alpgha16 Eli -.-

Un mundo lleno de prejuicios. Los habitantes del mismo están completamente divididos. Entre todos ellos, existe una raza especial, perseguida por la humanidad por el simple hecho de ser diferentes e incomprensibles. Pero, un encuentro entre dos chicos cambiará todo a su alrededor.


Короткий рассказ Всех возростов.

#cuento #fantasía #prejuicios
Короткий рассказ
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VUELA

Hacía mucho tiempo, en una tierra muy lejana, existía un grupo de personas con una habilidad y característica especial. Podían volar.

¿Cómo? Te preguntarás.

Cientos de años atrás, existía un país que abarcaba la gran parte del que antes era considerado el único continente en el mundo. Era el país, no, en absoluto no lo era, sino que, era un reino.

El reino de Bastián, el cual era llamado así en honor a su fundador y primer rey, John T. Bastián, también llamado "Gran Rey".

No era de extrañar que esta fuera la nación más poderosa de aquel tiempo, ya que, dominaba la mayor parte del mundo conocido.

Pero, me estoy distrayendo del tema.

Ellos, a los que en un principio me refería, eran un pueblo que vivía al norte. Su territorio era determinado por el hielo de las montañas. Es por eso que ellos eran de color blanco. Se decía que era el color que adquirían debido a la falta de colores en su mundo.

Cierto, aún no saben a quiénes me refiero.

Hablo de los hombres ave. El único ser casi humano que podía volar. Su piel era de color blanco. Tenían alas completamente llenas de plumas. Blancas como la nieve que caía a su alrededor. Con estas, podían volar a grandes alturas, que el hombre común nunca podrá alcanzar.

Parecían personas completamente normales, con un color anormal en su piel y cabello. Después de todo, no esperarías ver a una persona que está completamente de color blanco mientras caminas en la nieve de alguna montaña.

Lo único que las diferenciaba de los humanos y otros seres vivos era su plumaje. Ver su cambio de humano a ave era algo fantástico.

Era imposible que un humano no quedase atrapado ante la majestuosidad que emanaba tal acto. Aunque, a algunos le repudiaba ver eso, otros disfrutaban de lo que llamaban "Maravillas de la Naturaleza", ya que ellos no conocían a este tipo de seres.

Su aspecto era el de un humano, no había duda, pero, ellos podían cambiar. Sus alas eran desplegadas desde su espalda, las cuales brotaban rápidamente, alcanzando grandes tamaños en un tiempo relativamente corto.

Eran como dos brazos que salían de su cuerpo, pero, justo cuando alcanzaban su tamaño máximo, estas se comenzaban a llenar de blancas plumas.

Pero, este no era el único lugar de su cuerpo que se llenaba de ellas. También sus brazos y gran parte de su torso se llenaban de plumas, pero, estas no estaban puestas de manera grotesca, esparcidas sin el más mínimo cuidado, sino juntas, todas las plumas, ensamblaban una hermosa vestimenta para el portador.

Una corona brotaba sobre su cabeza. Era algo parecido a una tiara real. Después de todo, ellos estaban en la cima del mundo, no, no hablo de manera figurada, sino que, realmente estaban arriba, ya que podían ver el mundo desde el aire.

Sus pies no cambiaban en lo absoluto, solo la parte alta de su cuerpo sufría un cambio. No tenían una cola como es común ver en las aves de hoy en día. Tampoco tenían un pico sumamente dicho, así que eran mitad ave y mitad humano.

Solamente cuando descendían al pueblo humano en las faldas de la montaña principal de su hábitat era que cambiaban de apariencia, para no asustar a los demás.

Eran una raza completamente tranquila, que no buscaba problemas en ningún lado. Pero, eso no les importaba a los humanos en lo absoluto.

Sin importar la fantástica habilidad que tenían como característica principal, tenían un claro defecto.

La vida era para ellos algo pasajero, algo que no tenía mucho valor, por lo que las relaciones no eran prioridad para muchos, causando que sus números disminuyesen considerablemente cada año.

Era tal vez esa la razón por la cual no se veían muy a menudo.

