luastr Aixa Belén

Zoe es una joven idealista, que vive la vida tal y como hay que vivirla, con intensidad. Es por esto que tiene en claro una cosa: quiere ser feliz y disfrutar. Ha obtenido la beca al mérito en la carrera de Comercio Internacional, y el premio es un semestre en la Universidad de Bologna, Italia. Lo que no sabe es que la vida tiene sus propios planes, y ésta se empecinará en acercarla a Ariel, quien es heredero al trono del Reino, un lugar lleno de celos, intrigas y obligaciones. ¿Puede haber algo peor que un cambio de planes? Sí, no saber lo que sientes por alguien, y si vale la pena resistirte. ¿Hasta donde serías capaz de llegar por cumplir tus sueños?


Романтика Молодой взрослый романс Всех возростов. © Se prohíbe la copia parcial o total de la trama o el contenido de ésta obra.

#258 #youngadult #jóvenes-adultos #vida
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El último día de mí vida.

Mi mañana comenzó, de pronto, con el fuerte sonido de la alarma de mi movil que me avisaba que era hora de levantarme. Si no fuera porque me esperaba un largo y ajetreado día, juro que dormiría un poco más.

Me animaba el hecho de que hoy era el último día de mi antigua vida, hoy se cerraba un ciclo. En menos de 24 horas, comenzaba una nueva etapa para mí.

Elevé mis brazos y los moví un poco, era una costumbre que se me quedó grabada y no podía dejar de hacer, sentía que tal vez así mi cuerpo se activaba más rápido.

Me levanté y dirigí hacia el baño, para darme una ducha bien caliente, la iba a necesitar para comenzar mi día, y sobre todo, este día. Luego de esto salí, me lavé los dientes, y elegí unos jeans, una camiseta y un suéter del armario, con unas zapatillas negras. Esta combinación fue siempre mi combo preferido.

Salí del cuarto, e iba bajando las escaleras cuando de pronto escuché a mi madre:

-Zoe baja a desayunar! -dijo, claramente dirigiéndose a mí.

-¡Ya voy! -respondí observándola mientras se movía por la cocina.

Aunque pretendiera ocultarlo, era muy obvio que estaba nerviosa por mi partida. Desde que me dieron la noticia de que fui seleccionada para realizar un semestre de Comercio Internacional en la Universidad de Bologna, en Italia, ha estado negada a la idea de que me marche.

-¿Como amaneciste hija? -me preguntó, con un tono resignado, que me ponía muy sensible.

-Muy bien ma, y tú? -traté de animarla, y de animarme.

-No tan bien pequeña, aun no me hago a la idea de que te marcharás... -respondió al fin, demostrando lo que sentía.

-Te amo ma, se que esto es difícil, siempre fuimos tu y yo, superando todo juntas, pero solo es un semestre, te lo prometo. Las semanas pasarán rápido y cuando menos te des cuenta, ya estaré aquí de vuelta -comenté para que se sintiera mejor.

- Yo te amo mas, siempre voy a estar para ti -terminó de decir para pasar a darme un fuerte abrazo.

Terminamos de desayunar mientras charlabamos de todo un poco, y luego subí a mi cuarto para recoger mi móvil, audífonos, la billetera y llaves que coloqué en un pequeño bolso, y tomé algunos papeles de mi Universidad para dirigirme a culminar los últimos trámites académicos antes de viajar.

Me despedí de mi madre, dándole un beso en la frente, y salí a la calle.

Hacía un día hermoso, soleado, despejado y con un clima templado, estábamos a mediados de julio y en Nueva York esta era la mejor época para disfrutar del sol y los paisajes. Es por esto que decidí ir caminando, ya que el edificio de la Universidad quedaba a unas pocas cuadras. Me acerqué a la entrada, y, de pronto, me invadió el cuerpo la nostalgia de saber, que esta sería la última vez en varios meses, que transitara por sus pasillos, que cursara en sus salas, y que viviera muchos momentos felices y tristes.

Caminé, lentamente, hacia la secretaría, y dejé los últimos documentos que habilitaban mi pase a la nueva Universidad. Algunos compañeros que compartían materias conmigo me despidieron afectuosamente, hasta el momento en el que regrese nuevamente. Los abracé, con sentimiento, y respondí que estaría en contacto.

Me dirigía hacia la entrada del edificio cuando, inesperadamente, me encontré de frente con él. No no no, por favor, si hay algo que no quería era toparme justo a la persona que estaba observando nerviosa y dolida en ese momento.

