juditfv Judit FV

Ya hace varios años desde que Ellie vio como asesinaban a su padre en su propia casa, desde entonces a intentado investigar porque lo hicieron. Cada año que pasaba le costaba más encontrar pistas hasta que un día, una pista clave le volvió la esperanza. Ella y un grupo de policías intentaran desmantelar una organización llamada "Los cuervos rojos".


Триллер 18+.

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CAPÍTULO 1

Cuando era pequeña unos sicarios entraron en mi casa, iban vestidos con ropa militar y pañuelos que les cubría la cara. Nos pillaron por sorpresa, mi padre intentó protegerme como pudo, pero no lo logró. Le obligaron a arrodillarse en el centro del comedor, enfrente de dos de ellos, el tercero se aproximó a mí, me sujetó de los hombros y me hizo ponerme a espaldas de mi padre. Mi cuerpo estaba paralizado, solo notaba las manos del hombre en mis pequeños hombros temblorosos.


— Mírame. – se agachó para observarme mejor – Solo escucha mi voz. ¿Vale? – su voz era grave, la cual me asustaba. Aunque no me mirara, sus ojos mostraban la angustia que sentía en ese momento. Mis ojos se dirigieron a los de él, tenía una pequeña marca cerca de su ojo derecho, parecía reciente.


Acto seguido un disparo retumbó por toda la casa, me asusté dando un pequeño brinco, tras ello un silencio se apoderó de la sala. El hombre que tenía en frente me soltó y me miró a la cara.


— No te des la vuelta. – me dijo mientras desaparecía de mi campo visual, después de varios segundos el portazo se hizo escuchar.


Cuando se fueron, seguía de pie en la misma posición, mis piernas temblaban, pero había algo en mí que me obligaba a estar de pie. Mis ojos empezaban a estar húmedos hasta que poco a poco mis lágrimas caían por toda mi cara. Intentaba no pensar en nada, pero era imposible.


Estuve en silencio varios minutos hasta que de fondo las sirenas de la policía empezaron a escucharse, cada vez más cerca, hasta estar en frente de la casa. Los policías entraron corriendo, pero fue solo uno quien se acercó a mí.


— Hola pequeña. ¿Te han hecho daño? – me dijo mientras se agachaba en frente mío, me sujetó de las manos las cuales no paraban de temblar. – Tranquila.


Miraba sus ojos mientras débilmente le negaba con la cabeza, en ese momento me sentía totalmente indefensa, el policía se dio cuenta y sin decir una sola palabra me abrazó, cogiéndome en brazos y salimos de esa casa.


Estaba parada enfrente de lo que un día fue mí hogar, observando cada parte y cada rincón, donde mis recuerdos volvían a mi mente, esos recuerdos que algún día quise olvidar, pero que nunca olvidaré. - Respiro profundamente. - Tengo que visitar a Trevor, a la persona que se ocupó de mí tras lo ocurrido, lo considero como mi segundo padre. Hace poco le envié una imagen de la insignia que llevaban los sicarios en las gorras cuando entraron hace ya tanto tiempo.


Trevor trabaja en un bar que estaba situado en la calle Crawford es un establecimiento moderno, pero al entrar, cambia radicalmente a un ambiente antiguo. Cada vez que entro me pongo a observar las muchas medallas y fotografías que están colgadas. En ellas siempre sale con sus antiguos compañeros, el cual uno de ellos era mi padre, ya que Trevor estuvo en el ejército una gran parte de su vida.


Él se encontraba en la barra atendiendo, me observó un segundo y me hizo un gesto para que me sentara en un taburete. Me quedo observando una de las fotografías como hago siempre; Esta está colgada en la pared enfrente de mí. En ella salen mi padre y él; Posaban con la ropa militar, en esa época eran inseparables.


— Hola Ellie. – se interpuso entre la fotografía y yo. – Otra vez estás observando esta imagen. – vuelve su cabeza para mirarla.


— Hola Trevor y si, esa imagen hace que lo recuerde. – miré a mi alrededor - Parece que hoy tienes mucha gente. – observé las mesas donde estaban los clientes. – No sé si podrás hablar.


