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One -하나


"Por favor seca mis ojos"

Stigma


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Había comenzado la preparatoria apenas puso un pie en Seúl. Sabían de él lo que veían: era tan pobre que su uniforme estaba gastado en las rodillas y su teléfono era un Samsung que habían dejado de producirse en el 2000.


Nadie en el colegio era tan pobre, ni siquiera los mellizos Lee. Y eso ya era mucho decir, considerando que estos salían de uno de los barrios adosados a la montaña ¡Ah! ¡A la gente de la ciudad no le gustaba pensar en esos lugares! Estaban llenos de viejos decrépitos que se calefaccionaban con yeontan, y donde los vehículos no podían ingresar, porque no había calles sino tristes y oscuros callejones.


Era cuestión de echarle un solo vistazo: la mochila, los zapatos y hasta los calcetines del nuevo ingresante parecían donados por la caridad.


En ese entonces todo el país debatía sobre el escándalo en la liga de futbol profesional: que si el Chunnam Dragons estaba implicado en los arreglos, que si eran tres o treinta millones de wones, que si todos los jugadores deberían suicidarse... Pero para los adolescentes de la escuela de Arte de Corea, y más aún para los de primero, que habían comenzado hacía un par de meses, era muchísimo más interesante el recién llegado. Con su acento rural de Daegu, se había presentado como Kim Taehyung.


Nadie podía negar lo increíblemente bonito que era. Parecido a esos ídolos que habían saturado los canales de música con sus narices respingadas y sus mentones afilados.


Así que era difícil ponerse de acuerdo en cuanto a la recepción. Sí, todo en el nuevo gritaba ¡Soy pobreza! pero al mismo tiempo era cándido. Sonreía seguido. El por favor, perdón y gracias eran constantes en su boca. Eso evidenciaba lo lejos que había crecido. En Seúl nadie usaba esas palabras olvidadas en el fondo de la prisa.


Con el tiempo sabrían más de él, pero no precisamente por confidencias. Resultó que uno de sus compañeros era vecino, así que en cada oportunidad, a partir de allí, soltaría algún dato que considerara relevante para la opinión pública.


Vivía con su madre soltera. Un punto menos.


Su madre era una yakult. Una de esas mujeres que iban con su carrito ofreciendo bebidas calientes o frías, según la estación. Un punto menos.


No asistía a las academias después de la escuela, ni se quedaba a tomar ninguna actividad extra más allá de las materias obligatorias. Este detalle sin dudas fue la razón más fuerte para dejarlo afuera de los grupos ¿Qué clase de persona no se preparaba para el SAT? ¿Qué futuro tendría?


Dos meses después, a Taehyung no le quedaba casi créditos si de popularidad se trataba y no era ajeno por completo. Iba caminando por un pasillo muy angosto, cada vez más angosto y ese espacio dejado a regañadientes se debía, única y exclusivamente, a su belleza. Porque Corea era, es y sería siempre un país de espejos. De ojos que son espejos. Que ansían ver y verse sin detalles grotescos, oscuros o anchos interrumpiendo el delicado equilibrio de lo que debe ser un regalo a la vista.


Sin embargo en cuanto la personalidad de Kim se vislumbró sin distracciones de utilería, terminó por aplastar la más mínima posibilidad de encajar y pertenecer.


Él era raro en el peor de los sentidos: en el que no puede clasificarse ¿Por qué era raro aquel gordito de segundo? Porque no le gustan los videojuegos pero se la pasaba en internet buscando la forma de acceder a páginas extranjeras que el Estado bloqueaba ¿Y ese otro, el de tercero? Porque no miraba las piernas de las chicas cuando pasaban y cuando caminaba uno que otro le silbaba para burlarse de un cierto contoneo impropio ¿Y su amigo, el que tenía infinidad de granos bajo el flequillo? Porque había desaparecido por una temporada y había vuelto con marcas en las muñecas.


Taehyung era raro, pero nadie podía poner en palabras las razones de tal afirmación.