Su mayor problema no estaba en lo que los rodeaba, ni en las personas que vivían lejos de ellos, sino ellos mismos. Veían la vida de blanco y negro. Colores que han adoptado miles de significado a lo largo de la historia.

El bien y el mal. La Luz y la Oscuridad. Lo Correcto y lo Incorrecto, etc.

Pero, eso no es lo importante aquí.

No importa la definición que el ser humano le haya dado a los colores que puede observar en su entorno, siempre habrá alguien que viva de acuerdo a ellos.

Su vida era lamentable. No había felicidad en ellos.

Eran un pueblo infeliz.

No era una broma que solo pudiesen ver de dos colores. Más bien, podían ver en una escala de grises así que, sin importar cuán alto volasen, no les era posible contemplar el paisaje desde su lugar privilegiado.

Eso se debía principalmente a la crueldad que tiene el hombre contra los que no son de su especie.

Siempre las busca poner bajo su mando, sin importarle en absoluto lo que ellos deseen. Y eso fue lo que le sucedió a este grupo. Eran cazados día y noche.

No había descanso para ninguno de los dos bandos.

Sucedía en aquellos días que, uno de los hijos de los hombres se perdió en medio del bosque que rodeaba la montaña. Era una tarde de invierno y el frío iba en aumento.

Sin duda moriría debido a que no llevaba ropa adecuada para el momento.

Había sido dejado a su suerte, ya que una repentina tormenta de nieve cubrió el bosque, haciendo imposible ver lo que estaba frente a uno. No había manera de que el chico pudiera sobrevivir hasta que la tormenta se calmara.

Buscó refugio rápidamente, pero no podía hacer nada ante el cambio de temperaturas que se aproximaba. Estaría muerto en menos de quince minutos si no hacía algo al respecto.

Lo único que podía hacer era esperar a que alguien lo pudiera rescatar.

Pero, en medio de la blanca nieve que se extendía en su mirada, logró ver algo que se movía. Una figura se acercaba a él.

Según había oído el chico, los hombres que vivían en la montaña se alimentaban de humanos, los cuales usaban para tener un blanco pelaje. Decían que se bebían su sangre en una especie de ritual.

Era obvio que el chico se creía todas esas historias, ya que eran contadas por cazadores que se aventuraban en el lugar, los cuales a veces traían evidencia de la existencia de alguno de ellos.

Los estaban cazando y los presentaban a manera de enemigos, como si los estuvieran salvando de algo que podría acabar con ellos.

El chico, al ver una figura moviéndose en medio de la tormenta de nieve, se asustó, estaba seguro que ahí moriría.

Sentía que se aproximaba más a él.

Podía ver unas alas a cada extremo de su cuerpo. Un hombre ave, más bien, era un niño ave, dado su tamaño.

No debía de tener más de 9 años, por lo que sus alas no estaban completamente desarrolladas, pero, al menos podían volar. Era de la misma edad que el chico extraviado. Su plumaje no era completamente blanco, sino de un tono más grisáceo. Era posible distinguirlo si se ponía atención al entorno.

El niño ave se acercó al chico. Estaba curioso por ver lo que era, ya que nunca había tenido la oportunidad de ver a un humano con sus propios ojos. Tan solo los conocía por los relatos que le contaban. Ellos decían que eran unos seres que solo buscaban el mal. Si había algo que ellos no comprendían en este mundo, lo destruían o lo experimentaban hasta descubrir lo que había detrás de ello.

Era fácil ver la diferencia entre sus pensamientos, pero, solo uno de ellos tenía la verdad absoluta. Ningún hombre había muerto a manos de un hombre ave, no así ellos, que morían cientos a manos de los hombres, los cual los buscaban porque creían que eran demonios, cuyo plumaje era una reliquia.

Eran diferentes, pero, no por eso, iban a ser igual de salvajes. El niño ave se acercó lo suficiente para ver al chico en medio de la nieve. Estaba asustado. Se veía en el rostro que tenía mucho miedo de lo que veía frente a él.