— Es verdad, pero siempre tengo tiempo para ti. – coge un vaso, le echa cerveza y me lo sirve – Espera un poco que en nada se irán y entonces podremos hablar sin distracciones.


Asiento con la cabeza. Vi cómo se alejaba para atender a la gente y mi mirada volvió a las fotografías colgadas. La gran mayoría eran con mi padre, pero hubo una que me hizo sonreír. Estábamos mi padre, Trevor y yo. Me acuerdo de ese momento...


Acabábamos de llegar de un viaje donde fuimos a Francia, y lo primero que pensó mi padre, era visitar a Trevor. Yo entre corriendo en el bar, Trevor al verme, se agachó para abrazarme y acto seguido me cogió en brazos y empezó a girar conmigo en brazos, mareándome, pero no me importó.


Trevor le pidió a uno de los camareros que nos hiciera una foto. En esa foto, fue el primer día después de la muerte de mi madre, que mi padre sonreía y por esa razón la quiso inmortalizar.


Vuelvo a sonreír nuevamente. Cojo el vaso para beber otro trago, hasta notar que alguien me toca el hombro - me giro -.


— Ya se han ido todos y ya he cerrado el bar. Vamos a sentarnos en una mesa, para estar más cómodos. – Trevor me hizo un gesto para que le siguiera.


Cojo el vaso y me lo llevo a la mesa, al sentarme solo observaba como Trevor empezó a poner imágenes encima de la mesa, para que yo las pudiera ver.


— Esta es la foto que me enviaste. ¿Verdad? – la señala – Esta insignia es de los cuervos rojos.


— ¿Los cuervos rojos? – cogí la imagen mientras la observaba intrigada.


— Es una organización de sicarios que son controlados por una persona, nadie conoce su identidad. Recuerdo que cuando estuve en el ejército, varios soldados tenían en sus gorros o en su uniforme, esta insignia, nunca supe el significado hasta que me enviaste esta imagen.


— Necesito encontrarlos, para conseguir respuestas.


— Aunque te prohibiese, no me harías caso así que he traído más imágenes. - coloca encima de la mesa distintas imágenes.


— ¿Y este hombre? – cojo la imagen, en ella aparece un hombre que está fumando en un descampado.


— Se llama Kevin Jons, era un hombre muy peligroso, aunque ahora lo cuestiono. Trabajaba como traficante de armas, por eso la policía y el FBI lo buscan, pero nunca lo han llegado a coger. Siempre está en el mismo lugar, un bar llamado "The Kings". Él debería de saber algo sobre la organización o de los sicarios que entraron en la casa de tu padre.


— Entonces tendré que hablar con él. – me levanto, tenía la intención de irme, pero Trevor me detuvo.


— No puedes ir tras él, así como si nada. Necesitas una tapadera. Un trabajo, concretamente.


— Ya tengo uno, ayudo a la gente, para que no tenga el mismo problema que tuve yo cuando era pequeña.


— ¿Quieres ser una justiciera para toda la vida? – se inclina hacia delante – O quieres saber la verdad.


— Quiero saber lo que le pasó a mi padre. – asentí.


— Eso es lo que quería escuchar. – me regala una sonrisa – Para conseguir pistas y poder encontrarle. – señala la imagen del hombre que se encontraba en el callejón – Necesitas un trabajo relacionado.


— ¡¿Me estás diciendo que trabaje como una policía?! – golpeó ligeramente la mesa - Trevor para entrar necesito estar formada y no lo estoy.


— Sabrías hacerlo muy bien como policía, pero yo me iría a algo más arriesgado, cómo, por ejemplo, la brigada antiterrorista. – apoya sus codos en la mesa – Buscas a una organización criminal que ha matado a muchas personas. Tu padre y yo hemos ido al ejército y te hemos entrenado desde pequeñita, que eso no se te olvide.


— Ya, pero... Nunca me he visto envuelta en esos temas, y nunca he utilizado un arma. ¡¿No sé ni cómo se maneja?! – arrime mis brazos a la mesa.