Hasta los más segregados del instituto lo dejaban sin lugar en el comedor o no lo elegían para formar grupos. Los profesores metían al chico a la fuerza en alguno o hacían sorteos humillantes. Los perdedores gritaban fastidiados mientras los demás celebraban golpeando los pupitres ¿Y todo para qué? nunca recibiría notificaciones de las reuniones para trabajar en los proyectos. Solo pondrían su nombre y ya. En las exposiciones quedaba en evidencia que no había participado y sus calificaciones iban en descenso vertiginoso.


Durante todo el año escolar no hizo ni un solo amigo. Era incómodo tenerlo cerca. Era incómodo verlo alejarse por la ventana sin despegarse de la silla. Entraba en una especie de trance místico del que no salía ni bajo amenazas.


Los profesores habían comenzado a unirse a la animosidad dentro del aula. Llamaron a su madre un par de veces... bastantes veces en realidad. Ella aseguraba entre llanto que su hijo no tenía problemas médicos. El director le exigía resonancias y consultas a psiquiatras que el seguro no cubría. Ella decía que su hijo era normal. Y lloraba.


Taehyung se colgaba del aire para desaparecer.


Fue así que aprobó con números lastimeros sus materias anuales y pese a que su vida podía parecer una completa y absoluta mierda, él no cambiaba su actitud. Una semisonrisa. Un buen día constante y bajito que nadie respondía. Una busqueda constante de aprobación en la mirada ajena, que tampoco nadie respondía. Sin embargo, si le afectaba en algún punto, estaba lejos de demostrarlo. Kim seguía a su solitario ritmo.


Cruzándose como un zorrillo en el camino de los demás.


Ninguno de los cientos de alumnos que acudían al Korean Arts High School se metió físicamente con él hasta 2do.


Entre ese número disciplinado de jóvenes, que el edificio se tragaba todos los días a las 8 de la mañana, estaban los il-chin. Nadie en Corea era ajeno a la existencia de los il-chin. Es más, toda institución que se preciara como tal, debía contar con al menos uno o dos. Y no es que estos bravucones fueran verdaderos marginales. Eran invenciones. Creaciones de lo que rechazaban y que luego vomitarían en la sociedad.


La escuela tenía cuatro. Identificados. Vigilados. Controlados.


El cabecilla iba en el último año y las autoridades no veían la hora de que egresara, ya que como hijo de una -familia corporativa- o chaebol, este control se volvía un tanto, o bastante relativo.


Una tarde cualquiera, ya iniciado el semestre de otoño, encontraron a Kim sentadito en un banco. Sus libros a un costado y la mirada sobre la copa de los cerezos. El uniforme azul reglamentario comenzaba a quedarle corto, de piernas y de brazos. Porque, sí, era el mismo que el del año anterior.


La estatua campesina de Geochang-gun seguía siendo un buen tema para reírse y pasar el rato. Pero tampoco nadie había llevado la situación muy lejos. Hasta ellos. Hasta ese día en que se chocaron con él y se dijeron: ¿por qué no? y se acercaron empujándose unos a otros, sin haberlo planeado en realidad.


Hicieron mucho ruido al hacerlo -¡Ey! Niño bonito ¿Por qué tan solo? ¿Necesitas compañía?- como era de esperarse no consiguieron respuesta. El mentón permaneció hacia arriba y los enormes ojos directo a la nada -¿Podemos sentarnos?- Una respiración lenta, relajada, les indicaba que estaba vivo. Pero era una vida apenas perceptible


Aishh ¿Por qué eres tan mal educado con tus hyungs?


Nada.


-SeongJoon se estaba preguntando si no le darías un beso- y desde allí solo fueron en escalada ascendente: desde malas palabras a propuestas sexuales explícitas, a pequeñas pero duras patadas en los tobillos. Lo único que consiguieron fue que, los que estaban cerca, tomaran sus cosas y se marcharan.


