frank-monge-s1610233903 Frank Monge S

El continente sangra. Las disputas entre los seis reinos no cesan. Los grandes líderes ansían cosas distintas: conocimiento, tecnología, magia, gratitud, dominio y honor. En medio de este panorama se encuentran algunos que desean mantenerse al margen de todo. Sin embargo, el caprichoso mundo no deja escapar a nadie. Forzándolos a intervenir, para bien o para mal. Te invito a leer esta historia. No digo mucho en la sinopsis porque deseo que descubras este mundo por ti mismo. Gracias por leerme.


Фентези эпический 13+.

#épico #aventura #romance #grupo #guerra #magia #hechiceros
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Prólogo

El bosque estaba en su contra o al menos eso le parecía. No podía ser casualidad el que tropezara tres veces y cayera de bruces en plena persecución. El amparo de la noche no le duraría para siempre. Luchando contra su propia fatiga se forzó a seguir corriendo.

"Si logro cruzar toda esta espesura".

El aullido de un lobo lo hizo detenerse. Volvió la vista atrás suplicando interiormente que ese aullido sea contestado. Así sabría que se trata de una manada común y corriente.

Silencio.

"Joder".

Echó a correr nuevamente. Al cabo de un minuto, el aullido volvió. Se detuvo nuevamente y permaneció alerta pues el sonido animalesco había provenido de la dirección hacia la cual iba. Desenvainó lentamente su espada sin apartar la vista de la penumbra frente a él.

Un pequeño gruñido precedió a la aparición de un par de ojos amarillos que destellaban en la oscuridad. A medida que el animal se acercaba su cuerpo parecía emerger de las tinieblas. Observó a su alrededor. Destellos, varios.

"La manada entera".

El gruñido de amenaza de un lobo fue respaldado por la manada entera que en aquel momento tenían al hombre rodeado. Sin embargo, no atacaban, no se iban sobre él para matarlo y devorarlo. Por el contrario, esperaban.

Unos pasos metálicos hicieron que prestara atención a la cima de una pequeña elevación.

— Zareck, el ahora llamado 'Hereje', por ley divina os suplico deje la espada y se someta.

Lo reconoció al instante. Se trataba de un hombre maduro de complexión fuerte, cabello y barba negras recortadas; armadura plateada y ceñida al cuerpo; capa blanca inmaculada; espadón de hoja ancha a la espalda; y ojos amarillos con ranuras como pupilas.

— ¿Debo sentirme honrado que su santidad te haya enviado a darme caza? -dijo Zareck olvidándose de los animales que lo rodeaban y centrándose en la persona que tenía en frente-. Zorius, santo caballero de los lobos.

— Tu honra no es asunto mío -respondió seco-. Pero el llevarte al divino juicio y cumplir mi sagrada misión, sí.

— Sería impresionante si no fuera porque todas las misiones encomendadas por su santidad son sagradas -no pudo evitar cierto tono de sarcástico-. Vamos amigo, no tenemos porque medir fuerzas.

— Has cometido un sacrilegio sin precedentes -la severidad de Zorius era digna de un dios encolerizado-. No hay apelación posible, te llevaré de regreso de una manera y otra.

Los lobos avanzaron un poco mostrando sus colmillos y flexionando levemente las patas como preparación para su ataque en salto.

— ¿Me quieren con vida? -consultó Zareck mientras permanecía alerta.

— Sí.

— Gracias.

Zareck giró rápidamente su cuerpo para cortarle la cabeza al lobo que silenciosamente había intentado sorprenderlo por la espalda. Como si fuera un torbellino comenzó a girar cortando a sus atacantes, cuidando sus hombros y piernas, puesto que era consciente que Zorius intentaría inmovilizarlo.

La fauces de un lobo lograron atrapar su hombro izquierdo. Al sentir los filudos colmillos penetrando en su piel echo de menos su cota de malla y armadura, las cuales había dejado de lado en pos de una huida rápida.

Otras fauces lo sujetaron de las piernas. Sentía la sangre correr por su pecho y muslos. Inmovilizado, siguió utilizando su brazo libre, con la cual sostenía su espada, para intentar librarse. No tuvo éxito, estaba en desventaja numérica. Alzó su espada por encima de su cabeza y recitó.

— 'Luz sagrada que abraza el corazón de los valientes, dadme el vigor de aquellos que son dignos'.

No sucedió nada. Zareck ignoró todo el dolor de su cuerpo para centrarse en su interior... nada. Su sagrado cántico no generó nada.

— Pareces desconcertado -Zorius avanzó lentamente-. Las sagradas palabras lo dicen 'el vigor de aquellos que son dignos' y tú ya no lo eres. Zareck, el hereje.

Zareck le arrojó la espada con todas sus fuerzas y directo a la cabeza. El lamento de un lobo se dejo oír cuando la espada le perforó el estómago. El animal, se había sacrificado por su amo.

— Sin la bendición del dios único no eres más que un hombre corriente -le apuntó con una mano-. 'Aire gélido, carcelero del rey de la traición. Detén la vileza de los impuros'.

Zareck se sintió caer, acompañado de la sensación de tener todo el cuerpo entumecido. No sintió el golpe contra el suelo. No podía sentir nada.


10 января 2021 г. 0:53 0 Отчет Добавить Подписаться
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