— Es fácil, sabrás acostumbrarte. – aproxima su mano para sujetarme del brazo – Sé que puedes. – asentí repetidamente para convencerme.


— De acuerdo. – miré mi reloj – Trevor me tengo que ir, se está haciendo tarde y tengo cosas que hacer.


— No será... ¿Por qué crees que molestas? – se le dibuja una sonrisa pícara.


— ¿Acaso te molesto? – sonrío alegremente.


— Imposible.


Nos levantamos de los asientos y él se acerca para darme un abrazo mientras me susurra algo en el oído.


— Ves con Jason, él te puede ayudar. – se aleja un poco y pone sus manos en mis hombros – Has crecido mucho, tu padre estaría orgulloso...


— Gracias por ayudarme. – le digo con una gentil sonrisa.


Me dirijo a la puerta y echo una última mirada a Trevor, él me hace un gesto con la mano de despedida y yo le devuelvo una sonrisa. Salgo del establecimiento pensando en que podría ser policía dentro de poco, y que podría llegar a descubrir porque mataron a mi padre esa noche.


Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue sentarme en el sofá y buscar más información sobre Kevin Jons, y puestos de trabajo relacionados sobre la brigada antiterrorista. Sin poder evitarlo mis parpados empezaron a cerrarse hasta quedarme dormida.


Me levanto sobresaltada, me había quedado dormida encima del teclado y estaba segura de que se me había quedado la señal en la cara. Decido llamar a Jason, uno de mis únicos amigos que me ayudó a adaptarme en la escuela, cuando era pequeña. Cojo el teléfono que lo tenía perdido por el sofá y le llamo.


— Buenos días, Jason. ¿Puedes hablar?


— Sí, claro. Para ti cuando quieras. – al momento se queda en silencio varios segundos – No te habrá pasado nada ¿No?


— Todo va bien, te llamaba para saber si podíamos quedar en nuestro departamento donde trabajamos.


— Tan importante es... ¿Qué no me lo puedes decir por aquí?


— Sí, es bastante importante.


— Es algo delictivo ¿Verdad?


— Jason.


— Vale, vale. – se ríe – Quedamos allí.


— Hasta ahora. – colgué.


Jason y yo, llevamos trabajando ya varios años en una empresa de seguridad especializada en llamadas de emergencias, el tenerlo siempre a mi lado, es tener risas aseguradas. Me levanto del sofá decidida de que hoy, tendría un nuevo trabajo.


Me coloco la chaqueta y me hago una coleta antes de salir para tener el cuello despejado. Me dirijo a paso ligero por las calles de Los Ángeles hasta llegar al edificio donde trabajamos, tenía que subir a la tercera planta. Llego y me quedo en frente de la puerta pensando, - ¿Lo que voy a hacer estaba bien? -. Cuando entro al piso, me percato de lo amplio que es, en la entrada se encontraba un mueble de madera y un gran cristal colgado en la pared. Di algunos pasos hacia delante, hasta llegar al comedor, las cortinas estaban abiertas haciendo que el lugar pareciera más grande de lo habitual, Jason estaba sentado en el sofá con el ordenador.


— Hola... – dejo las llaves en la mesa – ¿Ya te has puesto cómodo? – camino hacia él.


— Ya ves. Entré, vi el sofá solo y fui de cabeza. – se ríe – ¿De qué querías hablar? – deja el ordenador encima de la mesa pequeña que tenía en frente. – Me has dejado intrigado. – se frota las manos.


— Necesito que me encuentres una tapadera y sé que tú en esto eres bueno. – me siento en el sofá.


— Necesito saber para qué... – cruza los brazos.


— Trevor y yo hemos encontrado más pistas sobre las personas que irrumpieron en casa para matar a mi padre. Trevor encontró una organización llamada los cuervos rojos, y para eso necesito una tapadera para investigarlo.