Pero, a diferencia de lo que se creía, el niño no atacó al chico, sino que lo ayudó a salir de la tormenta, dirigiéndolo a la montaña, para cuidarlo en secreto.

No había rencor por parte de los hombres ave por los humanos, así que no habría problema, pero, no quería que, si los hubiese, les diera la razón para comenzar una caza a gran escala, para acabar con hasta el último de ellos. Eso era lo queno quería que sucediese.

Lo escondió en una cueva cercano a la base de la montaña, lo suficientemente lejos para que no los encontraran.

El chico estaba completamente asustado, así que intentó escaparse.

El niño ave no sabía si podía comunicarse con él, pero, en el momento en que el chico estaba por salir de la cueva a la tormenta de nieve, gritó.

–¡No salgas!

El chico, al oír las palabras del niño, temió lo peor. Volteó lentamente hacia donde estaba parado el niño, el cual había cambiado su apariencia a una más humana en el momento en que el chico se había volteado, después de todo, no quería asustarlo, sino protegerlo.

–Tranquilo, no podrás sobrevivir si sales de aquí. La nieve acabará contigo.

–P-pero...

El chico no podía hablar con coherencia. No podía hilar sus palabras. Estaba muy asustado. Titiritaba de frío, pero estaba reacio a quedarse en este lugar. La imagen impuesta por sus mayores se estaba quebrando poco a poco, pero no podía dar nada por hecho.

–Ven, te enfermarás si estás ahí.

El niño invitaba al chico a adentrarse a la cueva. Estaba seguro que acabaría con él donde nadie lo pudiese escuchar grita. No caería tan fácilmente.

–Tranquilo, sé lo que dicen los humanos de nosotros. Que solo buscamos acabar con ustedes y que nos alimentamos de su sangre. Eso no puede ser más equivocado.

–¿No?

El chico comenzó a avanzar hacia el fondo de la cueva. Paso a paso se acercaba al niño.

–No. Nosotros no buscamos acabar con nadie. Tan solo hemos sido víctimas de ustedes.

–¿Es nuestra culpa?

–No, no me refería a eso. Nadie tiene la culpa en esta situación.

–¡NO! ¡No creeré en las palabras de un hombre ave!

El niño solo bajó la cabeza. Él sabía que no podría quitar de la cabeza de alguien la impresión que tenían sobre ellos, no tenía caso seguir discutiendo con él.

–¿Por qué nos cazan? ¿Qué les hemos hecho? –el chico arremetió com preguntas al niño. Estaba furioso.

Por su mente solo pasaba un pensamiento. Matarlo, y así, acabar con uno de ellos y lograr algo de respeto por haber acabado con uno de los demonios que cazaban humanos. Sí, acabaría con él y lo llevaría al pueblo.

–Es normal que estés furioso, pero, te aseguro que no sobrevivirás si sales de aquí. Por lo menos, déjame regresarte a donde perteneces. Es todo lo que haré. Si quieres matarme, adelante, pero, no lograrás nada.

–¿Cómo puedo saber que no mientes?

–Déjame probártelo.

El niño avanzó a la puerta de la cueva. Mientras caminaba, hizo que sus alas salieran desde su espalda. Su plumaje gris brotó de su cuerpo. Tomó al chico del hombro y le indicó que le siguiera.

Era la única manera que tenía de llevarlo de nuevo al pueblo, después de todo, cualquier hombre ave conocía el bosque a la perfección, así que, aún sin poder ver, podrían llegar a su destino.

El chico aceptó a regañadientes, pero, de pronto comenzó a sospechar. No traía armas, así que tomó una piedra que había en el camino. Estaba dispuesto a acabar con ellos pase lo que pase.

Comenzaron a caminar por el bosque en medio de la tormenta. Avanzaban y se detenían.

–¿No es esta una de sus trampas? –gruñó el chico.

–No lo es –respondió el niño–. De verdad quiero llevarte de regreso a tu pueblo.

Era la verdad absoluta, no había mentira en las palabras del niño, algo que el chico no estaba dispuesto a creer. No lo haría por ningún motivo.