.

.

.

.

No podía dejar de observarlo, y sí, me dolía. Lo amé intensamente, compartimos nuestras vidas, nuestros anhelos, y proyectos durante dos años.

Hace tres semanas subí al cielo, la noticia de mi viaje era un hecho y no cabía en mí la emoción. Al salir de la reunión en donde comentamos los detalles, lo llamé, y todavía sigue en mí la conversación que mantuvimos en ese momento:

-¡Ian, amor! ¿Estas ocupado? -pregunté sólo por respeto, ya que él me repetía que para mí nunca estaba ocupado.

-Oh, hola Zoe, estoy un poco atareado con el trabajo. ¿Está todo bien? -pregunta, con un tono de voz que no logro descifrar.

-¡Sí! Tengo que darte una noticia maravillosa, y pensé que tal vez nos podríamos reunir más al rato - le expliqué, sin querer dar tantos detalles.

-Mmm, yo también tengo algo que decirte... -mencionó, dejándome más que intrigada.

-Perfecto, no se diga más, si estás de acuerdo nos reunimos en la cafetería de siempre -sentencié, a punto de levantarme de la banqueta en la que estaba sentada para dirigirme hacia allá.

-Mira, prefiero explicarte lo que me pasa por aquí -comentó, ahora sí, provocandome una sensación entre intranquilidad y curiosidad, que me llevó a volverme a sentar.

-Cariño, me asustas, pero lo que sea que tengas que decir, dilo de una vez -mencioné, con la intención de acabar con el misterio.

-Zoe, eres increíble, realmente una gran chica, pero lo mejor es que terminemos nuestra relación -dijo, al fin, en forma rápida y repentina.

-¿Que? No entiendo nada, ¿Dije o hice algo que te molestara? -ahora si que mi mente estaba perdida, no comprendía a que se podía referir.

-La realidad es que, ¿qué otra noticia me puedes dar más que la de tu viaje? Era cuestión de tiempo, y no quise desanimarte pero la realidad es que no quiero mantener una relación a la distancia -explicó, sin mayor detalle, como si estuviese todo pactado o establecido.

-Pero... Ian... por favor, yo te amo, sabes que la distancia para los que se aman jamás será un obstáculo. La pregunta aqui es: ¿Tu me amas? -pensé en voz alta, expresando mi angustia.

-Te amo, pero, ¿de qué me sirve amarte si no podré besarte, ni tocarte, ni demostrarte lo que siento? No alarguemos la agonía, lo mejor es terminar en este momento -comentó en un tono más elevado, queriendo hacerse entender.

-Por favor, esto no se puede terminar así, estoy segura de que podemos hablarlo, de que podemos llegar a un acuerdo -explicó, casi entre balbuceos y al borde de la humillación.

-No tengo nada mas que agregar, esa es mi elección y espero que la respetes -espetó, sin darme chances a cuestionar ni intentar nada.

-Yo solo espero que no te arrepientas de esta decisión, porque ya no estaré -dije al fin. -Acepto, y espero que seas muy feliz.

Decir que bajé al infierno después de esa charla, sería poco.

¿Como se puede ser tan feliz y tan infeliz al mismo tiempo? ¿Cómo frenar esta cantidad de emociones que siento justo ahora?

"Esta vida se comprende de eternos ojalás, así fue, es, y será siempre.

Ojala todo fuese muy distinto, o no. Ojala pudiera sentir algo totalmente contrario a lo que siento, o simplemente no sentir. Ojala pudiera querer de otra manera, o no querer.

Ojalá pudiera saber que siento, como lo siento, y, sobre todo, ojalá pudiera dejar de engañarme."

Lo amé, puedo decir, que después de todo eso, simplemente lo amé. Si quería tirar a la basura todo lo que vivimos, el cariño, el amor y nuestra relación, por no ser lo suficientemente valiente, les aseguro que iba a hacer que desee jamás haberme amado, si es que me amó.

.

.

.

.

Me hablaba, pero no lo podía escuchar, como si alguien me hubiese tapado los oídos, o mi espíritu se hubiese elevado, evitandome escuchar sus excusas. No lo hacía a propósito, pero mi mente seguía deambulando en las palabras tan frías que sentí la última vez que hablamos.

-Lo siento Zoe, realmente lo siento, se que fui un insensible -me decía, como si con eso pudiese reparar mi corazón hecho trizas.

