Короткий рассказ
0
2.1k ПРОСМОТРОВ
Завершено
reading time
AA Поделиться

Ecos

La carretera serpenteaba a través del páramo desierto. Las lineas, despintadas por el paso del tiempo, parecían a punto de derretirse por el abrasivo efecto del sol. El silencio era casi absoluto. Solo el viento silbaba entre las matas resecas, levantando alguna polvareda de un lado a otro. De repente, el silencio se rompió.

El motor del cadillac modelo 88 rugió al pasar a 140 kilómetros por hora. El conductor del vehículo estiraba su brazo derecho hacia el asiento trasero sin quitar los ojos del camino, a pesar de que la ruta se encontraba desierta. Cuando encontró lo que buscaba, una sonrisa se dibujo en su rostro. Con una sola mano cogió dos latas de cerveza de una pequeña nevera portátil y le ofreció una a su acompañante, que la agarró sin ganas. Abrió la suya utilizando las dos manos, librando el desvencijado cadillac a su propia voluntad por un instante, sin dejar de acelerar. Dio un gran trago, y luego otro mas, como si la sed lo hubiese torturado por horas. Al cabo de un minuto, se volvió a mirar a su acompañante, que sujetaba la lata de cerveza con ambas manos y tenia la mirada perdida en ella.

- ¿Que te pasa Rick? ¿Algún problema? Estuviste muy callado desde que partimos.

Rick no contesto. Parecía abstraído en sus pensamientos.

- Hey, Rick. Te estoy hablando- Insistió.

En ese momento, Rick pareció despertar de un sueño. Miro al conductor y volvió a fijar su vista en la lata de cerveza.

-No pasa nada Tom- contestó.

-¡Vamos hombre! ¡Ni siquiera abriste tu cerveza!

Rick pareció dudar unos segundos, como si quisiera elegir las palabras correctas para su respuesta.

-Sabes Tom, creo que no quiero beber. A decir verdad, creo que no quiero beber nunca más- dijo Rick, con una seguridad que quienes lo conocieron pocas veces habían visto en él.

La expresión en el rostro de Tom primero fue de sorpresa, para luego transformarse en una sonrisa burlona.

- Te he escuchado decir eso por lo menos 20 veces en tu vida, amigo. Basta ya de estupideces, que tenemos un viaje largo y el aire acondicionado de este trasto lleva dañado prácticamente desde que lo compre. El calor te esta comiendo la cabeza. ¡Bebe mientras este fría!

Rick lo miro resignado y luego echo un vistazo alrededor del coche. El reloj marcaba las 15:16 con números verdes fosforescentes. En la radio sonaban clásicos de la década del 70. Creedence Clearwater Revival tocaba una versión en vivo de Born on the bayou. Intento relajarse unos segundos con la música, dejándose llevar por sus compases. No sabía si su amigo comprendería lo que tenia para contarle. Tampoco estaba seguro de comprenderlo él mismo.

-Escucha Tom.- comenzó.-Anoche sucedió algo…algo extraño.

Tom lo miro extrañado.

-Quizás suene un poco estúpido-, continuo Rick.- No se si contártelo…- dijo mientras agachaba la cabeza.

-¿De que diablos hablas Rick?

Tom se acomodó en su asiento sin soltar la mano izquierda del volante ni la derecha de su cerveza, como si se preparara para escuchar una buena historia.

-¡Vamos!¡Suéltalo hombre!¿Ya no confías en tu amigo?

-Bueno…de acuerdo…te lo contaré.

-En el medio de la noche, me desperté empapado en sudor. Fui al baño y al regresar me senté en la cama. Tenia una sensación extraña en todo el cuerpo, lo sentía adormecido. Tu estabas al lado, en la otra cama, roncando como de costumbre. De repente, la puerta se abrió bruscamente. Me asuste muchísimo y di un grito, pero tú no despertaste, ni siquiera te moviste. Entonces lo vi.

Un hombre viejo, con la cabeza cubierta por una capucha, comenzó a caminar hacia mi. Quise levantarme pero fue en vano, mi cuerpo estaba paralizado. La sensación de terror que me invadió en un primer instante fue cediendo poco a poco mientras el viejo se acercaba lentamente hacia mi, transformándose cada vez mas en una inexplicable calma a medida que se aproximaba. Se sentó a mi lado y entonces pude verle el rostro. Me resultaba muy familiar. Luego de unos segundos comprendí. No me creerás esto pero…creo que era…

Rick titubeo por unos instantes. Tom seguía la historia de su acompañante con un creciente interés, por momentos olvidándose de prestar atención al camino.

-Vamos, Rick. ¿Que te sucede? ¡No me dejes con la intriga!-lo animo para que continúe.

