Epifanía. Подписаться

Algún lugar en la tierra desconocido.
1274.

Eran inicios de octubre cuando a la orilla de un viejo lago, un pequeño grupo de pájaros negros salían despavoridos de las copas de los pinos que se encontraban a las orillas del agua gris casi trasparente. ¿La razón? Un alarido los había hecho huir por la desesperación y la agonía que aquella queja transmitía. Un hedor a sangre y muerte se hacía presente por todo el lugar, era, sin mentir, el escenario más horrendo y doloroso que un niño puede presenciar o si quiera escuchar.

Los tiempos eran crueles para un niño vampiro al tener tan buen oído, ahora que escuchaba con total detenimiento y dolor los gritos de su madre la cual por cosas crueles de la vida, daba su ultimo respiro. Ella, junto con otra mujer, había sido sometida y amarrada de un poste por los aldeanos del lugar al suponer que era una bruja, al tener ese pensamiento en la mente, no se detuvieron a pensar en el pequeño niño vampiro que observaba todo desde la copa de algún pino con lágrimas cayendo desde sus pequeños ojos hasta su barbilla. El gritaba de dolor en su interior al sentir y ver lo que le hacían a su pobre madre que en un intento de protegerlo se dejó atrapar.

La gente a su alrededor celebraba con entusiasmo la eliminación de aquel par de "brujas", sin importarles nada ni nadie.

Un grito lejano de rabia se dejó escuchar junto con otro más agresivo y profundo.

Un predestinado había muerto, junto con su dulce amada.

Y un pequeño JiMin se encontraba ahora totalmente solo, junto con los asesinos de su madre y ahora padre también, al final había aprendido algo.

Si muere tu predestinado, tú mueres junto a él.

Y lloró. Lloró siendo aún un niño que no comprendía lo que estaba pasando, pero que sabía que los humanos eran malos y crueles con lo que es desconocido a sus ojos. Los humanos no entendían el dolor de una muerte tan dolorosa pues no sentían el dolor que JiMin sentía en lo más profundo de su ser.

Estaba solo, completamente solo en este mundo que solo le arrancaba llantos desgarradores y dolores en el pecho, como el que tenía en este momento. JiMin odiaba a los humanos, odiaba que ellos tuviesen libertad y el no, odiaba sentirse solo y ver que los demás niños tenían a su familia. Él había muerto por dentro, ya no era humano ni tampoco vampiro.

Ahora era solo un cascaron que vagaba sin un destino adjunto por el mundo, llorando la muerte de la persona que vio sufrir de agonía y olvido al dar su último suspiro por tan solo salvar a su hijo.