mrares041 Josué Tecce

La navidad toca a las puertas de Orario, y su gente se prepara para recibirla. Sin embargo, para un elfo de oscuro pasado, una época tan agradable puede ser un calvario.


Фанфикшн Аниме/Манга Всех возростов.

#emotivo #reimaginación #navidad #danmachi #343
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Familia Tyr: Un cuento navideño.


El humo de las chimeneas se alzaba sobre los techos hasta llegar a las blanquecinas nubes del cielo. La nieve cubría cada rincón de la ciudad laberinto, anunciando la llegada del tan esperado invierno santo. Las armas y armaduras de los aventureros guardadas dentro de sus hogares, y vistosos abrigos de piel habían tomado su lugar en el desfile de compras de la época.

Bajo el manto de la Señora de la Abundancia, la familia de aventureros se reunía para decorar el asentamiento; Syr ayudaba a Mia con el árbol, Anya llenaba los cuartos con serpentina de colores algún que otro muérdago bien escondido para sorprender a los despistados, Chloe y Lunoire recubrían el exterior del bar con coloridos adornos de multicolor, y por último, Kahn y Lefiya se ocupaban de la tarea más difícil de todas…

¿Ya está? —preguntó el joven.

Aún no, espere un poco más.

Extendiendo su cuerpo en una pose heroica, el hijo de la familia Tyr servía como muñeco de prueba para las destrezas artísticas de la pequeña elfo. De sus manos cobraba vida un muñeco de nieve, cuyo cuerpo fornido y nariz de zanahoria no se asemejaba en nada al aventurero.

—Niña, se me están entumeciendo los brazos…

—No se queje, esto fue idea suya.

—Es que parecía buena idea en mi mente.

Dando unas ultimas palmadas a su obra, el semblante de Lefiya formó una expresión triunfal mientras admiraba la escena. Un grupo entero de esculturas blanquecinas de las empleadas del bar saludaba a todo aquel que transitara frente a ellos. Sus expresiones chuecas y miradas prácticamente idénticas hacían que el diferenciarlos no fuese una tarea sencilla, razón por la cual cada quien contaba con una seña característica de su persona.

Quedó de maravilla —aseguró Kahn estirando sus músculos—. ¿Volvemos adentro ahora? Ya casi no siento los dedos.

—De todas las personas que podrían quejarse del frio, usted es el menos indicado.

—Domhan es un sitio con un clima muy árido, niña… —gruñó a regañadientes— Incluso si pasas años durmiendo en una celda húmeda serás incapaz de soportar esta helada…

Los copos de nieve, diminutos pero a su vez bellísimos comenzaron a caer de forma suave sobre el rostro de los aventurero. Lefiya alzó la mirada al cielo y abrió su boca en un intento de atrapar algunos, a diferencia de Kahn cuyo sonoro estornudo hizo templar la densa nieve de los techos.

Es un hecho, odio el invierno.

Y entonces, tan pronto como el muchacho acabó su frase, un enorme cumulo de agua granizada golpeó su nuca con la fuerza suficiente como para derribarlo. Sobre su cabeza, la imagen de una joven de cabellos marrones le observaba burlona con sus guantes manchados en aquella esencia blanca.

Menos palabrería y más posar —exigió Lunoire—. Mi trasero no es tan grande, más les vale arreglarlo antes que empiece la hora pico.

—¡No me presiones, mujer! —demandó Kahn— Tampoco te veo esforzándote.

—Es mi descanso, Chloe me está reemplazando.

—¡Eso no es verdad! —exclamó la muchacha de orejas de gato mientras luchaba con los adornos navideños—. ¡Llevas toda la mañana bombardeando a la gente con bolas de nieve!

—Estoy haciendo mi mejor esfuerzo, querida. No te quejes.

Lefiya dejó escapar una carcajada momentos antes de oír el sonoro repicar de la nieve siendo aplastada. Sin dar lugar a respuesta, Chloe se había abalanzado sobre su amiga, quien se encontraba ahora enterrada en el acolchado congelado del suelo.

