mr_riz_rhymer Riz Rhymer

Me daba pereza hacer una historia individual para cada reto que fuera yo a hacer, así que me decidí a hacer una sola historia para todos!!! Así saco más puntos por capítulo XD XD y por reto XD XD XD. . "A eso se le llama estrategia" –McLovin . XD XD XD También voy a incluir retos que otras personas me hagan o retos que encuentra por ahí. Me la van a pelar, putos!


Короткий рассказ Всех возростов.

#iniciomaldito #villamalditainkspired #retos
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Homo-Lupus

No siempre una maldición tiene su origen en la magia y en los poderes sobrenaturales. A veces, una maldición es originada por la misma mano del hombre y su conocimiento, junto con su sed de poder. Eso lo aprendimos mis hermanos y yo por las malas…


Todo comienza hace años:


La experimentación de cruce y alteración genética de seres ya desarrollados estaba en su auge, y los científicos se obsesionaron con encontrar la forma de llevar esos experimentos al campo de pruebas en humanos, para encontrar una aplicación humanitaria y de provecho para el mundo, para hacer el bien, pero como todo lo que recibe un rayo de luz, también tuvo su lado oscuro.


El ejército pronto se interesó en esas investigaciones, pero no para mejorar los servicios de atención a civiles en desastres naturales, sino para crear soldados genéticamente modificados. Inmediatamente se adueñaron de la información y experimentos y se inició el programa Special Operation Beasts.


La sed de poder bélico y destructivo del hombre lo llevó a creerse dios, pero al menos entendió que había un costo para poder generar a sus creaciones perfectas. Ofrecieron cincuenta mil dólares a cualquiera que se ofreciera como voluntario para pruebas en humanos para el programa.


Sin pensarlo, mi grupo de amigos y yo nos unimos al programa. Como se nos prometió, se nos entregó una cuenta de cincuenta mil dólares a nuestro nombre el día en que nos ofrecimos y nos ofrecimos. Firmamos unos cuantos papeles, nos tomaron fotografías, muestras de sangre, y luego nos dieron la información de las cuentas de banco.


El día de las pruebas pronto llegó, y los cinco fuimos juntos hasta las instalaciones, o más bien, nos llevaron. Literalmente, el ejército envió un vehículo blindado que nos llevó a los cinco al lugar donde nos convertirían en “seres superiores”.


Y una mierda que nos convirtieron en eso…


Nos inyectaron con hormonas caninas de diferentes especies de lobos, entre los cuales estaban el lobo gris, el lobo ibérico, el ártico, el mexicano y el lobo asiático. También nos sometieron a baños de radiación, nos dieron clases y lecciones de biología canina, e incluso nos hicieron cirugías de aumentación para que nuestros cuerpos soportaran los cambios genéticos.


Durante cinco meses estuvimos recluidos en el centro de experimentación militar, hasta que una noche, durante las sesiones de baños de radiación, me desmayé.


Desperté en mi habitación en el complejo. Nada había cambiado en mí, excepto… excepto muchas cosas.


Mis dientes estaban más afilados, aunque por fuera se veían normales, mi olfato y mi oído se habían agudizado al extremo, tanto que ahora podía escuchar lo que estaba pasando del otro lado del edificio, y podía oler la carne cruda que había en la cocina para el almuerzo de ese día.


Esa era otra cosa que había de diferente: mi boca ahora salivaba más, y también tenía un constante antojo de carne, pero no cocinada; carne cruda. Fresca, jugosa y deliciosa carne cruda.


Salí de mi habitación y caminé hasta la cocina, donde le pedí a Frida, la cocinera, si mi platillo para el almuerzo podía dejarlo crudo. Se sorprendió cuando le hice esa solicitud, pero no discutió. Con su habitual tono tan dulce y maternal me contestó con un “De acuerdo, muchacho. Entonces tu filete va crudo para el almuerzo”. También le pedí que me diera un corte de carne en el mismo estado de una vez, a lo que ella contestó con un “Hoy nos levantamos un poco carnívoros, ¿no?” igual de amable.


La mujer me entregó un corte de carne recién sacado del empaque al vacío. Era sirloin. Lo supe con solo olerla, por algún motivo. En el instante en que la carne tocó mis manos, me la llevé a la boca y arranqué un pedazo, para luego tragarlo sin masticar. Me extrañó que así fuera, pero ahora solo podía pensar en que quería carne, quería comer carne, y la estaba comiendo, y la estaba disfrutando como nunca había disfrutado otra cosa en la vida.


Segundos después de que hubiera acabado mi porción de alimento, a mi lado apareció Marina, una amiga de los cinco que nos metimos a ese programa. Sin titubear, le pidió a Frida “lo de siempre” para que segundos después la mujer le entregara un plato servido elegantemente con fruta, carne y vegetales.


La chica tomó el plato y se sentó en una de las varias mesas vacías. Yo la seguí y me senté a su lado. Le pedí que me explicara qué demonios estaba pasando, y cuando me contó todo, quedé pasmado. Literalmente, ahora era un lobo con cuerpo y mente humanos.


Gracias a la explicación de Marina, entendí lo que estaba pasando conmigo. Por eso mis sentidos estaban agudizados, por eso tenía antojo de carne.













Saltemos en el tiempo a unos meses después:


Las pruebas en humanos fueron realizadas, y nosotros fuimos uno de los cinco grupos de cinco que se sometieron a las pruebas y la experimentación. Nos entregaron directamente a una unidad del ejército activo, sin siquiera darnos opinión, voz ni voto en el asunto. Teníamos entre dieciocho y veinte años, por lo que realmente firmamos que estábamos de acuerdo en el momento de poner nuestros nombres en los contratos. De igual forma, no hubo mucho problema con eso del traspaso; nos prometieron un ambiente tranquilo, seguro y respetuoso, con uno que otro privilegio por sobre los soldados ordinarios.