-Disculpa, no tengo tiempo para hablar, además, creo que las cosas quedaron claras -yo no era así, lo juro, pero me sentía tan vacía que realmente no me salía expresar otra cosa.

-Te invito un té, un café, lo que quieras, sólo vayamos a un lugar tranquilo, me gustaría explicarme -comentó, aunque a estas alturas me parecía una burla.

-¿Es en serio? Hace tres semanas te pedí por favor la posibilidad de reunirnos a hablar, pero al parecer no te pareció muy importante -cuestioné, con gran decepción.

-Por favor... -rogaba.

-Mi decisión es que... que tengo que irme -sentencié, comenzando a caminar. Si me quedaba, no estaba segura de lo que pudiera llegar a hacer.

-¡Espera! Solo quiero que sepas que te amo, no voy a dejarte ir así como así, aunque tenga que ir yo también a Italia, te voy a demostrar mi arrepentimiento. -dijo, muy seguro de sí mismo.

Retomé mi caminata, vamos, después de las actitudes que tuvo, realmente no lo creía capaz, y esperaba que no esté hablando en serio. Tampoco estaba mintiendo, realmente tenía que llegar a mi casa, disponía de poco tiempo y muchas cosas que dejar listas.

Me dí la vuelta, solo para mirar su rostro una última vez, y al instante supe que había sido una mala idea. Que digo mala idea, malísima idea. Comprendí que me iba a ser dificil olvidarlo, pero que iba a poner todo de mi para que eso ocurra.

Decidí conectar los audifonos y darle play a música de mi Spotify, elijo la reproducción aleatoria, a ver si con eso los pensamientos negativos se esfumaban de mi mente. Las estrofas de Bad Liar comenzaron a retumbar en mis oídos, vaya, no podría ser peor, justa para este momento.

Así, ensimismada, pensando en alguien que no había escatimado en lastimarme para luego arrepentirse seguí, hasta llegar a mi hogar. Puse mi mejor cara antes de entrar, para no preocupar a mamá, menos ahora que faltaba tan poco para el cambio de vida.

Entro y está mirando televisión, un canal de recetas de cocina. Sabía que era algo que la mantenía entretenida y la distraía de todo lo que está pasando. Avancé hasta la sala, llegando hasta donde se encontraba, y la saludé, dándole un beso en la mejilla.

Le comenté sobre mi salida, evitando por completo el "incidente" con Ian, y agregué que aún me quedaban algunos detalles que dejar listos, que iba a estar en mi habitación, y me dirigí a las escaleras para subir.

Solo adentro del cuarto dejé que se abriera paso la angustia de pensar en el encuentro de hace unas horas, y en mi viaje. En lo que tenía y lo que tendré.

Me concentré en motivarme ahora más que nunca, si hay algo que no necesitaba era perder el entusiasmo justo ahora.

Pasé toda la tarde ordenando libros, eligiendo mis novelas favoritas para llevarlas conmigo. poniendo orden en mi ropa, tomando la que era de primavera-verano para guardarla en la valija.

Perdón, si, soy una obsesiva del orden, no lo puedo evitar.

Sobre las once de la noche, comenzó a apoderarse de mí un agotamiento importante, y mi madre se acercó para avisarme que ya estaba la cena. Me hice la fuerte, y contuve las lágrimas, porque aunque lo disimulara sabía perfectamente que la iba a extrañar mas que a nadie en el mundo.

Bajamos juntas, en silencio.

Nos sentamos a la mesa, y no solo captó mi atención la decoración que había, sino también lo que había cocinado para mí.

-Si sabes que voy a extrañar muchisimo tu lasagna, no? -bromeé, para levantarle el ánimo y demostrarle mi cariño.

-No creo hija, vas a estar en Italia, ahí son expertos en cocinar ésto -me respondió, con seriedad.

-Ay mamá, no digas eso. Además, tu lasagna será siempre la mejor y más exquisita -mencioné, con convicción.

Continuamos la cena hablando de temas triviales, sabiendo que eso nos alejaría, por un rato más, de aquello que queríamos evitar para no llorar o ponernos melancólicas.

Cuando terminamos, nos servimos un poco de té de manzanilla. Era nuestra rutina nocturna, y se había convertido en algo que nos acercaba. Llevamos todo a la cocina y lavamos y secamos la vajilla.