— Que me quieres decir con eso... – me mira de arriba abajo. – ¿Quieres ser una poli? – se quedó en silencio varios segundos – Una poli de verdad, las que tiene un arma y una placa. – me mira sorprendido. – Espera Ellie, ¿Te estás escuchando?


— Jason es la única forma para investigarlo, si sigo con este trabajo, no podré avanzar y eso tú, lo sabes.


— Estas afirmando algo, que no lo sabes. Trabajando así, te juegas la vida.


— Lo sé, pero sé que puedo. – apoyo mis brazos en mis rodillas – No me has dejado contártelo todo.


— Ah, que aún hay más.


— Busco algo más concreto, como la brigada antiterrorista.


— ¡¿Como?! Eso es otro nivel... – me seguía observando sorprendido – Porque quieres jugarte la vida de esa forma.


— Me estas interrogando, ¿lo sabes no?


— Perfectamente. Porque me preocupo por ti. – tiene la intención de coger el ordenador – Sé que es tu vida y puedes hacer lo que quieras, pero... ¿Estás segura?


— No tienes por qué preocuparte, mi padre y Trevor me enseñaron a lo largo de mi vida a defenderme.


— Joder... - pasa su mano por la frente – De acuerdo. - coge el ordenador y empieza a buscar – Tiene que ser cerca ¿verdad?


— Si es posible, sí.


— Vale... Hay un puesto que puede que te guste. Está cerca, concretamente es el departamento de policía de Los Ángeles. – señala la pantalla - Acaban de formar una brigada antiterrorista... El capitán se llama Derek Well. – respira profundamente – Enviaré ahora mismo tu currículum, modificado. Haré algunas llamadas para que el proceso sea rápido, entonces solo faltará la llamada que me comunique que estás dentro de esa brigada – me mira.


— Muchas gracias. – respondo con una sonrisa.


— Esto está chupado para mí. – se ríe – Se me olvidaba, ha contactado una persona nueva, que necesita tu ayuda. Se llama Chris y en la llamada me dijo que se dirigiría hacia el edificio Pirss Building, y ahí te esperaría.


— ¿No había una fábrica al lado? – me levanto del sofá mientras le observaba confundida. – Que yo recuerde la había.


— No lo sé. Tú conoces mejor esta ciudad.


— Bueno, pues voy para allí. – me voy alejando mientras le observo – Recuerda tener el auricular a mano.


— Lo tengo aquí. – coge el auricular que estaba en el sofá y me lo enseña.


Yo le hago un gesto con la mano de aprobación antes de dejar el contacto visual, cierro la puerta y me dirijo hacia el edificio con mí moto. Era muy raro, - ¿Por qué una persona me citaría en una fábrica? - Si se supone que necesita mi ayuda podría haber cogido otro lugar para quedar.


Empieza a oscurecer, parece que el día había pasado volando. Aparco mi moto en el callejón que estaba al lado de la fábrica y me pongo el auricular.


— ¿Jason me recibes? – camino hasta estar delante de la fábrica. - ¿Hola?


— Alto y claro.


— Aquí no hay nadie, ni un alma. Solo se oye el viento entrar por la puerta.


— Es bastante raro, el hombre que me llamó se le notaba nervioso... Me dijo que alguien le seguía.


— Porque alguien vendría aquí, solo tiene que caminar dos calles y llegaría a una comisaría. – observo a mi alrededor por si veo algún movimiento. – Voy a registrar el lugar, a ver si encuentro a Chris adentro.


— Entendido, pero ten cuidado.


— Me voy a quitarme el auricular, luego te informo de la situación.


Al adentrarme a la fábrica me di cuenta de que se podía ver algo, aunque falta poco para necesitar alguna luz. Ya hacía varios años que esta fábrica estaba abandonada, por eso me extrañó. No había máquinas, solo se podía apreciar productos que fabricaban esparcidos por el suelo, además cristales rotos y algún que otro engranaje oxidado, incluso se pueden ver rastros de que alguien estuvo viviendo aquí durante mucho tiempo. Todas las paredes que veía a mi alrededor estaban pintorreadas


— ¡Ayuda! – se escuchó un grito que provenía del final de la fábrica. - ¡Por favor!