Durante dos años trabajamos para el ejército, combatiendo en los ambientes más hostiles. Gracias a nuestras modificaciones corporales, nuestros cuerpos ahora podían soportar mayor desgaste físico y mayor exposición a los elementos. Éramos bastante impopulares entre los demás miembros del ejército, pero eso nos daba igual. Nadie podía igualarnos: quince misiones fueron encomendadas, y quince misiones fueron cumplidas con éxito por nosotros, los Lobos Grises.


Nos encomendaron desde localización y dirección de tiros a distancia con artillería pesada hasta trabajos de infiltración y rescate. Todo fue de maravilla… hasta que se nos encomendó una décimo sexta misión.


Nos enviaron a territorio norcoreano a barrer un área de 3 kilómetros de radio en donde se iniciaría una invasión par derrocar al gobierno dictatorial establecido en el país. El plan era que un dron helicóptero, en el cual estaríamos nosotros montados, fuera desplegado desde un avión carguero furtivo, para luego llevarnos a tierra y regresar a la aeronave de carga.


Lo siguiente sería que nosotros elimináramos a todos los no-civiles que se encontraran dentro de ese radio de tres kilómetros, pero eso nunca pasó. El dron llegó sano y salvo a la distancia apropiada del suelo para que saltáramos a tierra y comenzáramos a trabajar, pero apenas aterrizar, una fuerte explosión tomó lugar justo bajo nuestros pies.


Sin saberlo, habíamos aterrizado en un campo minado, pero no eran minas cualesquiera. Las reconocí al instante: eran minas Goldstein EDRI (Emisoras de radiación infrarroja). Gracias al universo y a la suerte, ninguno resultó herido de gravedad, pero no se quedó ahí nuestra tragedia. Apenas nos reincorporamos, nos topamos de cara con el dron, apuntando su ametralladora calibre cincuenta directamente hacia nosotros.


No tardamos ni un segundo en sentir miedo, y más todavía cuando ese miedo se convirtió en realidad, cuando el dron abrió fuego contra nosotros a pesar de tener puestas las insignias de prioridad, las cuales nos protegían del fuego de la micro aeronave no pilotada.


Todos caímos al suelo, heridos por mínimo cinco o seis balas cada uno. Eso no fue el final de nuestra masacre. Teniéndonos moribundos en el suelo semi terraformado por la bomba de tierra, el dron se elevó en el aire y de regreso al carguero, segundos antes de que una veintena más de minas EDRI explotaran en el terreno adyacente a nosotros, haciéndonos volar con ellas.


Despertamos el mismo lugar, con heridas y quemaduras leves por todo el cuerpo. Nuestra ropa estaba quemada y algo desgarrada, pero lo que nos intrigó no fue eso, sino el hecho de que seguíamos vivos, y que nuestra dentadura era ahora diferente: nuestros dientes se convirtieron en colmillos y los iris de nuestros ojos se tornaron completamente negros. Incluso nuestros cuerpos se sentían diferentes, más ligeros.


Una vez que estuvimos de pie los cinco, discutimos el asunto. Llegamos de inmediato a la conclusión de que eso no había sido un accidente. Las insignias de identificación que llevábamos puestas en los uniformes podían ser leídas por los drones aún en los ambientes más oscuros, porque eran llaves de múltiples lecturas (lectura magnética, lectura infrarroja, de código de barras, de escaneo QR, número de serie e incluso escaneo de comparación facial).


Esto fue lo que dedujimos: el ejército ya no nos necesitaba y decidieron eliminarnos, y ni siquiera en terreno extranjero. Todo el atentado sucedió en Georgia, en un área rural. Nos enviaron a una misión falsa para matarnos en secreto, con un dron armado y minas de radiación infrarroja para descomponer nuestras uniones genéticas.


Lo que no tuvieron en cuenta fueron dos cosas:


La primera fue que cuando nos convirtieron en hombres lobo, nos dieron factores regenerativos alterados del genoma del lobo gris, lo que significa que nuestras heridas sanan de trescientas a quinientas veces más rápido que las de una persona normal, dependiendo de la cantidad de adrenalina que esté liberando nuestro cerebro y de nuestro pulso, por el transporte de la sangre y las plaquetas y esas cosas. O sea, si querían matarnos a tiros, hubieran utilizado un misil.


La segunda fue el tipo de radiación de las minas que utilizaron. Aparentemente los idiotas encargados de liquidarnos, cuando les dijeron que habíamos sido modificados con ADN canino y radiación, no pusieron atención, porque hicieron que las muestras de ADN se unieran con rayos de radiación, sí, pero RADIACIÓN INFRARROJA. Lo único que lograron fue fortalecer en nosotros la presencia del genoma canino, dándonos una mayor cercanía biológica y genética al lobo.


Nos habían traicionado. Nos habían abandonado. Aquellos, quienes alguna vez nos tuvieron para protegerlos, quienes alguna vez fueron nuestros aliados, ahora eran nuestros enemigos.


Quienes nos dieron la espalda ahora sufrirían nuestra venganza. Ahora sufrirían la ira de los Lobos.


“El tigre y el león son más feroces, pero el lobo no trabaja para el circo.”

12 октября 2020 г. 21:25 1 Отчет Добавить Подписаться
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Jancev Jancev
¡El gobierno siempre traicionando a sus soldados! ¡Muy buena historia!
~

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