—Hanna ¿estás lista para brillar esta noche? He oído que el nuevo dueño de la editorial va a estar presente durante la cena, dime que no te pica la curiosidad—exclamó Katie mi compañera de trabajo con el café latte casi al límite de caérsele encima de la fina camisa de Cachemir que lucía alegremente.
—Vamos Katie sabes de sobra que tengo novio, además te imaginas que pudiera siquiera ver alguien o a otro hombre que no sea John, venga ya, pareciera que no lo conoces todavía— respondí exhausta después de leer y releer todos los estúpidos artículos sobre moda y hogar.
—Cuando te vas a dar cuenta de que eso no es amor, John no te quiere y nunca lo hará, solo está completamente obsesionado y, ¡cuanto antes lo dejes mejor!—respondió ayudándome a recoger todos los papeles que tenía esparcidos por el despacho.
—Es más complicado de lo que piensas Katie, no lo puedo dejar así como así, el...sabe lo que necesito y eso no me lo puede dar nadie, así que olvida el tema y mejor concéntrate en ti, si es tan buen partido como dices ya sabes, ve a por él—respondí cortante y dirigiéndome hacia el ascensor.
—Espera ¿donde te crees que vas? Me tienes que acompañar a comprar la ropa para esta noche, me lo prometiste ¿recuerdas?—suplicó sujetándome el brazo.
—No puedo Katie, John está abajo y si ve que me retraso se molestará, además ¡cualquier cosa que te pongas te queda genial! ¡Nos vemos en la cena!—exclamé zafándome de su agarre y tomando el ascensor para llegar cuanto antes a la salida.
—¡Menos mal! ya sabes cómo odio que me hagas esperar—respondió mordiéndose un carrillo y colocando su mano sobre mi muslo rozándolo hasta casi llegar a mi entrepierna.
—Pff he tenido un montón de trabajo, perdona. Por cierto recuerdas que te dije que hoy tenía la cena de empresa, por lo visto hay un nuevo dueño de la editorial y lo van a celebrar,—resoplé reclinando el sillón y acercando mis labios a los de John.
—Pues no vas a ir, he quedado con mi hermana ya sabes que se va a casar y quiere que la ayudes a escoger el vestido—respondió cortante colocando las dos manos sobre el volante.
—Sabes que odio llevarte la contraria pero me lo ha exigido mi jefe así que no tengo más remedio, y no quiero que me lleves tú por favor, tengo mi coche y este trabajo es muy importante para mí. Te lo ruego, no quiero perderlo igual que el anterior, me lo debes— exclamé cruzando los brazos y apartando la mirada hacia la ventanilla.
—Tendrás que convencerme entonces...—terminó diciendo con una sonrisa malévola girando mi cara hacia él y acercando sus carnosos labios a mi cuello para mordisquearlo.
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