Me puse a correr lo más rápido que pude, hasta que vi a un hombre salir de una puerta. Se podía escuchar sus pisadas acercándose.


— ¿Chris? – pregunté. - Eres tú. ¿verdad?


Caminaba hacia mí con dificultad, tenía un problema en una de sus piernas, después empezó a aplaudir y a reírse. Miro a mi alrededor hasta ver detrás de mí, otros dos hombres vestidos de negro que se acercaban.


— Joder... Sí que hago bien el papel de Chris, debería de trabajar como actor. – los dos hombres de atrás empezaron a reírse junto a él.


— ¿Quién cojones sois?


— Ellie es mejor que no lo sepas. – tras escuchar eso me pongo a la defensiva.


— ¡De que me conoces exactamente! – miro nuevamente a los dos hombres de atrás. - ¿Cómo sabes mi nombre?


— Me quitaste a una persona que era importante para mí, la recuerdas. ¿Verdad? – inclina ligeramente su cabeza – Se llamaba Anna.


— ¿Anna? – pienso unos segundos, hasta que la recordé – Mierda... - susurro.


Ahora lo recuerdo, fue hace varios años en una noche de primavera, concretamente. Una mujer contactó con Jason. Recuerdo verle hablar con ella por teléfono, intentando calmarla, pero no lo lograba. Tuve que coger su teléfono para hablar yo con ella.


— ¿Con quién hablo? – dije mirando a Jason.


— Soy Anna, necesito vuestra ayuda, lo antes posible. – se le notaba asustada – Mi-mi exmarido intenta matarme.


— Señora para estos casos es más recomendable que llame... - me interrumpe antes de terminar.


— ¡Lo he intentado! De verdad que lo he intentado, pero me dicen que tardaran un rato y yo no tengo tanto tiempo.


— Vale, está bien. Dime dónde estás. – aparté el teléfono mientras lo tapaba con la mano para hablar un momento con Jason – Rastrea su número, quiero la dirección exacta de donde está. – él asintió.


— Estoy en mi casa, p-pero estoy segura de que está afuera y en algún momento entrará.


— Escúchame. – cogí mis llaves de la mesa – Ve hacia alguna sala y escóndete, yo estoy de camino. – abrí la puerta a toda prisa dejándola entrecerrada.


— T-tengo miedo. – su voz se tambaleaba mientras la desesperación se apodera de ella.


— Lo sé... Pero lo peor que puedes hacer en esta situación es dejarte llevar por el miedo. – aparté el teléfono y vi la dirección. Avenida McKinley, 3453. – Estoy cerca de donde vives.


Bajé corriendo las escaleras hasta llegar a la calle. inhalo el aire frío que llegaba a mis pulmones. Empecé a correr lo más rápido que pude.


— Ya estoy escondida. – su respiración empezó a agitarse.


— Vale. No te muevas, estoy cerca. – agarré con fuerza el teléfono. – ¿Tienes puerta trasera? – dije mirando a mi alrededor.


— Si... - se queda un momento en silencio – Alguien ha entrado en la casa. – susurró. – Lo escucho.


— Estoy llegando. – mi respiración se notaba entrecortada. – Intenta hacer el mínimo ruido, así él no te podrá encontrar.


— Dime que eres tú... - al momento varios golpes se escucharon a través del teléfono. – Ayúdame.


— Hola Anna. – la voz de un hombre me sorprendió. Llegué tarde...


— ¡No! – se escuchaba como forcejeaban.


— ¡Anna! – se colgó la llamada.


Guardé el teléfono, las gotas de sudor empezaron a caer por mi frente. Hasta que por fin llegué, trepé la verja para entrar en el recinto haciéndome un pequeño roce en la rodilla, la puerta trasera estaba entreabierta. Me acerqué y abrí lentamente la puerta, dentro se escuchaban gritos, entré sigilosamente y caminé por el pasillo de la casa a hurtadillas.