¡Tú te lo ganaste! ¡Vas a tener que esperar a primavera para volver a abrir esa sucia boca!

Tanto el pesado golpeteo como los gritos de ambas guerreras hicieron eco en las habitaciones superiores del bar. Allí mismo, sumida en sus pensamientos mientras su mirada contemplaba el suave caer de los copos a través de la ventana, un elfo de cabellos dorados y mirada melancólica se escondía dentro de un mar de sábanas y cobijas.

Entre sus brazos yacía un cuadro de madera deshilachada; sus puntas habían sido limadas incontable cantidad de veces para mantenerle presentable, y el vidrio de en frente había sido limpiado con lujo de detalle por las cuidadosas manos de Ryuu. Aquel mero adorno era resguardado por el manto protector de la joven como lo más valioso del mundo; o por lo menos, lo era en su mundo.

En un instante de descuido, el repentino golpeteo en la puerta del cuarto realzó su conciencia, trayéndole de regreso a la realidad. La cálida voz de Syr llamó a su encuentro con la gentileza usual que se esperaría de la muchacha.

¿Puedo pasar?

Levantándose de su aposento como si de una momia se tratase, Ryuu buscó su propia imagen en el cristal del espejo. Su mirada cansada, cabello despeinado y un tanto sucio, sumado además a un pequeño montón de lagañas le hacían lucir como una persona completamente diferente; el tiempo que había pasado sumergida en sus meros pensamientos era a su entender, incalculable.

¿Ryuu? ¿Estás ahí? —insistió la joven al otro lado de la puerta.

—Adelante —asintió el elfo con voz ronca.

Tan pronto como aquella respuesta llegó a oídos de Syr, sus plateados ojos se iluminaron de felicidad. Sin darse a la espera presionó con fuerza el picaporte de la entrada y casi azoto la pared detrás suya por la ilusión. Sin embargo, este semblante alegre fue arrancado de raíz cuando se encontró cara a cara con la figura descuidada de su amiga. Un grito agudo emanó de su garganta a la par que sus piernas realizaban un pequeño salto hacia atrás por la impresión.

Oh dios… eh… ¡Ryuu, te vez… hermosa como siempre! —alardeó optimista.

Un mechón de cabello cayó sobre el rostro de la joven elfo mientras su mirada se mantenía fija sobre su amiga. Dejando salir un bostezo, su voz entonó con cansancio las palabras típicas para la época.

Estoy bien, no es nada de qué preocuparse.

—No digas eso, te pareces a mí hermano —bromeó en voz alta—. Escucha, sé que es una época algo difícil para ti, pero acabamos de terminar con la decoración y teníamos pensado ir al centro a hacer alguna compras. ¿No te gustaría venir con nosotros?

La expresión de Ryuu formó una mirada acomplejada. Sobra mencionar, que esa idea no le agradaba demasiado.

Syr, agradezco la oferta pero…

Por favor… —suplicó en voz baja, tomando la mano del elfo en un intento por convencerla— Has estado mucho tiempo sola, eso no es bueno para ti ni para nosotros. Solo acompáñanos a dar un pequeño paseo, ¿sí? Si te sientes realmente mal, puedes volver cuanto antes, no te detendré.

Siendo tomada por sorpresa por la adorable mirada de su amiga, la ex aventurera se detuvo unos instantes para pensar en una salida adecuada. Sin embargo, no tuvo oportunidad alguna de negarse ante una petición como esa; de esta forma, la legendaria aventurera conocida como Lion Gale fue derrotada ante los ojos de cachorro de aquella joven de cabellos plateados.

Voy a necesitar una baño y algo de ropa abrigada —resopló sin remedio alguno.