Cualquier inconveniente podría significar una rebaja de puntos en su calificación final y la mayoría no tenían un padre CEO que los salvara. Pronto el patio estuvo casi vacío. El profesor a cargo del sector solo se dio la vuelta y se alejó, liberando la zona. Las mejillas doradas del chico no tenían ni un poco de rubor pese a todo. Nada. Era prácticamente tener un muñeco vivo a disposición y eso no dejaba de darles un subidón de adrenalina. Hicieron un semicírculo para cubrir a Park, quien tomó una fibra de las que Taehyung tenía junto a sus cuadernos y comenzó a dibujar penes. Uno en la frente. Otro en el cuello. Unos bigotes hitlerianos. Ya no parecía tan lindo. Era más bien ridículo. Patético. Les resultaba tan cómico.


-¡Oh! ¡Creo que es indeleble!- dijo compungido para luego unirse a las risas -¡Shhh! ¡Idiotas! van a descubrirnos- Ya estaba cebado. Envalentonado. Acaba de cruzar una línea y de pronto cruzar otra era lo más lógico. Hacer algo así lo llevaría más alto en su mala reputación. Lo dejaría en un lugar intocable. Sacó de un bolsillo interno un cigarrillo. Los tres que estaban de pie comprendieron que ésta situación podría empujarlos un poco más lejos de lo esperado. Pero siempre podrían acusar a Park, el inimputable. Pensaban en todas las veces que contarían la anécdota y serían rodeados, atrayendo la atención sobre ellos.


SiWon lo encendió, de pronto sintiéndose una estrella de cine, le dio una pitada y soltó el humo en un rostro de muñeca ausente. El acto culminó cuando el cigarrillo fue apagado en la delicada mano que descansaba sobre el mármol.


El que no hubiese gritos, ni gestos, ni un mínimo pestañeo, los aterrorizó. Porque estaba respirando. Porque estaba vivo. Porque la piel se llagó ante el contacto del fuego pero como un zombi, dentro del cuerpo, parecía no existir un ser consciente capaz de sufrir.


El grupo se alejó rápidamente.


Y aunque el rumor acerca de la insensibilidad de Kim corrió como la pólvora, el chico regresó tarde a su clase, con los ojos enrojecidos por el llanto y la cara manchada e igual de roja que los ojos. Sin saber bien qué hacer o cómo protegerse de las miradas, por poco y no se había acomodado mirando a la pared.


Cuando la profesora Gong le recriminó por no tomar apuntes, Taehyung dijo con la voz quebrada de un niño pequeño -Quiero ir a casa-


...........................


Corría el 2013 cuando Ha MinJung arribó a la preparatoria. El ascenso de su padre en la empresa donde trabajaba obligó a la familia a preparar valijas y abandonar Incheon. Había cambiado una ciudad grande por otra un poco más grande, no sentía en eso la diferencia. El problema era separarse de sus amigas, que seguirían la vida, juntas y sin ella. Había insultado por dentro, claro, la suerte de su padre, que era buena, muy buena. Sí, claro. Traería mejor casa, mejor educación, mejor salud... pero la dejaba momentáneamente sola y perdida.


El tener a su prima cursando en el mismo lugar había aminorado la ansiedad. Asistían a distintas orientaciones aunque terminaban juntas en los recesos y los fines de semanas. El menú del día era un sándwich desabrido que se le quedó atascado en la garganta cuando un alumno pasó por delante de ellas. Habían decidido sentarse en las escalinatas de entrada al salón principal y aprovechar los últimos días otoñales decentes. Tosió un poco, golpeándose en el pecho y se dirigió a YuRi. La muy boba estaba tan absorta en su teléfono que se había perdido la imagen alta e infinitamente irreal atravesar su campo de visión.


— ¡Oh! ¡YuRi! ¡Dime quién es él! ¡Creo que me enamoré! Sí, estoy segura de que lo hice...


Su prima se volteó siguiéndole la mirada. Encontró la irritante figura de Kim desaparecer en el interior. Hacía bastante tiempo que no se detenía en él ¡Sí que había crecido! Probablemente superaba a todos los de la clase ahora.