Lo mataría en cuanto el niño se diera la vuelta. Acabaría con él y sería un héroe.

Sí, el plan sonaba bastante bien en su cabeza.

Continuaba avanzando por la tormenta, siguiendo al niño ave de cerca. No le despegaba la vista, porque, pensaba que, en el momento que lo hiciese, moriría en medio de este lugar.

Caminaron por casi una hora en un paisaje que no parecía cambiar nunca. El chico dudaba cada vez más de las intenciones del niño ave, no se tocaría el corazón si llegara a atacarlo.

–Debemos de estar cerca. Tan solo unos metros más...

No pudo terminar de hablar, ya que fue atacado por algo que no era posible divisar en la nieve, un lobo blanco. Y, como todos en el mundo saben, los lobos nunca viajan solos.

El niño se logró soltar de entre las garras del lobo y corrió donde estaba el chico, el cual lo esperaba con una piedra en la mano, listo para atacarlo.

El chico obviamente no había visto al lobo por la tormenta ante sus ojos.

Además, el lobo era de color blanco, dificultando el ser detectado por otros animales o seres humanos en general. Tampoco vio la sangre que corría por la pierna del chico, tan solo lo atacó.

La piedra impactó de lleno en la cabeza del niño, haciendo que se desvaneciera en el momento.

Cayó completamente inconsciente en la nieve.

El lobo que los seguía se desvió debido a que la tormenta no lo dejaba seguir el rastro del niño que había herido. Se le había escapado su comida del día.

El chico tomó al niño ave de uno de los brazos y comenzó a arrastrarlo por donde él creía que era el camino.

Lo que él no sabía es que, cerca de ahí, estaba un barranco.

No era la intención del niño tirarlo desde ese lugar, sino que, curiosamente, una de las entradas al pueblo se encontraba cerca de ese lugar, así que, para pasar lo más desapercibidos posibles, trató de llevarlo a un lugar que no era muy visitado.

En el momento en que el chico se percató del lugar, se airó contra el niño, ya que pensaba que este había tratado de arrojarlo por este lugar, sin saber que era una de las entradas al pueblo que él, debido a su edad, aún no conocía.

Decidió arrojar al chico por el barranco, librándose así de él. Tiró de su cuerpo hacia la falla en la tierra, pero, justo antes de que sus manos lo soltaran, se resbaló al pisar una parte de tierra muy cercana a la orilla. El barro, ya que era un lugar un tanto húmedo, hizo que el niño perdiera el equilibrio y cayera junto con el niño ave.

Iban cayendo los dos, chico humano y niño ave juntos, sin diferencias.

En medio de la caía, el niño recobró lentamente la conciencia. Se percató de que ambos estaban cayendo al barranco cercano a la entrada.

Sabía que esto podía pasar, pero decidió callarlo y guiarlo correctamente para que este evitara las sospechas, pero, en el momento en que el chico lo había atacado, no había podido hacer nada en lo absoluto.

El chico estaba completamente asustado. Iba a morir en ese lugar, eso era lo único que pensaba en ese momento. El niño lo sabía, y también, sabía que era su deber llevarlo con su familia, así que, no podía dejar que muriera en este lugar.

Sus alas no habían sido dañadas, así que podía volar, el problema es que no estaba seguro que pudiera cargar con el chico hasta la cima del barranco, el cual tenía una profundidad considerable. Una caía por ese lugar significaba la muerte, menos para los hombres ave, ya que ellos podían salir de ese lugar con facilidad.

El chico caía cerca de él, así que, abriendo sus alas, se acercó a su cuerpo. En el momento en que el chico se percató que el niño ave venía hacia donde estaba él, volando, sacó un cuchillo que tenía en uno de sus bolsillos, el cual no tenía intención de usar.

–Si te acercas más, te mataré.

–Sé que lo intentarás, pero, déjame ayudarte. He prometido llevarte a salvo a tu pueblo, y eso es lo que haré.

–¿Y por qué estábamos tan cerca de este barranco?

El niño, que esperaba esta pregunta, solo respiró y contestó calmadamente.

