKook se muerde el labio inferior, acariciando lentamente al mayor. Por supuesto, no sabe curar heridas, pero quiere creer que sus caricias son casi suficientes para alejar el dolor.
—Seguro Hyungie lo hizo añicos —le sigue la broma, sonriendo débilmente.
Ahora más que nunca quiere irse lejos de allí para proteger a su Hyungie.
—Claro que sí. Hasta me pidió que ya no le golpeara — sigue mintiendo.
—¡Oh!
JungKook se cubre la boca con una de sus manos. Su Hyungie es tan fuerte. ¿Cómo es que aún no le ha ganado?
Concentrándose nuevamente en curar a su Hyung, JungKook se inclina hacia adelante para repartir besitos es todo el pecho del mayor mientras le hace caricias en los brazos. Pronto, le besa la pancita, bajando lentamente hasta que todo su cuerpo está repleto de caricias y besos que los hacen llorar. JungKook llora porque le lastima ver a su Hyung así. YoonGi llora porque los besitos y las caricias de JungKook son como caricias en su débil corazón.
JungKook siempre le cura las heridas, incluso las que no se pueden ver, y una vez que termina, YoonGi vuelve a sentirse puro, como si nunca hubiese sido lastimado por los monstruos, y él mentiría si dijese que, al final del día, no ama sentirse puro frente a Kook.
Se siente como nuevo, y está listo para soportar otro día más.
—Gracias, bebé —murmura YoonGi con una sonrisa débil.
El menor le acaricia las mejillas.
—De nada, Hyungie —JungKook le da un besito en los labios, ayudándolo a vestirse.
Luego, ambos se recuestan de nuevo en la improvisada cama y comparten por horas pequeños besitos que hacen que sus corazones se alteren, como un pequeño recordatorio de que, a pesar de todo, están vivos y juntos.
Ambos aman aquella sensación.
—Hyungie —JungKook suspira contra la boca de YoonGi, riendo bajito ante las caricias en su cintura —. Hyungie, ¿cómo será nuestra nueva vida?
Min YoonGi coloca una mano bajo su cabeza, observando el estante sobre él, ese donde está la poca ropa de su hermano menor. Tiene varios dibujos pegados en él, la mayoría hechos por JungKook. Son dibujos sobre ellos.
A JungKook le gusta dibujar cómo serán sus nuevas vidas juntos y lejos de los malos monstruos de la casa.
—Hermosa —susurra YoonGi —. Va a estar llena de colores. Vamos a tener una casa pequeña, con una habitación y una cama de verdad. Quizá también tendremos un perro. Yo trabajaré por ambos y tú irás al colegio de nuevo.
A ambos le brillan los ojitos al pensar en su nueva vida juntos.
—Genial —susurra JungKook, feliz.
—¿Tú cómo la imaginas, bebé?
JungKook lo piensa un poco, riendo bajito ante lo que imagina.
—¿Qué? ¿Qué imaginaste? —Pregunta YoonGi, riendo también.
—Ninguno sabe bailar —comenta —, pero me gusta imaginar que ambos vamos a bailar bajo las estrellas luego de casarnos.
YoonGi sonríe bobamente.
—¿Te gustaría casarte conmigo? —Le pregunta con timidez.
—¡Claro que sí, Hyungie! Me gustas mucho, ya te lo dije antes —responde —. Mi corazoncito es todo tuyo y tu corazoncito es todo mío, ¿recuerdas?
El mayor se sonroja notablemente, no demostrando lo feliz que le hace oír eso. Su corazón latiendo rápidamente lo demuestra por sí solo.
—Lo recuerdo —susurra.
JungKook sonríe contento, oyendo atentamente los latidos de su Hyung.
—En nuestra nueva vida, mientras bailamos bajo las estrellas, me gusta imaginar que tú usas un traje y yo mi pijama de Iron Man —sigue contando —. Te verías lindo en traje, Hyungie.
—Y tú te verías muy lindo bailando con tu pijama de Iron Man, bebe.
El menor ríe avergonzado.
—N-Nos imagino muy enamorados y pudiendo d-darnos muchos besitos en la boca —murmura.
YoonGi niega con una sonrisa tonta en los labios antes de atraer a JungKook para darle un pequeño besito.
JungKook se sonroja.
—Pero lo más importante es que, en nuestra nueva y hermosa vida, sólo somos tú y yo siendo felices, Hyung.
—Sólo nosotros —YoonGi saborea la frase en su boca, notando lo bien que suena —. Me gusta eso, bebé.
JungKook sonríe orgulloso, besando a YoonGi una última vez antes de cerrar los ojos para ir a dormir, y mientras le hace mimos en la espalda, YoonGi se prepara mentalmente para sobrevivir un día más.
Porque él quiere cumplir el sueño de JungKook y el suyo. Quiere que, algún día, sólo sean ellos dos. Sin dolor ni lágrimas en las mejillas, sin heridas que curar, sin miedo a los monstruos.
Sólo ellos dos siendo felices.
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