El rostro de Syr se iluminó en alegría, y mostrando el lado tan amable que solo podía pertenecer a su persona, asintió con la cabeza. A su vez, y tan pronto como esto ocurría, el sonido de un pesado caminar se aproximó a la habitación mientras un muchacho de cabellos oscuros entonaba su nombre.

¡Oye Syr! Ya acabamos con el trabajo de fuera, podemos ir cuando… ¡OH DIOS!

Dando un pequeño salto hacia atrás, la expresión de horror en el rostro del hijo de la familia Tyr habló por sí sola. Ryuu frunció el ceño con descontento a la par que la damisela a su lado intentaba mantener una sonrisa en medio de su molestia.

Oh… Ryuu te ves… ¡genial! —corrigió alzando la voz— ¡Una completa… —alcanzó a decir antes que la puerta se cerrase de golpe en su rostro.

—¡Lo siento K! —exclamó Syr— pero más ayuda el que no estorba.

—¡No se preocupen! Esperaré afuera mientras ayudo a Lefiya a descongelar a Lunoire… Creo que las cosas se salieron de control.

Tras aquello, la mirada del elfo bajó hasta el interior de sus sabanas, buscando de nueva manera la sagrada fotografía que con dolor contemplaba. Tan pronto como sus manos tocaron aquella cubierta de madera, Syr buscó el asiento junto a ella.

No había palabras que restasen, ni consuelo que pudiese ser otorgado sin repetir los intentos de años anteriores. Habiendo fallado en cada oportunidad, la mejor opción que aún quedaba no era otra que la más noble de todas; Syr se quedó allí, sirviendo como no más que un pilar que sostuviese a la amiga que tanto estimaba.

Todo estará bien —le aseguró, dejando reposar su cabeza sobre su regazo—. El tiempo se llevará todo.

Las cosas ya están bien cómo están —repicó en un misero susurro—. Además, el tiempo no hará que las cosas vuelvan a lo que eran antes…



Tras la cordillera de hogares y apartamentos se alzaba la zona comercial de Orario; el enorme mercado, cuyas calles ahora se encontraban disfrazadas bajo capas de adornos de color rojo y verde. El cantar de los villancicos se expandía por los alrededores, como un eco que resonaba a través de la multitud. Toda disputa, pelea o resentimiento entre los aventureros había sido dejado de lado para disfrutar las fiestas con sus iguales, quienes compraban y disfrutaban de los espectáculos que la ciudad les ofrecía.

En medio de todo aquel desorden, el grupo de jóvenes exploraba con entusiasmos las vidrieras y puestos de comida que ofrecían multitud de productos. Fue delante de una tienda que exhibía vistosas prendas de armadura que el hijo de la familia Tyr y la hija de la familia Loki se encontraban.

Cielos, son tan bonitas —exaltó Lefiya.

Y tan caras, 15k valis por una cota de mallas me parece un robo. Por mucho adorno que pueda tener.

—Por cierto, algo que he estado pensando… ¿Tiene en mente comprar algo, señor Kahn? Digo… luego de lo que pasó con su casa…

—Para tu información he estado trabajando muy duro estos últimos meses, hasta me arriesgué a pedirle un préstamo a Loki. Por supuesto se negó… pero al menos lo intenté, ¿no?

El semblante del aventurero se tiñó con orgullo mientras continuaba su palabrerío.

—El año pasado me perdí la oferta increíble de una guitarra acústica nuevecita. Este año será diferente.

La mirada de Lefiya flaqueó con recelo ante la seguridad de su amigo.

—¿En serio planea gastar todo su dinero en algo para usted mismo? Quiero decir, ¿no se supone que debería usar ese dinero para otra cosa? Por ejemplo, no lo sé… ¿comprarle algún regalo a alguien especial? ¿a su hermana tal vez?

—No es necesario, mamá nos envía regalos todos los años. Aun que, sigo sin entender muy bien qué tienen que ver estas fechas con dar regalos a la gente… Amigo, ustedes los de Orario sí que tienen costumbres extrañas.