Le dí un abrazo, y acaricié el rostro. Ella me devolvió el afecto, besando mi frente, y quedamos de acuerdo en levantarnos a las seis de la mañana, para estar a tiempo en el aeropuerto.

Dormí algunas horas, aunque me desperté unas cuantas veces. Observé mi habitación, en completa oscuridad, con una luz tenue que entraba a través de las cortinas sobre el ventanal, entre emocionada e intranquila, tal vez algo ansiosa. No se si eso era bueno o malo, y tampoco quise averiguarlo.

A las seis en punto de la mañana, sonó la alarma. No tuve tiempo de pensar en que desearía haber podido dormir más, hoy no, ya que tenía que asearme y darme un baño.

Cuando ya estuve preparada física y mentalmente, y estuve segura de esto, bajé a la sala a reunirme con mi madre, quien ya también estaba lista. Ella me acompañaría hasta que esté en el avión.

Subimos al automóvil, y encendió la radio, sintonizando una emisora que no conocíamos, pero sobre la que no emití comentarios, más que nada porque no diría nada interesante.

Llegamos al aeropuerto, enorme, limpio, con gente que iba y venía, que se encontraba, que se despedía. Pronto, yo sería una de ellas.

Realice los trámites de embarque, que tardaron unos veinte minutos hasta que la fila avanzó lo suficiente y me permitió llegar al mostrador. Entregué mis papeles y pasaporte, y esperé, hasta que sellaran este y me lo devolvieran, al igual que uno de los tickets.

Subí mi valija a la cinta de detección, y me dirigí al escáner, también pasé la revisión que realizaba el personal, y luego de demostrar que era una persona totalmente inofensiva para el resto de pasajeros con los que compartiría el viaje, me dispuse a tomar la valija que ya había salido de la cinta.

Aún faltaba una hora para abordar, así que con mamá compramos dos cafés y algunas donas para compartir nuestro último desayuno.

Me miró con atención, con detalle, y así fuese mi madre, me costó saber lo que pensaba, aunque lo intuía.

-Cumpliste tu sueño, y quiero, con todo el corazón, que ahora disfrutes tu realidad, esta que te esmeraste tanto en hacer tuya -soltó al fin, con la emoción a flor de piel.

-Te prometo que lo voy a hacer, y no solo eso. Este sueño, pisar suelo italiano, conocer sus calles, seguir estudiando en su Universidad y conocer muchas personas, todavía está en proceso. Este sueño recién está comenzando -respondí, soltando ese sentimiento de entusiasmo que venía conteniendo y que siempre había estado allí, adentro.

-Pero no te olvides de que ya es una realidad, es TU realidad -resaltó, nuevamente, para que no lo olvide.

La abrazo, suave pero firme, con todo mí amor, con el alma.

El altavoz informa que el avión que destino a Bologna estaba listo para ser embarcado.

Ahora me abrazó ella, con fuerza, llorando, y quería pensar que de alegría, me obligué a pensar que sí, para no terminar llorando yo también.

Terminé soltando varias lágrimas, y se que ya no me importa ni quiero evitarlo.

Dan el último aviso de embarque, y nos separamos, sabiendo que llegó el momento de despedirnos.

- Te amo, quiero que sepas que te amo y que te espero, que voy a contar cada día hasta que regreses -expresó, entre balbuceos provocados por el llanto que había sufrido.

Te prometo que voy a regresar, que vamos a estar en contacto, pero sobre todo, " ahora yo quiero que sepas que cada que necesites un abrazo, en cualquier lugar y momento que te haga falta, me visualices, y sientas mis brazos sobre los tuyos. Seré yo, enviándote mi abrazo más amoroso, y espero que lo sientas, siempre. Estará disponible en todo momento y lugar para ti".

Me volvió a abrazar, prometiendo no llorar más, y me deseó el mejor de los viajes, y yo, a su vez, le digo que la amo más que a nadie.

A continuación me dirigí hacía la escalera del avión y subí. Tenía el asiento 23 del lado de la ventana que daba la sala de espera. Acomodé la maleta en el espacio destinado a ésta, y tomé asiento.

Le hice un gesto de saludo con la mano a mí madre, y le envié unos besos a distancia, instantes de que el avión despegara.

Ahora sí, me permití sentir todas las emociones que me invadían, todas juntas.

Solo ahora, estaba siendo consciente, de mi nueva realidad.

4 декабря 2020 г. 4:58 0 Отчет Добавить Подписаться
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