— ¡A quien cojones llamabas Anna! – me escondí en el baño ya que salieron de una de las habitaciones. Les observaba de reojo sin hacer ruido. El hombre la estaba cogiendo del pelo mientras le apuntaba con el arma. – Te he llamado demasiadas veces y no me has hecho ni puto caso.


En ese momento mi móvil comenzó a sonar, lo cogí a toda velocidad para apagarlo mientras mis manos empezaron a temblar y mi respiración se aceleraba.


— Mierda... - susurre mientras apoyaba mi espalda en la pared. La puerta se encontraba a mi izquierda mientras podía escuchar la voz del hombre acercarse.


— Anna, ¿Quién tienes en casa? – observé a mi alrededor para coger algo para así, poder defenderme. Aproxime mi mano hacia los cepillos de dientes, para quitarlos y poder coger el vaso de cristal.


Intente calmar mi respiración mientras los pasos se acercaban cada vez más, apreté con fuerza el vaso mientras desvíe mi mirada hacia la puerta, donde podía ver la sombra. En ese momento traspasó la puerta, con un gesto rápido pude golpearle rompiendo el vaso en su cabeza, haciendo que se echara hacia atrás.


Salí tras de él y lo primero que hice fue sujetar el arma que tenía en su mano derecha para poder quitársela, aun se encontraba aturdido, pero pudo empujarme hacia la pared. Me miraba con rabia mientras me sujetaba del cuello, aunque mis manos seguían intentando coger el arma.


— ¡Te mataré!


Estuvimos forcejeando hasta que el arma se disparó, la bala impactó en su pierna haciendo que cayera al suelo. Empuje el arma con el pie lejos de él para que no la volviera a coger. Me dirigí hacia Anna que se encontraba de pie asustada.


— ¿Te encuentras bien? – acerque mis manos a su rostro.


— Sí-sí... – asentía con la cabeza. Me miraba con el pelo revuelto y varios arañados en la cara.


— Tranquila. – intente calmarla.


En ese momento las sirenas de la policía comenzaron a escucharse. Mis manos temblaban del miedo y de la adrenalina que pasa por mis venas.


— ¡Te juro que te mataré! – me giré para observarle, se encontraba apoyado en la pared mientras se tapaba la herida de su pierna - ¡Te mataré! – me miraba con ira.


Seguía quieta en la fábrica abandonada, mirándole de arriba abajo como poco a poco se acercaba más a mí. Recordé que me amenazó en su momento y ahora lo volvía hacer.


— Esta vez no podrás huir de aquí. – saca de la parte trasera de su pantalón lo que parecía ser una Sig Sauer. – Creo que tú no tienes... - me la muestra.


— Podemos llegar a un acuerdo. – intento dialogar.


— No negociaremos tu puta muerte. ¿Entendiste? – me apunta con el arma. – ¡Me Disparaste! – volvía a observar sus ojos de ira – ¡Te mataré ahora mismo!


No puedo quedarme quieta, tengo que irme. Solo tenía una opción y tenía que acertar. Tenía que correr lo más rápido posible hacia la ventana y romper el cristal; No había tanta altura ya que la fábrica solo tenía una planta y la ventana daba hacia el callejón. - Respiro y corro -.


Le dio tiempo a disparar una sola bala, me aproximo a la ventana hasta traspasarla. Caigo de pie, pero al momento tengo que agacharme.


— Mierda. – me agarró el brazo derecho, la bala me había rozado y estaba empezando a sangrar.


— ¡Policía, no se mueva! - de repente un foco de luz me ciega. Acto reflejo corro hacia mi moto. Escucho los pasos acercándose a gran velocidad. - ¡Alto! – era la voz de una mujer.


Arranco mi moto y me fui, había sido todo una trampa, solo deseaba mi muerte. Esquivaba todos los coches que podía, hasta llegar al piso donde estaba Jason. Abro la puerta y la cierro de un portazo.


— ¡Joder! – dejo las llaves en la mesa de la entrada.


Camino hasta llegar al comedor. Con mi mano derecha, me tapaba la herida. Si hacia eso sentía menos dolor.