No. No te enamoraste nada


¿Qué? Ahh, tiene novia. Debí imaginarlo


No. Está loco


¿Loco?


Como una cabra. Ya sabes, la naturaleza te da y te quita, para equiparar la balanza ¡Deja de mirar! ¡Ya se fue!


¿Loco en qué sentido?


En el sentido psiquiátrico. Estuvo a punto de ser expulsado por morder a un compañero


Oh...


La voz de la pequeña Yuri se tornó grave. Era la que usaba para las cosas secretas y perturbadoras. A ella le daba escalofríos, porque seguramente sabría detalles que a partir de allí no la dejarían dormir bien.


Nadie le habla y no le habla a nadie. Así estamos todos en paz. El año pasado hubo una cosa... horrible... no preguntes qué porque no voy a decirte, hicimos un pacto... el asunto es que todo el curso terminó haciendo trabajo comunitario. Sábado y domingo durante tres meses, limpiando y pintando la escuela, y eso, eso no debe suceder otra vez, nunca jamás


Entonces regresó a su teléfono, mientras el viento hacía remolinos con su pelo.


Es una pena. Quizás... nadie le dio una oportunidad...


¡MinJung, por favor! ¡Apenas estás entrando! Imagina que tiene la peste negra, o lepra, o lo que sea. Si te acercas los demás se alejarán. Yo me alejaré


¿Estás bromeando?


¿Parece que estoy bromeando? Escucha, no puedo decirte todo, porque, prefiero que... te conozco. Eres una gallina. Solo debes hacerle caso a tu unnie


Pero la expresión de la menor se tornó escéptica, y hosca, y YuRi la conocía. Conocía ese gesto de: 'están todos equivocados y voy a demostrárselos'. Así que dejó el teléfono en su bolso, y tomó su mano con tanta seriedad que logró finalmente asustar a la más pequeña. Comenzaba entonces a comprender.


La mayoría del grupo quiso cambiarse a otra orientación. Muchos lo hicieron. Algunos se fueron a otra escuela. No todos podemos hacer eso. Aunque quisiéramos... estar muy lejos. El otro día en arte hizo una cosa, no sé, era como un monstruo con pedazos de animales. Horrible de ver. Cuando el profesor le preguntó qué era, él le respondió, soy yo


[...]


Había querido colgar el cuadro en su habitación, pero la madre de Taehyung había gritado -¡No soporto verlo! ¿Por qué pintas cosas así?- y tuvo que meterlo dentro del placar, donde cada vez que sacaba una prenda, el retrato lo observaba.


Tristes ojos de búho.


La señora Kim estaba cada vez más alterada. Así que Tae se recluía cada vez más en sí mismo, en su propia y legítima oscuridad. Ella se culpaba. ¡Claro que sí! El padre de su hijo le había dado dos opciones razonables: aborto o adopción. Pero en ese entonces era una joven terca y estúpida, empecinada en demostrarle al mundo que podía. El futuro le parecía una masa, una sustancia maleable y no un yugo de hierro.


Su hijo apenas la miraba, porque en esos ojos preciosos habían verdades que nadie soportaría oír. Era un buen hijo. Limpiaba todo el tiempo el banchi-a, donde vivían. El polvo entraba en tal magnitud por la única ventana del lugar, que envenenaba los pulmones de su anciana madre. Así que Taehyung se había convertido en un maniático de la limpieza. Adentro de la heladera o de la arrocera estaba su cena. Agotada de su larga jornada, ella no debía preocuparse de ninguna tarea doméstica.