–Eso es porque esta era una entrada que casi nadie en el pueblo debiera conocer. No, no es exclusiva para nosotros, sino que, más bien, era descuidada por todos.

El niño ave, después de haberse acercado al chico, trató de frenar su caía, ya que, debido a su buena visión, aún en escala de grises, era mucho mejor que la de un humano normal, y había logrado ver el fondo del barranco.

Un río corría por abajo, pero, un golpe en el agua cayendo desde el borde podía acabar con cualquier persona. No podía entrar de frente, ya que el agua no era muy profunda. No era un río, sino era más bien un riachuelo.

Era una muerte segura la que les esperaba.

El niño ave intentó con todas sus fuerzas detener la caía del chico, el cual, tenía otras intenciones. Asesinarlo para probar su valía en la aldea, para que lo dejasen tranquilo sus "amigos" del pueblo. Esa era su única meta en la vida. El resultar extraviado y recibir la ayuda de un hombre ave era más bien un golpe de suerte que había tenido.

En el momento en que el chico tocó el fondo del agua, la cual le llegaba apenas a media pierna, saltó en contra del niño ave. Él ya tenía conocimiento de las intenciones del chico, así que, con un movimiento rápido, interpuso su mano entre el cuchillo y su cuerpo, evitando su muerte.

El cuchillo quedó clavado en la palma de su mano, provocando un sangrado.

Un dolor agudo era emitido desde ahí hasta su cerebro, haciéndolo retorcerse.

Para su suerte, la hoja no estaba envenenada, así que no sería más que una herida grave y una leve pérdida de sangre., así que no moriría, o, al menos, no aún.

El chico lo haría pagar a él por cosas que nunca sucedieron, por cosas que ninguno de ellos había hecho alguna vez.

No tardó en retirar el cuchillo y volver a atacar, esta vez apuntando al pecho. La hoja del cuchillo se hundió sin oponer resistencia.

Es en ese momento cuando se percató de algo importante.

La tormenta no afectaba el fondo del barranco, así que podía ver al niño completamente. Tenía sangre en la pierna derecha, la cual había sido mordida por un lobo de nieve. Su mano sangraba, manchando el agua que corría hacia donde estaba el niño, mientras el cuchillo sobresalía de su pecho.

Y, vio sus ojos.

No había rastro de enojo en ellos. No había furia ni venganza, implemente perdón.

El perdón que se había perdido contra ellos. No existían los rasgos que los adultos le comentaron al chico, él mismo presenció la verdad.

Todo lo que los demás a su alrededor decían era completamente una mentira. El niño no había intentado matarlo en ningún momento, y él, lo había intentado dos veces en un solo día, lográndo cumplir con su objetivo.

El niño no gritaba. Permanecía estoico, soportando el dolor que alguien más le había provocado injustamente.

–¿Qué?

El plumaje del niño ave estaba cambiando lentamente de un gris cenizo a un rojo fuerte debido al sangrado, el chico no podía creer lo que veía.

–Tranquilo. Tan solo...

Se desplomó en el suelo, la sangre que salía de sus heridas era cada vez menos. Gracias a las características únicas de los hombres ave, los cortes de su cuerpo comenzaron a cerrarse, pero, la ubicada en el pecho, aún con el cuchillo en la herida, no se cerraría por ningún motivo.

–¿Qué he hecho?

El chico, al ver la escena, cayó al suelo de rodillas, el agua mojó parte de sus pantalones en el momento, pero no le importó. Sin duda, lo más impactante era ver que alguien moría cerca de ti, cuanto más era el saber que tu lo habías matado.

Era un sentimiento terrible.

Se arrastró lentamente por el riachuelo, mojando lo que quedaba seco de su ropa. Se acercó hasta el niño ave, tendido en medio del cauce, bloqueando el mismo. No había aún muerto, pero poco le faltaba.

El niño sabía que nadie lamentaría su muerte, y nadie lo vengaría, pero, aún así, no reclamó, no gritó, no peleó. Simplemente, accedió a su destino que el humano le había establecido, un final cruel.

–...