— ¡¿Qué te ha pasado?! – se levantó del sofá.


— Me tendieron una jodida trampa. No había ningún Chris, solo un hijo de puta que hace tiempo fue encerrado gracias a mí, por lo visto quería vengarse de mí. – me tumbo en el sofá.


— ¡¿Te ha disparado?! – su rostro cambió a uno de preocupación.


— Si... Pero solo me ha rozado. – quito la mano que cubría mi herida y empezó a dolerme de nuevo. – ¡Ah!


— Voy a por el botiquín. – se fue corriendo al baño para buscar el botiquín.


Me quito lentamente la chaqueta, para destapar la herida. Era la primera vez que me habían disparado y la verdad, dolía mucho. Jason volvió corriendo con el botiquín y se sentó a mi lado.


— Solo me ha rozado. – le intento calmar, pero mi cara decía lo contrario.


— Aun así, tiene que doler. – abre el botiquín – Te voy a limpiar la herida, te puede llegar a doler.


Coge varias gasas y las moja con alcohol, después las coloca encima de mi herida. Tengo que admitirlo ardía, pero aguanté con todas mis fuerzas. Después cogió una venda y me vendó la herida.


— Gracias.


— No hay de qué. – sonríe - Tu hubieras hecho lo mismo si yo estuviera en esa situación. – se levanta para dejar el botiquín en el baño – Adivina quién tiene un nuevo trabajo. – dijo saliendo del baño.


— ¿Los has conseguido?


— Recibí un correo, diciendo que estabas dentro. Así que mañana empiezas.


— Eres el mejor. – sonrío eufóricamente.


— Lo sé, lo sé, no hace falta que lo digas. – se ríe mientras se dirige a la cocina – Hay que celebrarlo. – abre un armario y saca dos vasos - ¿Quieres una cerveza? – se gira para saber mi respuesta, yo asiento – Yo creo que lo harás muy bien de policía. - vuelve a caminar hacia mí y deja el vaso encima de la mesa.


— Lo intentaré. - apoyo el codo en mi rodilla y la barbilla en mi mano.


— Por fin sabrás tu preciado "Porque" - abre la cerveza - ¿Brindamos? - asiento mientras abría mi cerveza y la levantaba - Brindamos por tu nuevo trabajo... - pone su mano en su barbilla para pensar - Por ser como eres y nunca cambies.

– brindamos y bebimos.


En ese momento mi móvil empieza a sonar, era un mensaje de un número desconocido. Dejé la cerveza en la mesa y cogí el teléfono para saber quién era y que ponía. "Hola Ellie, hace ya tiempo que no sé nada de ti, pero sigo en deuda contigo. Lo que hiciste por mí, siempre estará en mi corazón. No sé si te acordaras de mí, soy Anna."


— ¿Anna? –me pregunte a mí misma.


— ¿Pasa algo? – me da apoyo con su mano derecha en mi hombro.


— Tengo que irme. - le miro - Mañana empiezo y tengo que descansar. - me levanto del sofá para irme.


— Déjame acompañarte.


— No tranquilo. - muestro mis manos en forma de negación - Cogiendo la moto llego en nada.


— Entonces... Mañana hablamos, ¿Ok? – asentí mostrando una leve sonrisa.


Salgo del apartamento con mucho lío en mi cabeza. Hacía solo una hora que mi cabeza volvía a recordar a Anna, ahora de la nada contacta conmigo. No sabía si era una trampa del hombre que me disparó. Cojo nuevamente mi teléfono y vuelvo a releer el mensaje, hasta que al fin decido contestar. "Hola Anna, cuánto tiempo."


Camino por las calles esperando la respuesta de Anna mientras observaba mi alrededor, el sol ya comenzaba a esconderse. Me acerque a un banco que se encontraba cerca para poder sentarme y pensar. En ese momento un ruido que provenía de mi teléfono hizo que lo cogiera a gran velocidad. Me estaba llamando, observaba el teléfono sorprendida. Me lo acerco a la oreja.


— ¿Hola? – pregunte con curiosidad.