¿No celebran Navidad en Domhan? —preguntó sorprendida.

—¿Tengo que recordarte que pasé más de la mitad de mi vida metido en una celda?

Tras tal reclamo, el semblante de la chica se ocultó con timidez incomoda, como si tanto la respuesta del joven como sus propios pensamientos hubiesen exaltado lo errónea de su pregunta.

Oh… lo siento…

—De cualquier modo, ¿por qué tanto interés? ¿Planeas comprarle un regalito a la rubia del viento?

—¡Ya le dije que deje de llamar así a la señorita Ais!

—¡Y yo ya te dije que no! Y menos si me lo pides a gritos.

Dejando disfrazando una mueca disgustada con un adorable puchero, la joven elfo se vio resignada a la idea de obligar al muchacho a cambiar de parecer. Se cruzó de brazos, y realzando la mirada hacia la lejanía, continuó con seriedad.

Tal vez usted no lo entienda, pero un regalo navideño no es cualquier cosa. Es una demostración de cariño sincero, algo que grita a todo pulmón que la otra persona te importa de verdad. Todos deberíamos tener a alguien así en estas épocas.

—Suena a una excusa para que compres basura innecesaria. Las únicas personas que se han dignado a regalarme algo fueron mi madre y Tyr, y apenas puedo ver a la primera una vez al mes. ¿Por qué tendría que ser yo quien se gaste por otra persona?

El rostro de Lefiya formó una sonrisa irónica tras tan pesada declaración.

Curioso que sea usted quien diga algo así. ¿No le parece?

Realizando un gesto con la cabeza, la aventurera señaló en la distancia a una joven de abultados ropajes verdes, guantes de espesa lana y una gorra que apenas dejaba entrever sus dorados mechones. Levantando una ceja con intriga, Kahn pensó unos momentos antes de negar de forma rotunda con la cabeza.

Confundes las señales, niña. De seguro solo estás pensando en comprarle un buzón a la rubia.

—¡Qué deje de llamarla así!

—Aunque… ahora que lo mencionas, sí es verdad que Ryuu ha estado muy extraña últimamente. Esta semana ni siquiera ha bajado a comer.

—Podrías ir y preguntarle qué le ocurre.

—¿Estamos hablando de la misma persona? Ese elfo jamás dice una palabra de lo que le pasa. Es la mujer más cerrada que he visto en toda mi vida.

—¿Lo has intentado al menos?

Kahn volteó de repente. Sus labios se abrieron con la intención de responder, pero las ideas que emergían de su mente eran arrancadas por la mano del pensamiento erróneo.

Ganaste esta pelea, niña…

—Pues ya era hora —alardeó inflando pecho.

En contraparte, Ryuu se encontraban observando un escaparate lleno de maniquíes de madera tallada. Si bien, la ropa de estos no era algo que le llamase la atención, eran los diseños y colores de tan chillonas de las prendas lo que hacían volar su mente en de la peor forma.

Un cálido gesto envuelto en un aura de amabilidad y cariño le llamaba. Una respuesta silenciosa, una simple sonrisa que alegría su pesado humor precedió a dar comienzo a los festejos. Muchas eran las siluetas que le rodeaban, más solo tres de ellas se mantenían en todo momento a su lado…

Una aventurera de baja estatura, mirada decidida y cabello desarreglado.

Lyra…

Una joven de aspecto enaltecido, con rasgos finos y ropajes lujosos como los de una princesa.

Kagura…

Y por último, aquella esvelta mujer de cabello y vestimentas rojos como el fuego, reconocida y respetada por todos los presentes.

Alise…

La sala completa, decorada con humildes pero lujosos bordados, anunciaba el inicio de las celebraciones del invierno santo con música, comida y bebida. Las risas inducidas por el alcohol, los regalos que se repartían entre los miembros de la familia y las incontables anécdotas eran compartidas con el más sincero afecto; y Ryuu, esa misma joven de mirada perdida, sonrisa sincera y finos pasos de baile, sonreía sin poder ni querer evitarlo.

