susy-buisson1603067048 Susana Buisson

Nueva York. Dos personas en sus 30. Darah Petterson en pleno replanteo de lo que quiere y no ha logrado, Alexander Payne atrapado en una vida que no desea pero sin motivos para salir de ella. Todo cambia la noche del cumpleaños de Darah cuando recibe a Alex como regalo. Historias del pasado, demonios personales y el deseo de ser amados convergen en esta historia en la que nada será fácil.


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Felíz cumpleaños Darah

Sol radiante.

Milagro.

La música atronando en mis oídos a través de los auriculares del IPod mientras camino el corto trecho desde el trabajo de mi padre hasta la escuela. Es mi cumpleaños número dieciocho y estoy completamente felíz, he recibido esta mañana mi carta de pre-aceptación a la mejor universidad de Estados Unidos para estudiar arte y literatura y mi beca es casi un hecho, mis calificaciones hace años que son perfectas.

La mañana está tan hermosa que prefiero caminar esas pocas cuadras disfrutando de la suave brisa en mis cabellos antes que aceptar el típico aventón en la ambulancia, que mi padre suele darme cuando mi viejo trasto rodante está en el taller.

—¡Buenos días preciosa!¡Hoy es tu cumpleaños!

Sonreí con los ojos cerrados, sin preocuparme en identificar al dueño de aquella voz mientras de pie en el borde de la acera, esperaba a que cambie el semáforo para cruzar.

La calidez del sol en la piel de mi rostro y de mis brazos me hace lamentar no tener ya la costumbre de usar polleras, así mis piernas también estarían disfrutando por una vez en la vida del sol y no lamentarían su suerte, encerradas en estos habituales y desgastados jeans.

—¡Pero mira esas piernas! ¡Lo que tenías escondido niña!

¿Qué?

Abro los ojos inmediatamente para mirar mis piernas, desconcertada por aquella exclamación,y al bajar la vista para corroborar que llevo pantalones, me veo a mi misma durmiendo en la gran cama de mi antigua habitación de la segunda planta, en la casa de mi madre, en Sidney, Australia.

¿Qué carajos?

Sin entender demasiado lo que sucede observo a mi alrededor, y reconozco con inevitable cariño los familiares tonos de rosa en la paredes, los marcos blancos de la puerta y las ventanas de la habitación, y la gran cama de respaldos de hierro forjado, también pintado de blanco, con su ángel de yeso, obra de mi madre, sobre la cabecera para velar mis sueños...

Oh... solo estoy soñando, me digo a mi misma, tratando de dar lógica a lo que perciben mis sentidos.

—¡Vamos preciosa, levántate que es tu cumpleaños!— Esta vez es la voz de mi madre la que se cuela en la habitación, cálida, dulce...sofocando por un momento el trinar de los pájaros que se filtra desde el amplio y verde parque que rodea la casa. El tenue rayo de sol cruzando a través de las ramas del árbol frente a la ventana me acaricia el rostro.. —¡Vamos mi niña! ¡Apresúrate! ¡No puedes perder un minuto! ¿Quieres tener hijos algún día cierto? ¡Entonces levántate o tus ovarios comenzaron a marchitarse!

—¿Qué dices madre? recién tengo veinte años —mascullo entre dormida ante su bizarro discurso, pero mi madre sigue la cantaleta...— y tu rostro... ahh, a tu rostro niña ¡ya no le queda mucho tiempo...!

—¿De qué estás hablando mamá?

Risas. Carcajadas. La risa cantarina de mi madre se transforma de repente en carcajada burlona y luego en un rugido siniestro, aterrador.


—¡Levántate!!¡Antes de que tus ovarios se sequen!


La carcajada queda reverberando en el vacío y entonces abro los ojos asustada, tratando de acostumbrarme a la penumbra del cuarto en el que estoy, y despertarme por completo de mi obvia pesadilla, ni siquiera se dónde estoy.

El ruido de algo arrastrándose por el suelo de madera de la habitación, me hace ser consciente del desaforado ritmo de mi corazón y busco su origen con cautela, un poco escondida detrás del edredón. Son pequeños pasos... alguien pequeño viene acercándose y tirando de algo por el pasillo y se asoma a mi puerta abierta, es un bebé.

Sonrío enternecida ante la expresión de ternura de sus bellos ojitos claros cuyo color exacto no alcanzo a definir en la penumbra, y el bebe sonríe también, en una mueca pícara. Mis ojos siguen curiosos el movimiento de su manita blanca y regordeta, y se detienen en la cuerda que sostiene entre sus dedos, es una cuerda anudada al gatillo de un pequeño cañón con rueditas...

El orificio de ese cañón se parece demasiado al de una pistola...

¿Que...?

Me restriego los ojos tratando de mantener la calma mientras me repito que es solo una alucinación, entonces, con toda claridad el sonido de un fósforo encendiéndose me hace mirar nuevamente al bebé. Sus rasgos han cambiado enormemente en escasos segundos hasta transformarse en esos... totalmente infernales, fríos y aterrorizantes, y que tanto esfuerzo hice estos años por olvidar. Cuando mis ojos miran el cañón, me doy cuenta de que está apuntando directo mi cara.

El sonido atronador de un disparo se mezcla con mi propio grito de terror y mi parálisis. Oigo de nuevo esa risa cínica, traída directamente desde mi peor pesadilla, y en vez de la vocecita suave y melodiosa de un bebé, es aquella voz infernal y sin expresión la que me habla ahora...


—Feliz cumpleaños Darah...


Ahora, sin saber si estoy viva, o muerta, o qué demonios pasa, vuelvo mi mirada hacia él, el rostro sigue siendo el del bebé... pero son sus ojos fríos los que me observan con diversión, del cañón aun humeante se asoma una banderita de broma, de tela blanca con letras rojas:


"30 años... ya es muy tarde para ti..."


La angustia en mi pecho crece hasta arrancarme otra vez un grito desgarrador, mezclándose esta vez con su horrenda carcajada, y las risas histéricas de mi madre...


—¿Extrañas tu juventud hija?

El susurro calmo de mi padre irrumpe en medio de mi locura y se pierde a lo lejos. Las lágrimas empapan mi rostro ahora y mi pecho se llena de dolor. De lo siguiente que soy consciente es de que estoy sentada en esa enorme cama mirando atónita alrededor...

—Tengo 20 años, — me digo, respirando con calma y riendo de mi estúpida pesadilla —tengo 20 años, estoy en casa de mi madre y debo levantarme antes de que ella irrumpa con el desayuno y regalos...— Me levanto refunfuñando hacia el baño que esta en la esquina del cuarto ¿pero? en vez de encontrarme con aquel espacioso cuarto de paredes lilas y accesorios blancos, encuentro con este otro, más pequeño, moderno y, casi impersonal, blanco y gris...

—¿Por que estoy en este baño si este baño esta en...? Nueva york... La ciudad que conocí justo después...—Entonces termino de despertarme, y me doy cuenta de la realidad innegable:


Hace diez años que dejé de vivir con mi madre.

Ella sigue en Australia.

Yo estoy en Nueva York.

y lo peor...

Hoy cumplo 30 años.




1 февраля 2024 г. 16:31 2 Отчет Добавить Подписаться
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Gabriel Schnettler Gabriel Schnettler
Y sabemos lo bien que resultó el bombón jajajaj

~

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