vazquez_eli Elizabeth Vázquez

Helena muere en manos de sus hijas. Ellas viven con remordimiento y culpa esperando ser perdonadas algún día. Hay una disputa familiar que hará que las cuatro la pasen fatal el resto de su corta vida y así, la maldición con la que Helena maldijo a sus hijas se cumplirá lentamente. Todas recuerdan la agonía de su madre, la ausencia de su risa y la catástrofe que causó en sus vidas.


Триллер 18+.

#familia #amordehermanas #disputa #remordimiento #misterio #sangriento
6
484 ПРОСМОТРОВ
В процессе - Новая глава Every week
reading time
AA Поделиться

LAURA:

"El sabor de la vida es mundano." Ese es un idealal que soy fiel desde muy pequeña, y con la muerte de mi madre ese ideal se convirtió en una doctrina sólida que recitaría todas las mañanas. Un mantra de vida. Una locura vuelta remordimiento.

Solía decir cuando era más joven, que cualquiera que pudiese ser lo suficientemente puritano sin duda podría obtener mi corazón.

La idea de que haya un hombre perfecto me resultaba bastante irreal, y al mismo tiempo yo había encontrado a un hombre magnífico, aquel que jamás me defraudó, aquel que murió y derramó sangre por mi salvación.

Dios era la luz de mi vida y la brisa de verano para mis angustias. Mi madre nunca comprendió ese hecho, y murió con la conciencia perdida y el alma sucia de pecados. Toda mi familia está llena de faltas a Dios.

Su palabra es ley para mí. La leo cada mañana, cada tarde y cada noche. Sus promesas son sabias y jamás se equivoca. Yo, como buena sierva no quiero perder la cabeza con actos mundanos y me esfuerzo por hacer todo lo posible por ser una buena esposa y excelente madre. Es una gran bendición el procrear y agradar a Dios con mis actos. Pero mi marido, él no entiende todo lo que hago para alcanzar el perdón divino. Para él todo es un juego total, una farsa sin fin. Una perdición más brutal que la del mismo infierno.

¿Por qué satisfacer a satanás con el acto sexual sin procrear? ¿Por qué jugar con nuestros cuerpos de una manera tan cruel? ¿Por qué sólo ir a las discusiones en un hogar religioso donde debería abundar el amor? ¿Por qué la vida tiene que ser tan miserable para mí?

Mamá murió y mi padre se volvió a enamorar de una mujer cualquiera sin juicio ni moral. Estoy en desacuerdo con tal relación blasfema. Por eso, rezo por ellos; para que sus almas se puedan reivindicar, y también para que mi madre pueda perdonarme algún día por haberla abandonado.

Sus palabras antes de morir no me pesan tanto como a mis hermanas, lo que me pesa es haberla dejado morir de una forma poco digna. Pero, quizá ella merecía morir así, a manos de una de nosotras.

Después de salir del templo, fui al mercado antes de que se hiciera más tarde. Me perdí en mis pensamientos cuando estaba hincada ante mi Dios. Mis plegarias no deben terminar para mi familia. Debo interceder por ellos, para que alcancen misericordia.

Estoy indignada. Molesta, enojada. Yo no soy la que debería tener que pasar por todo esto. Ver como sufre Bibiana, el segundo matrimonio de papá, y la infidelidad de Mauro, el egocentrismo de Sabina, y el aura de muerte de Fátima. No estoy preparada para caer tan bajo; pero tal parece que las pruebas difíciles no terminan para mí.

Cuando llegué a casa, lo que menos esperaba era encontrarlo a él. Apenas y podía reconocerlo con esa sonrisa falsa que anunciaba malas noticias. Pero decidí mantener la calma.

—No me avisaste que llegarías temprano. —dije agachando la mirada. Pasé a la cocina y puse las verduras en el lavabo y comencé a limpiarlas. Mauro mantenía un silencio angustiante. Su ausencia de palabras me mataba a veces, me hacía sentir culpa de cualquier cosa.

—Laura… —apenas y pronunció mi nombre. Lo miré de reojo y dejé que siguiera hablando—. Me iré de la casa. Ya no podemos seguir juntos. —me dejó helada. Sentí como si me hundiera en agua fría. ¡No puede estar pasando! Algo habré hecho mal para que esto pasara. No logro entenderlo.

—No puedes dejarme así de la nada… —dije con mi voz cortada—. ¡Debe ser una broma!

—Ninguna broma, Laura. Es verdad. Ya no puedo seguir con esto. —Se acercó a mí con unos documentos en mano—. Son los papeles del divorcio. Solo hace falta tu firma. Por lo mientras, me iré de la casa. No te preocupes por dinero que todo estará resuelto semana con semana. Sabes que nunca te fallaría y menos con mi pequeña. —Su forma de decir las cosas es tan serena que me conformaría con cualquier migaja que callera al suelo. Estoy paralizada con la noticia.