Aquel escenario, aquellas emociones que se compartían, parecían sacadas del más bello de los sueños, uno del que jamás se querría despertar. Sin embargo, y como toda fantasía, esta no duró demasiado.

El repentino azote de la puerta de madera arrancó a la muchacha de su estado de trance. La silueta de Alice se transformó de repente en un maniquí viejo y sin vida, así como su cabellera larga y hermosa, quedó reducida a no más que una bufanda de algodón colorado. Sus compañeros que hacía momentos le acompañaban, no eran otra cosa que simples desconocidos que deambulaban junto a ella sin prestarle atención, y la cálida cede familiar, era ahora una vereda llena de fría e inerte nieve.

¿Ryuu?

Tal fue el cambio entre realidades que la joven aventurera apenas pudo distinguir la voz de su amiga; se encontraba en un shock total, un sentimiento que solo le permitía sentir el fugaz latir de su corazón junto con un dolor aun mayor al que ya sentía. Los esfuerzos que aquel elfo realizó para no derramar lágrimas, son algo de respetar.

Delante suyo yacía Syr, observándole con suma preocupación mientras sus ojos permanecían perdidos en el vacío infinito. Al darse cuenta de la situación, tanto Kahn como Lefiya se acercaron corriendo al lugar.

¿Está bien? ¿Qué ocurrió? —preguntó la pequeña de cabellera anaranjada— Parecía muy normal hace unos momentos…

—¡Oye Ryuu, reacciona! —exclamó el aventurero agitando su palma frente al rostro de su amiga.

Tan pronto esto ocurrió, la chica atrapó el brazo del aventurero en un abrir y cerrar de ojos; fue un movimiento fugaz e inadvertido, como si no fuese otra cosa que un reflejo involuntario.

Por favor, no hagas eso… —musitó en voz baja.

Hey no nos asustes así —regañó Kahn—. Verte soñar despierta es una cosa, pero esto ya pasa la barrera de lo extraño. ¿Qué ocurre contigo?

Sin ofrecer respuesta alguna, Ryuu dio media vuelta y corrió tan rápido como pudo hacia el interior de la multitud.

¡Ryuu! ¡Hey, no te…

Antes de poder acabar su frase, Syr tomó con fuerza la mano de su hermano. El encuentro de sus miradas, el de aquella chica que por lo usual rebosaba de alegría y optimismo, mostrando ahora un atisbo de profunda tristeza, generó un pesado nerviosismo dentro de Kahn.

¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? ¿Por qué es tan grave?

La joven de ojos plateados bajó su tonada hasta llegar a un susurro casi inaudible. Sus palabras, al principio complicadas de entender, se volvieron cada vez más importantes a medida que el muchacho las oía. Tan pronto como la verdad le fue conferida, Kahn devolvió su mirada a los alrededores en búsqueda de los dorados cabellos de su amiga. Pero como ya había supuesto, la chica había ya se había alejado de todos.



La penumbra del cuarto se encontraba perturbada por el fulgor de la chimenea. El ambiente sereno era adornado por el suave golpetear del viento contra las ventanilla y el traquetear de la madera ardiente. Bajo este escenario de suma paz, la pequeña elfo de alargados cabellos observaba atónita la belleza de la blanca esencia que caía del cielo, como si fuese un escenario único que solo se presentaba una vez en la vida. Tal era la atención dedicada al mismo que fue incapaz de oír el delicado caminar que se acercaba a ella.

¿Te gusta la nieve, novata?

Siendo sorprendida por tan suave voz, Ryuu dio un pequeño salto por mero reflejo. Junto a ella pudo contemplar la imagen de la capitana de la familia, observando a través de la ventana de la misma forma que ella lo hacía.

S-Señorita Alise, lo siento… volveré ya mismo a mi habitación, yo…

—Oh Lion, solo tranquilízate. No estoy aquí para reprenderte.