-De acuerdo… era… una versión vieja de mi mismo. Solo puedo decirte que fue como verme a mi mismo en el espejo, solo que tal vez con cuarenta años mas.

Tom no pudo resistir y soltó una carcajada ahogada.

-Mierda hermano, ¿¡Me hablas en serio!?

Rick no hizo caso y siguió con la historia.

- Me miro fijo por unos segundos. Quise hablar, pero mi cuerpo seguía totalmente paralizado. Entonces hablo.

“Tienes que parar. Detente”. Eso fue todo lo que dijo. Luego de eso, me tomo del brazo con fuerza. Su mano estaba helada. En ese momento desperté, empapado en sudor. Tu seguías roncando como antes. Solo que el viejo ya no estaba. No pude quitarme la sensación helada del brazo, ni tampoco pude volver a dormir en el resto de la noche.

-Vamos hombre- dijo Tom, todavía con la sonrisa dibujada en el rostro. -Solo fue un sueño. Una pesadilla. ¿Que te pasa?

Rick tomo aire. Iba a decir algo importante y lo sabía.

-Escucha Tom… Todos estos años…siento que he desperdiciado mi vida. La bebida es la culpable de eso. Esta matándome lentamente. He perdido a mi esposa por culpa de esta basura. Ya no veo a mis hijos. Tom…vengo pensándolo hace tiempo…y creo que este…sueño…es importante. Se sintió muy real. Quizás sea un mensaje, no lo se. Nunca me había sucedido algo así. Creo que tengo que retomar mi vida, intentar recuperar a mi familia.

Tom ya no sonreía. Su semblante delataba una creciente ira.

- Así que ahora eres mejor que esto, ¡eh!- dijo levantando la voz. -Te diré algo. Perdiste a tu familia porque eres un idiota descerebrado y porque te encantan los bares de carretera y las prostitutas baratas. Solo tuviste una resaca terrible y una buena pesadilla. ¿De repente crees que tuviste una epifanía? Pues bien por ti, y mejor para mi- dijo mientras le arrebataba la cerveza de la mano y repetía el procedimiento para abrirla, quitando las manos del volante.

“Tienes que parar. Detente”. Las palabras retumbaban en la cabeza de Rick. Una y otra vez. Como ecos.

Escucha hermano- dijo calmadamente. -No pretendo ofenderte, pero sentí algo profundo anoche. No puedo explicarlo, la verdad. Pero se lo que sentí. Tengo que cambiar. Necesito cambiar.

Tom hizo un ademán con la mano como queriendo terminar aquella conversación.

-Esta bien, hermano. Lo que tu digas- dijo indiferente.


L.A. woman sonaba en la radio. Durante los siguiente 10 kilómetros no cruzaron palabras. Rick continuaba sumido en sus profundos pensamientos. Tom seguía indiferente, bebiendo su cerveza y siguiendo el ritmo de la música con golpecitos en el volante.


A lo lejos, sobre la banquina derecha de la carretera, Rick diviso un bulto. A medida que se aproximaban, el bulto se convirtió en una figura humana. Al reducirse la distancia, la figura humana se convirtió en un hombre viejo sosteniendo un cartel en sus manos, mirando directamente hacia el Cadillac que se aproximaba a toda velocidad.

A Rick le resulto familiar el rostro. El viejo lo miraba con la misma expresión de tranquilidad que cuando lo había visitado por la noche, tal vez en sueños, tal vez no. “Tienes que parar. Detente”, se leía en el cartel, garabateado en desprolijas letras, aunque Rick no alcanzo a leerlo completamente.


-¡Detente!- grito desesperado Rick cuando pudo reaccionar- ¡Detente Tom!

Sobresaltado, Tom piso el freno sin dudarlo, haciendo que el cadillac perdiera levemente el control por un instante.

-¡¿Que diablos te pasa, hombre!?- gritó Tom.

Rick giro la cabeza rápidamente.

-El viejo…- balbuceo. Pero no termino la frase. El viejo ya no estaba ahí. Quizás nunca había estado. -Tu lo viste…¿verdad?

-¡¿De que hablas!? Ya me tienes cansado, Rick. No se que diablo te sucede hoy. ¡Ya no me molestes!

Piso el acelerador a fondo y el cadillac, que no se había detenido totalmente, retomo lentamente la velocidad crucero de 140 kilómetros por hora.

Rick quedó desconcertado, con la boca abierta y los ojos extraviados. No podía creer lo que había sucedido.

Las palabras retumbaban en su cabeza, ahora con mayor intensidad. “Tienes que parar. Detente”


En la radio seguían sonando los éxitos de los 70. El reloj marcaba las 15:23 con los mismos números fosforescentes. Un cartel medio caído al costado de la ruta marcaba el kilómetro 42. Pasaron por debajo del puente que facilitaba el cruce de la carretera número 8 por encima de la número 4, por la que el cadillac transitaba. En ese momento la radio hizo una interferencia, y cuando regreso ya no sonaban los compases de Rebel Rebel. En su lugar, sonó la voz grave del locutor.