Era un buen hijo. Se esforzaba por ser lo que se esperaba de él. Salía apurado de la escuela para cuidar a su abuela y se la pasaba marchitándose en ese sótano sin luz que daba a la acera, bajo las suelas de los zapatos de la gente. Él se marchitaba. Los problemas en la escuela, imaginaba, eran peores de lo que sabía. Porque su hijo no era como los demás y nadie podía ayudarlo. Menos ella. Ella menos que nadie. Su pobre niño tenía una enfermedad invisible que se comía su cabeza de manera silenciosa. Y era su culpa, porque no le había dado los cuidados cuando era bebé, por trabajar, por no poder llevarlo al hospital, por no poder pagar una niñera y dejarlo en manos de una abuela permisiva.


Puede que la falta de una figura paterna hubiese socavado las raíces, torcido el tronco, y deformado las ramas de su engendro de una forma definitiva y fatal.


Entre su salario y la pensión de su anciana madre no alcanzaban a cubrir los gastos ¡Pensar que se habían mudado por la salud de la señora Kim! Ahora, la humedad del lugar que arrendaban, más la contaminación de Seúl, habían acelerado su proceso de descomposición en vida. Destinaban un 30% del ingreso familiar para solventar los medicamentos y tratamientos y consultas. Y era demasiado. Y estaba cansada.


Puedo dejar la escuela. Y trabajar


¿Qué clase de futuro tendrías sin haber terminado la preparatoria?


Estudiaré después, cuando pueda


Aguantaremos este año. Solo será este año Taehyung


Pero el año recién comenzaba y el refrigerador, junto a la alacena, daban pena de ver. En varias ocasiones, no le decía a su madre acerca del material que necesitaba, o de los almuerzos que se salteaba. Menos le confesaría que al comprar en el supermercado lo estrictamente necesario solía llevarse en los bolsillos alguna golosina.


Su abuela no había dejado de toser en horas. Era un mal día. La humedad era espantosa y se comía las paredes. Miró hacia arriba. Aunque estaba al tanto de que no vería nada más que zapatos, Taehyung entendía que, mientras más prisa llevaran, más cerca estaba de llover.


Buscó baldes y trapos.


No se necesitaba mucho para que el agua se filtrara. Esos sótanos habían sido construidos como refugios en tiempos de guerra. No tenían nada de habitables. A menos que fueras un topo o un gusano. A menos que te gustara enterrarte y fingir que la vida no era tu negocio. Suspiró profundo y abrió sus libros. Desde que estaban en la ciudad odiaba la lluvia. En Daegu, la lluvia significaba otra cosa. Era esperanza de una buena cosecha.


Extrañaba. Demasiado.


Era difícil no idealizar el pasado teniendo en cuenta el presente.


Prendió el televisor. Era la hora de los dramas. A su abuela le encantaban. Desde que no podía distinguir a los protagonistas su tristeza se había vuelto más honda.


Ella tenía piel de porcelana. Tan blanca. Cerraba los ojos y estiraba los labios. Él se acercaba luego de dudar por varios segundos y estiraba sus propios labios para no pasar de una simple presión de boca contra boca. Taehyung nunca había besado pero le hacían gracia esos besos ridículos e infantiles, llenos de vergüenza, pese a que ambos tendrían más de veinte.


Él, que nunca había besado, estaba seguro de que los besos eran algo sucio. Porque el ser humano, era el más sucio de los animales. Desde luego, al paso que iba, no podría dar ni besos mojigatos... simplemente por ser quién era ¿Y quién era? ¿O qué?


La novela terminó y él seguía divagando sin prestarle atención, pasando el dedo índice sobre su propia boca. El estudio tampoco lo atraía. Pensaba en besos.


Tenía 17.


Era normal al menos en eso.


En la pantalla alcanzó a divisar una cara.


