Короткий рассказ
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ICE

Me levanté, acomodé mi saco y dejé dinero en la mesa. Antes de salir del semicubierto de ese bar, abrí el paraguas negro para poder evitar la suave llovizna que acariciaba la tarde. Distraídamente, como si no lo quisiera camine 2 cuadras a paso lento, hasta que la melena rubia me indicó que íbamos a llegar a destino. Ella ingresó en su departamento, el 3c. Es el momento de confesar que la sensación que despertó en ese instante, es la que más me gusta de todo el proceso. No hay nada que se compare con la adrenalina, excitación, las ganas de vivirlo. Irónicamente.

Ese día llegaba al número ideal, 30 mujeres. Había esperado que esa hermosa mujer saliera del trabajo e hiciera su rutina habitual, pasando por el bar. Lograr seducirla era el deseo más grande. Me aproximé al edificio y entré con la copia de la llave. Mientras subía las escaleras no podía asimilar los nervios que poseía. Los vellos de todo mi cuerpo se erizaban y mi corazón bombeaba a más no poder. Delante de la puerta, miro fijo el 3c y respiro profundo un par de veces. Golpeo en código. Del interior una voz delicada me invita a pasar.

Cuando abro la puerta tengo frente a mi una mesa decorada, con la cena lista. De la cocina emerge mi rubia preciosa con una botella de vino y dos copas. Luego de dejarlo todo en la mesa se acerca, se pone en puntas de pie y me besa. Mis palmas van a su espalda, presionando. Nos separamos y sonreímos. Todo empezaba ahí.

La música la elegía yo, así que puse un vinilo de jazz. Bailamos lento, al ritmo que queríamos, demorando el momento de hablar. Ella sugirió que nos sentemos para degustar lo que había preparado. Ambos sabíamos que lo había comprado pero era un engaño mutuo. Mientras servía la pasta comencé con mi repertorio de chistes, malísimos por cierto, para escuchar su risa una vez más. La velada fue muy agradable. La luz tenue de las velas creaba todo un ambiente. Terminamos el vino y abrimos otra botella.

Dos horas después de que atravesé esa puerta, volvimos a bailar y empezamos a sacarnos la ropa. Todo muy lento, disfrutando del juego previo a los besos y caricias. Antes de continuar, le dije que vaya a la cama y me espere. Me dirigí al baño y me lavé la cara, tenía que despejarme y concentrarme. Agarré mi perfume, que estaba en su estante hace una semana, y tome algunas gotas con mis dedos para llevarlas al cuello. Lo que iba a hacer no me iba a impedir que oliera bien. Busqué los guantes de látex negro que mi rubia usaba para teñirse. A pesar de su tamaño más pequeño que mis manos, eran bastante aceptables.

Cuando llego a su habitación, ella me mira extrañada. No entiende ni imagina lo que va a suceder. La verdad es que me había encariñado con esta última y me costó un poquito más. Empiezo a simular un juego, ambos en ropa interior, haciendo que se olvide de su consternación. De a poco saco la sábanas, sin dejar de besarla. Le digo que quiero más y con la tela le empiezo a tapar los ojos. Una vez atada, empieza a sentir mis besos en su espalda, hasta que decido terminar con la tentación que me estaba volviendo loco. Con el otro extremo de la improvisada venda, le envuelvo el cuello. No me gusta que su agonía sea duradera, en realidad no disfruto de la tortura como mis otros colegas. Lo mío es más post mortem. En unos minutos, mi rubia se queda sin aire. Despido con solemnidad a la número 30.

Lo que hice con su hermoso cuerpo después, lo guardo para mi. La magia no revela sus secretos. Aunque si puedo decir que estuve varias horas para acabar con mi proceso. Y, cuando cansado decidí darlo por finalizado, comencé a limpiar. Me volví demasiado bueno con la práctica. Quedaba todo tan impoluto que solo podría pensar que no pasó nada. De no ser por el cadáver, claro.

A pesar de lo estricto que era para esta tarea, la paranoia me perseguía. Tanto que incluso usaba guantes, pensando que en la investigación podrían saber quien tocó las cosas. En nuestros tiempos por lo menos es imposible, aunque se comentaba que en un futuro sería real. Pero volviendo a la escena que les describía, se estarán preguntando ¿ por qué relato esto ? Si todo era perfecto, si el plan era maestro, ¿ qué me lleva a revelarlo en una carta y develar mi identidad ?

Verán, ese día cometí un error. Era demasiado bueno para ser verdad, demasiada perfección para continuar de esa forma. Agregado a esto, fue el error más simple que pude haber cometido: no cerrar las cortinas. Cuando había terminado de limpiar y organizar todo, tenía que poner la última pieza en su lugar. Una cosa había llevado a la otra y el cuerpo de mi rubia estaba en la cocina. Así que la cargué y la llevé a la habitación para acomodarla en la cama como hacía con todas. Mi marca. Pero cuando quedé satisfecho con el resultado y giré para salir hacia la puerta, ahí, ahí fue cuando lo vi. Mi error. El vecino del edificio el frente. Me había visto en el último instante, me lo decía su cara de impresión y asco. La misma cara que ponen todos cuando escuchan o ven mis obras. Salí normalmente del departamento y me tomé mi tiempo para bajar por las escaleras. Lo que menos quería mostrar sería desesperación, no había perdido todavía. Ya en la calle, me subí a mi auto que estaba estacionado a media cuadra y conduje sin destino, pensando en el paso a seguir.

Es por eso que están leyendo esto, mi confesión por escrito. Las otras 29 ya saben muy bien cuales son, solo aten cabos. Prefiero terminar con la intriga, ya que esto fue hace cuatro días y hasta hoy siguen buscando a alguien similar a mi. Me entrego antes de que me encuentren, yo decido.


Atentamente su Asesino en Serie

Thom O'Neill


La carta llegó a la Policía el 13 de Marzo de 1873. La recibieron y empezaron a leerla mofándose, creyendo que era otra broma de unos chicos aburridos o, simplemente, un hombre que no tenía amigos para compartir sus vivencias sexuales. Pero cuando llegaron a los detalles del asesino, entendieron que era verídico y estaba muy lejos de la intención de divertir. Rápidamente se movilizaron hasta la dirección que correspondía a ese nombre.

Entraron sin pensar en nada más que atraparlo, luego de meses de búsqueda. La casa tenía dos pisos y, en el primero, dieron la señal de despejado. Una vez que accedieron al segundo nivel, corrieron por un interminable pasillo que derivaba en una puerta entreabierta. Dentro de esa habitación solo habia una silla volteada, una soga que sostenía del cuello a Thom y una pequeña mesa con un tocadiscos en funcionamiento.

La frustración del cuerpo de policías fue inmensa, pero estaban seguros de que no habría más muertes. Un poco desganados comenzaron con el protocolo de retirar el cuerpo y analizar la escena.

Mientras tanto, de fondo, sonaba un jazz suave.





23 октября 2020 г. 1:20 0 Отчет Добавить Подписаться
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