—Entonces…

Deteniéndose ante la idea de que algo no andaba bien, la chica realzó su frente con determinación.

—¿Ocurre algo? ¿Necesita mi ayuda? ¿En qué puedo servirle?

—Solo me levanté al baño y te encontré espaciada como niña pequeña —entonó de forma jovial—. Es tu primera navidad con la familia, ¿qué te parece hasta ahora?

—Es… complicado… —replicó con nerviosismo— No teníamos inviernos tan fríos en el bosque, y desde luego que no estoy acostumbrada a fiestas tan… “movidas”.

—¿Los elfos tiene fiestas? Diablos, y yo que pensé que eran una panda de estirados.

Alise lanzó una sonora carcajada al aire, tratando de dejar en claro que sus palabras no iban con intenciones maliciosas. Confundida a la par que un poco molesta, Ryuu se mantuvo en su sitio sin saber cómo responder a tal comentario.

Ahora dime, ¿extrañas tu hogar? —preguntó retomando su seriedad— Llevas un buen tiempo lejos, no sería extraño que te sintieses algo nostálgica.

—Solo… un poco, creo… ¿Podría preguntar a qué viene tanta curiosidad?

Es mi deber preocuparme por mi gente. Eso y bueno… no está bien quedarse solo en estas épocas, ¿sabes?

Esas palabras resonaron en el subconsciente de la chica, como un eco que viajaba a través de las eras y repicaba hasta la época actual. Sin siquiera haberse dado cuenta había llegado hasta las puertas de la Señora de la Abundancia. Luego de por fin decidirse a entrar, esquivó la confrontación tanto de la feroz Grand Mia como los saludos de sus compañeras y amigas. Encaminó sus pasos hacia su habitación, y sin dar lugar a preguntas se encerró nuevamente en su interior, buscando el reparo en no más que la suavidad de su cama.

Fue así como las horas pasaron; el tiempo se volvió cada vez más inestable, el sol se ocultó tras las murallas de la ciudad y las familias se reunieron para festejar unidos la llegada del invierno santo. El sonido de aquella fiesta resonó en cada rincón de Orario. La comida fue engullida y los regalos pasaron de mano en mano. Los amantes se encontraron bajo el resplandor de los fuegos artificiales, y los niños deseaban con ilusión el poder repetir tan hermoso encuentro.

El mundo seguía su curso bajo el mismo cielo que mantenía a la dolida Ryuu, quien abrazaba el marco de madera como a un ancla que la ataba a otros tiempos. Y de esta forma, los festejos se alzaron e iluminaron a cada ser vivo hasta que se apagaron como el fuego de las chimeneas, dejando no más que el repiqueteo del viento y la nieve.

El elfo cerró sus ojos en medio del perturbado silencio, no por sueño ni cansancio, pues ninguno de estos se encontraba presente en su cuerpo; dejó salir un profundo suspiro en un momento de lucidez, y haciéndose a la idea de que todo había acabado, retiró las sábanas de su cabeza. Sin embargo, algo no andaba bien. Fue en este instante que sus sentidos se agudizaron; su mirada volteó con violencia, logrando distinguir una figura humanoide golpeando con suavidad el cristal de la ventana.

¿Pero qué… ¡Es un pervertido!

Irritada, saltó de la cama y pasó su mano bajo el colchón, tomando con fuerza su legendaria espada de madera. Preparándose para noquear al acechador, la joven salió disparado a toda velocidad contra su objetivo, destrabó la cerradura, y lanzó una estocada directa a su rostro. El cuerpo del desconocido volcó hacia atrás, girando sobre sí mismo y apenas alcanzando a aferrarse a la cornisa del edificio. Aun vestida con nada más que su piyama, la muchacha salió al exterior con la intención de acabar con su cometido. Sin embargo, antes de ser capaz de esto, el sonido de una voz familiar llegó a sus oídos…

¡Ryuu espera! ¡Soy yo!