—¿Es por otra mujer? —Le pregunté casi a punto de romper en llanto. Mauro baja la mirada como sintiendo culpa. Afirmando mí pregunta—. ¿Por qué me haces esto? —comencé a llorar y eso no es bueno. Muestra mi debilidad, aquella que tanto odio.

—No creo que sea adecuado hablar de eso contigo y menos en estos momentos.

—Mauro… —trato de gritar pero la voz no me sale. Necesito que me diga que esto es un sueño—. ¡No es verdad! ¡No es… verdad! —caigo al suelo y las fuerzas se esfuman para volver a levantarme.

—Laura, por favor… no quiero dramas de esto. Solo firma. —dice Mauro y subió a la recámara para que a los cinco minutos bajara con unas maletas. Es verdad. Él se irá.

—No te puedes ir así. —Lo sujeté de su brazo—. ¿Qué pensará la gente? ¿Tu hija? ¿Has pensado en ella? Ella estará muy devastada con esto.

—La gente me va y me viene lo que piense. ¿Qué más van a pensar? Soy el esposo de una monja, esta abstinencia no puede durar para siempre. No quiero seguir con alguien con quien no puedo contar al cien. No haces más que estar dentro de aquel templo con culpa de todo. —Lo miré y el llanto está más fuerte que nunca. ¿Qué necesito para salvar mi matrimonio? ¡Dios, ayúdame! —… Miriam, ella estará bien. Es una niña fuerte, no se acabará su mundo por esto. No hagas drama donde no lo hay.

Tomó sus maletas y salió azotando la puerta. Me quedé en el suelo sujetando los documentos del divorcio y el llanto seguía tan fuerte como mi culpa.

Dios, perdóname por que hice mal con tus mandatos. No pude ni siquiera cuidar de mi familia. Mantenerla unida.

Estoy perdida. Sin ellos no soy nada. El viento corre débilmente por la ventana hasta que cae la noche y el frio se cuela hasta el suelo, donde sigo desconsolada y con culpa de todo.

Miriam no ha regresado. Seguramente estará con su padre y con la otra mujer por la que me abandonó. Hoy debíamos de haber ido a cenar con mi padre y mis hermanas. Será imposible. Pero por lo menos evitaré las burlas de Blanca sobre mi matrimonio fallido. Ella tenía razón; Mauro es demasiado hombre para mí.

Debe ser muy tarde. El cuerpo se me ha entumecido y no tengo ganas ni voluntad de levantarme del suelo. Ya no puedo llorar. No soportaré sacar una lágrima más.

Suena el teléfono en la sala unas cuantas veces, y apenas y puedo aguantar mi peso. Me sujeté de la mesita que tiene un jarrón con flores marchitas y en mi torpeza, las tiré regando todo por la entrada. Mi falda se mojó y caminé lentamente por la casa hasta llegar a la sala donde el teléfono dejó de sonar y el mensaje de voz empezaba a reproducirse.

“Laura, no puedes creer lo que papá dijo. ¡Se casará dentro de un mes con la zorra de Blanca! Debes hacer algo. No puedo con esto. ¡Por dios, necesito un trago!”

El mensaje de sabina era claro y corto. Pero Blanca no permitiría que ninguna de las cuatro metiera nariz en su relación. Papá debe estar loco si planea hacer una unión con esa bruja. Pero ya no es asunto que me interese. Mi hija y mi esposo me han abandonado y ya nada importa. Todo se me fue de las manos y de un momento a otro.

Sonreí débilmente mientras me limpio mis mejillas con la mano. Estoy helada. Me dirigí a la cocina por un vaso de agua y fui a la habitación, del buró saque unas pastillas para dormir y así fue como de una por una se fueron agotando hasta dejar el frasco vacío. La desesperación me hacen perder la cabeza nuevamente en llanto y un nudo en la garganta provocan que no pueda tragar las pastillas. Las quiero vomitar, corrí al baño y busqué la navaja con la que se afeitaba Mauro; me miro en el espejo y no veo más que una mujer destrozada y sin nada de esperanza.

Tragaré las pastillas, aunque tenga que abrir mi garganta para quitar el nudo que me agobia. Y, corté lentamente hasta llegar a una parte dura donde aprieto mis dientes y paso la navaja con fuerza. El dolor es abundante, estoy agonizando. Las fuerzas se me van nuevamente de mis piernas y caigo al piso, donde siento un charco tibio de mi sangre sobre mi mejilla derecha. Poco a poco estoy mueriendo con dolor y las palabras de mi madre están presentes, como cada día de mí vida. Ahora podré enmendar mi error.

Jamás debí hacerle eso a mi madre.


23 мая 2021 г. 19:15 0 Отчет Добавить Подписаться
2
Прочтите следующую главу FÁTIMA:

Прокомментируйте

Отправить!
Нет комментариев. Будьте первым!
~

Вы наслаждаетесь чтением?

У вас все ещё остались 1 главы в этой истории.
Чтобы продолжить, пожалуйста, зарегистрируйтесь или войдите. Бесплатно!

Войти через Facebook Войти через Twitter

или используйте обычную регистрационную форму