Al acercarse lo suficiente, pudo escuchar la pesada respiración del niño, luchando por vivir, luchando por algo más que una simple venganza. El chico sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas. Había acabado con la vida de una inocente víctima de la situación.

En el momento en que el chico tocó al niño, este solo dijo unas cuantas palabras.

–Sabía que moriría alguna vez, lo esperaba [...] pero nunca pensé que sería tan pronto [...] Apenas he comenzado mi vida [...] ¿9 años? Vaya vida [...] Siento haberla desperdiciado en tonterías.

Lentamente extendió la mano al chico, tocando su pierna. Su contacto era frío. La calidez había abandonado su cuerpo.

–Felicidades, acabaste conmigo [...] Espero que el vivir sea sencillo para ti. Toma este último recuerdo de mí, del chico que te salvó y acabaste con él.

Con delicadeza, el niño hizo un pequeño corte con su uña en una de las piernas del chico y vertió un poco de su sangre, la cual era capaz de reponerse rápidamente, por lo que, pronto, la sangre del chico sería la misma que la de un hombre ave.

Su cuerpo cambiaría en un futuro.

–Sé feliz, como yo no pude.

Entonces, el niño murió. El ambiente quedó completamente en silencio. Los ojos del niño estaban apagados, mientras que la sangre terminaba de brotar, cambiando el color del riachuelo.

El chico escuchó el sonido de alas acercándose al lugar donde se encontraban. Rápidamente sacó el cuchillo del pecho del niño, cortándose en el proceso, llenando de sangre su herida. Él sabía que eso no sería suficiente para expiar lo que había hecho, pero, era una pequeña pena que tenía que cargar.

Él corrió a una cueva cercana del lugar y se escondió.

Desde su privilegiado lugar, logró ver como otros hombres ave se llevaban el cuerpo. De pronto, uno de ellos volteó hacia donde se escondía y lo vio, por lo que comenzó a caminar hacía la cueva. El chico estaba seguro que moriría.

Al acercarse, el hombre, no, la mujer ave le habló. Su voz era delicada como ninguna.

–Vamos, te será difícil salir de aquí.

Le extendió una mano y, volando, lo regresó a la aldea. Ella fue herida en el momento en que devolvió al chico al pueblo, ya que, era considerada una amenaza. No falleció hasta que la edad hizo su trabajo, pero, aún así, el chico nunca la olvidó.

Tiempo después, el chico creció y se hizo un hombre.

Unas plumas y unas alas le crecieron por todo su cuerpo, cubriéndolo completamente. Ahora, no era diferente a un hombre ave, nacido de padres humanos.

Fue rechazado por su propia familia, por lo que, en un intento de redimirse, voló hasta aquella montaña donde un día acabó con uno de sus habitantes. Fue recibido por una decena de hombres ave que aguardaba su venida. Y, vio de frente a la mujer que lo había sacado del barranco aquel día. Vivía aún.

Tan solo seis años después, partió de ahí a la tierra de los humanos, llevando consigo a su esposa, una mujer ave real. Digo real, ya que él había sido convertido en uno con el último esfuerzo de aquel niño.

Dedicó su vida a tratar de que existiese la tolerancia entre todos y todas, pero, no lo logró. Fue asesinado quince años después de dejar la montaña por un grupo de cazadores. Su esposa, junto a sus cuatro hijos, lograron sobre vivir.

Antes de morir, recordó algo que su víctima le había dicho.

Es sabido que los hombres ave solo miran en dos colores, pero, en esa ocasión...

–...Gracias a ti, he podido ver algo más que blanco y negro. Supongo que no lo entiendes ahora, pero lo entenderás después...

Esa fue la primera vez que un hombre ave logró ver de colores. Logró ver el paisaje que los rodeaba. Y, muchos años después.

Logró ver la vida con tranquilidad.

31 октября 2020 г. 22:53 0 Отчет Добавить Подписаться
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Eli -.- ¿Qué puedo decir sobre mí? Me gusta la ciencia ficción y ese tipo de relatos. Trato de hacerme espacio en mis días para poder escribir.

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