- Interrumpimos la transmisión para comunicarles sobre un trágico accidente en la ruta N°4 en el km 43. Por favor, les solicitamos a quienes se encuentren en la carretera extremar las precauciones para evitar más accidentes, muchas gracias. Sigan sintonizados con radio Ecos.

Simple man, de Lynyrd Skynyrd, comenzó a sonar.

- Ten cuidado Tom, eso es justo delante nuestro. Baja la velocidad- dijo Rick.

Tom repitió el mismo ademán con la mano con el que había callado a Rick más temprano.

- No pasa nada. Te dije que no molestes.


El cadillac avanzaba a 140 km por hora. Aproximadamente un kilómetro mas adelante, se divisaba otro puente exactamente igual al que acababan de atravesar. Un par de luces indicaban que un coche se acercaba por la mano contraria.

-Que extraño- dijo Rick. -En la radio dijeron que el accidente fue en el km 43, pero no se ve nada adelante.

-Deben haberse equivocado. Los periodistas de las radios pueblerinas son unos estúpidos Rick, unos completos estúpidos- dijo.

Las palabras no dejaban de retumbar en su cabeza. “Tienes que parar. Detente”. Una y otra vez. Cada vez más fuerte a medida que se aproximaban al puente.

Ambos vehículos se dirigían hacia el puente, como si cada uno representara el reflejo del otro, a la misma distancia, acortándola simétricamente a cada segundo que pasaba.

En el momento en que el Cadillac asomo la parte delantera en la sombra proyectada por el puente, el coche que se acercaba en sentido contrario hizo lo mismo. Resulto ser que también se trataba de un Cadillac y estaba ocupado por dos personas, aunque es imposible que Rick o Tom pudieran observarlo. El mundo esta lleno de coincidencias.

La interferencia en la radio comenzó nuevamente. En una fracción de segundo, el cadillac que venia en sentido contrario cruzo la carretera hacia la izquierda haciendo que ambos coches quedaran frente a frente. No hubo tiempo para nada.

Si los pasajeros del Cadillac pudieran haber visto la secuencia desde fuera del coche, en cámara lenta, hubieran podido ver como sus cuerpos se dirigían lentamente contra el parabrisas, y como el impacto aplastaba sus cabezas como dos pequeñas uvas. Solo que no tuvieron esa posibilidad. Todo paso en un segundo.

Rick creyó escuchar el grito de su amigo Tom. Tom creyó escuchar el grito de su amigo Rick. Tal vez cada uno escucho su propio grito. Luego se escucho un golpe estruendoso.

La interferencia cesó. Se escucho la voz del locutor.

-Interrumpimos la transmisión para comunicarles sobre un trágico accidente en la ruta N°4 en el km 43. Por favor, les solicitamos a quienes se encuentren en la carretera extremar las precauciones para evitar mas accidentes, muchas gracias. Sigan sintonizados con radio Ecos.


Rick movió sus ojos. El terror invadió su cuerpo entero. Una lágrima rodó por su mejilla. Luego, otra lágrima más. Lo primero que vio fue el mismo cartel que decía km 42 al costado de la ruta. Quiso gritar, pero fue en vano. Intento, inutilmente, moverse. Solo sus ojos parecían permitir el movimiento. En medio de la desesperación, intento mirar lo mas que pudo hacia la izquierda, lo que solo incremento su terror. A su lado, ya no estaba su amigo Tom. Por lo menos, no completo. Su cabeza y la mitad superior de su cuerpo estaban deshechas. La sangre salpicaba todo el coche, formando una imagen tétrica. Solo sus manos y sus pies seguían allí, movidos como por hilos invisibles, guiando el Cadillac hacia la muerte. Miro hacia adelante y vio las mismas dos luces que se acercaban, todavía por la mano contrario. Las luces del final.

Se tardan solo 25 segundos en recorrer un kilómetro a una velocidad de 140 kilómetros por hora, pero a Rick le pareció una eternidad. Se pregunto si su cuerpo también estaría deshecho como el de su amigo. Se pregunto porqué le sucedía algo así. Porque a él. Las palabras del viejo retumbaban en su cabeza, como ecos. “Tienes que parar. Detente”.


Nuevamente escucho que comenzaba la interferencia en la radio. Luego escucho el grito. Después el golpe. Entonces ya no escucho nada.


“Sigan sintonizados con radio Ecos”








18 октября 2020 г. 18:58 0 Отчет Добавить Подписаться
0
Конец

Об авторе

Прокомментируйте

Отправить!
Нет комментариев. Будьте первым!
~