Tras la batalla contra los Spêtz, unas criaturas barbáricas de tamaño colosal y fuerza sin igual, los dioses perdieron mucho mas de lo que consiguieron con su victoria, mucha sangre fue derramada.
Uno de los dioses que dieron su vida para que reinara la paz, fue Koybª, el dios de la voluntad eterna, hijo de Karla, la diosa de Mös, un bello paraíso mas allá del mundo de los mortales.
Cuando Certan, el padre de los dioses, le entregó la lanza de su hijo, Karla volvió a Mös para quedarse eternamente.
Apenada, comenzó a chillar, al ser una de los cuatro dioses originales y contar con una energía inmensa, el hermoso paraíso quedó reducido a cenizas. Al ver lo que su ira había producido, Karla empezó a llorar, las lágrimas que caían al suelo empezaron a crear un pequeño charco, pero pronto desbordó, creando un pequeño rastro de agua que iba creciendo, con los años, las lagrimas de Karla habían sido tales, que se había formado un pequeño rio.
El rio no era profundo, y se podía cruzar caminando.
Karla no dejaba de llorar, y la energía desprendida de su cuerpo en forma de lágrimas, fue suficiente para que la vida empezase a brotar: animales, plantas …
Se dice que al haberse creado con el sentimiento puro de una diosa, el agua del rio tiene propiedades únicas, como curar cualquier herida producida por un arma, o por cualquier inmortal.
Muchos fueron los mortales que intentaron encontrar dicho paraíso, pero es un lugar, al que solo los dioses tienen acceso.
Angel Novo