— ¿Ellie?


— Anna de verdad eres tú.


— Cuanto tiempo. – aproxime mi mano hacia la frente – Tenia que desaparecer cuando pasó lo ocurrido ese día con mi ex marido.


— Sigues teniendo mi número.


— Como voy a tirar el teléfono de la persona que me salvó la vida esa tarde.


— Dime, ¿Cómo estás?


— No me fío de contarte nada por teléfono, vente al parque Winson Park. Ahí podremos hablar con más tranquilidad.


— De acuerdo. Dame unos diez minutos ¿Vale?


— Vale. Adiós.


— Hasta ahora. – colgué el teléfono.


Me levanté y salí a paso ligero hacia donde estaba aparcada mi moto, el parque estaba a unos diez minutos de distancia caminando, pero con la moto llegaría en menos. Conduje pensando en todo lo que había pasado hoy, después de varios años volvería a ver a Anna.


Aparque mi moto cerca del parque para tener visual, eche un vistazo, pero no veía a nadie. Todo esto podía ser una trampa, pero estaba segura de que era ella, los detalles que me daba, su voz. Cogí el teléfono de mi chaqueta para mandar mi dirección a Jason, para que si me llegase a pasar algo supiera que mi último lugar fue este parque.


Baje de mi moto y camine hacia recinto, miraba a mi alrededor y solo se podía ver a niños jugando a básquet y sus padres observándoles. Me acerque a un banco para tener mejor visual de todo.


— Ellie. – vuelvo mi cabeza para observar a la persona que se encontraba a mi derecha, se estaba quitando la gorra para mostrar su rostro.


— Anna. – me levante mientas no desviaba mi mirada de ella.


— Cuanto tiempo sin verte. – se acerca a mí para poder abrazarme.


— ¿Cuéntame? Porque tanto secretismo por el teléfono. – nos sentamos en el banco.


— Tenía que hablar contigo respecto a él.


— ¿A tu ex marido? – ella asintió.


— Hace ya varios meses que salió de la cárcel y creo que nos está buscando... - se mantuvo en silencio unos segundos - A ambas. – no podía decirle que él ya me había encontrado a mí.


— Has tenido la sensación de que te observaban en algún momento.


— No. – negó con la cabeza. – Pero no lo sé. – observa la gorra mientras la sujeta con fuerza.


— Tranquila. – aproximo mi mano a la suya con afecto. – Él no te volverá a hacer nada.


— ¿Y a ti? – me mira – Intentas protegerme, pero quien te protege a ti Ellie.


— Se arreglármelas yo sola.


— Toma. – busca por su chaqueta algo, hasta sacar una imagen – Este es él. – me ofrece la imagen. Se podía ver a un hombro de pelo castaño con una barba dejada mientras sostenía un cigarrillo, vestía con una camiseta de manga corta y unos pantalones negros.


— Espera ¡¿Cómo?! – alce la voz – ¡¿Le has estado siguiendo?!


— No, no. – me muestra las manos para que me calmara – Contrate a alguien para que lo encontrara y que le hiciera varias fotografías.


— Anna... - acerque mi mano a mi frente – No puedes jugártela de esa forma, que hubiera pasado si él pilla a la persona que le estaba echando las fotografías.


— Pero no ha pasado. – sonríe nerviosa – Quiero que te la quedes para que estés atenta.


— Vale. – observo la foto nuevamente.


— Tengo que irme. – la miro.


— Sí, claro. – nos levantamos del banco para volvernos a dar un abrazo de despedida. – Ten cuidado. – ella asintió mientras se volvía a colocar la gorra.


— Tu igual. – me sonríe – Adiós.


— Adiós. – se dio la vuelta para caminar y alejarse de donde yo estaba.


Volvía sentarme y mi mirada volvió a la foto. No puedo permitir que Anna vuelva a vivir el infierno de hace varios años, no se lo merece. Haré todo lo posible para que esa persona no la encuentre.

6 декабря 2020 г. 17:36 0 Отчет Добавить Подписаться
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