-No sabemos dónde está. Han pasado semanas- decía la mujer y mostraba una cara. Un desaparecido. Los desaparecidos en Corea aparecían rápido. Era un lugar pequeño como para esconderse. Los desparecidos aparecían rápido y flotando en el río, o colgando de una soga. La cámara se desplazó recorriendo la fachada del lugar. Era cerca. Lo conocía. Un edificio de estudiantes. Eran esas pequeñas celdas llamadas goshiwon, peores que el calabozo donde él vivía. 6m² sin salida al exterior. Prestó atención a los detalles. Era un Kim, pero de los Kim adinerados. Se había internado en ese lugar para poder rendir mejor en el SAT e ingresar a la facultad de medicina. Un Kim con dinero. Que se había alistado en el servicio militar apenas salido de la preparatoria. Sin manchas en su historial. Se lo veía ingresar una noche gracias a las cámaras de seguridad, pero no había salido de allí. Nunca. Llevaba dos semanas desaparecido. Mostraron nuevamente el rostro. Era bastante bien parecido. No podría solo esfumarse sin ser visto. El misterio del joven Kim parecía atraer mucho la atención de la prensa. Había algo incomprensible allí, moviendo el avispero. Y bastante dinero también.


Es imposible que ninguna de las cinco cámaras del sector tomaran su imagen saliendo por la puerta principal o por la salida de emergencia del lugar — aseguraba el periodista.


La imaginación de Tae se disparó al instante.


Alguien lo hizo pedacitos y lo sacó en bolsas — dijo para nadie. Porque el ser humano era sucio. Era el más sucio de los animales.


...................................


Desde el incidente Taehyung esquivaba el patio y el asiento que daba a la ventana. Su primera opción había sido la biblioteca pero allí también había sufrido un evento perturbador que prefería no rememorar.


Por eso en los descansos deambulaba como alma en pena, del baño al comedor, del comedor a los salones, de los salones a los laboratorios. Su figura delgada e inclinada hacia abajo era esquivada sin delicadeza. Es mejor que te esquiven, se decía, a que te lastimen. Pero su corazón no lo entendía lo suficiente y se comprimía dolorosamente.


Allí lo vio por primera vez, ingresando a la dirección como cualquier otro profesor, uno nuevo o un suplente, o quizás un inspector. No, un inspector sería más viejo. El padre de un alumno a quejarse por alguna razón. Esperaba que no fuera por él. Le llamó la atención su mirada rapaz puesta sobre su persona, pero lo olvidó al instante.


La segunda vez que lo vio, estaba dentro de su casa. Hablando con su madre.


No lo sabía entonces, pero ese señor regordete con lentes, estaba a punto de cambiar su vida.


............

💜¿Están listos/as? No quiero adelantar mucho sobre la historia, solo voy a decir que tiene un toque fantástico (por si no lo notaron) para que las personas que no gustan del género aborten misión. Quería comenzar hoy porque es un día muy especial. Mi corazón ha sido dinamitado💜

Capítulo inspirado en parte en esta enorme y magnífica película

📷
28 ноября 2020 г. 14:22 9 Отчет Добавить Подписаться
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Voy a continuar leyendo por aquí, permiso
Mariel Fernández Mariel Fernández
Te voy a leer por aquí también 👀💜
🌼Lancelot🌼 G 🌼Lancelot🌼 G
No se que es esto pero lo estoy amando
¡Buenas tardes! Mi nombre es Isabella, embajadora y verificadora de Inkspired. Pasé a revisar tu historia y he notado que no usas la raya del diálogo (—), usas comillas (") Para que puedas corregir sin problema, te dejo este link que te va a ayudar mucho. https://getinkspired.com/es/story/67240/chapter/131-la-raya-de-dialogo-la-clave-del-exito-para-la-novela-274073/ Hasta el momento tu historia quedará "En Revisión" hasta que sea corregida, luego de hacerlo, responde este comentario así pueda volver a revisarla y verificarla. Recuerda que una historia verificada tiene más posibilidades de atraer lectores. ¡Feliz sábado!

  • Shiori Shiori
    Listo, ya está corregida. Gracias Isabella! November 28, 2020, 18:53
  • Shiori Shiori
    sigo esperando! December 05, 2020, 13:42
  • Buenas noches. Los diálogos se encuentran con guiones (-) y no con rayas (—). December 06, 2020, 03:33
  • Shiori Shiori
    Hola! gracias por responder! ahora sí! December 08, 2020, 16:24
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