El movimiento de su cuerpo se detuvo. Sus ojos se entrecerraron hasta por fin deslumbrar el rostro de aquel extraño.

¿Kahn? ¿Qué crees que estás…

—¡DEMONIOS MUJER! ¿ESTÁS CIEGA O QUÉ? —exclamó mientras su ojo derecho comenzaba a amoratarse.

¿Qué… ¿Yo? ¿Tú estás demente o qué? No puedes llamar a la ventana de otras personas.

—Sí, bueno… lo tendré en mente para la próxima, ¿me ayudas? Estoy algo ocupado.

Alzando en alto su brazo libre, el hijo de la familia Tyr reveló un pequeño paquete no mayor al tamaño de una caja de zapatos, envuelto en papeles rojos y verdes. Ryuu le observó perpleja, tratando de entender el significado de todo lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, sabido es que unos pantaloncillos y una camisa de tela no son la mejor vestimenta para ponerse a debatir en mitad del invierno.

Cerrando la ventana tras de sí, el dúo de aventureros se encontró a la luz de un pequeño farol oxidado. Kahn tomó lugar sobre el suelo de madera, mientras que la elfo delante suya aguardaba impaciente sobre la comodidad de su cama.

No tienes por qué reaccionar con violencia a la mínima duda, ¿lo sabes?

—Es lo que cualquiera hubiese hecho si un desconocido aparece en su habitación a las 3 de la mañana.

—Tenía que hacerlo, llamé 4 veces a la puerta y no respondías. Acepto que no fue de mis mejores idea, pero no podía esperar a la mañana.

—¿Y qué es tan importante que merecía la pena? Si se puede saber… —interrogó con algo de molestia.

Sin darse a la espera, Kahn tomó entre sus manos el presente, ahora manchado por el agua de derretidos copos de nieve.

Escucha… no te enojes con ella, pero Syr me contó de qué de trata todo esto. Y bueno… este… yo solo quería ver si podía, de alguna manera ayudar a hacerte sentir un poco mejor…

Un silencio incomodo se asentó por minutos que parecieron eternos. El cerebro del joven aventurero trabajaba al triple de su capacidad para intentar que el momento no fuese más incómodo de lo que ya era, pero por mucho que lo intentase las palabras no se acomodaban a sus necesidades.

Demonios, soy malo para esto… —refunfuñó para sí mismo— Cómo sea, sé que no es mucho pero… Feliz navidad, Ryuu.

Y tras estas palabras extendió el regalo con la rigidez de una pared de ladrillos. Una gota de sudor frio rodó por su mejilla mientras la suave sensación del papel cambiaba de manos. Con una confusión no menor a la anterior, el elfo arrancó el envoltorio con ligera torpeza. Un inusual brillo en sus ojos iluminó la tela de una bufanda de algodón rojo.

Lefiya y yo te vimos viéndola en el mercado. Tenía un precio… un tanto pesado. Creo que estoy quebrado, OTRA VEZ —bromeó tratando de ablandar el ambiente.

El corazón de la chica salteó algunos latidos. Sus labios temblaron junto con sus manos, y una mirada confundida y nerviosa se posó sobre el hijo de la familia Tyr.

Kahn, lo aprecio pero esto es…

—Antes que digas de que digas nada déjame explicar —interrumpió de forma abrupta—. Mira, es sabido que la Navidad no significa mucho para mí. Tal vez porque nunca pude experimentarla como tú, pero puedo entender que sí es una fecha importante para ti.

Tras estas palabras, el aventurero devolvió un atisbo seguro, mostrando una seriedad férrea en lo que estaba diciendo.

Todos deberíamos estar con alguien en estas épocas… Lefiya me lo dijo. Supongo que esa niña es una buena influencia después de todo.

Las manos Ryuu sostuvieron la prenda con una delicadez maternal. Su mente yacía en blanco, sin ser capaz de saber qué sentir en un momento así. Luego de unos instantes, y por mero instinto, colocó la bufanda alrededor de su cuello.

Lo aprecio… de verdad lo aprecio —musitó en voz baja—. Muchas gracias, Kahn.

—Ni lo menciones. Me salvaste el trasero varias veces este año, ¿sabes?

—No lo entiendo… He tratado de pasar esta época con las chicas, pero simplemente no puedo evitarlo…

—Los recuerdos llegan sin que puedas hacer nada para evitarlo, ¿no es así? —se anticipó a las palabras de la chica—. Sí… ¿No crees que sé mejor que nadie de lo que hablas? Es duro tratar de superar algo cuando todo a tu alrededor te lo recuerda.

—¿Cómo lo haces? No puedo imaginarme soportar esto todo el año, y a ti parece ni siquiera afectarte.

—Oh me afecta —aclaró de inmediato—. Es una vida que muchos no están listos para vivir… ojalá nadie tuviera qué, pero, ¿sabes qué?

Kahn dejó caer su espalda sobre el suelo, clavando su mirada en el techo de madera y concentrándose tan solo en el sonido del viento del exterior.

Tyr me dijo una vez que, las personas que se concentran en el pasado, se pierden del presente, y son incapaces de mirar a futuro. Él nunca quiso eso para mí… incluso sabiendo las cosas terribles que hice, él confiaba en que aun existía la bondad en mí.

Suena como un dios que se llevaría bien con la señorita Astrea —agregó Ryuu—. Ella siempre fue una persona encantadora. Era amable y cariñosa, pero justa y sabia en sus decisiones. Fue gracias a ella que pudimos salvar a incontables personas, y ayudar a muchos más.

—Oye, sé que parece una locura pero… ¿Crees que se conocen?

La mirada de Ryuu se entrecerró ante tan repentina pregunta.

Se… ¿conocen? —preguntó desentendida.

Ambos son dioses de la justicia, Tyr siempre fue una persona a la que le gustaba mucho viajar, y no sabemos nada sobre la señorita Astrea. No me sorprendería que ellos se hubiesen conocido en alguno de sus viajes. Quien sabe, hasta podrían ser buenos amigos… o tal vez más que solo amigos.

—Kahn… ¿bebiste algo de lo que te dio Anya?

—Oye, solo especulo. Un hombre puede tener sus locuras de vez en cuando —aseguró con una sonrisa burlona.

—Heh… sí… creo que sí.

Sin ser capaz de saberlo, una pequeña mueca se formó en el rostro de la chica. Su mirada giró de inmediato hacia la ventana, observando el reflejo de ambos aventureros mientras la tormenta continuaba cayendo.

La nieve es preciosa, ¿no lo crees? —preguntó Ryuu.

Eso no puedo negarlo, es muy linda cuando no te está cayendo en la cabeza. Tu habitación tiene una vista mejor que la mía, ¿te importa si me quedo un rato más aquí?

Ryuu volteó nuevamente hacia la profundidad de sus sábanas. El brillante sonreír de sus amigas, el de la vida que una vez disfrutó, y el de la humana que tanto significó para ella, le observaban cual ángel guardián a través del cristal del cuadro de madera. La yema de sus dedos acarició la foto con profundo amor y respeto momentos antes de que tan querido objeto encontrase su lugar en la mesita junto a su cama. Hecho esto, la muchacha se recostó junto al aventurero en mitad del suelo. Aun sonriendo de forma genuina, sus labios pronunciaron las últimas palabras de aquellas fiestas.

Está bien… está bien.

23 декабря 2020 г. 5:30 0 Отчет Добавить Подписаться
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Josué Tecce 📚 Autor de fantasía, orgulloso padre de 5 gatos, amante de la literatura y el storytelling. Me entusiasma hablar sobre mis proyectos y dar opiniones sobre trabajos ajenos. 📚 Links de mis redes ➡

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